Son muchos los hechos y recuerdos de esos días, en que, entre otros, la radioemisora local se puso al servicio de la Revolución La Hora Rebelde constituye el testimonio sobre hitos de la lucha y propaganda revolucionaria de la Revolución a finales de 1958 en la ciudad de Baracoa. Esta se localiza en el extremo […]
Son muchos los hechos y recuerdos de esos días, en que, entre otros, la radioemisora local se puso al servicio de la Revolución
La Hora Rebelde constituye el testimonio sobre hitos de la lucha y propaganda revolucionaria de la Revolución a finales de 1958 en la ciudad de Baracoa. Esta se localiza en el extremo este de la isla de Cuba. Es la ciudad Primada, porque fue uno de los primeros puntos de la geografía de Cuba avistado y explorado, por primera vez, por el Almirante Cristóbal Colón el 27 de noviembre de 1492, y devino luego la primera villa fundada por los españoles en 1511.Las cordilleras rodean a la ciudad, presidida por la famosa montaña denominada Yunque, por su perfecta forma. El tiempo, con su magia telúrica, siembra de pasado, presente y futuro tanto a la ciudad como a su gente. El enemigo siempre ha acechado a la ciudad, pero para tomarla tendría que acabar con toda su gente. Y eso no ha sido posible, ni lo será.
A finales de diciembre de 1958 la situación de la dictadura de Batista era insostenible en el campo militar. Por ejemplo, en el caso de Baracoa, ya le era imposible el auxilio a la tropa sitiada con el envío de refuerzos, ya que las principales ciudades de la provincia de Oriente, incluyendo su capital, Santiago de Cuba, estaban sitiadas y con la amenaza inminente del asalto final.
Fue así que las Fuerzas Armadas de Batista decidieron la evacuación de las tropas acantonadas en la ciudad de Baracoa, y procedió a ejecutarla en la tarde y noche del 27 de diciembre en una fragata fondeada en el puerto. Con la partida de todas las tropas batistiana, se produjo la entrada del Ejercito Rebelde al amanecer del día 28.
En la mañana del día 28 las calles angostas y vetustas de Baracoa eran un mar humano que saludaba y abrazaba a los miembros del Ejército Rebelde y a los miembros de las milicias clandestinas revolucionarias, que en conjunto empezaron a adoptar las medidas organizativas, de dirección y orientación a la población. Nunca se había visto una fiesta tan sui géneris en medio de un conflicto armado. La libertad, tanto tiempo perdida por la usurpación de un régimen tiránico, era recobrada a un precio alto de lucha, de sacrificio y de muerte.
Ese día, en el local del Ayuntamiento, se reunieron los principales factores revolucionarios, presididos por el Comandante Pena y los Capitanes José Durán Bravet (Zapata) y Carlos Lahite Lahera. Y se designaron las autoridades civiles y militares de la ciudad.
Fue en esas circunstancias, recién terminada la reunión en el Ayuntamiento, que se decidió iniciar la propaganda revolucionaria a través de la radioemisora local CMDX Radio Baracoa, y mediante un documento manuscrito elaborado sobre un buró de caoba de uno de los locales, se indicaba a su propietario ponerse a disposición del Movimiento 26 de Julio e intercalar las orientaciones revolucionarias todo el tiempo requerido dentro de la programación habitual de la emisora. Así se logró inmediatamente el acatamiento a la orden y la colaboración por parte de los locutores y el dueño de la entidad.
A continuación expondremos algunos de los diversos mensajes transmitidos en esos días finales de diciembre en los cuales Baracoa era territorio libre del país, en los que primaron los improvisados sobre los escritos. También ocuparon su lugar las informaciones recibidas por las autoridades que dirigían a la ciudad y las emanadas por la Radio Rebelde de la Sierra Maestra.
«Se pide al pueblo de Baracoa que proceda con cordura. Se pide que no se cometan hechos que pugnen con la ejecutoria y la moral de la Revolución».
De Fidel Castro se dio lectura a ideas aparecidas en uno de sus artículos publicados en Bohemia años atrás:
«La lucha no es solamente contra los gobernantes de hoy, sino contra los que ayer también habían hecho sufrir a la patria.»
