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La España que no se empaña

Fuentes: Rebelión

Antes de entrar en el tema del aquí hoy, una breve cronología de hechos históricos se hace indispensable, pero al objeto de evitar susceptibilidades y despertar, no nuevas, sino de nuevo pasiones y ansias de venganza (como las que animaban a grupos militares para acoso y persecución política: a por ellos, de manera impune cuando […]


Antes de entrar en el tema del aquí hoy, una breve cronología de hechos históricos se hace indispensable, pero al objeto de evitar susceptibilidades y despertar, no nuevas, sino de nuevo pasiones y ansias de venganza (como las que animaban a grupos militares para acoso y persecución política: a por ellos, de manera impune cuando fiscalía y judicatura con gran celo acusaban a twuiteros chistosos y titiriteros graciosos, cuando aquí pudiera darse el delito de enaltecimiento de la violencia por parte de personas identificables) trato de hacerlo lo menos desmenuzada posible.

Así, no aporto ni detalles ni la escandalosa estadística; solo un relato a groso modo, pues la mayor parte de ellos, por su crueldad extrema, son de una envergadura y obscenidad política tal, que sin duda, sus repercusiones, aún hoy tienen que ver con la situación que vivimos-sufrimos en nuestro escenario nacional. Y así será por tiempos, pues la memoria del colectivo victimario no duerme, máxime cuando aún toda la simbología, ademanes y pasiones nacionalistas de aquel franquismo vencedor, siguen latentes, patentes, legitimadas y mas vivas que nunca.

No somos la excepción, pues la bipolaridad ideológica por nacionalismos o clases que promueven la xenofobia, llevan siempre a la confrontación política con violencia entre las partes, siendo muy común en casi todos los países del mundo. El puritanismo elitista alemán de mediados del siglo pasado fomentó la xenofoboia de manera brutal por exterminio del diferente, lo cual también les llevó a una guerra mundial.

Lo que si es excepcional en España a diferencia de Alemania y otros es, por una parte esa legitimación del franquismo en ámbitos cercanos al poder político gobernante y por otra, y lo que es peor, sin ningún viso de olvido (como si fueran las víctimas) ni ánimo reparador, ante las nulas muestras de querer poner a cero ese «contador» de la historia por parte del Estado y la gran mayoría de partidos que no exigen de manera contundente y condicional, la ruptura con aquel régimen.

Legitimado a través de una monarquía heredada de él y consolidada en el Régimen del 78 y Carta Magna que los sustenta, no han logrado ni han sabido articular la convivencia entre los pueblos de la mal avenida «familia» nacional, y lo que hasta hoy era un entretenimiento político-democrático que ocupaba la mayor parte de la partida entre partidos nacionalistas, en adelante anuncia ser un enfrentamiento civico-político, al descubrirse que en el origen de ese juego, las cartas ya venían marcadas.

En julio de 2016 se cumplieron 80 años de aquel golpe militar que destituyó a un gobierno legítimo. Justamente este mes de octubre, los 40 años de la promulgación de una ley de amnistía que puso a cero, aquella larga y gravosa cuenta e impagable deuda de los vencedores, a cambio de regalarnos esta falacia de democracia orgánica.

La Ley 46/1.977 de 15 de octubre eximió de toda pena ante la justicia civil y militar a quienes habiéndose alzado en armas contra el gobierno legítimo de la República, lo derribaron, arrasando y destruyendo todo vestigio cultural, intelectual, material, artístico y de afecto, encarnado en personas, hasta el límite de hacerlas desaparecer, en manos de civiles armados por los sublevados, de la manera mas cruel jamás conocida hasta entonces en la historia de las guerras hacia una población civil desarmada en particular a mujeres… en pueblos alejados de las zonas de fuego.

