Ante la abstención de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad donde se aprobó la resolución 2728 que llama a un “cese al fuego duradero” en la Franja de Gaza, Benjamín Netanyahu se mosqueó, canceló una visita programada a Washington y continuó con bombardeos selectivos en los alrededores de Rafah. Estas acciones se sumaron a las declaraciones de Chuck Schumer, el funcionario judío de más alto rango en el Senado de Estados Unidos, quien en marzo pasado pidió elecciones anticipadas en Israel para reemplazar al primer ministro Benjamín Netanyahu y encontrar una salida a la crisis en Gaza donde sólo la opinión pública estadounidense ahora desaprueba rotundamente las acciones militares israelíes, esto de acuerdo con encuestas recientes.
Sin embargo, Benjamín Netanyahu sigue contando con el apoyo popular de la derecha ultranacionalista que defiende la idea de que “de no invadir Rafah, Hamás nunca será destruido”. Este relato hace del miedo el principal componente de cohesión social en Israel que, en conjunto con las amenazas de expandir las acciones militares a otros frentes”, hace de la guerra no un mecanismo para llevar de regreso a los rehenes tomados por Hamás, sino una estrategia de supervivencia política que sólo se preocupa por la posición del primer ministro y sus aliados.
Esta situación podría llevar al gobierno de ultraderecha de Benjamin Netanyahu a expandir y sostener su guerra para afectar la campaña presidencial de Joe Biden y esperar que Donald Trump pueda regresar a la Casa Blanca en noviembre próximo a sabiendas de la amistad y apoyo incondicional que el exmandatario estadounidense siempre mostró por Netanyahu cuando le apoyó en la anexión de los Altos del Golán y el reconocimiento de la capital israelí en Jerusalén. Al respecto, colaboradores de Donald Trump como su yerno Jaredh Kushner se ha declarado a favor del vergonzoso plan de expulsar a los palestinos de Gaza hacia el desierto al defender que “las propiedades frente al mar de Gaza podrían valer mucho dinero”, lo cual está ligado a un reciente plan israelí para construir una isla de 5 mil millones de dólares, con un aeropuerto, un puerto marítimo y cadenas de hoteles de lujo frente a la costa de Gaza, lo cual aliviaría las presiones económicas que está dejando la guerra en estos momentos.
Así, por medio de la promoción de que “Biden abandona a Israel en sus peores momentos”, un lema que viene sonando en la esfera pública al menos, desde febrero de este año, Netanyahu está usando su guerra contra Hamás en el escenario electoral estadounidense ante la parálisis de la comunidad internacional que está siendo testigo de un genocidio en tiempo real, esto de acuerdo con el reporte más reciente de la relatora de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos, Francesca Albanese, el cual concluye diciendo que “hay motivos razonables para creer que se ha alcanzado el umbral que indica la comisión de genocidio por parte de Israel.
*Dr. Moisés Garduño García. Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y experto en asuntos de Oriente Medio
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