Antes de contestar a las preguntas, queríamos comenzar dando las gracias a DIAGONAL por la iniciativa y a los lectores por las preguntas que han enviado, que son muy interesantes. En su respuesta hemos participado todo el Grupo Pandora, por lo que podemos decir que respondemos como colectivo. Demancy: En la reciente presentación de vuestros […]
Antes de contestar a las preguntas, queríamos comenzar dando las gracias a DIAGONAL por la iniciativa y a los lectores por las preguntas que han enviado, que son muy interesantes. En su respuesta hemos participado todo el Grupo Pandora, por lo que podemos decir que respondemos como colectivo.
Demancy: En la reciente presentación de vuestros nuevos libros de texto Carlos Fernández Liria hizo una interesante reflexión sobre cómo acaban unos profesores de filosofía que denuncian las asignaturas de Educación para la Ciudadanía haciendo libros de texto para éstas. Creo que sería interesante que resumieses aquí ese, en principio, contradictorio recorrido.
También me pareció muy importante la aportación de un profesor que ya usaba -con bastante éxito, según decía- uno de estos libros en sus clases. Para resumirla y formularla como pregunta diría algo así: ¿La neutralidad enseña? ¿Es posible enseñar filosofía y conceptos como ciudadanía desde un punto de vista determinado, como lo hacéis vosotros aunando ilustración y marxismo? Mucha suerte y gracias.
Grupo Pandora: Efectivamente nosotros mismos tuvimos un problema a la hora de, tras habernos posicionado frontalmente en contra de la asignatura, acabar escribiendo un libro de texto para la misma. Lo cierto, sin embargo, es que tanto lo uno como lo otro responde a las mismas razones, de modo que la paradoja es sólo aparente. Hay que entender que nuestra oposición a la asignatura consistía en pensar que ésta iba a convertirse en un pastiche de adoctrinamiento en valores políticamente correctos, que formara a una ciudadanía ñoña y mansa, donde no tuviera cabida la filosofía. Y , efectivamente, es eso en lo que se ha convertido la asignatura, y no hay más que ver los manuales que han salido, auténticamente surrealistas: hay manuales, por ejemplo, que enseñan que las amistades son buenas si los amigos son buenos, pero malas si los amigos son malas.
Frente a esta asignatura, la oposición de la derecha fue de lo más hipócrita, puesto que su propuesta es «otro» adoctrinamiento en valores, sólo que no políticamente correctos sino políticamente terroristas. Les molestaba perder el monopolio del adoctrinamiento, puesto que no les incomoda nada que sea Rouco Varela el que tutele a sus hijos. Últimamente se les ha ocurrido proponer una «formación para el espíritu empresarial», dando buena cuenta de su preferencia por un determinado tipo de sociedad, que nada tiene que ver con la democracia ni el estado de derecho, ni el ejercicio de la ciudadanía. Nuestra oposición evidentemente no podía tener cabida en esta alternativa entre lo malo y lo peor. Nuestra posición entonces y ahora es la misma: un elemento indispensable en la formación de cualquier ciudadanía que merezca tal nombre, y que por lo tanto sea una ciudadanía mayor de edad, capaz de pensar por sí misma, al margen y/o contra las creencias de la tribu, de la tradición, de lo que digan los padres, los profesores, los partidos, las empresas, etc., es la filosofía.
Frente a la educación para la ciudadanía nuestra propuesta no es nada nueva, no hemos descubierto el mediterráneo, pues es la respuesta de Platón, Kant o Marx: nuestra propuesta es «filosofía», «derecho de la ciudadanía a la filosofía». Por lo tanto nos hemos tomado la oportunidad de hacer este libro de texto como una ocasión para reintroducir la filosofía en los planes de estudio, para facilitar una primera toma de contacto con la filosofía, y permitir a los profesores que no se sienten cómodos enseñando a los niños a ser buenos y a cruzar por los pasos de cebra tener un material alternativo con el que trabajar.
