Martín Alejandro Martinelli es historiador y doctor en Ciencias Sociales, Profesor Adjunto en la Universidad Nacional de Luján, en Argentina, Coordinador del Grupo «Palestina y América Latina» del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) por el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (Universidad de Buenos Aires). También es Director del Observatorio Geohistórico (UNLu).
En tu anterior libro “Palestina (e Israel) entre intifadas, revoluciones y resistencias”, hacías una completa cartografía del nacionalismo árabe y palestino, a través de la historia, así como del impacto del colonialismo británico, del imperialismo estadounidense y de colonización de asentamiento sionista. ¿“Geopolítica del genocidio en Gaza” es una continuación de este completo análisis sobre este complejo conflicto en el que participan muchos actores políticos, pero donde el pueblo palestino parece destinado a sufrir una limpieza étnica irreversible?
Muchas gracias por la referencia al libro anterior, porque si ese es “Palestina I” este es “Palestina II”. Esto es resultado también de varios trabajos y grupos, y proyectos de investigación colectiva en los que coordino o participo. O sea, este es una continuidad de ese intento de explicar Palestina y el centro de Afroeurasia en tres niveles temporales y espaciales. La larga, mediana y corta duración, lo que es en la larga duración: cuestiones más geográficas, de tradición, de mayor alcance como por ejemplo procesos de penetración del capitalismo en las regiones periféricas del mundo, colonización y revoluciones de independencia. O sea, me refiero a la decadencia otomana, la colonización sobre todo francesa y británica y un reparto del mapa sin prestar atención a las poblaciones locales y buscando sentar bases de minorías afines como la sionista europea posteriormente camuflada como israelí. La duración media significa lo que vengo postulando como la “reconfiguración simbólica y material del Medio Oriente desde 1991”, el intento estadounidense (secundado por británicos y por la mayor base militar estadounidense “Israel”) de remodelar el mapa regional según sus intereses de dominación y expolio de recursos naturales. Y la corta duración que supone cuestiones más relativas a procesos políticos como las guerras, invasiones y cambios de gobierno, aunque aquí la belicidad, sobre todo en forma de incursiones, lleva por lo menos un siglo y medio desde el Occidente colectivo.
El enfoque sigue la misma lógica en ambas obras: desde el marco internacional, el sistema mundial, pasa a interpretar la cuestión regional, para así entender el ámbito local. Pero eso provee el entendimiento o el intento de compresión de las interrelaciones con cuestiones irresueltas del pasado, y con dinámicas propias del capitalismo, su brazo armado el imperialismo y el mismo socialismo en términos geopolíticos de gran alcance. Eso permite observar hasta qué punto influyen en ese caso palestino, como sucede en cualquier parte del mundo, con la particularidad que este es el caso más documentado y que aparece en las primeras planas –incluye redes, cine, academia– de buena parte del mundo.
“Es casi como si nunca hubiéramos vivido sin el genocidio contra los palestinos. La palabra «genocidio» ingresa al derecho internacional en 1948, el mismo año que la Nakba (Catástrofe) contra los palestinos. El genocidio como concepto y los palestinos como pueblo expulsado de su patria son gemelos.” Dice Vijay Prashad en el comienzo del prólogo del libro, ¿por qué es importante señalar que el genocidio palestino no empezó en 2023 y que factores geopolíticos se dan para como pasó con el genocidio armenio en 1915-que la comunidad internacional no haga nada para detenerlo?
Primero aclaro que con Vijay Prashad pensamos conjuntamente el libro. Dicho esto, varios procesos genocidas se han producido en contextos de guerras mundiales como el genocidio armenio y el judío. En la actualidad si bien estamos en un proceso de tensiones geopolíticas mundiales y lo que llamo una guerra global híbrida situada es importante detectar cuáles son las instancias previas por las cuales se llega al genocidio actual palestino.
No cabe duda que esto tiene sus inicios a finales del siglo XIX con la incipiente colonización de sionistas europeos en tierras palestinas cuando estas se encontraban bajo el Imperio Otomano.
Pero más acá en el tiempo debemos analizar la estrategia primero de limpieza étnica a partir de 1948 y el establecimiento del estado de Israel de manera afín primero a Reino Unido, luego con la colaboración en armas nucleares por parte de Francia y a partir de 1967 con una colaboración más entrelazada y estrecha que aumentó hasta el día de hoy con Estados Unidos.
Entonces es una diferencia significativa que no haya un contexto de guerra mundial declarada. Pero la no intervención de otras potencias en realidad y no de la comunidad internacional, porque las potencias occidentales están involucradas directamente en el genocidio. Desde Estados Unidos, el Pentágono, la OTAN, y las principales potencias europeas occidentales como Reino Unido, Alemania, Italia y Francia, estos gobiernos sostienen en lo comercial, lo diplomático, lo financiero, lo armamentístico, la logística y el sostén geopolítico para que Israel lleve este genocidio adelante.
Por eso aquí la diferencia sería que por ejemplo el BRICS o las potencias que se consideran antagonistas de la OTAN serían las que podrían intervenir potencialmente para detenerlo, pero la cuestión es si eso detonaría una Tercera Guerra Mundial, dado que Israel es parte clave del engranaje del sistema imperial dominado por Estados Unidos y central por ello en el desenvolvimiento del capitalismo fósil actual.
