Son ya 1.361 muertos y 7.500 heridos en Gaza, el 80% de ellos civiles, según los cálculos de la ONU, desde que se inició la ofensiva militar israelí bajo el argumento de atacar las instalaciones de cohetes de Hamas. La sangrienta campaña militar israelí ha sido impulsada por los halcones del gobierno de Benjamín Netanhayu, […]
Son ya 1.361 muertos y 7.500 heridos en Gaza, el 80% de ellos civiles, según los cálculos de la ONU, desde que se inició la ofensiva militar israelí bajo el argumento de atacar las instalaciones de cohetes de Hamas. La sangrienta campaña militar israelí ha sido impulsada por los halcones del gobierno de Benjamín Netanhayu, a contrapelo de las condenas internacionales y de la necesidad de lograr la paz en una de las zonas explosivas del planeta y descrita, por las organizaciones defensoras de los derechos humanos como «la mayor prisión a cielo abierto en la tierra». Recuerdo en esto las continuas violaciones a los derechos del pueblo palestino, denunciadas año tras año. Por ejemplo, previo a esta operación «Filo protector» se vivió la campaña militar denominada por los artistas del crimen como «Pilar defensivo» en el año 2012, que se saldó en aquella oportunidad con 150 muertos palestinos y cerca de 2.000 heridos. Y con anterioridad la operación «Plomo Fundido» que costó la vida a 1.500 palestinos, el 80% de ellos niños y mujeres.
Los medios de comunicación suelen perderse en el análisis de las causas del conflicto, refiriendo a hechos puntuales y no el proceso histórico que determina el actual estado de cosas, tratando de responder la pregunta respecto a cómo comenzó este último o el penúltimo o el antepenúltimo episodio bélico. Para analistas como el israelí Uri Avnery «esta es una pregunta estúpida, pues en la Franja de Gaza las conflagraciones no empiezan. Suelen ser una continua concatenación de sucesos, cada uno de los cuales ocurre supuestamente en represalia por otro anterior. A una acción le sigue una reacción, tras esta viene una venganza y a ésta luego le sigue…» En el caso concreto de las acciones de estas últimas semanas el secuestro de tres jóvenes israelíes, habitantes de una colonia judía cerca de Hebrón – en los territorios ocupados – más la acusación que Hamas afectaba la seguridad de Israel con sus túneles y lanzamiento de cohetes desencadenó la acción mortal israelí contra los habitantes de la Franja de Gaza. Pero, bien sabemos que Israel no ha necesitado excusas a la hora de sus acciones y si las presenta suelen mostrar la desproporción entre la causa sostenida y los efectos resultantes de esa política del garrote esgrimida constantemente contra la población de los territorios ocupados.
Los hechos del año 2014 parecen repetir la trágica obra del año 2012 cuando el disparo de un proyectil antitanque desde Gaza a un jeep en territorio israelí fue descrito como represalia por el asesinato de un niño palestino en un ataque aéreo. «Ese disparo, afirma Avnery, significó cruzar una línea roja: Tanques israelíes dispararon contra la Franja de Gaza, Hamas lanzó cohetes contra ciudades y pueblos israelíes, miles de israelíes corrieron a su refugios, se cerraron las escuelas. Como de costumbre mediadores egipcios y de otros países entraron en acción». Hasta ahí el primer acto de esta tragedia».
Menciono operaciones militares anteriores, pues la tragedia parece repetirse con una contumacia horrenda. Richard Falk de Al Jazeera English y Relator Especial de la ONU para los Derechos Humanos en Palestina sostenía en la operación «Pilar Defensivo» una opinión que calcadamente puede ser usada con la campaña «Filo protector «el doble rasero mediático de occidente con respecto a la avalancha de violencia israelí dirigida con Gaza se resumen en un titular de una parcialidad absurda del New York Times «los cohetes atacan Jerusalén: Israel se prepara para una invasión a Gaza». Algo descodificado el mensaje es el siguiente: Hamas es el agresor y si Israel lanza un ataque terrestre contra Gaza tiene que contar con más ataques de cohetes. Paráfrasis sorprendentemente orwelliana de la realidad, pues existe una desproporción brutal en la capacidad de infligir daños y sufrimientos entre ambos contendientes, debido a la total dominación israelí, lo que convierte en una perversidad esa inversión de la preocupación por lo que podría ocurrir a la sociedad israelí si se intensifica el ataque contra Gaza.
