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La discusión teórica en Podemos, un proyecto aún en disputa

Fuentes: Rebelión

Ya habíamos señalado en otros artículosii que el resultado de las elecciones del 20-D cerraban una etapa de Podemos, que sus tres objetivos tácticos clave no habían sido alcanzados: hacer desaparecer a IU, rebasar al PSOE en fuerza electoral y alcanzar el gobierno de España. No era un dato circunstancial, sino que esos resultados se […]

Ya habíamos señalado en otros artículosii que el resultado de las elecciones del 20-D cerraban una etapa de Podemos, que sus tres objetivos tácticos clave no habían sido alcanzados: hacer desaparecer a IU, rebasar al PSOE en fuerza electoral y alcanzar el gobierno de España. No era un dato circunstancial, sino que esos resultados se habían verificado con anterioridad en las elecciones municipales y autonómicas. Tampoco hay que esperar varios años para comprobar si se producirían cambios capaces de seguir alterando la correlación de fuerzas electorales, la nueva cita electoral está convocada para seis meses más tarde. Y no hay ningún dato que apunte a un desplazamiento electoral significativo en favor de Podemos, las encuestas señalan todo lo contrario, es decir, el riesgo es empezar a retroceder electoralmente como lo habían hecho el ciclo de movilizaciones. La única manera de avanzar es la de ampliar las alianzas e incluir a IU, pero esto era un cambio mayor, no solo en las alianzas, sino en el discurso y el proyecto. Del eje trasversal y de abajo-arriba se basculaba al clásico eje izquierda-derecha que la hipótesis populista dominante en Podemos había rechazado con fuerza con el argumento de que impedía alcanzar sus objetivos electorales. Un cambio que necesariamente tendría que producir tensiones en su seno. Estas tensiones se han expresado, por el momento, en un debate intelectual en tres artículos consecutivos cuyos autores son Iñigo Errejón, Juan Carlos Monedero y un tercero de Emmanuel Rodríguez y Brais Fernández. Los dos primeros se sitúan en posiciones postmarxistas, aunque diferentes pues el primero se identifica con Ernesto Laclau y el segundo con Boaventura de Sousa Santos, en cambio, los terceros defienden sus posiciones desde el marxismo. A estos artículos nos referiremos a continuacióniii.

La defensa del mantenimiento de la hipótesis populista y la transversalidad

La discusión la abrió un artículo de Errejóniv. Comenzaba muy populista, con lo que le habían trasmitido dos trabajadores de un supermercado, y continuaba en su estilo laclauniano que es, en su opinión, el origen de Podemos «esta tesis que está en el origen y la capacidad transformadora de Podemos: la de que la política es construcción de sentido y que por tanto el discurso no es un «ropaje» de las posiciones políticas ya determinadas en otro lugar (la economía, la geografía, la historia) sino el terreno de combate fundamental para construir posiciones y cambiar los equilibrios de fuerzas en una sociedad.»

Continuaba apelando a la necesidad de «generar otra hegemonía y otro bloque de poder» conceptos gramscianos que suscribirían sin fisuras Anticapitalistas o IU, pero, y aquí se marcan las diferencias, no puede construirse «contra los consensos de su época» y para ello, además, es necesario alejarse de «los principios moralizantes y estéticamente satisfechos de la izquierda tradicional». Reconoce que el discurso de Podemos en este sentido ha tenido dos críticas a las que quiere responder: que encubre una ambigüedad y prudencia orientadas a obtener votos muy distantes como los clásicos partidos atrápalotodo, y que es elitista.

Frente a la primera crítica alega que Podemos quiere ganar la mayoría mediante «la transversalidad y el proyecto nacional-popular». Si los partidos atrápalotodo se dirigen a un «todo indiferenciado y líquido», Podemos crea una frontera que separa a las élites de «los sectores desatendidos».

