«La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi […]
«La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años….
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de «cuenta-cadáveres» que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam
A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: «La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal«.10
Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.
Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.»
Rodolfo Walsh. – C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.
http://www.literatura.org/Walsh/rw240377.html (carta completa)
Estos extractos reflejan que los crímenes de guerra siguen el mismo perfil. Si cambiamos el nombre de argentinos por palestinos, o de Argentina por Irak, el texto vuelve a cobrar 20 años más tarde totalmente su sentido.
Al leer la carta completa, y especialmente estos párrafos vemos que las estrategias utilizadas son siempre las mismas: (1) Propaganda y manipulación de medios de información (2) Legalizar todo tipo de tortura, crímenes y asesinatos para acabar con la guerrilla, ahora terroristas, (3) Tomar todo tipo de medidas económicas, legales y sociales para exterminar al pueblo, y (4) Hacerlo en nombre de la Libertad y la Democracia, y por mandato «divino». Y como nos dice el texto, compartidas y puestas en práctica por las SS y las fuerzas invasoras de Vietnam.
El 15 de Mayo de 1948 Palestina fue tomada y ocupada. La cifra de 4 millones de refugiados, millones de muertos, y… así seguimos cada día. El holocausto palestino, parece la definición más precisa de lo que está ocurriendo. Sin embargo, el palestino asociado a «terrorista» permite una desvinculación moral que nos impide ver lo que simplemente está ocurriendo. El mensaje de los medios es «se lo tiene merecido», «algo habrá hecho», y con esto «ocupan» nuestras mentes.
El 19 de Marzo de 2003 Irak fue tomada, guerra ilegal y contra la propia decisión de la ONU. La cifra de un millón de muertos, millones de heridos, desplazados y afectados hacen, que cuatro años después, no haya palabras para describir la masacre que se ha producido en Irak. Todos hemos visto Abu-Grail, todos y todas escuchamos las noticias diariamente, todo está justificado. Mientras nosotros buscamos las «armas de destrucción» masiva que amenazan al planeta, para justificar la masacre; y pensamos en el malvado de Sadam Hussein, y por lo tanto hasta se ha hecho un bien.
En Agosto de 2007 Irán probablemente será atacada, diga lo que diga la ONU… para generar más millones de muertos, heridos, desplazados y afectados. Mientras estaremos debatiendo sobre si Irán en las próximas décadas podría desarrollar armamento nuclear, y así pensar que es una «medida preventiva».
La definición de guerra: «La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal«, del Teniente Coronel Hugo Ildebrando Pascarelli, compartida por Bush, Runsfeld, Sharon, Blair, Olmert,… y muchos más, y todos con las mismas estrategias.
Me pregunto ¿cómo no nos damos cuenta?, más de veinte años sufriendo las consecuencias de las mismas estrategias y aún nos creemos las mentiras de los medios de comunicación (Israel se siente amenazado), la legalización de las torturas (Abu Graib, las cárceles israelíes, Guantánamo), los crímenes de guerra (Líbano, Gaza, Cisjordania, Falluya…), los secuestros (10.000 palestinos civiles encarcelados, y secuestrados), control económico hasta la asfixia, la hambruna y la muerte (que ya está en Gaza, por ejemplo). Y todos estos crímenes planificados y ejecutados con dinero público y en nombre de la libertad, como corroboran los propios nombres de las operaciones, «Justicia Infinita» o «Libertad Duradera».
Maria José Lera es Profesora de Universidad de Sevilla y Dra. Psicología