Un punto clave para que no se detenga este genocidio ese es el soporte casi irrestricto de las potencias que sostienen el sistema imperial occidental que ahora se encuentra en una etapa de declive y apuesta más fuerte al belicismo.
Por lo tanto salvando las diferencias que existen con el apartheid sudafricano, una posibilidad es el aumento del Boicot Desinversiones y Sanciones y el aislamiento internacional al Estado de Israel por sus políticas genocidas. La disyuntiva vuelve a ser si esas potencias occidentales no solo lo apoyan, sino que lo utilizan como el canciller alemán Merz dijo: «Israel hace el trabajo sucio».
En tu trabajo centras tu análisis sobre “cuatro ejes principales de tensión, donde se está disputando la hegemonía mundial: el Sahel, Taiwán-China, Ucrania-Rusia-OTAN, Israel-Irán-Palestina-Medio Oriente”, ¿cuáles son los elementos en común entre estos ejes y cuáles son las principales diferencias? ¿quizás sería simplificar demasiado decir que en estos cuatro escenarios se está dando la batalla entre el imperialismo occidental, dirigido por EEUU, y la propuesta de mundo multipolar, con China, Rusia y otras potencias emergentes?
La principal diferencia entre esos cuatro ejes de tensión es respecto de la lucha en el Sahel con Burkina Faso Níger y Mali que buscan terminar de consolidar su independencia y soberanía en la llamada Francáfrica. Allí tienen en común con el centro de Afroeurasia el uso de fuerzas militares occidentales y del ingreso de yihadistas.
Las otras tres zonas de tensión tienen como característica simultánea estar en tres países- civilización principales que describo como el triángulo geoestratégico y son China Rusia e Irán.
Visto en el gran tablero geopolítico eso denota que buscan frenar los intentos de relaciones en lo que se denomina la Nueva Ruta de la Seda. Un mega proyecto que conecta Eurasia África e incluso Latinoamérica, pero que dejaría afuera Estados Unidos.
Entonces se produce un aumento de la tensión donde ya había bases militares establecidas afines a Estados Unidos o a países aliados del mismo como Israel Canadá y Australia, pero también Corea del Sur, Japón y Filipinas. Y en el caso del llamado Medio Oriente, o Asia occidental y el norte de África, se disputan esas tensiones a partir de la mayor influencia tanto china como rusa y que los países tienen una posición más pendular entre una y otra potencia.
La declaración por parte de la OTAN en Madrid en 2022, pero es algo que viene de antes, es que China es el rival sistémico, Rusia e Irán son los rivales hostiles. Por eso es que hay un entrelazamiento entre los puntos de tensión geopolítica y tienen en común en desarrollarse principalmente cerca de esos rivales.
La diferencia con el momento unipolar es que Estados Unidos estaba en una situación de mayor poderío económico y geopolítico. Eso cambio sobre todo a partir de la crisis capitalista del 2008 y del 2014 cuando Rusia mostró una mayor recomposición en el plano militar y China consolidó un despegue económico casi sin antecedentes para ser protagonistas y liderar la alianza del BRICS y de la Organización de Cooperación de Shanghái.
Es ahí donde confronta parte del desenvolvimiento geoeconómico y la ampliación sobre territorios donde había donde había influido la Unión Soviética y luego se había retraído en su implosión, y que paulatinamente China y Rusia ampliaron sus zonas de influencia. Algo que está acompañado de la búsqueda de mayor protagonismo de las potencias emergentes como Indonesia, India, Turquía, Arabia Saudita, Irán y Brasil.
Esto por supuesto es visto así desde la geopolítica y cada uno de esos ejes tiene características propias, pero forman parte de esa guerra híbrida y de los intentos de gestar un mundo pluripolar o con realineamientos en el Sur Global que disputen el norte global más organizado desde final de la Segunda Guerra Mundial en diferentes instituciones como el FMI, el Banco Mundial, el G7 y la OTAN.
“El enfrentamiento con Israel aglutina a casi todas las facciones palestinas e incluso cohesiona al mundo musulmán y a la causa árabe”, apuntas en las primeras páginas del libro, sin embargo, asistimos a que la mayoría de los gobiernos árabes han hecho bien poco para detener el genocidio palestino, excluyendo a Irán y a Yemen. ¿Son rehenes estos gobiernos de sus acuerdos con EEUU, o incluso con Israel, como los que suscribieron con la entidad sionista algunos estados árabes?
Es que en ese pasaje me refiero al apoyo de los pueblos que en su mayoría sostienen la causa palestina. Diferente es el posicionamiento de los políticos y gobiernos árabes. Existe un proceso de normalización y reconocimiento del estado de Israel que empieza en 1979 con Egipto y sigue en 1994 con Jordania, a los que en 2020 se le suman Marruecos, emiratos árabes Unidos, Sudán y Bahréin. Esos son los gobiernos que más abiertamente y en los hechos han dado la espalda a los palestinos.