No pretendo rememorar episodios, ni remover sentimientos y menos aún despertar pasiones de clase y marcas de nacionalismos (argumento falaz que utiliza el Estado para «justificar» su forzado olvido e inacción), pero ante la falta de compromiso cívico que se observa en toda la clase política y alta jerarquía de la iglesia católica en España, para reponer y reparar moral y económicamente la dignidad destruida de tantos españoles y cristianos de buena fé, quiero compartir este anhelo reivindicativo y rogarles que revisen sus conciencias y si procede, corrijan a favor de los que aún hoy permanece desaparecidos y abandonados legalmente en fosas y cunetas, en virtud de aquella Ley-1.977 de Amnistía para los vencedores y humillación para los vencidos y sus familiares como víctimas no reconocidas….y en contra de nadie.

El relator especial de la ONU Sr. De Greiff sentencia: «No se estableció nunca una política de Estado en materia de verdad; no existe información oficial, ni mecanismos de esclarecimiento de la verdad. El modelo vigente de privatización de las exhumaciones, que delega esa responsabilidad a las víctimas y asociaciones, alimenta la indiferencia de las instituciones estatales. Además De Greiff critica con dureza: «… la interpretación restrictiva de la Ley de Amnistía que no sólo niegan el acceso a la justicia sino que también impiden cualquier tipo de investigación».

El móvil: la venganza ideológica y el odio de clase política. Dos fetiches pasionales que aún hoy, 80 años después, impiden que se asiente esa necesaria convivencia asumible entre los diferentes pueblos y credos políticos en una España, que en lo político, social y económico, la van desestructurando de manera frívola e irresponsable.

El mayor impedimento para ser todo más civilizado, es que los grupos políticos, eligen gobiernos con sentido democrático de vía única y gobernantes que a pesar de su acusado déficit con el sentir cívico, se encaraman por su pasión patriótica, al defender los mismos principios ideológicos del alzamiento, hoy puestos en valor y enaltecidos a través de un nacionalismo pasional y «cultura» erosiva de valores humanos, que una vez más se refleja en las palabras del relator de la ONU: «Los vacíos en la respuesta institucional al tema de la Guerra Civil continúan siendo objeto de diferencias más profundas de lo que podrían ser».»Resulta especialmente sorprendente observar que no se haya hecho más en favor de los derechos de tantas víctimas».

El broche de oro sobre la mediocridad política, ese cosmocatetismo manipulador de los medios y debates que fomentan fobias e ideologías nocivas mas que madurar el discernimiento político. Envolver a los ciudadanos en esa nube tóxica en vez de promover una cultura del debate a favor de la resolución o como mínimo de exigencia de voluntad institucional para abordar con audacia política y sinceridad, estos dos estos grandes escollos que a modo de estigmas nos mantienen secularmente erizados, impide que se de el mas mínimo avance en la convivencia política dentro del estado español, para seguir haciendo buena la cita del canciller Bismark: «España es el país más fuerte del mundo; lleva siglos intentando destruirse y no lo ha conseguido».

Desde el punto de vista humanitario, quien dude aún de la obligada promulgación por parte del parlamento español de la ley de Reconocimiento moral y Reparación económica a las víctimas de quienes promovieron el alzamiento nacional, no está legitimado para ejercer cargo público. Quien aún se opone en el parlamento vasco a la ley de reconocimiento y reparación a las víctimas de la guerra sucia policial y terrorismo de estado, no es representativo del sentir mayoritario de ese pueblo.

Iba aquí cuando: «Asalto total a la autonomía catalana: se cesará a todo el Govern…» y: «Peticiones de mas de 600 años de prisión contra 48 procesados por defender los derechos de los presos vascos»… dos noticias que criminalizan la insumisión al poder.

Titular que tiene que ver con las dos vertientes insalvables que caracterizan a la nación: la política y la humana. Ante el «traspaso» de poder autonómico el lehendakari vasco, muestra su solidaridad verbal una y otra vez: «Me parece desproporcionado la aplicación del 155 y muestro mi apoyo (siempre solo verbal) a la Generalitat» .

