«Hay un gran esfuerzo propagandístico por pintar a Bahar al-Ásad como un dictador», sostiene el sociólogo e investigador vasco José Antonio Egido. Afirma que la información que los medios difunden habitualmente sobre el conflicto sirio es «propaganda de guerra». Ha realizado 23 presentaciones de su último libro «Siria es el centro del mundo» (Templando el […]
«Hay un gran esfuerzo propagandístico por pintar a Bahar al-Ásad como un dictador», sostiene el sociólogo e investigador vasco José Antonio Egido. Afirma que la información que los medios difunden habitualmente sobre el conflicto sirio es «propaganda de guerra». Ha realizado 23 presentaciones de su último libro «Siria es el centro del mundo» (Templando el Acero) en el estado español, una de las últimas en la sede del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) en Valencia. Considera que una de las razones de la «agresión» a Siria es evitar un renacimiento del «panarabismo» en la región, y que tras el silencio contra las bombas de la OTAN en Yugoslavia (1999) o las movilizaciones masivas pero fugaces contra la guerra de Irak (1999), hacen necesario un movimiento amplio y sostenido por la paz. José Antonio Egido vive en Venezuela e imparte clases en el Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños de Caracas. Además de realizar análisis políticos en Rusia Today, HispanTV y TeleSur, ha publicado libros como «Aquellos chicos tan majos. Disidencia anticomunista en los países del Este», «El pájaro en la jaula», sobre la burguesía en la República Popular China. «Neguri. Un barrio con clase o una clase con barrio» y «Jesús Larrañaga, comunista y abertzale», sobre el dirigente del PCE-EPK durante la guerra civil.
-¿Por qué Siria es actualmente el centro del mundo, tal como titulas el libro?
-Porque es el país donde puede -si se produce la derrota de los planes occidentales- nacer un mundo «multipolar», en el que se ponga fin a la impunidad que han exhibido Estados Unidos y la OTAN. En los últimos 20 años han destruido los gobiernos que no les gustaban, como el de la República Socialista Federativa de Yugoslavia, Panamá, Irak, Libia o Afganistán. Esto es lo fundamental. Pero desde hace mucho tiempo, Siria representa también el nudo de muchas cosas, es un «multicentro». Por ejemplo, una red comercial que viene desde la antigüedad; también es el centro del primer estado árabe musulmán y del «panarabismo», donde surgen las ideas modernas de la unidad de la nación árabe; y donde se crea el Partido Baaz, que ha tenido una cierta influencia durante el siglo XX.
-¿Qué piensas de la imagen que los medios de comunicación difunden del presidente sirio Bashar al-Ásad? ¿Te parece ajustada a la realidad?
-Lo que ocurre actualmente con la información es que se difunde propaganda de un bloque de países de la OTAN, que están en guerra contra Siria. Lo que propalan los medios oficiales -públicos o privados- es propaganda de guerra. En este punto, la guerra psicológica es muy importante para conseguir un apoyo social y consenso en torno a la guerra contra la República Árabe Siria; así, hay un gran esfuerzo propagandístico por pintar a Bashar como un dictador. Pero esto no es ninguna novedad. Cuando Nasser nacionalizó el Canal de Suez, en 1956, los medios occidentales lo calificaron como el nuevo Hitler; y ahora pasa lo mismo… Seguramente Siria también tiene errores, no hay regímenes perfectos…
-¿Cuál es el rol de Rusia en la guerra de Siria? ¿Qué opinas de Putin?
-Actualmente la cosa es perversa porque los países occidentales tratan de borrar su responsabilidad en la agresión a Siria e imputarle a Rusia el papel que ellos tienen: el del agresor extranjero que intenta «recolonizar» Siria. El rol de Rusia, por el contrario, no es el de dominar política y económicamente a este país, sino el de ayudar a Siria a derrotar la agresión extranjera, feroz, a la que se enfrenta. A partir de septiembre de 2015, si no se hubiera producido la intervención rusa, Siria estaría en manos de Al Qaeda, del Estado Islámico, y constituiría un foco de difusión del terrorismo por todo el mundo, como ocurre con Libia hoy. El apoyo de Rusia se da, principalmente, en el control y ataque aéreo a los terroristas que se infiltran desde Turquía a gran escala, para invadir provincias enteras.