Primera cuestión que a partir de los resultados de las elecciones se puede plantear a este respecto, ¿piensa Errejón que los diez millones de votos obtenidos por PP + Ciudadanos son élites (por no incluir los otros cinco del PSOE)?, ¿cómo se puede explicar este dato con su análisis laclauniano?

Segunda cuestión, su planteamiento de enfatizar la diferencia élites-pueblo – y presentarla como diferenciadora con la izquierda clásica – también le ha sostenido la izquierda mucho antes que él en ciertas coyunturas históricas. Por ilústralo con un ejemplo concreto y en España: en condiciones históricas muy diferentes, esa fue la tesis del PCE para adoptar en 1956 la política de reconciliación nacional, que «frente a una camarilla en el poder que representa los intereses del capital monopolista se encuentra la gran mayoría del pueblo, la clase trabajadora, el campesinado, los intelectuales y el capital no monopolista», que traducido en el lenguaje un poco más simplista de hoy, se convierte en la casta frente al pueblo. Para no extendernos mucho más, esta tesis dio lugar a una crisis en el PCE en 1964 cuando se plantearon análisis más complejos sobre como acabar con la dictadura y las posibles salidas a la misma. Saltando varias décadas y en una coyuntura histórica nada comparable, Errejón se empeña en un discurso similar, aunque ahora revestido de postmoderno y postmarxista. Ahora no se trata de pasar de la dictadura a la democracia antifeudal y antimonopolista como entonces – siendo además concebida como una etapa en la estrategia al socialismo -, sino de la democracia corrompida a la democracia verdadera, como fin en sí misma.

La madre de todas las batallas es entonces «la batalla por el sentido», porque la batalla discusiva en marcha es «arrebatarle a los poderosos el derecho a hablar en nombre de España, construyendo un nuevo interés general al que no le sobre medio país.»

Frente a la segunda crítica, la que señala el proyecto de Podemos como elitista, rechaza que el pueblo sea creado porque lo convoquen unos pocos expertos, ni que haya cambios porque se extienda el sufrimiento, es necesario un cambio de cultura, lo cual es «una obra multitudinaria y desordenada». Pero, ¿y como se articula ese llamamiento al espontaneísmo, más propio del 15-M original, y el partido centralista y verticalista del cual él fue uno de los principales impulsores en Vistalegre?

Aquí entra en juego la teoría de los dos carriles que defiende en el artículo, el primero fue el de la «máquina de guerra electoral» para el que se necesitaba el partido centralista, que si no logró sus objetivos al menos evitó «el cierre de la ventana de oportunidad». Pero la realidad ha mostrado que fueron las candidaturas municipales de cambio, con un método diferente al de Podemos, las que mantuvieron abierta esa ventana, mostraron el camino para la inclusión de más fuerzas y energías, y lograron posiciones de poder. El segundo carril es el de la «lógica más cultural» que «funde una forma nueva de ser en común» (¿?).

¿Su propuesta final para la nueva etapa pos 20-D?, pues más transversalidad,» tender la mano a los sectores más desfavorecidos pero también a los sectores medios, descansará en los sectores más movilizados pero será capaz de hablar el lenguaje también de los que faltan para una nueva mayoría» ¿Se estaba refiriendo Errejón a los cinco millones de votantes del PSOE y los tres de Ciudadanos? Difícil saberlo, porque detrás del lenguaje críptico y ambiguo que utiliza nos quedamos sin saber cual es realmente su proyecto y estrategiav.

El conflicto y no el discurso es el motor del cambio

Emmanuel y Braisvi, le responden a Errejón, suponemos que representando el sentir de Anticapitalistas, para marcar su diferencias. Dónde Errejón ve un fin, en el discurso, estos dos autores solo ven «un arma más dentro de un movimiento de subversión de las relaciones de opresión y de explotación», criticándole que haga una lectura «reduccionista» del concepto de ideología, alejada de la interpretación gramsciana, lo cual es lógico pues el referente de Errejón es Laclau, no Gramsci. Y recordándole que la sociedad y la política son mucho más que el enfrentamiento entre discursos, es conflicto social y político como se ha puesto de manifiesto a partir del 15-M y todas las movilizaciones subsiguientes.

