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La desarabización de la Liga Árabe

Fuentes: http://www.dissidentvoice.org

Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens

El bombardeo de Líbano y Palestina por Israel así como el continuo proceso de EE.UU. por dar a luz, abrupta y brutalmente, a un nuevo régimen iraquí difunto modelado a gusto de EE.UU. están aplastando el «sistema» de la Liga Árabe en una prueba de vida o muerte y la impulsa nuevamente por el camino del enfrentamiento con el pueblo.

Casi todas las constituciones y leyes fundamentales de los veintidós Estados de la Liga Árabe, incluyendo la Autoridad Palestina sin Estado, estipulan que sus pueblos y países forman parte integral de la «nación árabe» y algunas declaran que la unidad pan-árabe es su objetivo nacional. Pero casi todos esos Estados implementan políticas que violan flagrantemente en la práctica sus declaraciones constitucionales, envolviendo su contradicción en una jerga retórica pan-árabe.

Los desesperados clamores que piden la ayuda pan-árabe para los indefensos árabes palestinos, iraquíes y libaneses que son aplastados por las despiadadas maquinarias bélicas estadounidense e israelí caen en oídos sordos en los Estados de la Liga Árabe, y los afectados no aceptan con realismo el hecho probado de que jamás recibirán ayuda de ese grupo regional moribundo y difunto, que sigue a flote sólo gracias a la indulgencia de la partera estadounidense del «Nuevo Oriente Próximo.»

A pesar de la historia documentada y frustrante del «sistema» de la Liga Árabe, las masas árabes se vuelven una y otra vez hacia ese fútil grupo regional para buscar ayuda en tiempos de crisis.

«¿Dónde están los árabes?» «¡Que lo vean los árabes!» gritan a las cámaras de la televisión las roncas voces quejumbrosas y desgarradoras de mujeres, niños y hombres mientras recogen los jirones de los cuerpos de sus seres queridos, en Gaza, el sur de Líbano o en Iraq occidental, a veces con un acento árabe palestino, otras veces en acentos árabes iraquíes o libaneses, pero sus clamores no tienen eco en los palacios republicanos o reales de los estados miembro.

La esperanza de una «solución árabe» debería haberse desvanecido hace mucho, pero el sentimiento pan-árabe de pertenencia parece estar enclavado en los corazones y mentes de las masas árabes a pesar de su diversidad religiosa o cultural y el intensivo adoctrinamiento para la lealtad a la ideología de la «nación-estado» adoptada por todos y cada uno de los estados miembro de la Liga Árabe.

Las elites gobernantes de los estados de la «liga» tienen plena conciencia del vínculo pan-árabe que funde a las masas árabes en olas de solidaridad más allá de las fronteras en tiempos de crisis y con el pasar del tiempo han estructurado mecanismos políticos internos y externos para prevenir el tsunami que podría amenazar la independencia del estado-nación.

Han pregonado a los cuatro vientos la «solidaridad» entre los estados de la Liga Árabe como una alternativa al ansia masiva de unidad o unión, pero esa solidaridad se ha derrumbado y ha resultado defectuosa en tiempos de crisis.

Han fomentado la creencia islámica de la abrumadora mayoría de las masas árabes como una ideología alternativa, una orientación que también ha sido escuchada en los corredores del poder occidentales e israelí. Sin embargo, el despertar del gigante islámico ha resultado ser contraproducente y en su lugar fortaleció aún más el lazo pan-árabe como factor unificador.

Han exagerado su alharaca sobre la ideología de, y la lealtad a, la «nación-estado» hasta llegar al límite del absurdo, sin resultar convincentes ante los vínculos tribales o las lealtades sectarias que van más allá de las fronteras, o la ideología del pan-arabismo, profundamente arraigada.

Los estados de la Liga Árabe. Individualmente y como grupo, no han movilizado a las naciones miembro del pacto de defensa de la Liga Árabe, no pudieron impedir la Nakba palestina en 1947-48, la ocupación de tierras árabes de cuatro estados árabes por Israel en 1967, la ocupación israelí del sur de Líbano hasta la capital Beirut en 1982, la crisis Iraq-Kuwait en 1990, la invasión y ocupación de Iraq dirigida por EE.UU. en 2002, y su impotencia fue y sigue siendo considerada parte integral de todas las crisis árabes, y no parte de su solución.

La desarabización de la Organización por la Liberación de Palestina (OLP), por ejemplo, fue un requisito previo y una condición previa para el reconocimiento de la OLP por EE.UU. e Israel como participante en los acuerdos de paz de Oslo. Una docena de artículos de la Carta Nacional de la OLP fueron eliminados y 16 modificados, en su mayoría relacionados con la pertenencia pan-árabe de los palestinos, en 1998.

Otro ejemplo: la ley jordana para los partidos políticos prohíbe todo vínculo que vaya más allá de las fronteras.

Otras naciones-estado árabes que adoptan el panarabismo han sometido de modo realista su ideología a los dictados de la superior «seguridad nacional».

La Liga Árabe fue fundada por siete estados árabes bajo los mandatos británico y francés el 11 de marzo de 1945 para: «servir el bien común de todos los países árabes, asegurar mejores condiciones para todos los países árabes, garantizar el futuro de todos los países árabes y satisfacer las esperanzas y expectativas de todos los países árabes.»

Los colonialistas británicos y franceses de la época patrocinaron en la práctica la creación de la liga como una garantía para impedir la realización de la aspiración de unidad árabe, pero sus herederos estadounidenses tienen un plan más amplio para la región a fin de incorporar la nueva realidad en el terreno: es decir Israel.

Los estrategas de EE.UU. e Israel están ansiosos de incorporar a Israel como parte integral de la región y como no podría unirse a una Liga «Árabe» están ansiosos de mantener a flote la Liga hasta que su alternativa del «Nuevo Oriente Próximo» haya adquirido suficientes condiciones para ser impuesta a la región.

El fracaso del sistema de la Liga Árabe podría anunciar lógicamente el fracaso de sus estados miembro y a largo plazo podría llevar al derrumbe tanto de la liga como de los «sistemas» políticos que se esfuerzan desesperadamente por mantenerla a flote.

Este fracaso ha conducido a las elites gobernantes que se basan en la realpolitik a buscar «soluciones extranjeras» a las crisis pan-árabes.

La Liga Árabe fue desarabizada hace mucho tiempo.

Como respuesta a una pregunta sobre la clausura de la oficina de información palestina en 1987 y la creación de un Estado palestino, el antiguo Secretario de Estado de EE.UU., Cyrus Vance, dijo a una audiencia de diplomáticos y periodistas en el Club Nacional de la Prensa en Washington, que los árabes nunca estuvieron unidos ni para la guerra ni para la paz, que el antiguo presidente de Argelia, Chadli bin Jadid, fue el único líder árabe que instó al gobierno de EE.UU. a apoyar la creación de un Estado palestino. Dijo que si 21 naciones árabes hubieran clausurado las oficinas de EE.UU. en sus capitales, Washington habría abierto en días la oficina de información de la OLP.

¿Cambió la Liga Árabe desde 1987? Sí, cambió, pero hacia la desarabización.

El que los dirigentes árabes no hayan convocado a una reunión de emergencia en la cumbre ante la ofensiva israelí contra Líbano, ha exacerbado el conflicto entre el pueblo y el Estado.

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Nicola Nasser es un veterano periodista árabe basado en Ramala, Cisjordania. Es editor del sitio en la red en idioma inglés del Palestine Media Centre (PMC).

http://www.dissidentvoice.org/Aug06/Nasser03.htm

Germán Leyens es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft