Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
A las instancias académicas y culturales israelíes siempre les ha entusiasmado la idea de que Israel tuviera un lugar en el ámbito académico y cultural mundial como parte de sus infatigables esfuerzos por hacer que Israel parezca un Estado y una sociedad normales. La clase dirigente israelí ha fomentado la «tradición» de honrar a personalidades académicas y culturales internacionales por medio de premios, como el Premio Wolf, el Premio Dan David y el Premio Jerusalén, que se conceden cada año. La maquinaria de la marca Israel funciona a pleno rendimiento en estos acontecimientos ofreciendo a académicos, artistas y escritores internacionales el dudoso honor de recibir premios del jefe de Estado, doctorados honorarios de las universidades israelíes o ser el centro de atención en los discursos de conferencias profesionales.
Es raro encontrar académicos y personalidades culturales capaces de ver más allá de este crudo ritual israelí y la manera cómo se utilizan cínicamente sus nombres para promover la agenda de propaganda israelí. Testimonio del éxito de esta agenda es el hecho de que no solo no se ponga en tela de juicio sino que se fomente todavía más la arrogante pretensión por parte de un beligerante Estado colonial y de apartheid de evaluar la erudición y creatividad. También es un reflejo de la fuerza de la excepcionalidad de Israel el hecho de que este Estado pueda permanecer impune por sus violaciones del derecho internacional y por negar los derechos humanos de los palestinos, mientras que en el momento culminante de la lucha en contra del apartheid en Sudáfrica a los académicos y artistas de conciencia les resultaba inconcebible recibir honores del jefe del Estado sudafricano y de las diferentes instituciones cómplices del Estado, como las universidades.
Las respuestas de las personalidades internacionales a los llamamientos palestinos e internacionales a rechazar los premios y otros honores israelíes se han centrado invariablemente en el manido argumento de que no quieren castigar a académicos o trabajadores de la cultura israelíes rechazando estas oportunidades. Otro argumento relacionado con esto es que con su presencia en Israel fortalecerán a aquellos israelíes que luchan en contra de su clase dirigente, dando por hecho que en los medios académicos y culturales es donde florece la disidencia israelí. Suele ser raro que los palestinos susciten en ellos una consideración relevante. Parece que la única voz que estas personas escuchan es la voz israelí.
Tomemos el ejemplo del escritor español Antonio Muñoz Molina, que se espera que viaje este mes a Jerusalén para recibir un premio de manos del presidente de Israel Shimon Peres. Parece que nos encontramos aquí ante el trágico y sorprendente caso de un escritor que no lee. Muñoz Molina ha respondido a los llamamientos que le han hecho la sociedad civil tanto palestina como internacional afirmando que él elige estar con los israelíes que están en contra de su gobierno en vez de «boicotear a todo un pueblo» y que las acciones de boicot no diferencian entre las personas y sus Estados [1]. Suponiendo por un momento que los boicots sean políticamente ingenuos, como parece sugerir Muñoz Molina, a él le corresponde ver que el hecho de aceptar un premio entregado por el jefe de Estado está legitimando claramente a este mismo Estado. Lo que es más importante, Muñoz Molina ha hecho declaraciones en contra de los llamamientos que se le han hecho, a pesar de que es evidente que no ha leído estos mismos llamamientos o, lo que es más probable, no ha intentado entender su mensaje puesto que de haberlo hecho se habría ahorrado el bochorno y habría permanecido callado. Nadie ha pedido a Muñoz Molina que rompa toda relación con israelíes individuales, sino que la PACBI y otros grupos le han pedido que no participe en actos y ceremonias en los que estén implicadas las cómplices instituciones israelíes o en acontecimientos patrocinados por el gobierno.
Si Muñoz Molina hubiera leído con atención el llamamiento que le hicimos [2], habría sabido que el objetivo del boicot cultural palestino no son los individuos. Es imposible insistir más en este punto. Es un llamamiento a boicotear las instituciones israelíes cómplices y los acontecimientos patrocinados por el gobierno e ideados para promover la imagen de Israel como un bastión de la cultura. En este sentido no se cuestiona la comunicación con israelíes. Un compromiso con académicos israelíes puede tener lugar de muchas maneras fuera del marco de instituciones cómplices. Lo que se cuestiona es legitimar Israel como un centro de vida académica y cultural dando conferencias, aceptando premios y participando en acontecimientos israelíes, reconociendo con ello sus instituciones cómplices.
Nuestro compromiso con los valores de la libertad de expresión y el derecho de los individuos, dentro del contexto del derecho a la resistencia colectiva, es tan firme que hemos hecho todo lo posible para explicar y aclarar las diferentes formas de complicidad de las instituciones israelíes y el papel que los artistas internacionales desempeñan en «blanquear» los crímenes de Israel. Como en todos nuestros llamamientos, en el llamamiento que hicimos a Munoz Molina explicamos el papel que desempeña el ayuntamiento de Jerusalén en la continua desposesión del pueblo palestino, documentamos la campaña de imagen de Israel que explota la participación de artistas extranjeros y explicamos detalladamente el papel que desempeña el Premio Jerusalén en el mantenimiento del sistema de opresión de Israel.
Por consiguiente, esta llamamiento al boicot y, de hecho, toda la campaña de boicot académico y cultural no es precisamente una forma de castigo colectivo, como han sugerido algunos críticos. Estos críticos argumentan que no debería haber un boicot de la comunidad internacional porque hay israelíes que luchan contra su clase dirigente y a los que podrían debilitar el boicot. En primer lugar, hasta el más ligero de los críticos de la clase dirigente reconocería, suponiendo que es sincero, que aceptar un premio estatal no contribuye a su causa crítica o disidente. En segundo lugar y más importante, muchos de estos críticos israelíes que personas del ámbito internacional como Muñoz Molina esgrimen ante los palestinos como una razón para no resistir (un extraño acto colonial en sí mismo), de hecho apoyan la campaña de BDS [boicot, desinversión y sanciones a Israel] si verdaderamente creen en el derecho a la autodeterminación de los palestinos (final de la ocupación, vuelta de los refugiados e igualdad para los ciudadanos palestinos de Israel). Estos israelíes son contadísimos pero, con todo, su postura es encomiable y trabajamos con ellos.
Por último, si por castigo colectivo se entiende tener como objetivo colectivamente las instituciones israelíes cómplices, entonces el movimiento [de BDS] es culpable de ello porque esta es la lógica del boicot, ya sea en Sudáfrica, India o Estados Unidos, de donde nos inspiramos. Estas instituciones forman parte del sistema que oprime a los palestinos. Sin duda sería una lógica retorcida afirmar que esto se puede equiparar al bombardeo por parte de Israel de Gaza en noviembre o al sistema de checkpoints de Israel instalado para restringir los movimientos de un pueblo ocupado. Porque seguramente es lo que está implícito en esta equivalencia cuando se esgrime la acusación de castigo colectivo. Si se leen nuestras declaraciones, aunque sea por encima, se verá claramente que en este caso los boicots se imponen a un régimen poderoso, privilegiado y opresivo como una forma de resistencia civil; un grito que está lejos del poderío militar de un Estado que bombardea a la población civil, que impone a esta misma población una ingesta limitada de calorías y que erige muros en torno a sus ciudades, pueblos y campos de refugiados.
Pedimos a las personalidades académicas y culturales internacionales que lean nuestros comunicados y las líneas directrices en el marco de la resistencia a la colonización por medio de estrategias de presión en vez del enfoque de «tratar a los colonizadores con delicadeza». Una vez más les pedimos, como pueblo originario oprimido, que respeten nuestra estrategia de resistencia en la forma de boicots y de presión moral, y que no acepten la deshonra de los honores israelíes.
Notas:
[2] http://www.pacbi.org/etemplate.php?id=2106
[3] http://www.egyptindependent.com/opinion/counting-calories-and-making-lemonade-gaza
PACBI son las siglas en inglés de Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural a Israel.
Fuente original: http://www.pacbi.org/etemplate.php?id=2110