Luego la crítica se centra en el concepto populista que maneja Errejón y apelan al concepto de «revolución democrática» propia de la tradición comunista, y cuyo mejor ejemplo lo hemos mencionado más arriba refiriéndonos al PCE. El reproche de estos dos autores es, justamente, la simplificación de sus tesis. Simplificación de la estructura social que hace Errejón, obviando la existencia de clases, capas y estratos sociales, con sus diferencias, en nombre de un homogéneo pueblo inexistente en la realidad y en el discurso. Simplificación de la estrategia y organización, pues todo queda reducido a la «capacidad de emocionar, de hacernos vibrar».

La visión de Errejón, continúan, está orientada por una actitud estatalista de la acción política. La toma del Estado, es decir, la victoria electoral, sería la palanca fundamental para crear un nuevo país. Efectivamente, podemos añadir, como en un movimiento pendular Podemos se situaría en el extremo opuesto al 15-M, si en este predominaba la pulsión movimentista, en Errejón es la estatalista. El predominio en la dirección de Podemos de esa visión y su contraste con el 15-M me inspiró en su momento una artículo ya antiguovii.

Emmanuel y Brais buscan comparar la teoría de los dos carriles de Errejón con la división de tareas en los partidos comunistas clásicos entre el partido y el sindicato, solo que ahora el segundo carril es el de la cultura, pero habría que preguntarse entonces quién hace de correa de trasmisión. En realidad, las organizaciones comunistas clásicas tenían una estrategia y una división de tareas más complejas, establecían un frente sindical, uno político, uno cultural, etc. Esto demuestra, una vez más, la vena reduccionista subyacente tras la consigna de enfrentamiento simple entre pueblo y casta.

La conclusión final de estos dos autores es que Errejón quiere dejar claro, pero sin decirlo abiertamente, que no le gusta la confluencia, en realidad solo acuerdo electoral, con IU. Que su apuesta sigue siendo profundizar la transversalidad y el populismo y evitar la identificación y la disputa social en el eje derechas e izquierdas. Pero como apuntaba otro comentarista recientementeviii, Podemos parece haberse inclinado finalmente por sobrepasar al PSOE por la izquierda, no por debajo. Y es que Errejón ha quedado en minoría frente a quienes han llegado a la conclusión de que el ensayo de hacerlo por debajo ha dado todo lo que podía dar de sí. En Podemos parece primar, por el momento, el criterio de que no habiéndose podido alcanzar los tres objetivos señalados de golpe, se impone la estrategia de alcanzarlos más lentamente, primero sobrepasar al PSOE, para lo que es imprescindible la alianza con IU, y luego desde esa posición ver la posibilidad de acceder al poder.

¿Qué nutrirá ideológicamente a las nuevas generaciones de activistas?

La crítica de Emmanuel y Brais a Errejón se sitúa dentro de las diferencias que han mantenido la dirección de Podemos con su principal corriente opositora interna, Anticapitalistas. En clave teórica se puede leer como oposición entre postmarxistas y marxistas. Pero la respuesta a Errejón por parte de Monederoix puede leerse como el enfrentamiento teórico en el seno del núcleo promotor, luego dirección oficial, de Podemos. Enfrentamiento escenificado a nivel del aparato cuando unas semanas antes Pablo Iglesias fulminó al número tres de la formación, el errejonista Sergio Pascual. Las diferencias debían clarificarse, no obstante, a nivel teórico ya que estamos hablando de intelectuales universitarios en la especialidad de políticas.

