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La crisis imperfecta, los parados cifras, y el malvado mundo que nos rodea

Fuentes: Insurgente

La retahíla económica de Zapatero tiene tres ejes fundamentales. El primero es despiezar y negar la crisis económica. Por el momento hay datos menos malos que le ayudan a negar la existencia de una recesión con todas las dramáticas consecuencias contra los trabajadores y sus familias. Todavía no hay índices de crecimiento negativo más que […]

La retahíla económica de Zapatero tiene tres ejes fundamentales.

El primero es despiezar y negar la crisis económica. Por el momento hay datos menos malos que le ayudan a negar la existencia de una recesión con todas las dramáticas consecuencias contra los trabajadores y sus familias. Todavía no hay índices de crecimiento negativo más que en sectores determinados; si bien estos sectores -como la construcción- tienen una importancia económica determinante en nuestro país.

El segundo es insistir en que el gobierno «mantendrá las políticas sociales prometidas en el programa electoral». Semejante reclamo tiene un carácter totalmente publicitario porque pasa por alto que cientos de miles de trabajadores y, consecuentemente, de familias, perderán el empleo del que viven y se irán quedando también sin las prestaciones que les permiten sentir un largo vértigo antes de caer en la miseria. El paro creciente es paro de larga duración. Para Zapatero el paro parece ser un dato económico, de carácter técnico, que no responsabiliza a nadie, y que no tiene consecuencia social alguna.

El tercer eje del discurso de Zapatero es el recurso a las referencias exteriores como origen de la crisis: precio creciente del petróleo, crisis hipotecaria en EEUU, aumento de los precios de los alimentos. El presidente del Gobierno utiliza la estructura económica en la que nos han instalado los dos partidos -PP y PSOE- como una especie de Providencia Divina que determina nuestra felicidad o nuestra tragedia pero que está más allá de las posibilidades de actuación del gobierno.

El primer argumento de Zapatero -la negación de la crisis- es absolutamente irresponsable.

El segundo argumento de Zapatero: el mantenimiento de las «políticas sociales» es totalmente cínico, y encierra una crueldad fría o una estupidez peligrosísima.

El tercer eje de Zapatero: la subordinación impotente a los datos y procesos económicos exteriores es una negación realista de la soberanía política y económica, que debiera conducirlo ante un tribunal de justicia.

La aceptación de la situación económica como «una necesidad» inevitable puede arrastrarnos hacia una situación dramática en muy pocos meses.

Zapatero tiene la obligación estricta de asegurar el mínimo vital -vivienda, alimentación, asistencia sanitaria y trabajo- para todos los españoles y todos los residentes en nuestro país. El presidente del gobierno no puede esconderse tras la negación de la crisis, el olvido de sus consecuencias, y la apelación a la providencia.

A estas alturas es obvio que Zapatero ha pactado con las transnacionales y grandes empresas españolas que decidieron su triunfo sobre Rajoy el tratamiento psicológico, político y económico de la crisis. El primer acuerdo ha sido el de negar, el segundo el de aplicar bálsamos y paliativos de conservadurismo compasivo a los trabajadores gravemente golpeados por la crisis, el tercero el de mantener a toda costa el marco económico en el que se ha gestado el desastre. Son los tres ejes de la política económica del presidente.

Con la misma firmeza y pueril alegría vital con la que ha defendido a un sistema que se desploma tiene que buscarle alternativas. Si no las tiene, si es incapaz de concebirlas, debe marcharse inmediatamente.

Los ciudadanos y ciudadanas deben empezar a desterrar de sus conciencias el criterio de «moral pública» que garantiza la irresponsabilidad y la impunidad absoluta de sus políticos.