Existe una forma de esclarecer ese tipo de apoyos que se ven sobre todo desde 1991 cuando observamos los países que fueron asediados o directamente invadidos por Estados Unidos y sus aliados europeos, sobre todo, o también que fueron sancionados unilateralmente y todos juntos hostigados mediante una narrativa de deshumanización de los árabes y musulmanes.
Me refiero a Irak, Afganistán, Yemen, Libia, Siria, la misma Palestina, Líbano e Irán. Esos países sufrieron diferentes niveles de fragmentación interna y de intentos de aislamiento. No es casualidad que son los que apoyan a Palestina, lo que se traduce en oponerse a Israel, lo que es igual a rechazar los intentos y estrategias de dominio estadounidense sobre esta región.
Otro aspecto es que los gobiernos árabes al ser el movimiento palestino de una trascendencia e historia de resistencia y revolucionaria en ciertas ocasiones lo que pretenden es evitar que esa conciencia de lucha contra el opresor se convierta en movilizaciones que desestabilicen sus gobiernos.
Por eso la defensa de la causa palestina o el omitir actuar se ha convertido en estas últimas tres décadas y media en algo perjudicial para todos los países de la región. Y los que han buscado salvarse de manera individual no se han dado cuenta de cómo se han ido destruyendo países que han quedado solos frente a la potencia estadounidense. Podríamos decir que el eje de la resistencia es con sus dificultades quien se ha opuesto a la política de hegemonía israelí en la región que tiene un objetivo totalmente incrustado en la política exterior estadounidense.
“El nuevo paradigma promovido fue que la intervención militar estadounidense debiera producirse principalmente en esa zona por dos razones: por la amenaza que esto conllevaría para el resto del mundo y porque les otorgaría a esas poblaciones la libertad y la democracia.” Afirmas en otro capítulo de tu libro, pero el relato parece haberse agotado después de los fiascos de Irak, Libia o Afganistán, y sobre todo con el genocidio de Gaza, ¿a qué crees que se debe que los gobiernos europeos sigan comprando ese relato de los derechos humanos y la democracia en Ucrania, cuando ya se ha demostrado en Palestina que esos valores les interesan bien poco?
En todos los casos que mencionas el actor estadounidense es quien tiene una ventaja estratégica en cuanto a pertenecer a un continente insular alejado a miles de kilómetros de esa «zona de infiltración de la violencia». Está claro que la libertad y la democracia de la que hablan como valores para llevar al resto del mundo no están en la carpeta de quienes inician invasiones y bombardeos que generan miles y millones de refugiados, de muertos y de destrucción de familias y sociedades.
En el caso de Ucrania es un país clave para la geopolítica estadounidense por encontrarse en el centro de Europa y su cercanía directa a un rival como Rusia el país más grande del mundo y con una vasta reserva y diversidad de recursos naturales, además de un posicionamiento en política exterior como potencia y no como un país que no es soberano o fácil de doblegar.
Está claro que hay continuidad con esta forma de capitalismo y de colonialismo e imperialismo de manera actualizada ya que no solo pertenece a los libros de historia. Y las potencias europeas a diferencia de cuando miraron vastas extensiones del mundo ahora están más subordinadas a la potencia norteamericana.
Incluso en cuanto a refugiados o migrantes de zonas de conflictos los principales involucrados son los europeos, pero los gobiernos parecieran actuar en desconocimiento no solo de eso sino del derramamiento de sangre que estuvieron provocando.
La islamofobia o la arabofobia está acompañada de un discurso de sinofobia y rusofobia, que implican las posteriores o en simultáneos hostigamientos hacia esas regiones que son desde el punto de vista europeo y estadounidense las más reacias a sus intentos de dominio.
Poco les interesa formas que en que esos en que esos países se gobiernen a sí mismos, sino más bien o sus recursos o que no se alíen entre sí y detente una nueva hegemonía mundial.
La alianza entre China, Rusia e Irán, se ha materializado, pese a las sanciones y a los bloqueos, en numerosas iniciativas económicas como los BRICS, basadas en la cooperación, y no en la subordinación, como en el modelo impuesto por EEUU a Europa, ¿la Guerra de los doce días, iniciada por Israel, y apoyado por la administración Trump, ha sido un intento de atacar, tal vez, la pata más débil de esa alianza?
La alianza entre China Rusia e Irán se va a intensificando a medida que integran las instituciones internacionales como BRICS y OCS y por el aumento de conexiones bilaterales como el paso de la ruta norte sur entre Rusia pasando por Irán y llegando a la India. La diferencia más notable hay es que no hay un tratado de defensa mutua más allá de que hay intercambios de tecnologías como los misiles balísticos que solo poseen esos tres países y Corea del Norte y que habría usado Yemen también.
La estrategia es doblegar a los palestinos para ir por Irán mientras se debilita a los movimientos de guerrilla del Líbano, Irak y Yemen. Pero parece ser que la intención es desestabilizar la política iraní a través de las sanciones y a través de provocar un aislamiento internacional.