Los referentes que podemos encontrar detrás de este enfrentamiento hacen alusión a Boaventura de Sousa Santos y a Ernesto Laclau. Monedero ya había expresado anteriormente en entrevistas y documentos su admiración por el teórico portugués. Ahora lo que hace clara y explícitamente es reivindicarle para atacar a Laclau. Un teórico de los movimientos y foros sociales frente a uno de los populismos y el discurso.

Pero Monedero deja claro desde el inicio que si va a criticar la hipótesis populista de Errejón, no deja por ello de compartir un terreno común, su rechazo al eje de enfrentamiento izquierda-derecha, y ello porque la izquierda sería muy ambigua (como si el populismo o los movimientos sociales no lo fueran aún más) al hacer referencia a experiencias muy disimiles, para ello lista una nombre de doce personajes de izquierdas en los que incluye cuatro socialdemócratas, entre ellos Felipe González. ¿Pero no había dicho Podemos que el PSOE, y más aún Felipe González, eran casta?

Monedero tiene razón en este aspecto hasta cierto punto. El concepto de izquierda se ha empleado desde la revolución francesa, y ha expresado de manera muy ambigua una realidad política que siempre ha sido, y cada vez más, compleja. Como consecuencia de esa complejidad la ambigüedad del concepto izquierda fue reemplazado por conceptos más concretos y clarificadores, existían en concreto anarquistas, socialistas y comunistas, a su vez diferenciados internamente en anarcosindicalistas, anarco-comunistas, socialdemócratas, socialistas de cátedra, socialistas utópicos, marxistas, leninistas, trotskistas, eurocomunistas, socialiberales, etc. Sin embargo, con el desgaste o derrotas de los proyectos históricos se tendió a evitar esas definiciones y a refugiarse en el ambiguo concepto de izquierda. Y así con dicha expresión se refieren a sí mismos, o identifican los medios de comunicación, a realidades tan distantes como el PSOE, IU, la CUP o Esquerra Republicana. Lo que ocurre es que Monedero que conoce perfectamente esas diferencias y, por tanto, las mezcla de manera intencionalmente manipuladora en su artículo, quiere, como Errejón, dar el último salto y suprimir incluso ese concepto-refugio de izquierda. Hacer tabla rasa porque todo fue un fracaso y la gente lo rechaza.

Si la izquierda es ambigua, y es mejor olvidarse de ese calificativo, la clase obrera no puede ser el sujeto del cambio – el problema es que nunca, ni Errejón ni Monedero, aclaran en qué consiste el cambio, y la consigna Por el cambio (tan ambigua ella) fue la que utilizó el PSOE en 1982 para alcanzar el poder, y el cambio en realidad fue el de su programa cuando se instaló en el gobierno. Monedero también simplifica y deforma conscientemente los conceptos de clase obrera y conciencia obrera, porque debe conocer perfectamente que el marxismo reduccionista al que se refiere ha sido muy criticado en el seno del propio marxismo.

Monedero es más específico que Errejón a la hora de referirse al sujeto del cambio, ya no es el pueblo indiferenciado de éste último, pero tampoco la clase obrera con su proyecto histórico, el socialismo, son, en su lugar, un conjunto de categorías de individuos identificadas por su situación social coyuntural e inestable, son «las clases medias proletarizadas» (que mayoritariamente lo que desean es desproletarizarse y volver a ser clases medias sin más), «los jóvenes emigrados» o los «adolescentes enfadados», es decir, categorías cuyo objetivo es retornar a una sociedad de oportunidades profesionales del capitalismo del crecimiento, ese que se perdió en 2008. No se trata de menospreciar a esas categorías, pueden ser unos perfectos aliados, pero de la única clase que puede portar el proyecto de socialismo, porque esas categorías en sí no son portadoras de ningún proyecto, no ya de superación del capitalismo, sino de reformismo social. Cuando Monedero se refiere a los trabajadores como sujetos del cambio no lo hace como clase, se refiere solo a algunas de sus categorías caracterizadas por haber sido especialmente golpeadas por la crisis, «precarios», «parados de larga duración» y «damnificados del último ERE», es decir, el grueso de la clase obrera, y los sindicatos, queda excluida como sujeto de cambio, ¿porqué? ¿porqué está integrada en el sistema? No lo señala explícitamente, pero si señala que hay otras realidades que la han desplazado, «el feminismo, el ecologismo, el pacifismo….»

