Foto: Khalida al salir en libertad de una cárcel israelí en 2016. Actualmente ha vuelto a ser encarcelada por la ocupación. Foto: Facebook
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Muchas personas le fueron con el cuento al padre de Khalida: “Es mejor que te hagas cargo de la situación antes de que sea demasiado tarde, Kana’an… ¡Varios hombres llevan a tu hija a hombros y corean consignas en las manifestaciones!”
En la sociedad árabe en general y en particular en una ciudad conservadora como Nablus este tipo de actos pueden estar sometidos al escrutinio público y se puede considerar indecente a una mujer joven a la que llevan a hombros unos hombres que no son parientes consanguíneos. El padre de Khalida, que es propietario de una tienda de juguetes en la que se gana la vida para mantener a su familia compuesta por su mujer y ocho hijos, tuvo que vencer esos tabúes cuando le informaban de la participación de su hija en actos políticos contra la ocupación israelí.
Khalida nació en febrero de 1963 en Nablus, a la que las personas del lugar llaman “Jabal an-Nar”, literalmente, “la montaña de fuego”. Khalida pertenece a la primera generación que nació de refugiados palestinos después de la Nakba (catástrofe) del pueblo palestino en 1948 (1), ya que su familia fue obligada a marcharse de la ciudad ocupada de Bisan.
Khalida es una mujer tranquila y equilibrada. Se la puede describir como radical en sus posturas y perspicaz en sus puntos de vista, como se ha visto por su participación en ámbitos y actividades relacionadas con las preocupaciones de su pueblo. No es fácil provocarla y responde a afirmaciones absurdas e irracionales con una sonrisa y una respuesta convincente y rotunda. Khalida no solo es miembro del Consejo Legislativo Palestino (CLP, el Parlamento palestino), sino también esposa, madre, compañera, amiga y hermana. También es un “tótem para todas aquellas personas que están solas”, como la describen las personas angustiadas que acuden a su despacho en busca de ayuda.
Foto: Khalida cuando participaba en la compañía Dabke en la Universidadt Birzeit. Fuente: su familia.
Actualmente Khalida Jarrar es considerada una de las figuras políticas y sociales palestinas más destacadas. Tiene un máster en Democracia y Derechos Humanos, y fue directora de la Asociación Addameer de apoyo a los presos y defensa de los derechos humanos de 1994 a 2006. En 2006 fue elegida miembro del CLP y nombrada responsable del comité de presos. Posteriormente fue nombrada vicepresidenta de la Junta Directiva de Addameer y miembro del Comité Nacional Superior encargado del seguimiento de la adhesión de Palestina a la Corte Penal Internacional.
El compromiso de Khalida con Palestina proviene del amor de su familia por su país, en particular de su madre y su tío, Qadri Hannoud, que también luchó por la libertad. Qadri es uno de los fundadores del Movimiento Nacionalista Árabe y fue detenido y después deportado a Jordania. Khalida tuvo una relación especial con su tío antes de que fuera detenido y deportado. Recuerda el tiempo que pasó con él, especialmente cómo la cuidó cuando a Khalida se le derramó una taza de té y se quemó el cuello. El incidente y la quemadura se convirtieron en un signo irrefutable del lazo que los une, de su estrecha relación y de la importante influencia que él tuvo sobre Khalida a la hora de emprender el mismo camino que él.
Khalida ha luchado la mayor parte de su vida contra la potencia ocupante. Fue detenida por primera vez el Día de la Mujer Trabajadora de 1989. Contó más tarde los detalles, cómo se libró de ser detenida por un soldado israelí durante la manifestación solo para ver a otro soldado israelí acosar a su hermana menor, de modo que Khalida no pudo menos que tratar de rescatar a su hermana, con lo que acabaron las dos y una tercera hermana, Nihaya, detenidas por los soldados de la ocupación. Mientras el mundo entero conmemoraba el Día Internacional de la Mujer, la familia de Khalida, la familia Ratrout, tuvo que hacer frente a la detención de tres de las hijas, a la que siguió la detención de dos hermanos, Khalid y Tareq.