«Reuniremos a nuestros compatriotas detrás de una idea de dignidad plena para el pueblo de Cuba y de justicia para los hambrientos y olvidados y de castigo para los grandes culpables. A las puertas de los malversadores tocaremos después de la Revolución.»
Continuamos orientando al pueblo utilizando frases del insigne patriota Enrique José Varona:
«Ante la perspectiva que contemplamos en estos instantes en que se está llegando a la etapa final del derrocamiento de la tiranía, se nos vienen a la mente las frases de Enrique José Varona, expresadas en otro instante glorioso de la historia de la patria: «Legítimo es nuestro júbilo; pero a él debe mezclarse un profundo sentimiento de la grave responsabilidad que pesa sobre nuestros hombros. De ningún modo mejor haremos ver que la apreciamos en su debido valor, que procurando no olvidar jamás que en Cuba lo que está triunfando no es un grupo de hombres, que pretende primar sobre otro grupo; sino una idea: la idea de justicia, libertad y dignidad que electrizó a su pueblo y que ennobleció e hizo amable su causa ante la conciencia de los otros pueblos».
También se dieron a conocer palabras de Fidel Castro durante el exilio:
«El pueblo cubano desea algo más que un simple cambio de mandos. Cuba ansía un cambio radical en todos los campos de la vida pública y social. Hay que darle al pueblo algo más que libertad y democracia en términos abstractos, hay que proporcionarle una existencia decorosa.»
Se dieron lecturas a ideas en que abordábamos el tema de las dictaduras presentes en América.
«Todas las grandes revoluciones se han hecho con ideas vibrantes de espíritu puro, exentas de intereses personales y exaltando amables y nobles ideales.
El terror que siembran los regímenes de fuerza es incapaz de contener la ira de los que se sienten menospreciados y sufren en sus propias carnes la laceración.
De nada les valen a las dictaduras el estar armadas hasta los dientes. De poco les sirven sus halagos fementidos, ni el pago munificente a los apapipios y matones, para que les garanticen cierta seguridad y practiquen la «limpieza» de los hombres con ideales. De poco les vale la confusión en que tratan de sumir a la ciudadanía por medio de sus voceros intrigantes. En fin, es nulo todo intento de confundir y hacer dar tropiezos a sus opositores -al pueblo- que por muy tarde que hallen la solución, sabrán siempre aplicar la panacea, dando al traste con los caudillos.
Cada día el panorama político de América, prolífico en golpes cuartelarios, comienza a aclarar ante los golpes populares. Los pueblos están aprendiendo a vadear las dificultades y están demostrando, como lo está haciendo Cuba, que el aparato de fuerza se estrella ante los arrestos viriles de sus ciudadanos. El ansia por la libertad insufla el heroísmo de que carecen los que los reprimen.
Nunca los dictadores pagarán bastante el grave daño que irrogan al pueblo. Pero no podrán impedir que esos pueblos sean felices en el futuro.
Y es que esta resaca de gobiernos apoyados en los sables, pueblo cubano, se explica por la constitución moral de los pueblos americanos. Es paradójico que «el continente de la libertad», como le llamaron los próceres, sea tierra donde medren los acoyuntadores de hombres libres. Y esos mismos hombres se han fijado la consigna: romper con la paradoja. Que renazcan la libertad y los derechos en los pueblos americanos, cueste lo que cueste. Ya sea en forma cruenta o no. La cuestión es detener a los caudillos.
Los pueblos desean el retorno del gobierno «del pueblo, con el pueblo y por el pueblo», y para hacer tangible su propósito no vacilarán en sacrificios e inmolaciones. Ninguno de los países aún oprimidos se conformará con ser los derrelictos y rezagados en el continente de la libertad.
A los pueblos sólo se les presenta una vez en su vida la oportunidad de hacerse libres y dignos, y si por cobardía o por inconsciencia, por maldad o ignorancia, la dejan escapar, son condenados a vivir como pueblos coloniales en perpetua esclavitud, porque estas oportunidades no se presentan todos los días.
La Revolución avanza inconteniblemente, llevando por bandera la libertad política, por armas el sacrificio y la vergüenza, por escudo cientos de mártires insignes, y por meta la felicidad y prosperidad de todos los cubanos.