La decisión es coherente con nuestra postura inicial. Nos opusimos como nadie a la Educación para la Ciudadanía entre otras cosas porque suponía una pérdida de horas y de contenidos para el área de filosofía. Pero, una vez que la asignatura está ahí, es un absurdo -y en cierto modo un suicidio- para los departamentos de Filosofía el negar su existencia y hacer como que la cosa no va con ellos. Ahora se impone todo lo contrario: rescatar esa asignatura, dotarla de verdaderos contenidos, aprovechando para extender la presencia de la filosofía en las enseñanzas medias. Lo importante es que los departamentos de Filosofía tiendan a crecer, no que ellos mismos se corten las alas. Por eso, hemos ideado una serie de recursos para convertir la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que se imparte en 2º y 3º de la ESO, en un primer contacto con la Filosofía. Creemos haber logrado -gracias también, por supuesto, a las ilustraciones de Miguel Brieva– una máxima claridad, pero sin perder ni un ápice de seriedad. A otro nivel, hemos intentado lo mismo para las asignaturas de 4º de la ESO y de 1º de bachillerato.
En cuanto a la segunda pregunta, lo cierto es que estamos muy contentos con la experiencia que las y los profesores van teniendo con los libros. El resultado es siempre muy parecido: los alumnos discuten, participan, la realidad entra al aula, y al final se genera un efecto por el cual un alumno joven se ve a sí mismo hablando de lo que ha visto en la tele y usando argumentos de Platón. Creemos que no hay mejor manera de entender lo que te rodea, y que asimismo no hay mejor manera de entender lo que dijo Platón. La idea no es que los profesores de filosofía vayamos a «sacar a los alumnos de la caverna», puesto que de ahí sólo puede salir uno mismo. La idea de los libros, nuestra intención, como la de Platón, es poner sobre la mesa que nadie puede estar seguro de estar fuera de la caverna, y que por lo tanto hace falta algún criterio para discernir, hace falta la razón. Y eso, la razón, es lo que intentamos que descubran los alumnos. No hay otra manera posible de ser «imparcial».
Ahora bien, dicho eso, también es verdad que no es lo mismo ser imparcial que ser neutral. La verdad nunca es neutral. Creerte que estás siendo neutral por no parecer políticamente comprometido simplemente te hace parcial y cómplice de lo real y de las ideas dominantes, que no sólo son muy parciales, y muy poco neutrales, sino absolutamente falsas y peligrosas. Un libro que diga que vivimos en democracia, que tenemos que votar cada cuatro años y que ese es el mejor de los mundos posibles y el colmo del buen rollo no es neutral aunque lo intente, es más bien una basura teórica vendida a los poderosos. De todos modos, si algún efecto generan los libros, como decimos, es que permiten a los alumnos pensar, discutir, adquirir un criterio propio y sospechar que pensar por uno mismo puede implicar no coincidir con las ideas dominantes.
Nuestra oposición a la asignatura consistía en pensar que ésta iba a convertirse en un pastiche de adoctrinamiento en valores políticamente correctos
Marien: Valoro mucho de vuestro libro el compromiso con la búsqueda de la educación en la mirada crítica de las personas vinculadas a las instituciones educativas, sean los niños y niñas, adolescentes y también profesoras, madres y padres. Mi pregunta/comentario es…¿Cómo creéis que esta educación en la ciudadanía afecta a la re-formulización aprendida durante muchos años en lo que se refiere a participación política, empoderamiento, construcciones sociales en cuanto a lo bueno-malo? Si me explico mejor, cómo una «asignatura» que pone en cuestión todo lo que recibimos masivamente por todos los demás medios (familiares, locales, mediáticos) fomenta la revisión personal, y qué medios sienten que tienen para ello? ¡Muchas gracias a vosotros y a todo el equipo Diagonal por la oportunidad brindada!
G.P.: Bueno, como hemos dicho al hilo de la pregunta anterior, la tarea de la filosofía siempre ha sido y es necesariamente crítica. Eso implica que la filosofía nunca puede asentir dócilmente con el orden de las cosas y que una filosofía que considere que vivimos en el mejor de los mundos posibles, con una democracia real y una ciudadanía libre, es razonablemente sospechosa de no ser filosofía sino simple adoctrinamiento. Esa ideológica celebración de nuestras democracias occidentales y nuestros sistemas políticos que hay en los libros de ciudadanía es lo más antifilosófico que cabe imaginar. Si eso es educar para la ciudadanía entonces es radicalmente incompatible con la filosofía.
