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La reforma laboral que se nos viene encima: la alterglobalización era esto (VII)

La crítica de la fuerza (y su debilidad)

Fuentes: La Haine

Por otro lado, existen múltiples dinámicas de resistencia autoorganizada frente a los daños del capitalismo global. Sin embargo, las palabras de estas luchas se limitan, frecuentemente, a reivindicar el interés particular lesionado. No tienen palabras para nombrar lo que su reivindicación tiene en común con otras muchas reivindicaciones sociales. No expresan lo que les pasa […]

Por otro lado, existen múltiples dinámicas de resistencia autoorganizada frente a los daños del capitalismo global. Sin embargo, las palabras de estas luchas se limitan, frecuentemente, a reivindicar el interés particular lesionado. No tienen palabras para nombrar lo que su reivindicación tiene en común con otras muchas reivindicaciones sociales. No expresan lo que les pasa como una singularidad de lo que nos pasa a todos. Sin embargo, a pesar de su precariedad cognitiva, esas dinámicas de lucha constituyen una fuerza material con la que, empresarios y políticos, tienen que forcejear constantemente para regular el conflicto y mantener sus negocios y sus votos. La realidad de esa fuerza social se acredita en los cambios parciales que el poder se ve obligado a introducir para llevar adelante sus planes.

La fuerza -limitada- de estos procesos de lucha, se puede visualizar en sus consecuencias contradictorias. Consiguen un resultado mayor en sus reivindicaciones cuanta más unidad existe en torno a las palabras que las expresan. Sin embargo, su ganancia, o su menor perdida, supone, con frecuencia, un desastre desde un punto de vista general. En estas batallas, el capital ha podido hacer concesiones, pero ese peaje táctico le ha hecho más fuerte en el terreno estratégico. Aunque ceda en cuestiones secundarias, el capital demuestra su poder al imponer sus objetivos principales. También demuestra su flexibilidad al eliminar los obstáculos, uno a uno, impidiendo la unificación de sus víctimas, l@s trabajador@s. Asume un coste económico para reducir los núcleos resistentes, pero obtiene un beneficio político al desactivar un potencial referente para otros núcleos resistentes. Es un secreto a voces que, para empresarios y políticos, la dispersión es la garantía de la derrota de l@s trabajador@s. El gasto en cooptar o en desactivar luchas para el capital no es un gasto sino una inversión.

Podemos concluir que las luchas existentes contienen los únicos enfrentamientos de hecho, pero no las palabras que explican la dimensión política de dichos enfrentamientos. Al contar con la práctica pero no con la teoría, sufren un vacío teórico. Como el vacío se llena, a falta de un lenguaje propio para explicarse a sí misma, la lucha de los de abajo habla con el lenguaje de los de arriba. Esta carencia no priva a las luchas de su fuerza inmediata, pero esteriliza su potencia en términos sociales e impide el proceso de acumulación de fuerza colectiva. Por eso no representan freno alguno al proyecto de los poderosos. Son una fuerza sin crítica, una práctica sin teoría. Una potencia necesaria, pero no suficiente. Esto explica que las agencias de la socialdemocracia en los movimientos sociales no quieren procesos de convergencia y unificación, sino campañas separadas.

La izquierda capitalista impide que los colectivos que luchan desde abajo tomen conciencia de la profundidad de éste vacío. Al hacerlo, desactiva el poder constituyente y ejecuta el papel de oposición leal. Esto le permite sustituir a la derecha en el gobierno cuando amplios sectores populares perjudicados la retiran el voto. A continuación, aplican desde el gobierno las mismas políticas que sus antecesores comprando y cooptando a dirigentes y colectivos con influencia en los movimientos sociales. En el siguiente ciclo su propio desgaste por las políticas aplicadas, amplificado por las críticas de la derecha ahora en la oposición y, eventualmente, por las movilizaciones de descontento y el auge de colectivos anticapitalistas, les hace perder el gobierno. Con ello se inicia un nuevo ciclo, el eterno retorno de una Historia que deja de ser el resultado de la voluntad popular, para ser el resultado de la descontrolada dinámica de una sustancia abstracta, el Capital. En este ciclo las luchas locales carecen de potencia constituyente porque LO HACEN PERO NO LO SABEN .

La única salida es unir en un mismo proceso de lucha, la fuerza de la crítica y la crítica de la fuerza. El protagonismo de quienes lo saben y además lo hacen.

* Agustín Morán es miembro del CAES