Quienes por vocación o por pasión se entregan a la tarea de dar a la libertad su contenido de derechos y deberes, saben que se trata de un esfuerzo de todos los días, de una vigilancia sin tregua.
Es espantoso hacer sufrir al pueblo. Pero el régimen del 10 de marzo lo ha hecho con la complacencia culpable de sectores encumbrados y aupados por los fusiles y las bayonetas.
Esta pobre patria tan pequeña también quisiera vivir. ¿Qué pedimos nosotros, los cubanos, millones de hombres sencillos? Amor, trabajo, porvenir, corazón que late, verdad pura, para labrar, sembrar, cosechar, vivir en paz y renacer mil veces.
¿Cómo puede un hombre tener su conciencia tranquila, o desear tenerla, mientras otros hombres, donde sea, están sufriendo tortura o muerte?
No nos inclinemos nunca ante el sable, ni demos jamás la razón a la fuerza que no esté al servicio de las causas nobles.»
Por la radio también transmitimos ideas de José Martí:
«Es un criminal el que promueva odios en Cuba o se aproveche de los que existen. Y otro criminal el que pretenda sofocar las aspiraciones legítimas a la vida de una raza buena y generosa:»
«Cuando la Patria crea un hijo, el hijo tiene el deber de demostrar todos sus adelantos, todas sus obras, todas sus esperanzas.»
«Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que les dan a los pueblos su libertad, que es como darles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana.»
«Esos hombres que hacen pueblos son más que hombres. El corazón se llena de ternura al pensar en esos gigantescos fundadores. Esos son héroes, los que pelean para hacer a los pueblos libres, o por una gran verdad.»
Ante noticias del momento en que se afirmaba que el dictador de Santo Domingo, Rafael Leónidas Trujillo, y el dictador Somoza, de Nicaragua, se preparaban para brindar ayuda al régimen de Batista, se leyó este comentario el día 29 de diciembre:
«Los tiranos Batista, Somoza y Trujillo, manipuladores de la opresión de las libertades americanas, han formado una extraña y proterva componenda. Pretenden subsistir dichos liberticidas sobre el dolor, las vidas y la destrucción de sus respectivos pueblos. Sendos fardos de soberbia y ambición desmedida llevan sobre sus hombros los tres tiranos de América. Ahora Somoza y Trujillo pretenden prestar ayuda militar al generalife de Cuba: aviones y tanques, que confiamos no llegarán a sus manos. Sobre este conciliábulo sólo nos limitaremos a decir las palabras de un combatiente del Ejército Rebelde, ayer 28 de diciembre, cuando le informaron de dichas noticias: «Ni todas las dictaduras de América juntas podrán contener el avance de la Revolución.»
Como quiera que en el país, existían aún miles de hombres en las filas de las Fuerzas Armadas de la Tiranía, se les hizo llamamientos, citando los versos siguientes de Nicolás Guillén:
«Y mientras hoy Baracoa respira el aire puro de la libertad. Mientras Sagua de Tánamo es libre y decenas de pueblos más se incorporan a la cadena de pueblos libres, otros pueblos de la Isla esperan su liberación, ocupadas aún por hombres de uniformes amarillos y con órdenes de seguir pisoteando la libertad de esos pueblos. A esos soldados decimos:
«Ya nos veremos yo y tú, / Juntos en la misma calle, / Hombro con hombro, tú y yo, / Sin odios ni yo ni tú, / Pero sabiendo tú y yo, / A donde vamos yo y tú. / No sé porque piensa tú, / Soldado, que te odio yo.»
En otro mensaje se expresaba:
«El pueblo de Baracoa vibra de alegría al escuchar que se ha producido la liberación de otros pueblos, gracias al empuje del Ejército Rebelde. Como dijera Martí: «Esos hombres que hacen pueblos son más que hombres. El corazón se llena de ternura al pensar en esos gigantescos fundadores. Esos son héroes: los que pelean para hacer a los pueblos libres, por una gran verdad. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana».
