Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El asesinato de Mahmud al-Mabhuh tiene todas las características del implacable servicio de inteligencia israelí. Uno de los más destacados historiadores de la agencia presenta una perspectiva singular de sus métodos.
Los asesinos del Mossad sólo pueden haber sentido satisfacción al aparecer la noticia de que habían tenido éxito en el asesinato de Mahmud al-Mabhuh, un alto comandante militar de Hamas, en Dubai el mes pasado.
La negativa del gobierno israelí de comentar sobre la muerte ha provocado una vez más publicidad mundial para el Mossad, su temido servicio de inteligencia. Sus implacables asesinatos se hicieron famosos por la película «Munich«, que detalló los ataques del Mossad contra los terroristas que mataron a atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de 1972. Hace tiempo, la agencia ha establecido que el silencio es el modo más efectivo de diseminar el terror entre sus enemigos árabes.
El año pasado al-Mabhuh había pasado a encabezar la lista de objetivos, cada uno de los cuales debe ser legalmente aprobado bajo directivas fijadas hace más de medio siglo por Meir Amit, el más innovador e implacable director general del servicio. Nacido en Tiberíades, la ciudad favorita del rey Herodes, Amit estableció las reglas para asesinatos.
«No habrá asesinatos de dirigentes políticos por extremos que sean. Deben ser tratados por medios políticos. No habrá asesinatos de familiares de un terrorista a menos que también estén directamente implicados en terrorismo. Cada ejecución debe ser sancionada por el primer ministro incumbente. Por lo tanto toda ejecución es patrocinada por el Estado, la máxima sanción judicial legal. El ejecutor no es diferente del verdugo nombrado por el Estado o cualquier otro ejecutor legalmente nombrado.»
Encontré por primera vez a Amit en 2001 y gracias a él hablé con los espías del Mossad, los katsas, y finalmente, con los asesinos, los kidon, que toman su nombre de la palabra hebrea para bayoneta. Me ayudaron a escribir el único libro aprobado por el Mossad, «Los espías de Gideón.» Amit dijo que el libro «dice cómo era – y cómo es.»
Amit me mostró una copia de esas reglas en nuestra primera reunión. Después de dos años de entrenamiento en la academia del Mossad en Herzlia cerca de Tel Aviv, todo recluta para kidon recibe una copia.
El asesinato en Dubai es un ejemplo clásico de cómo realiza su trabajo el Mossad. Los 11 asesinos de al-Mabhuh se escogieron entre los 48 kidon actuales, seis de los cuales son mujeres.
Todavía hay que establecer cómo asesinaron a al-Mabhuh, pero la preferencia de los kidon es estrangulamiento con un alambre, una bomba bien colocada en un coche, un choque eléctrico o uno de los venenos creados por los científicos del Mossad en su cuartel en un suburbio de Tel Aviv.
El plan para el asesinato de Mahmud al-Mabhuh se finalizó en una pequeña sala de conferencias próxima a la oficina de Meir Dagan, que ha dirigido el Mossad durante los últimos ocho años. Décimo director general, Dagan tiene la reputación de no dudar antes de caminar por una callejuela árabe desconocida sin otra cosa que una pistola en su bolsillo.
Sólo él sabe cuántas veces ha solicitado a un primer ministro el permiso legal para matar a un terrorista que no podía ser llevado ante un tribunal israelí, junto a los kidon a los que muestra el documento legalmente sellado, la licencia para matar.
Si el nombre de Mahmud al-Mabhuh hubiera estado en un documento semejante, habría sido firmado por Benyamin Netanyahu. Eso, como todo aspecto de una operación kidon, sería enérgicamente desmentido por un portavoz del gobierno, si se le preguntara. Lo que no ha impedido que el jefe de la policía de Dubai, el teniente general Tamin, despotricara contra el primer ministro israelí.
Esta semana hace dos años que Dagan envió un equipo de kidon a Damasco a asesinar a Imad Mughniyeh. Su expediente en el Mossad incluía detalles de la organización del secuestro de Terry Waite y del atentado contra la base de marines de EE.UU. cerca del aeropuerto de Beirut, matando a 241 personas. EE.UU. había ofrecido 12,5 millones de libras por su cabeza. Dagan sólo lo quería muerto.
Psiquíatras, psicólogos, científicos conductuales, psicoanalistas y perfiladores – conocidos colectivamente como los «especialistas» – recibieron instrucciones de decidir la mejor manera de asesinar a Mughniyeh.
Concluyeron que estaría entre los invitados de honor en las celebraciones del Centro Cultural Iraní en 2008 para la celebración de la Revolución de Jomeini. El equipo colocó una bomba en el apoya-cabezas del Mitsubishi Pajero que había sido alquilado por Mughniyeh, para que fuera detonada por un teléfono móvil. Cuando Mughniyeh llegó al Centro Cultural exactamente a las 7pm el 12 de febrero, la explosión hizo volar su cabeza.
En el funeral de Mughniyeh en Beirut, su madre, Um-Imad, estuvo sentada en medio de un mar de chadores negros; una sombría anciana que gemía que su hijo iba a visitarla el día después de su muerte. Gritaba que no tenía una fotografía para recordarlo. Dos días después recibió un paquete. Contenía su fotografía. Se había enviado desde Haifa.