En parte eso es lo que hace que Irán gire hacia el este y que las mismas intenciones sobre Rusia hayan aumentado tanto las relaciones diplomáticas como las comerciales y geopolíticas entre las potencias mayores y de segundo orden de Eurasia.
Irán es uno de los objetivos de las potencias occidentales y Por ende de Israel que actúa en consonancia con esas intenciones por el peso que tiene esto en el en el sistema mundial y en el capitalismo fósil. Ya que Irán como potencia gasífera y petrolífera además de tener una posición geoestratégica clave se erige un país que se opone más abiertamente al eje anglosajón israelí más allá de que mantenga relaciones.
Y eso se puede vislumbrar en la búsqueda de una independencia energética nuclear que funcionaría como paraguas de defensa tal como tienen las potencias nucleares y que Israel sabe que al ser el único que la detenta en esa región tiene una ventaja por sobre los demás. Entonces Irán con sus desarrollos tecnológicos y su potencialidad, al ser cercado en sus relaciones con Europa amplía su mirada hacia el resto.
La lectura que puede hacerse de esta situación es que primero se quiere vencer a Irán como la potencia que quedó en pie luego de la reconfiguración general y material del centro de Afroeurasia desde Libia hasta Afganistán, para poder avanzar como se está haciendo ya ante Rusia y poder luego de ello intensificar la presión sobre Taiwán para acechar a China.
El tema es que esta es un planteo geoestratégico de tensiones, pero los cuales están siendo respondidos mediante el realineamiento de alianzas y la recomposición y el ascenso económico del sudeste asiático con la locomotora China. Algo que pone a toda la región en otra posición y por eso el BRICS pese a no tener esa intencionalidad militar que lo diferencia de la OTAN, genera un despliegue de países en algunos casos hasta hace pocas décadas colonizados o asediados por el imperialismo occidental.
En tu análisis recorres varias etapas del imperialismo, pero para hablar de la actualidad acudes a un nuevo término, el hiperimperialismo, ¿cómo se desarrolla esta nueva etapa del imperialismo y que riesgos supone para la humanidad?
La intención en ese apartado teórico es poner en consideración tanto el planteo de que hay una crisis del sistema imperial liderado por Estados Unidos y acompañado por las potencias alterimperiales europeas y coimperiales como Canadá, Australia e Israel, y que también Prashad propone el planteo del hiperimperialismo.
Esto significa que existe una apuesta de intensificar el papel de las guerras e incluso las guerras proxy porque el declive hegemónico y económico occidental se enfrenta al crecimiento y al nuevo modo de organización que crece amparado en la alianza China y Rusia.
El imperialismo implica el drenaje de riquezas mediante la plusvalía desde las periferias hacia el centro. Y lo que esta nueva etapa de imperialismo supone es una mayor inversión armamentística, un despliegue inusitado de bases militares rodeando una serie de países que mencionamos, las sanciones económicas unilaterales que intentan bloquear esos desarrollos, y la injerencia directa mediante las embajadas o los intentos de desestabilizar gobiernos todo esto acompañado de una narrativa y una academia hegemónica que busca mantener el poderío occidental.
En parte esto es así porque desde las potencias occidentales saben que están siendo sobrepasadas por las manufacturas por el comercio y por la nueva organización de los países del Sur que ahora son principiantes y que tienen una nueva forma de organización.
Esto difiere por supuesto por las características del capitalismo actual financiarizado y digital, y difiere de la etapa de la Guerra Fría donde había al menos dos modelos contrapuestos y con una lógica diferente de capitalismo y socialismo.Eso en la actualidad es más difuso más allá de que China sea gobernada por el Partido Comunista.
Pero es ahí que se puede ver con mayor claridad que china considera el siglo de la humillación el momento en que las potencias tanto británicas como francesa más luego la japonesa dominaron y dejaron en posiciones semicoloniales gran parte de China.
La preparación de todo este modelo de afianzarse y de crecimiento económico, así como el despliegue y la influencia que puede tener a nivel mundial junto con sus potencias aliadas son las que establecen este nuevo panorama.
Al Estados Unidos verse en una competencia diferente a la de la Guerra Fría por que la Unión Soviética incluso era un tercio de la economía estadounidense, en la actualidad pretende mantenerse en una posición de primacía al controlar y saquear recursos de las áreas periféricas, mediante guerras directas o indirectas o mediante la guerra híbrida, y buscando una confrontación que ha ido creciendo en la última década y media.
“La resistencia del pueblo palestino continuará hasta que Israel se vea obligado a ceder. Así fue para el Estado más parecido a Israel: la Sudáfrica del apartheid, uno de sus aliados cercanos”, subrayas en otra parte del libro, ¿crees que hay una situación análoga entre el régimen de segregación racial sudafricano y el que sostiene a la entidad sionista, y que la resistencia es la clave para que esta tenga un final similar?
Existen muchas relaciones y similitudes entre lo que fue la Sudáfrica de la apartheid y el Israel actual. Creo que la crisis interna y externa hicieron caer el régimen de apartheid. Por lo tanto, además de la resistencia Palestina es necesario un boicot internacional hacia la política de colonialismo de asentamiento, de apartheid y de alineamiento con el sistema imperial estadounidense por parte de Israel.