Su deslinde y crítica no va dirigida solamente contra la vieja izquierda, entendida como modelos organizativos o de acción político-social, apunta más profundamente, «Con las armas de la vieja teoría no se podía salir del resistencialismo en el que se había instalado la izquierda tradicional», es decir, lo que rechaza es la «vieja teoría», el marxismo. Por ello mismo tanto Monedero como Errejón se sitúan dentro de las corrientes postmarxistas, que son variadas. No se trata de descalificar nada ni a nadie, solo de aclarar que tipo de proyecto político representa Podemos y, por tanto, que tipo de alianza o convergencia puede establecer con él la «vieja izquierda». Tampoco es este el lugar ni el momento para hacer un balance del marxismo, ni entrar a discutir sobre las teorías postmarxistas.

Para rechazar ahora el populismo enarbolado por Podemos, Monedero divide su existencia en dos períodos, uno destituyente dónde fue correcta la «hipótesis populista» y la estrategia de la «acción relámpago», y otro constituyente en el que la tarea es crear «un nuevo marco político y constitucional con un programa acorde con el siglo XXI» y para el cual ya no es tan valido el populismo. Monedero parte de las mismas conclusiones que hemos escrito en otros artículos para justificar que la hipótesis populista ha fracasado, y que en resumen son que mencionábamos al inicio de este artículo.

Pero no solamente es una crítica por el fracaso de la estrategia del populismo, va más allá Monedero cuando señala una crítica más a fondo «¿de dónde se van a nutrir ideológicamente las nuevas generaciones que se formen en este discurso hueco de la transversalidad light?» Buena pregunta que Monedero no responde, porque si rechaza la «vieja teoría», el marxismo, y el populismo de Laclau, ¿será Boaventura de Sousa Santos quién nutra ideológicamente a las nuevas generaciones o será el liberal Thomas Paine al que también menciona como referente del que aprender?

Monedero roza la cuestión central sobre Podemos, pero rápidamente se aparta, ¿cuál es su proyecto político de largo alcance? ¿con que cuerpo teórico va a interpretar la sociedad globalmente y le va a servir de guía de acción?, porque sin proyecto ni teoría orientadora cada dirigente, cuadro o activista de Podemos tendrá su propia visión, y la unidad solo se mantendrá mientras exista un hiperliderazgo unificador como el ejercido hasta ahora por Pablo Iglesias.

Pero el artículo de Monedero, como los otros dos analizados, está escrito para una coyuntura, la de la alianza de Podemos con IU, y su objetivo central y abierto, contrariamente al artículo de Errejón, es justificar ese acuerdo para las elecciones del próximo 26 de junio. Para no parecer muy incoherente con la posición anterior de Podemos acude a un enmascaramiento y una reafirmación. El primero es cuando alega la necesidad ahora de un «frente amplio», porque Podemos ya había articulado ese frente en torno suyo para el 20-D con sus alianzas en Valencia, Cataluña y Galicia, o con Equo. La reafirmación es contra la «antigua izquierda», contra IU, porque el objetivo «No es reinventar la izquierda clásica, sino una nueva forma política que hace política de otra forma y que viene a ocupar el lugar de la antigua izquierda. Porque esa antigua izquierda ya no vale»

