El informe «Vidas fragmentadas» de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de Naciones Unidas (junio de 2016) destaca que 2,3 millones de personas en los territorios palestinos ocupados requieren ayuda humanitaria (1,3 millones en Gaza). En 2015 murieron 147 palestinos a manos de las fuerzas israelíes y 14.053 resultaron heridos. El número […]
El informe «Vidas fragmentadas» de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de Naciones Unidas (junio de 2016) destaca que 2,3 millones de personas en los territorios palestinos ocupados requieren ayuda humanitaria (1,3 millones en Gaza). En 2015 murieron 147 palestinos a manos de las fuerzas israelíes y 14.053 resultaron heridos. El número de palestinos presos en las cárceles de Israel asciende a 6.000, la cifra más elevada desde 2010; y el de niños detenidos (442), es el más alto desde el año 2006. Además, entre enero y abril de 2016, las fuerzas de ocupación israelís demolieron 598 construcciones palestinas (548 durante todo el año 2015); El informe apunta que 858 personas resultaron desplazadas en el primer cuatrimestre de 2016 (787 durante 2015) y da cuenta de los efectos de la ocupación sobre las propiedades palestinas: la cifra de árboles dañados, robados o arrancados por los ocupantes (11.254) fue el más elevado desde hace una década.
La ocupación se perpetra en el 22% de la Palestina histórica ocupada militarmente por Israel en 1967 (Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este). En esta porción de territorio se produce la confiscación de tierras y el despliegue de los «asentamientos» por parte de Israel. Ahmed Soboh, presidente de la Fundación Yasser Arafat desde 2014, prefiere el término «colonia». Esta sería, a su juicio, la definición adecuada: «Colonias extranjeras en territorio ocupado por la fuerza militar». En abril de 2016 la ONG «La Paz Ahora» informó que el Gobierno de Israel realizó los trámites para que se autorizaran al menos 229 viviendas en los territorios ocupados, de las que 71 estaban previstas en el norte de Cisjordania (54 en la colonia de Har Brakha y 17 en la de Revava); y 158 en la región de Jerusalén (48 en Ganeii Modiin, 34 en Tekoa y 76 en Givat Ze’ev). Con las nuevas viviendas planificadas, la cifra en el primer trimestre de 2016 se eleva a 903, muy superior a las 194 del mismo periodo del año anterior.
Licenciado en Medicina por la Universidad de Granada, embajador de Palestina en Marruecos (2009-2013), Brasil (1989-1995) y México (1981-1989), Ahmed Soboh ha participado en un acto organizado por el BDS-País Valencià. Recuerda que actualmente hay más de 600.000 colonos en Cisjordania y la parte oriental de Jerusalén. «Están armados hasta los dientes y cuentan con la protección del Estado israelí». El análisis de este diplomático y militante de Fatah, formación en la que milita desde 1968, coincide con el último Informe de Amnistía Internacional: «Israelíes que vivían en asentamientos ilegales de la Cisjordania ocupada lanzaron ataques frecuentes contra civiles palestinos y sus bienes, a veces en presencia de soldados y policías de Israel que no intervenían», observa la organización de derechos humanos. El 31 de julio de 2015 se produjo un ataque de colonos contra una casa del pueblo de Duma (cerca de Nablús), que mató a un bebé de 18 meses, a sus padres e hirió de gravedad a un hermano de cuatro años. El 17 de octubre un civil israelí mató de un disparo a un palestino en la ciudad vieja de Hebrón. El atentado tuvo lugar muy cerca de soldados israelíes. En la mayoría de los casos, concluye Amnistía Internacional, «la policía de Israel no lleva a cabo investigaciones efectivas de los delitos perpetrados presuntamente por colonos, ni enjuiciaba a los sospechosos, lo que perpetuaba la impunidad».
Ahmed Soboh desempeñó los cargos de secretario de Estado del Ministerio de Asuntos Exteriores y del Ministerio de Información de Palestina. Considera que gobiernos como el de Benjamín Netanyahu, caracterizados por su «extremismo», representan un «peligro» incluso para la población de Israel. En este país se producen niveles muy altos de «discriminación, segregación y racismo», critica. La comunidad etíope suma cerca de 140.000 personas, muchas de las cuales nacieron en Israel. Las protestas por la pobreza y el racismo del que son objeto culminaron hace un año en las manifestaciones de miles de etíopes en Tel Aviv, tras la difusión de un audiovisual con dos policías golpeando a un soldado etíope ataviado con el uniforme del ejército de Israel. Ahmed Soboh critica asimismo que Netanyahu haya situado a las ONG críticas en el punto de mira. Un denominado «Proyecto de Ley de Transparencia» obliga a que las ONG que reciban dinero de otros países u organismos extranjeros tengan que informar de las donaciones, si éstas superan el 50% del presupuesto. Una de las organizaciones particularmente señaladas por el ejecutivo es «Rompiendo el silencio», colectivo formado por veteranos del ejército israelí que denuncian los abusos de la ocupación. En noviembre de 2015 el Parlamento de Israel aprobó un Proyecto de Ley que permite condenar a penas de cárcel, por actos considerados de «terrorismo», a menores palestinos de 14 años. Los chicos permanecerían en centros de menores hasta cumplir esa edad, cuando podrían ya ingresar en prisión.