Esta fue la primera detención que sufrió Khalida, pero hubo tres más. Actualmente Khalida está presa en la cárcel de Damon, que anteriormente había sido un establo de animales. Está encarcelada en espera de que se celebre un juicio militar desde finales de octubre de 2019, cuando fue secuestrada de su casa solo ocho meses después de haber sido puesta en libertad tras veinte meses de detención administrativa, es decir, estar encarcelada sin haber sido juzgada ni acusada de nada.
En aquella fecha los soldados israelíes irrumpieron su casa (hay que señalar que Khalida vive con su marido, Ghassan Jarrar, y su hija, Suha, en una casa cerca del Cuartel General de la Presidencia y Seguridad Palestina en Al-Bireh, mientras que su hija mayor Yafa vive fuera de Palestina) y se la llevaron al Centro de Detención Militar de Ofer donde la registraron e interrogaron. Posteriormente la llevaron en un “bosta” (un vehículo destinado al traslado de presos políticos) a la cárcel de Hasharon en unas condiciones muy duras. Ahí estuvo casi tres días antes de ser trasladada al centro de interrogatorios de Moskobiyeh donde fue sometida a un duro interrogatorio. Después la volvieron a llevar a la cárcel de Hasharon y luego a la de Damon. Todos esos traslados se hicieron en el tristemente célebre vehículo “bosta” y en ellos se le denegó la asistencia médica y poder ir al baño.
Foto: Libre a pesar de la cárcel.
Las autoridades de la ocupación acusaron a Khalida de desempeñar un cargo en el Frente Popular para la Liberación de Palestina, una organización ilegal según las órdenes militares, lo mismo que todos los principales partidos políticos palestinos. Además, según la ilegítima e injusta acusación, desde principios de 2014 hasta la fecha de su detención Khalida había sido responsable de las cuestiones políticas de la relación con las instituciones palestinas que representaban al Frente Popular. En otras palabras, fue llevada ante un tribunal militar por su actividad política.
Hay que señalar que en 2015 Khalida había sido juzgada por el mismo cargo, lo que supone una violación flagrante del principio jurídico reconocido internacionalmente según el cual una misma persona no puede ser juzgada dos veces por la misma acusación.
La ocupación tiene miedo del pensamiento
Según explica Ghassan, el compañero de Khalida, la ocupación sigue utilizando una y otra vez la misma excusa para detener y acusar a Khalida, esto es, pertenecer a un organización política “ilegal”, el Frente Popular para la Liberación de Palestina.
Al recordar las actas de una audiencia judicial celebrada en 2015, Ghassan afirmó que su abogado estaba indignado por la detención de Khalida porque no había una verdadera razón para detenerla. En aquel juicio quedó en evidencia la derrota de la fiscalía cuando el fiscal militar gritó que el peligro de Khalida radicaba en la influencia que posee. “Las injustas maniobras de la acusación de las que fui testigo aquel día confirman que la ocupación tiene miedo de la ideología y del mero pensamiento, y Khalida es un ejemplo de ello”, afirmó. Ghassan continuó con un timbre de amor y de nostalgia en la voz: “Khalida es fascinante, atractiva y compleja, una mujer que representa a la vez el pensamiento, la pasión, la emoción y la conciencia. Es una política enamorada de su país, defensora de las personas desfavorecidas y oprimidas. Es una persona sabia, que puede valorar y sopesar cada situación individualmente ya que su despacho está siempre abierto a las y los ciudadanos de todas las facciones políticas y clases sociales. Al mismo tiempo Khalida es hermosa y bondadosa como madre y esposa. La echamos de menos, pero sentimos que está con nosotros todo el tiempo ya que solo ella es capaz de mantener a esta familia unida”.
Foto: Khalida y su marido Ghassan el día que se graduaron en la Universidad Birzeit. Foto familiar.
Ghassan expresa de forma rotunda su amor por su mujer, que es evidente cuando habla de ella, como cuando dice: “Khalida es todo para mí…es el aire que respiro”.
¡Si no fuera por los programas de radio…!