Conclusión

Podemos es un proyecto en construcción, en disputa, es una experiencia original, pero dentro del conjunto de experiencias organizativas novedosas que han aparecido en el mundo tras el declive de las organizaciones marxistas clásicas. Forma parte de esa familia de experimentos organizativos en los que se pueden encuadrar Los Verdes alemanes, el PT brasileño, Syriza o el MAS boliviano, por citar a algunos de los más representativos, cada uno con sus características peculiares que les diferencian entre sí. Son respuestas más o menos innovadoras ante el desencanto con la socialdemocracia clásica y la debacle del socialismo real. Pero ninguna de ellas ha logrado, por el momento, éxitos duraderos y estables, ni ha servido, con excepción de los verdes, de modelo a imitar en otras partes. Si hubiese que señalar puntos en comunes, estos serían el pragmatismo y la ambigüedad ideológica. Posiblemente estas características que son presentadas como la clave de su éxito electoral también sean su talón de Aquiles que les lleva al estancamiento o el retroceso una vez alcanzado cierto punto, generalmente relacionado con su acceso al poder de alguna manera. Veremos cómo evoluciona Podemos, y si además de rechazar a la «antigua izquierda» y a la «vieja teoría» también extrae lecciones de estas experiencias organizativas novedosas que le han precedido.

Notas

ii Jesús Sánchez Rodríguez: España: balance (provisional) de fuerzas tras las elecciones del 20-D y La izquierda ante la nueva fase que se abrirá con las elecciones de junio. Se pueden consultar en http://miradacrtica.blogspot.com.es/

iii En el presente artículo solo se pretende analizar el debate actual en Podemos ante la nueva etapa abierta con los resultados electorales del 20-D,y en base a tres artículos muy recientes. Una visión más amplia que abarque el pensamiento inicial del núcleo promotor de Podemos se puede encontrar en Salvador Schavelzon, La formación de Podemos: sudamérica, populismo postcolonial y hegemonía flexible, http://www.rebelion.org/docs/207136.pdf.

iv Iñigo Errejón, Podemos, a mitad de camino, http://ctxt.es/es/20160420/Firmas/5562/Podemos-transformacion-identidad-poder-cambio-Tribunas-y-Debates.htm

v Nos referimos a su propuesta para esta nueva coyuntura o etapa para la cual está escrito este artículo. Errejón, por supuesto, tiene documentos dónde ha desarrollado más a fondo su pensamiento, como su tesis doctoral sobre Bolivia, La lucha por la hegemonía durante el primer gobierno del MAS en Bolivia (20062009): un análisis discursivo, Política, conflicto y populismo (i). La construcción discursiva de identidades, Política, conflicto y populismo (ii).También en Europa posibilidades populistas, estos dos últimos artículos se pueden consultar en Viento Sur.

vi Emmanuel Rodríguez y Brais Fernández, Todavía no somos suficientes populistas. En respuesta a Iñigo Errejón, http://ctxt.es/es/20160420/Firmas/5588/Errejon-CTXT-Podemos-confluencia-populismo-Espa%C3%B1a-Tribunas-y-Debates-Elecciones-20D-%C2%BFGatopardo-o-cambio-real.htm

vii Jesús Sánchez Rodríguez, Podemos entierra al15-M. http://ctxt.es/es/20160420/Firmas/5588/Errejon-CTXT-Podemos-confluencia-populismo-Espa%C3%B1a-Tribunas-y-Debates-Elecciones-20D-%C2%BFGatopardo-o-cambio-real.htm

vii Jesús Sánchez Rodríguez, Podemos entierra al15-M

viii José Ignacio Torreblanca, Pablo Anguita versus Íñigo Iglesias, http://elpais.com/elpais/2016/05/06/opinion/1462543640_632732.html

ix Juan Carlos Monedero, Las debilidades de la hipótesis populista y la construcción de un pueblo en marcha, http://www.comiendotierra.es/2016/05/11/las-debilidades-de-la-hipotesis-populista-y-la-construccion-de-un-pueblo-en-marcha/

Se pueden consultar otros artículos y libros del autor en el blog: http://miradacrtica.blogspot.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.