-¿Y en cuanto a la influencia de Israel?
-Israel colabora con los grupos terroristas, nunca les ha atacado. Se sabe, además, que al menos ha hecho dos cosas: atacar al ejército sirio que lucha contra los terroristas (lo que implica una ayuda indirecta a estos); y facilitar atención sanitaria en los hospitales israelíes a numerosos heridos de las filas terroristas, para que puedan volver a los ataques en el frente contra Siria.
-En los medios de comunicación aparecen los ciudadanos sirios a propósito de la llamada «crisis» de los refugiados…
-Creo que se da una utilización perversa del humanismo, lo que significa obviar todo tipo de información y análisis político, objetivo y serio, que pudiera armar a la opinión pública sobre las verdaderas contradicciones. Por el contrario, lo que se busca dando información, digamos lacrimógena, sobre los refugiados, es que la gente no sitúe el problema en su contexto: la agresión de los países de la OTAN contra Siria. Los refugiados salen de un país destruido por la OTAN, que ha puesto en pie a ejércitos terroristas. Si se informa del contexto, el imputado como responsable de la guerra y de que los refugiados tengan que salir de Siria para salvar su vida son los países occidentales: Francia, Inglaterra y Estados Unidos en primer lugar, pero también España. Ocurre lo mismo respecto a Afganistán. Reagan se refería a los talibanes como «luchadores por la libertad». Ellos fueron los que han privado de derechos a las mujeres afganas. Sin embargo, no observo un movimiento de mujeres que acuse a los Estados Unidos de la destrucción de estos derechos. Que sí los hubo, en cambio, cuando Afganistán tuvo un gobierno comunista, a partir de 1978.
-¿Qué influencia tiene actualmente el comunismo en Siria?
-El Partido Comunista Sirio se dividió en dos en la década de los 80 del siglo XX, por la discusión en torno a la Perestroika impulsada por Gorvachov. Wishal Farha Bakbash y Hanin Nimir son los dirigentes de los dos partidos comunistas, que actualmente forman parte de la coalición aliada del gobierno, el Frente Nacional Progresista, en el que mantiene la hegemonía el Partido Baaz pero que cuenta también con una presencia de la izquierda. Las organizaciones comunistas están al frente de ministerios que gobiernan con el Partido Baaz en Damasco, y tienen diputados en la Asamblea Popular Siria (órgano legislativo). Además, integran la Izquierda siria los nasseristas y los socialdemócratas, que están dentro del Frente Nacional Progresista. Pero también Bashar gobierna con la oposición «legal». Por ejemplo, el Ministerio de la Reconciliación fue entregado a Alí Haidar, miembro de una fracción del Partido Social Nacionalista Sirio opositora a Bashar al-Ásad.
-¿Cómo caracterizarías a la oposición «moderada», los calificados como rebeldes sirios y entidades como el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH)?
-Creo que todo esto es propaganda de guerra. La oposición es legal dentro de Siria, pero hay un conjunto de fuerzas financiadas por Turquía, Arabia Saudí, Francia y Catar, entre otros países, que desarrollan una estrategia terrorista. No se trata de una oposición moderada, sino de grupos criminales. No hay «rebeldes» sirios. Los grupos armados son terroristas financiados desde el exterior. Además, ni siquiera son sirios, sino extranjeros…
-Por otro lado, ¿tiene alguna responsabilidad Occidente en la constitución del Estado Islámico?
-ISIS nace en Irak como una emanación de Al Qaeda. El analista y fundador de la Red Voltaire, Thierry Meyssan, acusa al general Petraus (exjefe de la CIA y Comandante de la Fuerza Multinacional en Irak en 2007-2008); en el libro cito también a algún general de brigada de la inteligencia libanesa, que explica las vinculaciones de Occidente para la creación del ISIS como una fracción de Al Qaeda dentro del territorio iraquí. Ciertamente el Estado Islámico fue adquiriendo una gran operatividad militar porque disponía de los recursos para contratar a los antiguos militares (profesionales) del ejército de Sadam Husein, cuando éste se disolvió. Todo ello le dio a ISIS envergadura militar…
-En el libro mencionas el «panarabismo» ¿Tiene vigencia como ideología en cierto modo emancipadora, o se perdió en los lejanos años 60 con Nasser?