“No sabemos nada de mi madre debido a la suspensión de todas las visitas y juicios a principios de marzo de 2020. Estamos muy preocupados por ella ya que se ha suspendido toda forma de comunicarnos, excepto el envío de nuestros saludos por medio de la radio”, afirmó Suha, la hija de Khalida. Además, la situación empeoró especialmente después de que los servicios de inteligencia de la ocupación hicieran pública la decisión de prohibir a tres presas, entre ellas Khalida, llamar por teléfono a sus familias después de que se suspendieran las visitas a la cárcel debido a la pandemia de COVID -19, lo que ha supuesto un endurecimiento de las medidas punitivas contra Khalida y su familia.
Suha continúa hablando de lo preocupados que están por su madre, que padece enfermedades crónicas, incluido un infarto de los tejidos cerebrales debido a la hipoglucemia, coágulos vasculares y colesterol alto. “Mi madre necesita chequeos. Necesita medicación anticoagulante que hay que controlar regularmente ya que una sobredosis o una dosis menor pueden provocarle graves problemas. Una sobredosis puede provocar hemorragias internas y una dosis menor puede provocar coágulos de sangre que pueden acabar en una apoplejía, especialmente porque ha tenido esos coágulos y sobrevivió a dos apoplejías en el pasado”, afirmó. “Estamos muy preocupados debido al brote actual de coronavirus y la información de la que disponemos, que es que se han suspendido todas la visitas médicas. Así que esperamos y mi padre, que sufre terriblemente por ella, y yo nos preguntamos constantemente si le están dando su medicación regularmente, si dispone de mascarillas, guantes o productos desinfectantes, si los tiene la cárcel en la que se encuentra, sabiendo que la cárcel de Damon, como todas las cárceles israelíes, carece de lo mínimo para tener una vida sana”.
Suha añade: “Se ha hablado mucho de que las autoridades penitenciarias proporcionan cantidades muy pequeñas de blanqueador de cloro pero, para empezar, el blanqueador no es un esterilizador seguro. Es una sustancia venenosa que irrita la piel y los pulmones, y puede provocar una tos constante. Temo que el cuerpo de mi madre, que ha sufrido dos accidentes cerebrovasculares, no pueda sobrevivir en esas condiciones y en medio de una grave pandemia como es la de coronavirus”.
Khalida es como una madre para las 42 mujeres palestinas presas
Suha afirma a continuación: “Cuando yo era pequeña detuvieron a mi padre. Pasó siete años en detención administrativa. Tuve que aprender desde muy pequeña qué significaban esas palabras. Mi hermana y yo tuvimos que escuchar a escondidas para entender qué le ocurría. Fue muy doloroso saber que le habían torturado. Nos afectó directamente e indirectamente, estoy segura. Cuando quedó en libertad pensamos que eramos inmunes a las detenciones y todo lo que conllevan, hasta que detuvieron a mi madre. Su encarcelamiento es un dolor que pesa en nuestros corazones más que ningún otro. Me di cuenta de que no soy la mujer madura y fuerte que es capaz de asimilar el dolor o la investigadora en derecho y abogada internacional que creía estar protegida por un mecanismo para controlar el dolor. De hecho, me di cuenta de que no era más que un ser humano y de que me pueden herir una y otra vez, especialmente cuando encarcelan reiteradamente a mi madre. Sin embargo, dentro de toda esta mezcla de emociones me reconforta saber que mi madre se ha convertido en una madre para las otras 42 presas políticas que comparten su suerte en las cárceles israelíes”.
Las fuerzas de ocupación han acosado a Khalida Jarrar durante toda su vida, incluso la condenaron a trasladarse obligatoriamente a Jericó (que según los Acuerdos de Oslo se considera Zona “A”)(2) antes de su segunda detención en 2014. El traslado se hizo bajo el pretexto de un expediente secreto, el mismo tipo de documento de los servicios de inteligencia que se utiliza para ordenar la detención administrativa, esto es, el encarcelamiento sin cargos ni juicio. Khalida y su familia protestaron por medio de una sentada durante todo el día todos los días de la semana durante un mes en el edificio del CLP . Se canceló la orden de traslado, pero entonces Khalida fue atacada por aquella victoria y encarcelada 15 meses. Además, tiene prohibido viajar desde 1998 hasta el día de hoy como represalia por haber participado en París en las reuniones preparatorias de la Declaración Universal para la Protección de los Defensores de los Derechos Humanos.