Otras iniciativas legales se impulsaron años atrás. En marzo de 2011 el Knesset aprobó la «Ley de la Nakba», que penalizaba la conmemoración de la catástrofe o «limpieza étnica» palestina sucedida el 15 de mayo de 1948. Coincide con la fundación del Estado de Israel. Pero la legislación, promovida por el partido de ultraderecha «Israel Nuestro Hogar», tenía claras las prioridades: imponía multas a las autoridades locales que organizaran actos en relación con la «catástrofe». La Nakba supuso la expulsión de más de 750.000 palestinos de sus hogares y el sometimiento a «limpieza» de 531 pueblos y 11 barrios. Se calculan en 70 las masacres y 15.000 los palestinos asesinados. Un ejemplo mucho más reciente es el Proyecto de Ley (marzo de 2016) que permitiría suspender a un parlamentario árabe si no reconoce a Israel como estado judío y democrático, si se considera que incita al odio y al racismo o en caso de que apoye la lucha militar contra Israel. El procedimiento se iniciaría cuando 61 miembros del Knesset pidieran la suspensión, y para que la propuesta se materializara sería necesario el plácet de al menos 90 diputados. Según las informaciones traducidas por Javier Villate en el blog «Disenso», la Comisión de Ética del Parlamento de Israel sancionó a principios de febrero a tres diputados árabes con la prohibición de asistir a los debates durante meses. El motivo fue el encuentro que los parlamentarios mantuvieron con familiares de palestinos de Jerusalén Este, asesinados por el ejército de Israel.
En la arena diplomática, la especialidad del director general de la Fundación Yasser Arafat, redobla las críticas hacia las maniobras del ejecutivo israelí. «El señor Netanyahu ha llegado hasta el punto de aceptar una invitación de la presidencia republicana de la Cámara de Representantes para, de espaldas a Obama, hablar de Irán en el Congreso y el Senado de Estados Unidos», detalla Ahmed Soboh. Ocurrió en enero de 2015 y fue sólo el comienzo. Netanyahu propuso como embajadora de Israel en Roma a Fiamma Nirenstein, una exdiputada en el parlamento italiano durante cinco años por el partido de Berlusconi. El problema con su designación es que continúa percibiendo una remuneración como exdiputada, con lo que podrían «cruzarse» los intereses de ambos estados, y además su hijo trabaja en el servicio de inteligencia italiano. No menos polémico fue el nombramiento como embajador de Israel en Brasil del exlíder del movimiento judío de colonos, Dani Dayan, que el gobierno brasileño logró revocar. Al final este colono y miembro del Likud ha terminado como cónsul general de Israel en Nueva York. «Netanyahu se siente inmune y por encima del Derecho Internacional», concluye Ahmed Soboh.
Sobre Gaza, una franja de 360 kilómetros cuadrados en la que viven 1,7 millones de personas (uno de los territorios más densamente poblados del mundo), el informe «Vidas fragmentadas» de Naciones Unidas constata que unos 90.000 gazatíes habitan todavía fuera de sus hogares tras los devastadores ataques perpetrados por Israel en el verano de 2014. El bloqueo israelí y el cierre del puesto de Rafah agravan la situación, hasta el punto, destaca el presidente de la Fundación Yasser Arafat, que cuando la electricidad llega a las seis horas diarias «es una fiesta». Las organizaciones humanitarias cada vez tienen más difícil la actuación sobre el terreno, mientras el pasado mes de mayo las bombas volvían a causar estragos. En un ataque a la ciudad gazatí de Jan Yunis, murió una mujer de 53 años y otras dos personas resultaron heridas. En el bombardeo contra un taller metalúrgico en la ciudad de Gaza, un anciano de 65 años y tres menores también fueron heridos. Ahmed Soboh apunta los fundamentos ideológicos de las degollinas: «Hay líderes espirituales que consideran Gaza una tierra maldita». Como el rabino Dov Liot, que en un decreto religioso emitido en 2014 dejó claro que era lícito, de acuerdo con la fe judía, matar a civiles inocentes y destruir Gaza. El militar y político israelí, Isaac Rabín, promocionó su candidatura a la presidencia (a la que accedería en julio de 1992) con afirmaciones como la siguiente: «Quisiera ver a Gaza hundida en el mar».
En medio de un desequilibrio palmario entre las fuerzas, un factor clave de compensación es la demografía. En el mundo viven en torno a 12,8 millones de palestinos. Entre Cisjordania y Gaza suman 4,5 millones, a los que hay que agregar 1,4 millones que viven en Israel (aproximadamente el 20% de la población de este país). En total, viven en la Palestina histórica casi seis millones de palestinos. Si continúa la progresión, en 2020 vivirán 7,2 millones entre Israel y los territorios ocupados, cifra que superará al número de judíos, según un estudio del Instituto de Estadística Palestino. Un buen punto para observar la evolución demográfica es 1948: Israel sólo dejó a 154.000 palestinos en su tierra natal tras la Nakba. «La demografía es la gran tragedia del sionismo», zanja Ahmed Soboh a la vista de los datos. «Por eso Israel tiene la idea de expulsarnos a todos, a cuantos más mejor».
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