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Palabras de clausura del encuentro de cubanos residentes en el exterior

La emigración ha sido siempre parte esencial de la nación cubana

Fuentes: Cubadebate

Compatriotas: Debo comenzar evocando a Carlos Muñiz Varela y a Eulalio Negrín, mártires que aun claman por justicia.  Sus asesinos  nunca fueron castigados y han disfrutado de la protección de sucesivos gobiernos de Estados Unidos, durante más de treinta años. Desde que fue electo presidente el señor  Barack Obama  recibió una comunicación oficial de quien […]

Compatriotas:

Debo comenzar evocando a Carlos Muñiz Varela y a Eulalio Negrín, mártires que aun claman por justicia.  Sus asesinos  nunca fueron castigados y han disfrutado de la protección de sucesivos gobiernos de Estados Unidos, durante más de treinta años.

Desde que fue electo presidente el señor  Barack Obama  recibió una comunicación oficial de quien era gobernador de Puerto Rico solicitándole la publicación de los documentos que sobre el asesinato de Carlos oculta el FBI. La carta de Aníbal Acevedo no ha sido respondida. Como no han tenido respuesta las demandas de la sociedad puertorriqueña para que sean juzgados los que troncharon la vida de Santiago Mari Pesquera y cometieron otros crímenes en la isla hermana.

Por salvar vidas y tratar de evitar fechorías terroristas, guardan, sin embargo, injusta y cruel prisión Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar, Antonio Guerrero Rodríguez, Fernando González Llort y Rene González Sehwerert. El presidente Obama puede liberarlos y tiene la obligación moral de hacerlo, inmediatamente y sin condiciones,   lo  que le reclaman desde todos los rincones del planeta. También esta obligado a poner fin, de una vez por todas, a la impunidad que sus antecesores dieron y él hasta ahora extiende, a Luis Posada Carriles, Orlando Bosch y al resto de la mafia terrorista que tanto dolor y sufrimiento han causado a nuestro pueblo y a otros pueblos,  incluyendo el norteamericano.

Liberar a los héroes y encerrar a los criminales son pasos absolutamente necesarios para quien intenta aparecer como iniciador de un «nuevo comienzo»  en las relaciones con Cuba. La retórica y los buenos modales no bastan para ocultar los hechos que prueban que poco ha cambiado el Imperio en el último año.

Ustedes saben que la guerra económica que se le  hace a la Patria y a todos los que habitan este archipiélago se mantiene exactamente igual que en el pasado. Tampoco ha habido cambio alguno en la pretensión de imponer a Cuba el régimen político y el tipo de sociedad que con torpe arrogancia deciden en Washington, ni en la colosal campaña de mentiras y distorsión de la propaganda anticubana a la que Estados Unidos ha dedicado y dedica más recursos que todos  los entregados a su hipócrita ayuda al desarrollo de otros países.

No olvidemos lo que reconocieron hace medio siglo y consta en documentos oficiales ya desclasificados. El propósito de esa guerra económica era castigar al pueblo cubano por apoyar a Fidel Castro causándole «hambre y sufrimientos» lo que constituye el reconocimiento explícito del carácter genocida de esa política. El genocidio más prolongado de la historia

Contra Cuba el Imperio  ha usado sobre todo el engaño y la falsificación de la realidad. Así ha sido desde la independencia de las Trece Colonias a lo largo de más de dos siglos en los que los gobernantes norteamericanos, de cualquier partido o facción, se han negado a reconocer que Cuba es una nación independiente, no es una posesión norteamericana y jamás lo será.

Este año muchos países hermanos celebran el bicentenario del inicio de sus movimientos emancipadores. Cuba y Puerto Rico fueron apartadas de ese proceso pese al empeño generoso de Bolívar. La lucha nuestra fue más larga y también más cruenta y azarosa. Tuvimos que enfrentar no sólo a España, que aquí concentró un ejercito superior y mas numeroso que el antes desplegado en todo el continente, sino también la hostilidad de Estados Unidos que apoyó activamente a los colonialistas, reprimió con saña a la emigración patriótica y conspiró en lo oscuro para frustrar la noble hazaña de nuestro pueblo. «Apoderarse de Cuba»  era   «el secreto de su política» nos advirtió temprano Carlos Manuel de Céspedes.

Antes que brotase en el campo de batalla la nación cubana Washington fomentaba y organizaba un fuerte movimiento anexionista, sustentado en la poderosa sacarocracia  esclavista que ejerció perniciosa influencia en la emigración antes de que surgiera el liderazgo de José Martí. Los anexionistas conspiraron contra el Padre de la Patria y  urdieron su vergonzosa e injusta deposición que condujo a la terrible derrota del Zanjón, amargo final de la guerra más prolongada, sangrienta y desigual ocurrida nunca en este continente.

Hay constantes en nuestra evolución como pueblo, claves indispensables para comprendernos que están sobradamente documentadas en una historia imposible de borrar.