-Sin duda el «panarabismo» ha sido golpeado, porque los gobiernos -en general de línea progresista- que defendían ese planteamiento de unidad, fueron cayendo o se debilitaron. Así, cayó el Egipto de Nasser; también desapareció el Baaz iraquí con el derrocamiento de Sadam Hussein en 2003; y la Libia de Gadafi; una muestra del debilitamiento es que antes de que Gadafi fuera derrotado y asesinado en 2011, se ocupaba más de la unidad africana que de la idea de nación árabe; se trata, por tanto, de una idea que tuvo su vigencia, pero que actualmente se halla en cierto retroceso. Siria está contra la pared, en una situación muy dramática. No hay, actualmente, ninguna fuerza con capacidad para reconstruir el «panarabismo» como organización política. Sí que se observa, sin embargo, que esta realidad existe, pues hay elementos objetivos que lo indican. Cuando se produjo un levantamiento en Túnez (2010-2011), de inmediato hubo otro en Egipto o en Baréin y otros países.
-¿Se le pueden atribuir históricamente algunas conquistas? ¿Tiene alguna relación la idea de nación árabe con la actual guerra de Siria?
-El «panarabismo» consiguió históricamente muchas cosas. Por ejemplo, que el Egipto diera un apoyo militar y político muy importante a la independencia de las colonias árabes, que se hallaban en manos del mundo occidental. Concretamente el respaldo de Nasser a las independencias de Túnez, Argelia y Marruecos en los años 50 y 60 del siglo XX. También se logró la creación de estados unificados, aunque de modo provisional, como la unión de Siria y Egipto en la República Árabe Unida entre 1958 y 1961. Pero también se manifestaron debilidades. La misma corriente baazista se dividió a partir de 1963 en dos enemigos irreconciliables, casi mortales: el Baaz iraquí y el Baaz sirio. Resulta una paradoja… Una de las razones hoy de la agresión a Siria es que no renazca el «panarabismo». Pero existen razones objetivas para pensar que en el siglo XXI podría plantearse de nuevo, aunque no sepamos quién lo vehicularía. Tal vez tenga una coloración más religiosa y el canal pudiera ser Hezbolá. No lo sé…
-¿Se arrojan bombas en Siria porque el enemigo real es Irán?
-Se ataca a Siria porque es el centro de la resistencia árabe y, de manera indirecta, se está atacando también a Irán. Está vigente la teoría expresada en el libro «El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos», del politólogo estadounidense y Consejero de Seguridad Nacional durante la presidencia de Carter, Zbigniew Brzezinski. El otro libro que ha dirigido la doctrina militar estadounidense es «El choque de las civilizaciones», de Samuel Huntington. «El gran tablero mundial» es la estrategia de Estados Unidos por el control de Eurasia. Para ello, se trata de controlar a Rusia, después a China, Irán y el mundo árabe. Pero hay asimismo otros libros con una vigencia extraordinaria, como «El imperialismo, fase superior del capitalismo», de Lenin, presentado hace cien años. Explica el capitalismo en el que estamos, en el que la economía está sometida a una completa monopolización por los grandes grupos privados. Estos son los que dirigen la política exterior e interior de los países occidentales. ¿Sobre Gramsci? Su figura está totalmente manipulada, por eso escribí el libro «Manos fuera del camarada Antonio Gramsci», pero ésa es otra historia…
-Por último, ante la escalada bélica mundial, ¿ves factible el alumbramiento de un movimiento global contra la guerra?
-En 2016 observo que las personas de izquierda en el estado español están preocupadas por buscar la verdad y movilizarse a favor de la paz. Además, creo que las versiones anti-sirias y occidentales están en crisis; hay, de hecho, una crisis del discurso oficial y de quienes critican a Bashar al-Ássad y lo califican de dictador. Cuando se perpetraron los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia, en 1999, prácticamente nadie protestó. Hubo una oposición fugaz, pero muy masiva, en contra de la intervención militar en Irak en 2003. Aunque ya digo, se desmoronó muy rápidamente. No hubo un movimiento amplio y sostenido por la paz, tal vez ahora sea el momento de crearlo.
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