Se redactó y se leyó por la radio este comentario sobre la dictadura imperante en Cuba:
«La libertad no muere sola en los países sojuzgados y aherrojados por los gobiernos de fuerza. Simultáneamente con ella, la justicia es pisoteada o marcha al exilio y se produce a diario la crucifixión de la inocencia.
La libertad fue pisoteada y desconocida en Cuba por la tiranía, pero hoy vuelve a resurgir victoriosa, tras el nubarrón oprobioso, el amable sol de la libertad, ante el empuje corajudo de las masas del pueblo y sus legítimos representantes: El Ejército Rebelde.
La justicia cubana fue mediatizada y los hombres no dispuestos a sufrir ningún dogal, marcharon al exilio. Pero de allá regresaron el 2 de diciembre de 1956, arrastrando consigo, hombro con hombro, a los hombres que querían la libertad de su país, para implantar la justicia tan alto como las palmas.
La nefasta e infanda tiranía de Batista había -y todavía tiene- entronizado el crimen, el atropello y el desorden. Desconoció y desconoce a las instituciones nacionales. Los militares estaban y están, en los pueblos no liberados aún, por encima del poder civil. Batista y sus adláteres tenían todos los privilegios, disponían a su antojo y gana de las cosas públicas, de la vida humana. El régimen convirtió la Constitución -ley suprema de la república- en una monserga irrespetada.
En Cuba se ha producido la matanza de la inocencia. Los sicarios, apapipios y cohorte de matones a sueldo de la tiranía, han llevado a cabo esa labor con refinado cinismo y sevicia, ayudados por los infidentes batistianos. En fin, cometieron y están cometiendo las mayores barbaries, las más execrables tropelías y concusiones, los crímenes más horrendos y monstruosos. Pero ante todo eso se abre paso la gran realidad: en Cuba hacen falta más que unos cuantos asesinos para contener a unos hombres generosos de su vida. Los tiranos crucifican a los pueblos. Pero los legítimos representantes del pueblo, en este caso el Ejército Rebelde, están liberando al pueblo cubano.
Pronto llegará a alumbrar el sol de la libertad en toda Cuba, como está ocurriendo en muchas partes del país, en todas esas tierras umbrosas desde que los hombres fuertes de la tiranía les oscurecieron su destino.»
Por la radio continuamos orientando con mensajes dirigidos al Ejército Rebelde y a los campesinos:
«Un saludo de gratitud y admiración damos al esforzado Ejército Rebelde. Ustedes han sufrido los mayores dolores, ustedes han pasado por los mayores sacrificios. Por eso merecen que este pueblo testimonie con tanta sinceridad su agradecimiento eterno.»
«Como ha dicho el Comandante Raúl Castro: El Ejército Rebelde no es un adorador ciego de la violencia».
«Baracoa envió a muchos de sus hijos a las montañas. Cientos de ellos regresaron de nuevo, pero otros no volvieron. Fueron los muertos. Los amados muertos de la patria, para quienes debe tener nuestro pueblo un recuerdo eterno. Honor para Rodney Coutin, Roberto Reyes, Cecilio Gómez, Rúber López, Benito Suárez Abella y los otros mártires de la patria que murieron por Cuba».
También llegó el mensaje de esperanza y el compromiso con los campesinos.
«Mensaje a los campesinos: «Campesino cubano, tú has dado albergue y protección al Ejército Rebelde. Tú has sufrido los zarpazos de la tiranía. Por todo eso, la patria tiene una deuda de gratitud contigo. La Reforma Agraria y mejoras del estado social y económico, serán realidad cuando triunfe la Revolución.»
Después del triunfo de la Revolución, llegó la hora de los cambios necesarios, y que cumpliendo con el mandato del pueblo, la justicia se alzara tan alto como las palmas. Y al evocar el 60 aniversario de la liberación de Baracoa por el Ejército Rebelde, desfilan parte de los episodios de nuestras vidas y del pueblo cubano, que supo levantarse en la hora rebelde de la historia para poner fin a la tiranía e inaugurar una de las etapas más gloriosas de la patria, al conjuro, combate y acciones de su Revolución triunfante bajo la dirección de su Comandante en Jefe, Fidel Castro, que se hizo realidad irreversible el primero de enero de 1959.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.