Si bien la Sudáfrica del apartheid y también actuaba en consonancia durante la Guerra Fría con Estados Unidos por ejemplo al combatir Angola y Mozambique en sus movimientos de liberación nacional, para evitar que esto se convirtieran en países socialistas.
Esa es la principal diferencia con Israel porque este país se considera a sí mismo como parte extendida de Europa en Asia, como una punta de lanza para poder dominar esa región en total consonancia con Occidente Colectivo. Y porque Israel es un engranaje predilecto para generar un caos controlado en esa región con diferentes tentáculos sobre parte de África o incluso para colaborar en El dominio y en la puesta en práctica de la Doctrina Monroe en América Latina.
La diferencia es el apoyo sideral por parte de Estados Unidos y detrás de eso el apoyo de las potencias occidentales.
Cuando Argelia resistió frente a Francia no estaban coaligados de la misma manera, pero tanto la resistencia en Vietnam, en Cuba en la misma China que mencionamos, o en todos los movimientos de independencia de Asia y África, lograron de poner a sus colonizadores.
Me parece muy importante lo que hizo Sudáfrica al ser un país que comenzó con esa denuncia ante la corte Internacional de Justicia. Porque a nivel histórico Sudáfrica y gran parte de su población sufrió la colonización y posterior apartheid que es muy similar en varios aspectos a lo que sucede respecto de israelíes y palestinos, y por las relaciones de ese régimen sudafricano racista muy relacionado durante la Guerra Fría con Israel.
Creo que el Sur Global como se entiende a las potencias emergentes o que están resurgiendo y a sus instituciones que plantean una nueva arquitectura global, ya está teniendo y proponiendo un nuevo rol en las relaciones entre los países a nivel mundial. Y creo que al saber que hay un nuevo apoyo y una nueva mirada de otros países como pueden ser China y Rusia, pero también Brasil, la India, Turquía, Irán Indonesia o Arabia Saudita, se oponen al genocidio porque saben que es una demostración de poder de un poder hegemónico que está en declive y tratan de buscar por diferentes organismos internacionales la forma de frenarlo.
El caso aquí es que también debe doblegar esos lazos comerciales con Europa y también geopolíticos, y herramienta geopolítica estadounidense. La historia de la región como vos decís que planteé en mi libro anterior muestra que los palestinos llevan la resistencia en su ADN porque así lo han puesto en práctica en el último siglo. La diferencia más notable es que el ejército de Israel es un bastión del sistema imperial de Estados Unidos y la OTAN.
La Resistencia Palestina, pese a los dos años del bombardeo constante de Gaza, está más cohesionada que nunca en torno a Hamás, que cuenta además con el apoyo externo del Hizbulá libanés y del Ansarolá yemení. Sin embargo, la Autoridad Nacional Palestina está cada vez más cuestionada por su pueblo, por su colaboración con el gobierno y el ejército israelí ¿crees que la ANP sobrevivirá a este último capítulo del genocidio palestino?
En 2022, los diferentes movimientos palestinos firmaron en Argelia una declaración conjunta. Entre quienes estamparon su rúbrica estaban los dos principales movimientos: Hamás y Fatah. La idea de resistencia y de unidad palestina en las diferentes facciones y organizaciones está primando, más allá de si esto puede llegar a buen término. En Argelia hablaron de elecciones en un año y pusieron dos objetivos: el derecho al retorno de los refugiados y el establecimiento del Estado palestino independiente. Ambas organizaciones están buscando un acercamiento, aunque difieren en los hechos, en la manera de relacionarse y resistir a las incursiones israelíes. Esto es, en parte, porque son diferentes situaciones la de los colonos israelíes en Cisjordania y su forma de colonización allí, y la relación por la coordinación de la seguridad. Desde la Autoridad Nacional Palestina (ANP) manifestaron que esto cambiaría a partir de las más recientes matanzas de palestinos a manos israelíes en la ciudad palestina de Yenín.
Lo corroborado hasta aquí se complementa con la estrategia prominente para la llamada oficialmente “Judea y Samaria”. Nos referimos a una serie de carreteras, puestos de control, asentamientos habitados por colonos armados y preparados ideológicamente para cometer todo tipo de injusticias y abusos contra sus vecinos, y una presencia del ejército a todo nivel cotidiano, de un ocupante contra un pueblo impedido de ejercer su soberanía.
Esto se puede observar en el premiado documental No Other Land (2024) sobre la aldea de Masafer Yatta. Ahora bien, debemos matizar en un aspecto: los Acuerdos de Oslo buscaron, entre otros objetivos, no volver a sufrir intifadas —que sí ocurrieron—, y que la Autoridad Nacional Palestina también se encargara de ser una policía de control complementaria palestina, pero de su población más belicosa o revolucionaria.
Si bien podemos evidenciar errores políticos palestinos en Oslo y hacia acá en el tiempo, no debemos soslayar en simultáneo, ni menos aún minusvalorar, la salvedad de la opresión sistemática israelí hacia el conjunto del pueblo de Palestina. En Oslo, los políticos israelíes manifestaron que lo que estaban ofreciendo era menos que un Estado y que los palestinos mantendrían el control de la seguridad en el Valle del Jordán. Dicho de otra manera, ni autodeterminación, ni soberanía ni Estado, sino una solución de un Estado y múltiples bantustanes.
