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Caso Ahmad Saadat

La fuerza no es sinónimo de decencia

Fuentes: CSCAweb

Israel, con la complicidad de Gobiernos occidentales, está realizando una nueva fechoría. En este caso invade nuevamente Ramalla, asesina a quien se le pone por delante y destruye edificios con la pretensión de amoldar por la fuerza y destruir al pueblo palestino. No solamente quiere detener o asesinar al resistente secretario general del Frente Popular […]

Israel, con la complicidad de Gobiernos occidentales, está realizando una nueva fechoría. En este caso invade nuevamente Ramalla, asesina a quien se le pone por delante y destruye edificios con la pretensión de amoldar por la fuerza y destruir al pueblo palestino. No solamente quiere detener o asesinar al resistente secretario general del Frente Popular de Liberación de Palestina, Ahmad Saadat, sino tergivesar quién es el ocupante e «impartir justicia» con violencia frente a la víctima, resistente a la ocupación. Ahmad Saadat, encarcelado hasta ahora en la prisión de Jericó, está acusado de ser el inspirador del asesinato selectivo de un responsable israelí, Rehavam Zeevi, ministro de Turismo y claro instigador de delitos contra el pueblo palestino. Se trata pues de alguien [Zeevi] que ha ejercido violencia e injusticia durante la ocupación, aprovechando su estatus de ocupante.

En esta dinámica de confusión, alentada también por los países europeos, se pide a las víctimas que reconozcan a Israel (¡sin haber definido previamente el territorio que debe ocupar!); que dejen la violencia frente al ocupante (sin molestarse en llamarla resistencia) y no obligan al agresor a hacer lo propio, con fuerza, medios y diligencia. ¿Y la violencia intrínseca de la judeización de Jerusalén, la expulsión de palestinos de sus tierras, el rechazo al retorno de los refugiados, el asentamiento de colonos, el arranque de cultivos y la construcción de un Muro en tierra palestina? Todo ello ha sido condenado por las instituciones de Derecho Internacional y consentido por sus aliados occidentales, principalmente Estados Unidos y la Unión Europea, que mantiene un Acuerdo de Asociación preferencial con Israel pese a la sistemática vulneración de los derechos humanos. ¿Quién pone los muertos?, ¿quién el poder de la fuerza?; y, finalmente, el retruécano: que acepten los acuerdos firmados por la Autoridad Nacional Palestina, los acuerdos de Oslo, etc. Una Autoridad Palestina cuyo representante máximo, Arafat, murió en la cárcel de la Mukata rodeado durante años por las armas del firmante israelí.

Habrá que hacer un nuevo curso de alfabetización. El ocupante es Israel; los ocupados, los palestinos; las manos que poseen la fuerza, el apoyo de grandes intereses, una indigesta propaganda y sentimientos racistas son de los israelíes. Los palestinos, mal que bien, resisten, no aceptan la derrota y deben reconocer que son los culpables de su infortunio. La culpabilidad es de los sionistas y de quienes jalean generosas ofertas de sumisión y expulsión de su propia tierra.

Quizá sigan algunos sin comprender que el resultado electoral en el campo palestino y los deberes de la comunidad internacional responden a unas pautas que ya adelantó el propio Ahmad Saadat hace ahora un año: «la necesidad de vincular las elecciones y la lucha contra la ocupación», y exigió situar este proceso «en el marco de las reivindicaciones por una protección internacional provisional para nuestro pueblo, a través de un mecanismo de supervisión internacional avalado por Naciones Unidas, sobre todo el territorio ocupado en 1967, incluido Jerusalén. En este caso, y después de realizarse esta reivindicación, que es una obligación para la comunidad internacional, las elecciones se convertirían en un mecanismo para que nuestro pueblo ejerza su derecho a la autodeterminación, construir su Estado independiente y ejercer la soberanía sobre su tierra».