Hoy, Navy Pillay, Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en esta ofensiva del año 2014 ha acusado al gobierno de Israel de lo que sabemos es culpable «de crímenes de guerra al atacar hospitales, escuelas, estaciones eléctricas y todo aquello que sea indispensable para vivir en Gaza. Atacar hospitales viola la ley internacional, la cuarta Convención de Ginebra y es un crimen de guerra. Pero no sólo eso, como fuerza ocupante, Israel tiene la obligación de ofrecer asistencia médica». Pillay, que seguramente será acusada de ser simpatizante de Hamas por parte de los ciegos, sordos y mudos defensores del régimen criminal de Israel conoce bien de lo que afirma pues las denuncias se multiplican día a día por más que Washington y Tel Aviv pretendan hacer creer que hay una campaña internacional en contra del «pobre pueblo israelita».
Los indignantes defensores del régimen genocida de Israel quieren comparar sus muertos con los miles de palestinos asesinados como si esto se tratara de sufrimientos, padecimientos y destrucción equiparables. Pensarán los ideólogos del asesinato masivo que el atacar por aire mar y tierra a una población indefensa está escrito en su Torá. Pensarán estos criminales que su actuar sediento de sangre puede seguir impune. La impotencia, la rabia, la indignación aparecen de estampida ante un país que pretende emular el genocidio cometido con ellos. Ya no son víctimas, ¡¡¡¡son ustedes victimarios¡¡¡¡ gritan los millones de ciudadanos de diversos países del mundo que han salido a la calle a repudiar las acciones israelitas. Cometen ustedes con otros seres humanos lo que los nazis cometieron con ustedes y ni siquiera eso los detiene.
Una sociedad que tolera el maltrato contra sus semejantes, una sociedad que no se levanta contra un gobierno genocida, una sociedad que aplaude a los soldados que matan niños, mujeres, ancianos, que atacan escuelas, hospitales, que custodian muros de la vergüenza, que atropellan los derechos humanos, una sociedad que entrega ramas de olivos a estos genocidas no merece respeto alguno y son cómplices de los crímenes cometidos por su gobierno.
Nunca más una sociedad como esta, que avala el crimen de sus gobiernos, podrá esgrimir el argumento de su holocausto para cometer crímenes similares contra sus vecinos, nunca más el chantaje de su sufrimiento podrá aplicar el sufrimiento que infringen al pueblo palestino. En un artículo anterior puse como ejemplo la enorme autoridad moral del Dr. Norman Finkelstein, un cientista político y estudioso del conflicto judío- palestino (judío él e hijo de víctimas del nazismo) quien en una interesante conferencia, que circula masivamente por las redes sociales, fue interpelado por una llorosa joven judía que criticaba la comparación que hacia Finkelstein de la política israelí y los nazis. «No existe nada más despreciable, sostiene Finkelstein, que usar el sufrimiento y el martirio de las víctimas del nazismo para intentar justificar la tortura, la brutalidad, la demolición de hogares que Israel comete diariamente contra los palestinos y por eso me niego a ser intimidado o presionado por las «lágrimas de cocodrilo» si tuvieras un corazón dentro tuyo, le dijo Finkelstein a la sollozante joven judía «estarías llorando por los palestinos no por lo que tú le has hecho».
Hoy, a pesar de las protestas internacionales, de la constatación de los crímenes contra la humanidad del gobierno israelí, a pesar de comprobarse la estrategia sangrienta de un régimen que quiere acabar con la población palestina en su propio remake de un holocausto de todo un pueblo, Israel sigue bombardeando las escuelas protegidas por la UNRWA – Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos – donde se hacinan 250 mil palestinos, principalmente mujeres, niños y ancianos. El 15% de la población de la Franja de Gaza trata de protegerse donde las bombas también han llegado con su carga de muerte desde el aire.
La UNRWA ha declarado que Israel bombardea esas escuelas a pesar que se les ha dado la ubicación exacta de cada una de ellas. Pillay afirma que «a pesar de que la dirección de esta agencia alertó 17 veces a las autoridades israelíes sobre ese hecho y las localizaciones exactas de los colegios, el Ejército ignoró esa información y bombardeó este miércoles 30 de julio una de ellas matando a 19 personas, y en uno anterior similar perecieron otras 16» . Pillay recordó que Israel «ha ido esta vez un paso más allá que en precedentes ofensivas» al destruir la estación eléctrica que abastece a la Franja, lo que hará la vida de sus habitantes absolutamente precaria una vez acabe la ofensiva. Atacar objetos, sistemas de distribución de agua o electricidad, saneamiento, infraestructuras que sirvan para mantener la vida es una violación de la ley internacional. Pero además, Israel como fuerza ocupante, tiene la obligación de proporcionar esos servicios», reiteró la alta funcionaria internacional.
Las operaciones militares israelíes «son parte de una agenda militar y de inteligencia mucho más amplia, señalaba el analista, Michel Chudossovsky, formulada por primera vez en 2001, bajo el nombre de «Operación Venganza Justificada», con el objetivo de destruir la ANP en general y el gobierno de Hamas en Gaza creando «cuatro cantones» palestinos, con gobiernos en cada uno de ellos». La estrategia militar israelí ha sido el implementar ese plan, invadir el territorio palestino destinado a destruir la estructura de la dirigencia política y militar palestina.