La lista de asesinatos por los kidon es larga y va más allá del mundo árabe. En su base en lo profundo del desierto Néguev – la arena sólo es interrrumpida por una vista distante de la instalación nuclear de Israel en Dimona – los kidon practican con una variedad de pistolas, aprenden a ocultar bombas, a administrar una inyección letal en una multitud y a hacer que un asesinato parezca un accidente.
Estudian asesinatos famosos – el de John F. Kennedy, por ejemplo – y estudian las caras y las costumbres de objetivos potenciales cuyos detalles están almacenados en sus ordenadores altamente confidenciales. Allí también hay miles de mapas de calles constantemente puestos al día, bajados de Google Earth.
El Mossad es uno de los servicios de inteligencia más pequeños del mundo. Pero tiene un sistema de respaldo que ningún otro puede equiparar. El sistema es conocido como sayanim, palabra derivada del hebrero lesayeah, que quiere decir ‘ayudar’.
Hay decenas de miles de esos «ayudantes». Cada uno ha sido cuidadosamente reclutado, a veces por katsas, los agentes del Mossad en el terreno. A otros, miembros del secreto grupo les han solicitado que se conviertan en ayudantes.
Creado por Meir Amir, el papel de los sayanim es un impactante ejemplo de la cohesión de la comunidad judía mundial. En términos prácticos, un sayan que dirige una agencia de alquiler de coches puede suministrar a un kidon un vehículo sin hacer preguntas. Un sayan agente inmobiliario puede suministrar un edificio para la vigilancia. Un sayan gerente de banco suministrará fondos a cualquier hora, y un doctor sayan asegura la asistencia médica.
Cualquiera de estos ayudantes podría haber estado involucrado en el asesinato de Mahmud al-Mabhuh. El Mossad ha expandido recientemente su red de sayanim en los países árabes.
Un doctor sayan en Cisjordania suministró detalles de la poción homeopática que Yasser Arafat solía beber. Cuando murió en 2004, su médico personal, doctor al-Kurdi, dijo que «un envenenamiento es una fuerte posibilidad en este caso.» Ha habido informes de que más de una docena de terroristas han muerto envenenados en los últimos cinco años.
Dentro de la comunidad de inteligencia global, el respeto por el Mossad aumentó después del asesinato kidon del doctor Gerald Bull. El científico canadiense era probablemente el mayor experto mundial en balística de tubos de cañones. Israel había hecho varios intentos de comprar su experticia. Cada vez, Bull había dejado claro su disgusto por el Estado judío.
En su lugar había ofrecido sus servicios a Sadam Hussein para construir un súper cañón capaz de lanzar proyectiles conteniendo materiales nucleares, químicos o biológicos directamente desde Iraq hacia Israel. Sadam había ordenado tres cañones a un coste de 20 millones de dólares. Bull fue contratado como consultor por un honorario de 1 millón de dólares.
En la tarde del 20 de marzo de 1990, la aprobación para asesinar a Bull fue dada por el entonces primer ministro Yitzhak Shamir. Nahum Admoni, jefe del Mossad, envió un equipo de tres hombres a Bruselas donde Bull residía en un bloque de apartamentos de lujo. Cada kidon llevaba una pistola bajo su chaqueta.
Cuando Bull, de 61 años, respondió al timbre de su apartamento, le dispararon cinco veces en la cabeza y en el cuello; uno tras otro cada kidon disparó su pistola de 7,65, dejando a Bull muerto en la puerta de entrada a su hogar. Una hora después habían salido del país en un vuelo a Tel Aviv.
En pocas horas el propio departamento de guerra psicológica del Mossad había organizado que sayanim en los medios europeos filtraran historias de que Bull había sido asesinado por un equipo de asesinos de Sadam porque tenía intenciones de no cumplir con su acuerdo.
Las mismas tácticas se prepararon el 24 de octubre de 1995 para el asesinato de Fathi Shkaki quien, como Mahmud al-Mabhuh, encabezaba la lista de objetivos del Mossad como resultado de sus ataques terroristas.
Dos kidon – con los nombres de código Gil y Ran – habían salido de Tel Aviv en vuelos separados. Ran voló a Atenas, Gil a Roma. En cada aeropuerto recibieron nuevos pasaportes británicos de un sayan local. Los dos hombres llegaron a Malta en un vuelo por la tarde y se registraron en el hotel Diplomat con vista al puerto de Valetta.
Esa noche, un sayan entregó una motocicleta a Ran. Dijo al personal del hotel que iba a usarla para un tour por la isla. Al mismo tiempo, un barco de carga que había partido el día anterior de Haifa hacia Italia envió un mensaje a las autoridades maltesas diciendo que tenía problemas de motores. Mientras los arreglaban echaría el ancla frente a la isla. A bordo del barco iba un pequeño equipo de técnicos en comunicaciones del Mossad. Establecieron un contacto con una radio en la maleta de Gil.
Shkaki había llegado en ferry desde Trípoli, Libia, donde había estado discutiendo con el coronel Gadaffi lo que el Mossad estaba convencido era un ataque terrorista. Los dos kidon esperaron que caminara por el muelle. Ran y Gil se acercaron en la motocicleta y Gil disparó seis veces en la cabeza a Fathi Shkaki. Se había convertido en una firma de los kidon.
Cuando la policía llegó a revisar el dormitorio de Shkaki encontraron un letrero de «No molestar» en su puerta – una firma que se repitió en el asesinato en Dubai del mes pasado.
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Gordon Thomas es autor de ‘Gideon’s Spies’.
Fuente: http://www.globalresearch.ca/