Nosotros, por supuesto, creemos que la ciudadanía es otra cosa bien distinta, algo que tiene todo que ver con la libertad y que, por tanto, nos compromete de lleno con el proyecto de la filosofía, que no es otro que el de trabajar por liberarnos de todas las cadenas que nos hacen prisioneros. Esas cadenas pueden ser económicas, culturales, familiares y de muchos otros órdenes, por eso, adentrarse en la filosofía, como dijo Platón, implica tomar conciencia de la necesidad de aprender muchas cosas para ser libres pero implica también, y en esto hemos insistido mucho en nuestros libros, la necesidad de desaprender cosas. Porque el problema es que siempre partimos de la ideología, que siempre miramos el mundo desde los ojos de nuestros padres o nuestros profesores, que siempre entendemos la realidad con ideas de nuestra sociedad y sus intereses, de nuestra época y sus prejuicios, que siempre estamos ya educados por la tradición y la costumbre antes de que la filosofía se presente.
Es decir, se hace necesario desandar muchos caminos para poder ser libres y la filosofía en esta tarea tan complicada no tiene más medios que la razón. La verdad es que es un poco desalentador contar solo con la razón cuando uno se enfrenta a todo el poder de los medios que la realidad tiene a su servicio. Quién negaría que el patriarcado educa y que lo hace a través de medios tan potentes y tan capaces de hacerse oír como los anuncios de la tele, las normas sociales, o los discursos de Rouco Varela. El capitalismo puede también poner a su servicio toda una maquinaria de adoctrinamiento ideológico que recientemente, con las reformas educativas de la enseñanza media y universitaria, ha llegado hasta las aulas.
Por eso, frente a todos esos poderosos enemigos que la filosofía no puede dejar de criticar, hace falta defender la educación pública. Hace falta defender la existencia de un espacio a salvo de la autoridad del padre, de los discursos de Rouco Varela, de las costumbres de nuestra tribu, de los prejuicios patriarcales, de las mentiras de la publicidad y los intereses de los medios de comunicación y las demás empresas capitalistas para resguardar un espacio en el que la sola razón pueda hacerse oír. No se escuchará la filosofía con todo ese ruido tan potente pero, si conseguimos salvar un espacio de ese estruendo y dejamos que la filosofía hable, la razón hará eso que puede hacer por sí sola y que es tan peligroso para el orden existente.
Iván Avila: Hola, me gustaría plantearos esta reflexión, que me transmitió un buen amigo que es profesor de filosofía en secundaria. Hasta qué punto no es preocupante y triste al mismo tiempo, que se elimine de selectividad a Marx y se sustituya por Santo Tomás De Aquino. Pero si os digo que estamos en la Comunidad Valenciana, no es tan sorprendente. De todas formas, ya podemos hacernos una idea de por donde van los tiros. Gracias.
Es muy preocupante que la educación siempre se conciba como una herramienta de hegemonía política, especialmente cuando cae en según qué manos. No cabe la menor duda, creemos, de que en el caso de que hubiera que priorizar, por alguna cuestión de límite de tiempo, Marx estaría delante de Santo Tomás en casi cualquier clasificación, puesto que no sólo es un autor fundamental, como lo es Santo Tomás, sino que es mucho más imprescindible para entender el mundo actual. Dicho eso, también hay que decir que no es muy buen negocio, ni da muy buen resultado, pensarse que se puede entender bien a Marx saltándose a Santo Tomás. Sería imprescindible tener una buena Historia de la Filosofía, y ser capaz de tener unas nociones claras aunque básicas de qué es la filosofía y cuál ha sido su recorrido.
Y en ese sentido, no está tan claro qué partido ha sido más agresivo con la filosofía. El PP siempre ha triturado la enseñanza pública; el PSOE se ha caracterizado más por triturar los planes de estudios y los contenidos, ya desde antes de la LOGSE pero especialmente con la LOGSE y, recientemente, con Bolonia. Al final el resultado es implacable: nos encontramos sometidos a una pinza fatal por parte de estos partidos, que dejan a la educación pública y a los contenidos, particularmente a la filosofía, en una situación de muerte terminal, contra la que hemos intentado luchar haciendo estos libros. En parte, uno de los objetivos de estos libros es dar un poco de aliento a todos aquellos profesores y profesoras que están en las aulas batallando contra viento y marea, luchando contra todos los obstáculos, y sin ninguna ayuda, por sacar adelante la dignidad de una asignatura absolutamente imprescindible. Para ello nos ha parecido fundamental mostrar que la filosofía es una actividad apasionante, que no puede convertirse en un tostón que consista en memorizar esquemitas absurdos y arbitrarios sobre asuntos que ni se entienden ni se entiende por qué se tendrían que entender. La filosofía es algo que tiene que ver con que si uno piensa de verdad al final su cuello corre peligro. La filosofía comienza con la muerte de Sócrates. Y en ese sentido, y dicho todo lo anterior, es imprescindible reivindicar que Santo Tomás puede ser tan apasionante como Marx, qué duda cabe. Como marxistas, consideramos que no es un mal negocio defender el derecho de la ciudadanía a leer a Platón, a Santo Tomás, a Hegel y a Marx.