“Tu comida favorita está preparada, todos esperamos que vuelvas”, dice su madre
Nihaya, la hermana de Khalida, dice sobre sus recuerdos de ella: “Recuerdo sobre todo que Khalida siempre estaba o bien leyendo o inmersa en su trabajo voluntario y activa en los sindicatos de estudiantes. De niña le gustaba leer sobre la historia de Palestina y novelas relacionadas con ello. Lo que más le gustaba era la literatura de Ghassan Kanafani” (3). Su hermana continúa: “Khalida es apasionada, generosa y una dirigente influyente en su comunidad. Además, Khalida rompió las costumbres sociales y rechazó nuestras anticuadas tradiciones familiares. Por ejemplo, cuando se casó se negó a aceptar una dote de más de un dinar jordano, de modo que estableció así una nueva tradición que iban a seguir el resto de las mujeres de la familia. Cada etapa de su vida es una historia en sí misma. Siempre le ha dado un enfoque diferente en busca de desarrollo y progreso, incluso entre nosotros. Se casó con su amigo y compañero desde la época de la universidad después de vivir una gran historia de amor. El amor que sienten el uno por el otro y el apoyo que se prestan mutuamente siguió siendo fuerte a pesar de las dificultades de su vida y de las muchas detenciones y separaciones”.
Foto familiar de Khalida, Ghassan y sus hijas, Yafa y Suha.
Por último, pero no menos importante, la madre de Khalida, de 80 años, que también milita desde joven en la Unión de Comités de Mujeres Palestinas, señaló lo orgullosa que está de Khalida. Admite abiertamente a sus otros hijos que siente predilección por ella: “Está Khalida y están los demás”, afirma. “Mi hija se despierta cada mañana con el convencimiento de que tiene que hacer algo en este mundo y trata afanosamente de hacerlo. Así es como la he educado y seguiré estando orgullosa de ella mientras viva. Querida hija, te echamos de menos, tu comida favorita está preparada, todos esperamos que vuelvas”.
Notas:
(1) La Nakba palestina se produjo en 1948 cuando más de 700.000 personas palestinas, aproximadamente la mitad de la población palestina de aquel momento, fue expulsada u obligada a marcharse de sus hogares por grupos terroristas israelíes .
(2) Según los Acuerdos de Oslo firmados con Israel en 1993, se dividió Cisjordania y la Franja de Gaza en tres zonas diferentes (A, B y C), que están sujetas a leyes diferentes en términos de control. La ciudad de Jericó está situada en la Zona “A”, lo que significa que supuestamente está bajo el control pleno de la Autoridad Palestina. Sin embargo, en la práctica está Zona está bajo ocupación, lo mismo que el resto de la tierra palestina mencionada, excepto que la ocupación israelí no ha asumido sus responsabilidades como potencia ocupante en lo que se refiere a cuestiones civiles como son la salud, la educación y el bienestar social.
(3) Ghassan Kanafani (1936-1972) fue un escritor y político palestino. Fue cofundador del Frente Popular para la Liberación de Palestina y redactor jefe de el diario al-Hadaf. Véase “Ghassan Kanafani: escritor y periodista revolucionario” (N. de la t.).
Hind Shraydeh es una escritora y defensora de los derechos humanos originaria de Jerusalén, Palestina. Está casada con Ubai Aboudi, el director del Centro Bisan y escritor e investigador palestino, actualmente encarcelado. Para apoyar la campaña por su puesta en libertad, véase Scientists for Palestine o escúchese la reciente charla on line de Hind y sigan los pasos descritos en ella.
Este artículo se publicó originalmente en árabe en Hadf News. Agradecemos a Jamileh Abed su traducción al inglés.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.