La policía palestina creció de manera exponencial, y hasta paradojal, porque se pretende que asista al Shin Bet (servicio de seguridad israelí) en perjuicio de su propia población. La franja costera es un reducto inexpugnable. Los Qassam lanzados por la organización Hamás son justificación israelí para demoler y encarcelar a la población de Gaza. Es evidente la destrucción emprendida por uno de los ejércitos tecnológicamente más avanzados, y que comercia armas con la etiqueta de «probadas en el terreno», o sea, en los cuerpos palestinos y las cuales destruyeron todo aquello que los cobijaba. Esto puede observarse en el documental Gaza (2017) dirigido por Carles Bover y Julio Pérez, ganador del premio Goya de 2018, o en otro como Nacido en Gaza (2014), dirigido por el argentino Hernán Zin.
La hasbara, el aparato de difusión que busca defender las políticas israelíes hacia los palestinos, más la declaración de la IHRA en cuanto a su definición de antisemitismo, buscan bloquear cualquier intento de movimientos o campañas como el BDS. Este movimiento, inspirado en el caso sudafricano, tiene el fin de impedir acciones en el extranjero a las empresas, las universidades y otras instituciones israelíes, mientras Tel Aviv siga manteniendo sus colonias de asentamiento y niegue a todos sus habitantes los mismos derechos.
La propaganda internacional intenta ocultar diversas prácticas israelíes; esto puede ejemplificarse con las ventas de armas a países de África. Israel se transformó en el mayor exportador per cápita de armas del mundo, en compañía con sus pares estadounidenses. Las invasiones a Gaza tienen como trasfondo la venta de drones o misiles y tecnología militar y en el genocidio además incorporó la Inteligencia Artificial (IA). También se incluye la colaboración israelí en la planificación de la devastación de cualquier Estado que compita por una hegemonía propia en la zona, como sucedió en los casos de Irak y Siria. Mientras tanto, el caso de Irán difiere porque, además de rodearlo de bases, sus Estados fronterizos, Irak y Afganistán, fueron invadidos. Para apoyar esta tesitura, esto se ratifica por lo que en términos de Brzezinski, la alineación de Irán con Rusia y China debiera ser evitada por las potencias occidentales, ya que se complementarían en un poder simbólico, de recursos y de geografías difícil de equiparar. Irán se trataría del eslabón más débil de ese triángulo. Mientras intenta someter a todo tipo de resistencia palestina.
En amplias zonas del mundo, como está sucediendo en el Sahel, está aumentando la influencia china y rusa, en detrimento de las antiguas potencias occidentales, ¿en Oriente Medio, como en Irak o Afganistán, también es previsible que se reduzca el influjo del imperio americano, o todavía tiene, como en Siria, bazas para conservar su hegemonía, a través de aliados como Turquía? ¿y en América Latina, también es posible que cambie el tablero geopolítico, y se incline más hacia la cooperación con China y Rusia?
Sin duda alguna hay una nueva arquitectura mundial. Pero hay que aclarar que es una transición hegemónica donde Estados Unidos y sus aliados, los cuáles componen el sistema imperial, me refiero a la Unión Europea y sobre todo a la OTAN, más Corea del Sur, Japón Filipinas, Australia, Canadá que están en un declive relativo en varios aspectos económicos y de poderío mundial. Entonces se presenta un nuevo escenario donde las potencias emergentes con los BRICS a la cabeza, con una serie de instituciones como la Organización de Cooperación de Shanghái, están en una búsqueda de un nuevo reparto en el poder mundial. La cuestión que se dirime entonces es cómo se van a plantar las potencias de segundo orden que mencionamos de Asia central, de la misma del mismo centro de Afroeurasia también llamado Medio Oriente, de América Latina o de África.
La presión geopolítica se contrapone al desarrollo geoeconómico chino, el acople ruso, y el pivote iraní en Asia Occidental. Mientras los debates transcurren acerca de la Guerra Global Híbrida Situada (GGHS), en curso, los países en Asia Occidental se realinean y acercan a este nuevo eje. Así se observa cómo la arquitectura del mundo organizado por Estados Unidos desde 1945 se continúa erosionando y resquebrajando.
No obstante, el equilibrio de estas acciones también estará signado por las formas de resistencia (como la palestina, libanesa o yemení) o rebeliones populares —socialistas o no, de diferente cuño— que puedan suceder en las regiones analizadas. Algo a destacar es que el mosaico asiático y euroasiático adquiere cada vez mayor relevancia en el tablero mundial.