Hay que decir que no es muy buen negocio, ni da muy buen resultado, pensarse que se puede entender bien a Marx saltándose a Santo Tomás
Antonio Granadilla: ¿Cuál es vuestra relación con Brieva? ¿Cómo se pueden casar dos conceptos tan antitéticos como ciudadano y proletario cuando beben de bases filosóficas contrapuestas?
G.P.: El proyecto entero nació con Miguel Brieva. El asunto es que sus viñetas lograban explicar a su modo exactamente lo mismo que nosotros queríamos argumentar. Creemos que la sintonía respecto al contenido es perfecta. A ello se ha añadido, en el caso de los libros de texto, la maquetación de Freepress. Nosotros mismos estamos sorprendidos de que el resultado tenga tanta unidad. Parece que existiera una armonía preestablecida. Los profesores que ya han utilizado los libros insisten todos en lo mismo: los alumnos se meten de lleno en cada unidad didáctica como si cayeran a ella sin remedio, empujados por la maquetación y las viñetas de Brieva. No han hecho más que leer un chiste y ya están pensando en Platón o en Kant. Pensamos que el secreto es que el humor de Brieva comienza por tratarles como a mayores de edad, sin babosos paternalismos. Y al sentirse interpelados como seres inteligentes, responden con inteligencia.
En cuanto a lo segundo que preguntas… Para nosotros, ciudadanía y proletarización son realidades, en efecto, antitéticas. El ciudadano se define, antes que nada, por su «independencia civil», es decir, por el hecho de que puede decidir sin someterse a ningún amo. Un proletario, por el contrario, está abocado en todo momento a trabajar en lo que sea, al precio que sea, del modo que sea, según los avatares del mercado laboral, y en eso consume la casi totalidad de su vida. Ahora bien, el caso es que, históricamente, la humanidad fue masivamente proletarizada al mismo tiempo que se celebraba el triunfo de la ciudadanía. Esto es lo que hemos llamado el espejismo fundamental de nuestra mirada política, la ilusión de la ciudadanía. Para comprender porqué este mito es tan seductor e irresistible, hay que diseccionar bien las relaciones entre Ilustración y Capitalismo. Pero creemos que en nuestros libros de texto damos suficientes claves sobre el problema.
Mensaje de despedida
Los autores y autoras de estos libros decidimos en su momento presentarnos como el Grupo Pandora. Este colectivo se constituyó en defensa de la presencia de la Filosofía en los planes de estudios y, en general, en defensa de la enseñanza pública y estatal. Nos proponemos sacar a la luz lo que se esconde tras tanto regalo envenenado con que se viene obsequiando al mundo de la enseñanza. Mientras se promete educación en valores, formación continua, adaptación pedagógica, flexibilidad curricular y espacio europeo para la educación superior, lo que se gesta es un asalto al sistema de instrucción pública que se propone la privatización y la mercantilización de las enseñanzas primarias, secundarias y superiores. Los mercados que han llevado este mundo al abismo pretenden también tomar la palabra en el mundo de la enseñanza. Los mercados no necesitan ni ciudadanos, ni filósofos, sino trabajadores obedientes y sumisos que se crean ciudadanos. Por eso, se ha pretendido sustituir la enseñanza de la filosofía por la educación en valores. Al mismo tiempo, la enseñanza de la filosofía en la universidad tiende a ser sustituida por las humanidades y la cultura general. De este modo, los poderosos que se reparten el mundo se deshacen de ese testigo molesto que siempre ha sido la Filosofía. Pero frente a las demandas empresariales y financieras, aún es posible escuchar las demandas de la razón, la justicia y la dignidad. Frente al adoctrinamiento en valores con que se pretende «educar para la ciudadanía», es preciso, ante todo, defender el derecho de la ciudadanía a saber Filosofía.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/La-filosofia-tiene-que-ver-con-que.html