La nación cubana se forjó en una brega que  unía  indisolublemente la independencia política y la emancipación social. Lo entendieron los más ilustrados entre los  amos de esclavos que llegaron a identificar el movimiento del 10 de octubre con el inicio  de una «verdadera revolución social y socialista»; aquella contienda fue para Antonio Maceo «la guerra por la justicia», su meta sería, en la insuperable definición martiana, «conquistar toda la justicia»

El proyecto de incorporar a Cuba a los Estados Unidos, el anexionismo, promovido desde Washington, antecede al surgimiento de nuestro movimiento patriótico y llegó a ser la corriente política predominante de la oligarquía azucarera esclavista. El anexionismo no es un fenómeno  reciente ni coyuntural. Viene de un pasado ya  distante y nos ha acompañado a lo largo de la historia. Siempre ha sido alentado desde el Norte desde los tiempos de Jefferson. Entre los anexionistas criollos del siglo XIX hubo personalidades destacadas del campo académico y cultural y algunos que sacrificaron sus vidas por un ideal espurio.

Patético contraste con el anexionismo  parasitario y vulgar que algunos, acarician todavía en ciertos  lugares de Miami. Entre aquellos y sus impresentables imitadores de hoy hay una brecha parecida a la que separa a W. Bush del autor de   la Declaración  de Independencia.

Tampoco es la emigración cubana un  fenómeno reciente ni mucho menos  una consecuencia  del triunfo revolucionario de 1959 como se empeñan en repetir con barata ligereza los falsificadores de la historia.

Los datos  son tercamente irrefutables. A lo largo del siglo XIX se fueron estableciendo comunidades cubanas en Estados Unidos y en territorios de la cuenca  del Caribe, que crecieron al ritmo que  avanzaba la crisis del régimen colonial. Un botón de muestra: entre febrero y septiembre  de 1869, en apenas ocho meses, sólo por el puerto de la Habana, salieron  hacia Norteamérica más de cien mil cubanos, con mucho el  mayor éxodo masivo de nuestra historia del que nunca se habla. Después de terminada la dominación española  continuó ese flujo poblacional para alcanzar niveles alarmantes en los años  posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Hasta 1958, las estadísticas oficiales  norteamericanas mostraban tres categorías  de fuentes emisoras de emigrantes en este Hemisferio: México, en primer lugar, Cuba en segundo y un tercero que reunía a todos los demás países de América Latina y el Caribe, que sumados, no llegaban a la cifra cubana.

Hace tiempo que la burocracia estadounidense está obligada a nominalizar los países uno por uno y Cuba está lejos del segundo lugar, superada por  media docena  de países que, sin embargo, tienen menos población que la nuestra. Hablamos, desde luego, de emigración legal. Si las estadísticas incluyesen a los millones de emigrantes indocumentados, ninguno de los cuales  es cubano, la isla en realidad, estaría bien abajo, en el fondo de la lista.

Todo ello a pesar de que Cuba ha recibido un trato absolutamente único, cínico y discriminatorio con la manipulación de la cuestión migratoria y su empleo como medio de desestabilización  e instrumento de propaganda en la estrategia contra la Revolución. Pieza esencial de ella ha sido y es la Ley de Ajuste Cubano promulgada en 1966 y aplicada siempre con pérfido desprecio por la vida de los cubanos y la integridad de la nación. De todas las legislaciones que allá adoptan de tiempo en tiempo  para ajustar el status de grupos de inmigrantes esta es la más perversa y discriminatoria.

A diferencia de las otras piezas legislativas de ese carácter, ésta fue concebida explícitamente  para excluir de todo derecho, completamente, a decenas de miles de indocumentados cubanos que habían llegado antes del primero de enero de 1959, mientras legalizó formalmente la situación de los fugitivos del régimen batistiano y ofreció dar acogida a quienes en el futuro, por cualquier medio y arriesgando la vida, ingresaran al territorio norteamericano.

Este es uno de los aspectos más inmorales y deshumanizados de la política anticubana practicada por Estados Unidos, con máscara demócrata o republicana, durante medio siglo.

Es una política, además, insensata. Si parecido estímulo a la emigración fuese aplicado a otros países, Norteamérica sería invadida por gente del sur y los racistas blancos anglosajones deberían mudarse al Polo Norte.

También es una política fracasada. Por una parte, aunque lejos de fomentar su ingreso, la persiguen, discriminan y expulsan en masa, la población latina no cubana no cesa de crecer y multiplicarse.

Por la otra, como lo demuestran los datos oficiales antes  referidos, la inmensa mayoría de la población cubana sencillamente, dijo al Imperio: No gracias. Ningún otro pueblo durante tanto tiempo, ha afrontado desafió semejante. En la inmediata vecindad de Estados Unidos, sometido a  una feroz  guerra  económica, privado de lo mas elemental -las medicinas, por ejemplo, fueron prohibidas un  par de años antes  de la  infame Ley de Ajuste-, amenazado con la agresión militar directa  y la aniquilación nuclear , y al mismo tiempo, acosado por una incesante propaganda que lo incitaba a aceptar la insólita oferta, sólo existente para ellos, de la admisión  automática, la inmensa mayoría de los cubanos y las cubanas respondió simplemente: No gracias.

