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La República no es un cambio de nombre, un color más y un funcionario menos

La casa no es habitable

Fuentes: Rebelión

La República no es un cambio de nombre, un color más y un funcionario menos. La República es abrir un auténtico proceso constituyente, renunciar a la guerra como instrumento político y reconocer el derecho del Pueblo a decidir sobre absolutamente cualquier asunto: fronteras, idioma, modelo económico, etc. La frase pertenece a un genial discurso pronunciado […]

La República no es un cambio de nombre, un color más y un funcionario menos. La República es abrir un auténtico proceso constituyente, renunciar a la guerra como instrumento político y reconocer el derecho del Pueblo a decidir sobre absolutamente cualquier asunto: fronteras, idioma, modelo económico, etc.

La frase pertenece a un genial discurso pronunciado por el diputado Felipe Alcaraz en 2002, mientras debatía en pos de la rehabilitación de la dignidad de las víctimas del terrorismo fascista, en el marco de una condena institucional contra el régimen que más tarde transitó hasta el vigente. Una brillante alocución, en la que se hizo hincapié en lo inexcusable de abordar la superación del terrible sesgo que se ha venido aplicando en materia de Memoria Histórica, en un país donde los vencedores bélicos pretendieron arrogarse también la victoria ética. Asesinaron más, mejor y con mayores y más inhumanas ayudas externas, pero asesinar no confiere legitimidad. Los hechos confirman que Franco y los suyos no eran más que una horda de facciosos, rebeldes, criminales de guerra, cleptómanos, genocidas, asesinos, traidores y, por si hay que decirlo: antidemócratas incluso después de muertos.

Intentaré hablar claro, porque ya no tenemos edad histórica para andar mareando la perdiz: la casa no solo es inhabitable, en realidad apesta. Sí, España apesta: sus instituciones públicas, símbolos, ejército, judicatura, y -por supuesto- la mayor parte de su clase política apestan… empezando por esa gran cagada no-electa, militar, vitalicia y hereditaria que todos los años se asoma en nochebuena, para leer esas mentiras en las que no creen ni él, ni aquellos que se las han escrito.

Estamos en 2007 pero incomprensiblemente, el Estado sigue malversando dinero público para pagar los caprichos del amigo de Franco, porque «no se nos podía dejar solos», no fuera ser que desatáramos lo que tantos asesinatos le había costado atar.

Con todo, lo peor no es esa guinda coronada -por más injusta e ignominiosa que pueda ser su procedencia histórica-, lo peor no es la corona, sino todo el estiércol político que la rodea: la negación completa del artículo número uno de la seudo Constitución que ellos solos redactaron. Es triste, pero es cierto: este engaño masivo al que algunos se empeñan en llamar España es en realidad un Estado antisocial y antidemocrático contrario a Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico el sometimiento, la injusticia, la desigualdad y el pensamiento único.

¿Cómo vivir en una casa donde el padre de familia es cómplice y sucesor de un criminal? ¿Cómo permanecer en el mismo techo donde se fuerza a que otras familias permanezcan bajo amenaza? ¿Por qué convivir con brujos que no trabajan, a costa de todos los que sí lo hacen? ¿Cómo formar parte de una casa donde no respetan la hospitalidad? ¿Por qué querría alguien habitar en una casa donde la mujer no está en pie de igualdad? ¿Vivirías tú en una comunidad de propietarios donde no se puede elegir al presidente? ¡No! La casa no es habitable.

La República no es un cambio de nombre, un color más y un funcionario menos.

La República es convertir a los súbditos en ciudadanos; renunciar a la guerra como instrumento político; abrir un auténtico proceso constituyente; expropiar y socializar todas las propiedades del ex monarca; reconocer el derecho del Pueblo a decidir sobre absolutamente cualquier asunto, sin ningún límite (fronteras, idioma, modelo económico, etc.); separar al Estado de las asociaciones culturales religiosas (alejar a los brujos de la infancia y el erario público); hacer que todos los cargos públicos sean electos; dotar de presupuesto y competencias efectivas al Tribunal de Cuentas y a la Fiscalía Anticorrupción; disolver los tribunales de excepción; reinstaurar el multipartidismo; asegurar la plena independencia política de jueces y fiscales; dotarnos de una legislación electoral justa y proporcional; hacer coincidir los ámbitos geográficos de circunscripción y jurisdicción; disolver las instituciones franquistas; cribar la policía, la judicatura, la fiscalía, el ejército y los directivos de las empresas públicas, en búsqueda de seres ignominiosos que desempeñaran responsabilidades criminales durante los primeros 36 años de la dictadura franquista, e inhabilitándoles con carácter vitalicio para el desempeño de la función pública (no se debe confundir Concordia con estupidez, un fascista no puede gestionar la democracia).

La casa no es habitable, y pese al síndrome de Estocolmo, pronto habrá razones para que los inquilinos vayamos tomando conciencia de clase: pronto no habrá dinero para pagar la hipoteca, ni se podrán encadenar más préstamos personales; pronto no habrá ni siquiera empleos precarios; pronto serán más los estudiantes universitarios que vivan en el piso de los abuelos, junto a sus padres; pronto nos harán pagar en Urgencias; pronto dejará de haber pensiones; pronto aumentarán la marginalidad, delincuencia y exclusión; pronto la inestabilidad propiciará una fuga de capitales… entonces caeremos en la cuenta de que no podemos permitir que otros decidan por nosotros, porque el Pueblo debe recuperar su papel protagonista en la gestión de todo cuanto le afecta, lo contrario es arbitrario, y por eso mismo injusto y perjudicial.

El hambre nos enseñará todo lo que no nos han dejado leer. Espero que consigamos recuperar el poder de nuestra voluntad, expresada pacífica y democráticamente a través de las urnas. Confío en la superación lo arbitrario. Estoy seguro de que pronto dejarán de enchufarnos escenas de «Sisí emperatriz» para ilustrar la bazofia de los telediarios. De lo contrario… bueno, ojead un libro de Historia… pero recordad que estamos en el S. XXI: primero el helicóptero, que no escape.

¡Viva la República!