Desde el punto de vista político, y a estas alturas de la partida ¿quien puede seguir dudando de la trampa tendida con el Régimen del 78 y del clamor cívico por la exigencia de romper esa baraja? Los señores Erkoreka y Esteban por mucho que agiten el señuelo rebelde de que votarán un no en el Senado al 155, saben que es irrelevante; no así su actitud de aquí al día de la votación, en hechos que no palabras.

Lo que no está consumado y es determinante a la hora de sostener o dejar caer por hecho natural al gobierno del Sr. Rajoy, es el voto del PNV a favor de los PGE o la abstención. Lo primero sería otra traición a sus gentes de bien, lo segundo es habitual cuando su miedo a molestar le impulsa a no dar la cara y traicionar no acudiendo a la comisión de exteriores del Congreso para preparar la moción a debatir en el Congreso sobre la intervención del gobierno del PP y su anterior presidente en la guerra de Irak.

Sus gestos de tibieza y ambigüedad calculada, denotan que aún mantienen en sus manos las sucias cartas de la partida sobre el cupo y demás mercaderías políticas, para jugarlas con el mentor de esa histórica segunda amnistía infame que posibilitó blanquear millones de su dinero sucio a miles de defraudadores fiscales, eludiendo sus responsabilidades como a los otros amnistiados, al circunvalar a la justicia en clara burla al resto de contribuyentes y propia justicia: «¿Cómo que difícil?… el PNV lo tiene más fácil que nunca para arrancar competencias y mejoras para Euskadi, con un PP desgastado y tan necesitado de sus votos para sacar adelante los PGE»… me replicaba un amigo y militante del PNV ante mi ingenuo supuesto de moralidad política para con ellos, cuando su máxima es sacar mayor tajada… aprovechándose del mal ajeno.

Una posición estandar en la cúpula intelectual de un PNV atado y bien atado a la oligarquía y elites políticas del «cocidito madrileño» por los mitxelines del partido. Pero, ¿que dice la intelectualidad no sectaria del nacionalismo jeltzale en la coyuntura actual tras los sucesos de violencia policial y política en Catalunya? Al comparar con la ética y principios democráticos del exlehendakari Ibarretxe como hombre de estado, los presiento no coincidentes con ese ansia mercader visible en el lehendakari Urkullu, su obsesión «ombliguista», actitud insolidaria y cortoplacista… siendo su máximo exponente el desbordante elitismo tecnocrático que le impide tener esa necesaria visión socio-laboral, cercana a la de los agentes sociales y sindicales más progresistas.

Históricamente embutido en debates monolíticos, ¿cuando el PNV se atreverá a celebrar asambleas abiertas en votación libre y de carácter vinculante entre sus bases, a partir de la cual rija su futuro por el sentir de esa calle que hoy exige romper la baraja del 78? ¿Cuando, con la misma exigencia que a ETA a disolverse (aunque en la operatividad política diaria nada cambiaría si lo hiciera), mostrará la misma audacia en desobedecer las leyes injustas que vienen encorsetando a Euskadi a través de un Estatuto de Autonomía laminado y emanado del Régimen cívico-militar del 78?

En las negociaciones para el trueke de cromos con el Estado, asume la trampa histórica de seguir pagando al contado para cobrar (cuando cobra) en diferido. No desespera a pesar de obligarse a sacrificar reivindicaciones democráticas tan vitales como el derecho a decidir, incluso en cuestiones tan nimias y de andar por casa, que obligan a los ciudadanos a tragar casos de vergüenza democrática como el que se dio en 2.010 para decidir en consulta popular un sistema de recogida de basuras para un municipio de 6.000 habitantes (Usurbil) y tuvo que autorizarla ese mismo Estado, y si no fuera suficiente, para volver a tragar en 2.017 porque se repitiera el hecho con el mismo tema y para una población de escasos 1.500 habitantes (Legorreta). Ante un hecho de vasallaje y humillación democrática de este calado, ¿porque desde su zona de confort también la izquierda abertzale calla? ¡Cuanta rareza política!… ¿será la mía?

