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La discutida inocencia de las palabras

Fuentes: Diario de Málaga

La filóloga de la UMA que coordinó el manual de lenguaje no sexista de Málaga cuestiona el tiempo y el modo elegido para atacar las guías contra el machismo

Me molesta porque nos tacha de ridículas e incultas». Antonia María Medina, filóloga de la Universidad de Málaga, está que trina. En 2002 coordinó un manual de lenguaje administrativo no sexista para el Ayuntamiento de Málaga que proponía soluciones lingüísticas capaces de respetar la igualdad y la corrección gramatical en una época en la que empezaban a florecer arrobas, barras y desdoblamientos en formularios y discursos oficiales. Diez años después esta guía figura entre las nueve mencionadas por el académico Ignacio Bosque en un informe en el que afirma que estos manuales sacrifican la gramática y hasta la capacidad de comunicación en beneficio de «la visibilidad de la distinción entre género y sexo».

Es cierto que el informe, firmado también por por otros 26 miembros de la Real Academia, advierte de forma expresa y clara que la guía de Antonia María Medina y las filólogas Marta Concepción Ayala y Susana Guerrero es prácticamente una excepción porque no incurre en la mayoría de los delitos que atribuye al resto. Pero también es verdad que las autoras se muestran dolidas. No en vano sus nombres son los únicos que aparecen en el informe que no identifica la autoría de los demás manuales.

La guía se elaboró a petición del Ayuntamiento de Málaga, en respuesta a las directrices de transversalidad de género de la Unión Europea, para «dar alternativas que evitaran la ambigüedad y pusieran de manifiesto la presencia de la mujer en el discurso de la administración, sin atentar contra las normas gramaticales y utilizando términos plenamente aceptados por la comunidad hablante», precisa Antonia María Medina.

Esta experta parte del convencimiento de que el uso que se hace del lenguaje no es inocente y que en términos generales la mujer queda relegada «a causa de la función que los miembros de la comunidad confieren al género». No es lo mismo invitar a una inauguración «a los concejales acompañados de sus mujeres» que «a los miembros de la corporación acompañados de sus cónyuges».

Esta certeza no es obstáculo para que reniegue del uso de la arroba (@) como solución para el lenguaje no sexista y advierta del abuso de los desdoblamientos «no porque exista ningún problema gramatical, sino porque es insostenible si se abusa».

Un ejemplo: «La duración del permiso será, así mismo, de diecinueve semanas en los supuestos de adopción o acogimiento de niños o niñas menores, mayores de seis años, cuando aquellos o aquellas fueran discapacitados o discapacitadas o minusválidos o minusválidas».

Este texto extraído de un documento oficial resulta un galimatías precisamente porque su autor quiso evitar el sexismo pero no pudo evitar que resultara incomprensible. El manual de la UMA proponía sustituirlo por «la duración del permiso será, así mismo, de diecinueve semanas en los supuestos de adopción o acogimiento de menores, mayores de seis años, que sufran discapacidad o minusvalía».

En otras ocasiones, sin embargo, el desdoblamiento no sólo es correcto sino también preferible. «¿O acaso ahora en el circo no se va a decir niños o niñas o en un espectáculo señoras y señores?».

Las autoras de la guía apuestan decididamente por el uso de sustantivos colectivos y abstractos para minimizar el impacto sexista en el lenguaje de la administración. Términos como el alumnado, la ciudadanía, la plantilla en lugar de los alumnos, los ciudadanos o los trabajadores «no atentan contra ninguna norma del español» y favorecen que la lengua refleje «una sociedad constituida por hombres y mujeres». También defienden la omisión del sujeto, la alternancia del orden y la disposición de las palabras en la frase y el uso de pronombres sin marca de género.

La pregunta que asalta a Antonia María Medina y para la que no tiene respuesta es por qué surge en este momento la polémica. «No entiendo este revuelo ahora». «La Real Academia de la Lengua ya emitió su juicio sobre el lenguaje sexista en 2005 en el Diccionario panhispánico de dudas y en 2009 en Nueva gramática de la lengua española». Tampoco comprende cuál ha sido el criterio utilizado para elegir precisamente estas nueve guías de entre la multitud que existen. «La Academia lo que tiene que hacer es arrojar luz sobre las cuestiones lingüísticas que están sobre la mesa en todo el mundo hispánico y en vez de comentar estas nueve guías decir de forma más clara y concisa qué procedimientos no se pueden usar y cuáles sí».

En 2006, en un artículo publicado en el libro Lectura, escritura y comunicación , ajeno por tanto a la actual polémica, afirmaba que «los recursos que se proponen en la mayoría de las guías o manuales igualitarios no solo no atentan contra la norma actual del español, sino que tampoco vulneran el principio de economía». ¿Por qué entonces generan tanta controversia y hasta chanza? En aquella ocasión indicaba que «las diferencias de género son más difíciles de aceptar que las diferencias étnicas, culturales o religiosas». Por eso a nadie le extraña que se diga una persona de color o de la tercera edad y, sin embargo, «nos sonrojamos si decimos alumnado o profesorado, por temor a que se nos vaya a tachar de feminista».

En definitiva, diez años después de que Antonia María Medina, Susana Guerrero y Marta Concepción Ayala elaboraran una guía para minimizar el sexismo en el lenguaje administrativo del Ayuntamiento de Málaga el gobernante sigue siendo un hombre poderoso que dirige un país y la gobernanta la responsable de la limpieza de un hotel.

Fuente: http://www.malagahoy.es/article/malaga/1204247/la/discutida/inocencia/las/palabras.html