Por eso hoy estamos en este archipiélago  más del doble  de las personas que lo habitaban al principio de una Revolución que triunfó poco después, que la revista Bohemia, Carteles  y otros medios expresaban su alarma ante lo que veían  como una inminente despoblación de la isla.

Es cierto que consiguieron privarnos de la mitad de nuestros médicos, o sea, tres de los  seis mil que teníamos, al principio de la Revolución.  Pero hoy cifras varias veces superiores de médicos y especialistas ofrecen sus servicios a todos los cubanos en toda la isla gratuitamente y lo hacen también en otros países. Lo han estado haciendo, por ejemplo, en Haití  doce años antes que la pobre y heroica  tierra de Macandal y Louverture fuera descubierta por los  atónitos muchachos de la 82 División Aerotransportada.

Ellos y muchos otros, trabajadores de la salud, la educación, la cultura, el deporte y de las más diversas ramas del saber han recorrido el mundo. Ningún  otro país del Tercer Mundo ha enviado tantos colaboradores  al exterior, ni pueden hacerlo tampoco los Organismos Internacionales dedicados a  estas faenas. Cualquiera de los cubanos y las cubanas, centenares  de miles que han cumplido y cumplen esas misiones, no necesitan mas  que  acudir a un consulado yanki para recibir de inmediato visa y residencia. Sólo un puñado  de egoístas lo han hecho y disfrutan su mezquindad inflados por la industria  del embuste. A la Isla asediada regresan para volver a salir y regresar, los hijos y los nietos de los que fuimos capaces de afrontar el acoso desde el primer día.

Compatriotas:

La  emigración ha sido siempre parte esencial de la nación cubana y de su afanosa búsqueda de la independencia y la justicia. De ella nos vino la prédica incesante de Varela y el primer periódico cubano; a ella, para organizarla y dirigirla envió la República en Armas a Francisco Vicente Aguilera, su noble y sacrificado Vicepresidente; la  recorrieron Gómez, Maceo, Martí y otros incansables luchadores y fue de su seno que el Apóstol formó el partido único de los patriotas cubanos; a ella volvieron a marchar, una y otra vez , los perseguidos y los que carecían de esperanza en la república neocolonizada; muchos  desde allá supieron continuar como los combatientes que fueron a defender la República Española, tan numerosos que formaron el batallón Antonio Guiteras dentro de la  Brigada Abraham Lincoln; a los emigrados acudió Fidel y encontró también solidaridad y apoyo. Esa solidaridad sigue dando hermosos testimonios como el documento de apoyo a la petición de nuestros Cinco Héroes presentado al Tribunal Supremo de Estados Unidos por un grupo de  eminentes académicos cubanoamericanos.

Este año se cumplirán cincuenta del asesinato en Caracas del compañero Andrés Coba Casas coordinador del Movimiento 26 de julio, una de las primeras víctimas de la represión betancurista, patriota ejemplar, humilde trabajador y esforzado guía de la muy numerosa emigración cubana en Venezuela que tanto contribuyó a la lucha contra la dictadura de Batista. Para él nuestro homenaje.

Si la Patria ha sobrevivido, si hemos sido capaces de resistir, si pese a todo, avanzamos, es, en primer lugar por la voluntad patriótica de nuestro pueblo. Patriotismo ha habido y hay,  y mucho, en esta isla y en la emigración.

Uno de los crímenes más aborrecibles cometidos por el Imperio ha sido el de  convertir a los emigrados en rehenes y usar a algunos como instrumentos de una guerra concebida para liquidar a su propia nación.

No hace falta recordar los hechos que todos conocen. Pero sí tengo que decir que la Revolución tenia el deber de defenderse frente a una agresión que provenía del exterior y empleando como regla a individuos que habían nacido en la isla.

Sin renunciar jamás a esa inexcusable obligación  hemos ido abriendo espacios  de acercamiento y diálogo  y avanzamos con pie firme hacia la plena y total normalización de los vínculos, entre todos los cubanos.

Este encuentro que ahora concluye será vigoroso impulso al empeño común.  Ustedes han  venido de todos los Continentes. Hemos  discutido fraternalmente que más hacer para que Cuba sea siempre mejor y más cercana a todos ustedes. Les agradecemos su participación en esta fructífera reunión.

Adondequiera que vayan con ustedes irá Cuba. La Patria vivirá siempre, en cualquier lugar donde haya un patriota dispuesto a vivir y morir por ella.

Proclamemos hoy, mañana y siempre como lo hicieron nuestros abuelos cuando iniciaron la marcha.

Independencia o Muerte

Viva Cuba Libre.

Palacio de las Convenciones, 29 de Enero de 2010

Fuente: http://www.cubadebate.cu/especiales/2010/01/29/la-emigracion-ha-sido-siempre-parte-esencial-de-la-nacion-cubana/