Siete años después, los mismos actores y el mismo ámbito de decisión en un asunto tan básico de soberanía popular, nos dice a las claras que esta casta gobernante no defiende ni reclama para sus ciudadanos, cuestiones para el ejercicio de democracia social como componente humano en sus negociaciones. Así, ¿a quien representa?…

¿Con quien se solidariza y a quien se debe y a que intereses se da el lehendakari y Gobierno Vasco y su PIB, si recaudando a espuertas, en su propia Arcadia feliz, una de cada cinco personas están en riesgo de pobreza y exclusión social? Cuando de su compromiso de acogida para con los refugiados que huyen de guerras, principalmente de Siria, a pesar del clamor y buena actitud de sus ciudadanos a recibirlos, no ha cumplido ni en un 15%… y cede ante las exigencia del capricho «humanitario» de su buen cliente y mejor mercader de «carne» humana como es el rey de Marruecos, al acoger de manera tutelada y creciente, a toda esa juventud conflictiva proveniente de familias desestructuradas del país magebrí, con el costo económico, social y el gran rechazo mayoritario entre personas de su propia parroquia y credo político, por la inseguridad provocada ante los reiterados atentados a la propiedad pública y privada, a la integridad física de las personas y agresión sexual contra mujeres vascas.

¿A cambio de qué? ¿cuando nos dirán a que directrices obedecen? ¿quien preguntará?

No referido solo a lo último, sino al repaso global, la atadura a esa tradición belicosa y dominante del Estado, es lo que nos ha llevado a esa repetición de hechos, que aunque no cruentos al día de hoy, reflejan la misma parálisis de conciencia, como una parada en el tiempo, que inequívocamente lleva a una involución del espacio evolutivo en lo político, en el desarrollo cultural y logro de la paz social en el país.

Este déficit de progreso en sus dos vertientes principales: riqueza social y valores humanos globalizados, es la turbia herencia que va quedando como impronta moral y huella medioambiental, tras el paso de unos gobernantes mas dados a competir y darse importancia que a compartir con sus gobernados las ideas en la manera de resolver y sobrellevar sus inquietudes. Déficit por la estrechez mental en las tareas gobernantes y distribución de la riqueza; falta de naturalidad democrática en lo político con el diferente y también con el disidente; falta de generosidad humana en la función pública principalmente en el área de las libertades que tiene que ver con el derecho a decidir de las personas y los pueblos, caracterizado todo ello por un nombre: cinismo político y falsedad democrática .

Una buena amiga, bella castellana y amante de la evolución humana a través del movimiento continuo del latido, para ejercitar, madurar y multiplicar nuestra memoria evolutiva, sugiere e invita a revisar la conciencia: Cuantas veces fueran necesario.

Así, siendo que todo deshielo y paso del frío al calor, todo paso de la oscuridad a la luz, es una separación lenta y doloroso renacer natural hacia una nueva Conciencia. ¿Quien a estas alturas de la historia y posición cósmica de este país, podría abortar o rechazar ese parto?… máxime viendo lo que hoy se vive-sufre en España como sueño por un lado y mentira por el otro. Inequívocamente no, los que aún sentimos como viva y verdadera a La España no empañada, y ver que entremedias: Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza…. que ya vive un ideal, al unísono con el buen latir de esta nuestra tierra.

¿Que es un ideal? preguntó Dulcinea al Caballero de La Mancha en su lecho de muerte: Es la misión del verdadero caballero… su deber… no, no, su deber no… su pri-vi-le-gio Con ese énfasis entrecortado respondía Don Quijote de Cervantes en La España de Machado… en esta nuestra Tierra y sus privilegiadas gentes de bien y saber.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.