Como explico en mi libro, esa región detenta alrededor del 50 % de las reservas mundiales probadas de petróleo y un 43 % del gas natural del planeta, y es fundamental por su proximidad a China y Rusia. Nuclea pasos centrales para el comercio internacional y sus transportes. Además, el estrecho de Ormuz en el Golfo Pérsico, el canal de Suez y el estrecho de Bab el-Mandeb, más los estrechos turcos, de Dardanelos y el Bósforo, implican puntos de estrangulamiento marítimos. El gas y el petróleo, la venta de armas, y las guerras e invasiones militares han estado entrelazadas en esta región, debido a dos factores principales, también entretejidos: su posición en el llamado Rimland cercano a Rusia, China y Europa, y a situarse esas regiones energéticas de los países mayores exportadores de hidrocarburos.
La guerra en Gaza y en el centro de Afroeurasia, más bien el genocidio de los gazatíes, y las guerras e incursiones de Israel con el apoyo irrestricto de Estados Unidos en Yemen, Líbano, Iraq, Irán, Siria y Sudán, se inscriben en una historia común de beligerancia colonial y resistencia revolucionaria anticolonial. En Asia Occidental se desenvuelve una geopolítica del genocidio porque Israel es un instrumento de las potencias occidentales en esa región, donde busca expandir esa injerencia y continuarla. Pero en esta oportunidad ha sobrepasado varios límites. Por ese motivo, no debe escindirse la situación en la región de los países que permiten, sostienen y financian el genocidio en curso en Gaza.
En el caso particular de América Latina lo que sucede es que hay un crecimiento exponencial y la influencia económica China que va a ser difícil de retrotraer porque además Estados Unidos no tiene una contrapartida que ofrecer para reemplazarla. Por lo cual lo que está haciendo ahora es tratar de intensificar los intentos y estrategias de dominación a través de gobiernos afines como la actual en Argentina y la presión diplomática y militar junto a La retórica contra países como Venezuela y Colombia y en diferente medida contra una superpotencia regional como lo es Brasil.
Ese avance de China ya se ve reflejado como mayor socio comercial de muchos de los países la cuestión es que el influjo cultural y las élites de la región se mantienen a nivel ideológico más cercanas a una las potencias occidentales.
Igualmente son visibles los cambios en las demás partes del mundo y ya se considera nuevamente tanto a Rusia como a China y a sus estrategias para establecer una nueva forma de relaciones a nivel mundial como algo factible.
Eso se ve con mayor resistencia por parte de la ultraderecha que en algunos sectores de la región crecieron. Pero que en realidad son una continuidad más exacerbada de las políticas más conservadoras y más antisoberanas como son la alineación acrítica a Estados Unidos.
Las amenazas que está despilfarrando la administración Trump sobre Venezuela o Nigeria demuestran cada vez más sin tapujos cuál es la idiosincrasia de la política exterior estadounidense imperialista y de un capitalismo en una etapa más desaforada. La búsqueda de recursos y asegurárselos como los que están en las regiones pretendidas desde el litio, el agua potable, las tierras raras, los minerales, el gas, el petróleo y lo que no es menor la colonización mental e intelectual de las poblaciones son las que pueden marcar un cambio. Aunque no se puede avizorar cuando se produciría.
Dedicas un apartado a “La influencia sionista en América Latina a través de Estados Unidos” donde señalas también que Israel entrenó y vendió armas a fuerzas militares de varias dictaduras latinoamericanas, y en la actualidad tienen estrechos vínculos con gobiernos de ultraderecha como el de Javier Milei en Argentina, ¿cómo es de largo el brazo del sionismo en el continente sudamericano?
Trump, la administración estadounidense o sea el complejo militar industrial y de thinks tanks es el titiritero de Milei y de Netanyahu. Lo que está haciendo Israel en esa región cercana a China y Rusia, Milei lo está haciendo, sin esa violencia ilimitada, en Nuestra América para aislarnos de Brasil. Y también ahora en las Malvinas con la connivencia de este gobierno apátrida y entreguista, permite que una empresa israelí explote el petróleo en las Malvinas. O sea que el colonialismo sigue existiendo. Y también están las mentes colonizadas y el colonialismo y la geopolítica del conocimiento. Milei y Netayahu son marionetas del establishment estadounidense. La diferencia es que Israel está provocando el mayor infanticidio del siglo XXI. Masacrando, según diferentes calculos exponenciales, a más de 680.000 personas.
El lobby sionista está acoplado a los intereses anglosajones. En primer término con los Estados Unidos y en segundo, con Gran Bretaña. Y eso se puede ver en relación a cómo apoya las medidas neoliberales que surgen de Washington. Esto claramente se acentúa cuando en América Latina gobiernan la ultraderecha.
Entonces, en el caso de Milei es un cómplice del genocidio ya que ejerce su apoyo a nivel público que podría extenderse en otros aspectos, y plantea un apoyo ciego a la política exterior estadounidense e israelí que conlleva el dispositivo de fuerza y consentimiento estadounidense, la forma de doblegar o presionar aliados, y el entramado militar junto con su narrativa hegemónica están puestos en cuestionamiento porque ya no tiene el sostén financiero y económico de mediados del siglo XX.
Te detienes especialmente en “el infanticidio generalizado de un territorio donde la mitad son niños que explica la deshumanización y la intensidad de la violencia israelí.” ¿Este nivel de brutalidad, bombardeando escuelas, guarderías y hospitales, atacando especialmente a la infancia y a las mujeres, obedece a una intención de Israel de cambiar la demografía en Palestina?