Los Gazatí viven hoy de las migajas de ayuda internacional, el contrabando con Egipto a través de su frontera sur – hoy cerrada por el ejército egipcio que responde tanto a Washington como a Israel tras el derrocamiento del gobierno de los Hermanos musulmanes, cercanos a Hamas- como también de las decisiones arbitrarias israelitas, que deciden cuándo y cómo recibir alimentos, combustible, agua o asistir a sus lugares de trabajo extramuros, donde representan la mano de obra barata y explotada. En ese contexto cada campaña militar significa sumar más muerte, dolor y sufrimiento. Esto, a pesar que políticos y militares israelíes repiten constantemente que «Israel usa la fuerza en legítima defensa. No luchamos contra los palestinos sino que contra Hamas a quienes combatimos con bombardeos selectivos», idea utópica pues hablar de objetivos precisos, en una franja donde coexisten 4.700 palestinos por km2 sin afectar a la población civil es una broma dramática y de mal gusto.
El derramamiento de sangre en Gaza obliga a analizar no sólo la responsabilidad israelita, sino también la de los propios palestinos y sus movimientos políticos. Entre ellos la ANP, responsable para organizaciones como Hamas, de la escasa implementación de los Acuerdos de Oslo y con ello la postergación del anhelo palestino de un Estado propio. Esa situación permitió, igualmente, el desarrollo del Movimiento de Resistencia Islámico en el seno de la sociedad palestina. Con una OLP convertida en una entelequia sin sostén político, acusada de corrupción y devenida en mera receptora de ayudas financieras, Hamas ha ganado prestigio, incrementada con el ataque israelí y la férrea lucha de los milicianos de Hamas, que en condiciones de inferioridad, en todos los planos, han logrado asestarles duros golpes al quinto ejército mejor dotado del mundo.
Le guste o no le guste a occidente o aquellos que no ven la desproporción de fuerzas y la legitimidad y exigencia moral de combatir a una potencia ocupante como Israel, la población de la Franja de Gaza confía en Hamas, visualizada como una organización engarzada en la sociedad, dedicada a construir escuelas, clínicas, formación profesional, dar apoyo social en las bases palestinas en la cotidianidad. Sus jefes y cuadros en forma sencilla dan respuesta a las necesidades de la población, generando una base política que los nutre y mantiene, le guste a o no al análisis político occidental y a las autoridades israelíes, que deberán, sí o sí, sentarse a conversar con esta organización. Y en ello, el «amigo americano» tiene una responsabilidad ineludible.
La agresión a la Franja de Gaza ha reafirmado el papel dirigente del Movimiento de Resistencia Islámico y debilitado a la clase política heredera de Arafat y a los regímenes árabes considerados corruptos y posicionado a su vez a Egipto como un actor del lado de los agresores y no en el papel natural que le corresponde como potencia regional, disminuida luego de la denominada Primavera Árabe. Es hora de negarse a los argumentos relativistas que asignan responsabilidad a Hamas de la falta de paz en los territorios ocupados. la razón esencial, fundamental, la razón primera por la cual el proceso de paz es una utopía no es Hamas, es Israel. El proceso de paz es simplemente un espejismo porque Israel ocupa y niega los derechos a millones de palestinos en Gaza y la Cisjordania. Ocupa las tierras palestinas con colonos, generalmente ortodoxos y fundamentalistas. Arrasa sus tierras y destruye sus olivares centenarios. Destruye sus aldeas, mantiene 6 mil presos palestinos. Construye un muro de la vergüenza que viola día a día los derechos humanos de los palestinos. Que termine esa ocupación, ese bandidaje estatal Israeli y se le podrá exigir a Hamas sentarse a la mesa y discutir sobre un proceso de paz. Mientras ello no suceda Hamas tiene todos los argumentos legales y morales para oponerse al ocupante israelí. Razón esencial por la cual el proceso de paz no avanza no es Hamas; es la ocupación y la negación de derechos a los palestinos desde hace 60 años.
Shalom, Asalaam Aleikum, son conceptos que deben recuperar su significado en ambas culturas, que permitan avanzar fuera de los marcos de guerra y desolación en que se encuentra la Franja de Gaza. Quiera Alláh, que la paz llegue a la sociedad palestina, a su pueblo y que en ello Jehová escuche las plegarias. pero, ¡ojo! en la proporción que los hechos merecen, no le pidan a los asesinados, a los torturados, a los exiliados, perseguidos, a aquellos a los cuales se les destruye sus hogares, se les persigue y controla como animales. No les pidan a aquellos que sufren las consecuencias de una política genocida que sean los responsables principales de la paz. Los criterios de proporción también pasan por ahí.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.