El actual genocidio es perpetrado ante los ojos del mundo, en un contexto internacional en la que la situación actual en Palestina se evidencia en un dato no menor. El nivel de desigualdad en todo el mundo no tiene precedentes. El uno por ciento de la humanidad controla el 52 % de la riqueza del mundo y el 20 % de la humanidad controla el 95 %, mientras que el 80 % restante tiene que conformarse con solo el cinco por ciento de esa riqueza. Así como esos números retratan y sintetizan el contexto mundial, Gaza es el epítome de esa desigualdad tan violenta y practicada con la muerte directa.
La manera en que se desenvuelve este genocidio tiene que ver con el aspecto demográfico, pero no es la única arista que lo explica. El nivel de odio y violencia que se fue gestando en la sociedad de israelí, una especie de Estados Unidos en miniatura, donde la guerra, la violencia, y los desarrollos económicos y tecnológicos o universitarios que acompañan a su mini complejo militar industrial, también son parte de la explicación.
Verse a sí mismos como parte de Occidente que y que tienen un rol de punta de lanza occidental en Asia, e incluso en alguna medida ser una parte de esa población descendiente de haber sufrido un genocidio son características que envuelven y contextualizan el actual genocidio que están cometiendo.
Este genocidio sigue una larga lista de matanzas de los países occidentales en regiones conquistadas donde creían tener una supremacía moral o racial que aquí también está presente en una forma de racismo estructural.
Por eso creo que es una continuidad del colonialismo Occidental, un brazo del imperialismo estadounidense en la región, y la fase más acentuada de un capitalismo de aniquilación de una población que percibe como excedente y como competidora de su territorio.
Pero eso sería únicamente en el caso de del genocidio palestino al que habría que agregar la intención también de amedrentar o atacar la población de países como Líbano, Siria, Irak, Irán y Afganistán lo cual denota ese nivel de violencia materializado en una zona de alta conflictividad que parecería a sus ojos camuflarlo.
Sin embargo, en este caso en particular tiene una lógica que difiere que ha ido avanzando con un colonialismo tardío de asentamiento, acoplado totalmente al imperialismo estadounidense y que busca como lo hizo desde que fue creado desunir una potencial alianza del mundo árabe, y de los pueblos del sur Global en general. Por eso es que Palestina se transforma a nivel simbólico en la causa del Sur Global porque representa la lucha asimétrica contra los países más poderosos que buscan su desposesión.
Por último, quería preguntarte por el tratamiento mediático que se está dando al genocidio palestino. En muchos países de Europa el apoyo al pueblo palestino está siendo perseguido, incluso en el Parlamento Europeo se ha prohibido el uso de cualquier símbolo pro-palestino. Por otra parte, en Gaza se ha prohibido el acceso a la prensa occidental, mientras los periodistas locales han sido asesinados por centenares. ¿Crees que se debe insistir en el combate por el relato, aunque sea desde la humilde trinchera de la prensa alternativa, que cada uno de nosotros debe poner su grano de arena para denunciar este genocidio?
Creo que la mayor razón por la cual un hay una indignación mundial porque cada vez más se están cayendo las máscaras que disfrazan el régimen violento tanto israelí como su soporte principal estadounidense y sus aliados de las principales potencias europeas como Alemania, Reino Unido, Francia e Italia. Ese sostén diplomático financiero político y narrativo, creo que está cambiando en cuanto al relato porque la gente está viendo en vivo y directo un genocidio que incluye formas de matar de inanición, además de acribillar a diario a mujeres y niños durante dos años. Aunque esto sigue un corolario que viene al menos desde la creación de Israel en 1948 luego de la posesión británica de esa tierra habitada por palestinos, y luego de que en los 60 Estados Unidos tomase las riendas de ese país.
Se está difundiendo más que antes la visión del sur global o de los mismos palestinos acerca de lo que fueron las colonizaciones de los últimos cinco siglos en el mundo y que en este caso continúa con el colonialismo de asentamiento por parte de los israelíes sobre los palestinos y sobre otros países de la región como Líbano y Siria.
Esto quiere decir que debe prestarse atención a cómo impacten las diferentes protestas populares en las tomas de decisiones de los gobiernos. Por ejemplo, las diferentes huelgas que vienen sucediendo en los puertos de Italia que luego derivaron una huelga general por Palestina y los derechos de los gazatíes que están sufriendo un genocidio como explicamos en nuestro libro “La geopolítica del genocidio en Gaza”.
Y si esto deriva en embargos de armas y de envío o compra de productos a Israel, o, por ejemplo, en quitarles los beneficios a Israel que los tiene casi como un socio extra de la Unión europea, así como también de la OTAN.
Y eso puede verse en la posible suspensión de la selección israelí de fútbol y de la participación de sus equipos en los campeonatos de la UEFA. Eso, aunque parece que no se va a producir, se ha puesto en discusión, pero lo frena Estados Unidos. Puede verse en consonancia con lo que fue el boicot, desinversiones y sanciones hacia la Sudáfrica del apartheid que podría tener implicancias con respecto al régimen israelí.
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