El Comité de Planificación Regional de las autoridades de ocupación israelíes ha aprobado, a finales de este mes de febrero, el trazado propuesto para la Línea Púrpura de tranvía entre Jerusalén y los Territorios Palestinos Ocupados próximos, en los cuales se encuentran asentamientos de colonos israelíes.
Esta operación es una más de las muchas que tienen por objeto la desposesión de los palestinos, además de que favorece la movilidad de la población de la potencia ocupante en territorio ocupado.
Esta línea, en concreto, tiene 14 kilómetros y 19 paradas, por la zona sur, de este a oeste, y pasa, por ejemplo, por Givat Hamatos, Territorio Palestino Ocupado, una zona en la que se está expropiando a los palestinos y donde se están planificando miles de viviendas, ¿para quién? ¿Qué dirá la diligencia debida de CAF? Para usuarios que pagarán su billete.
No importa que el diseño urbanístico lo haga la potencia ocupante y que las viviendas sean para los colonos. Ellos pagarán por el billete el mismo precio que cualquier usuario, sea un palestino expropiado y expulsado de su casa o un nuevo colono. CAF, la empresa, dirá, que no discrimina y que ambos minimizarán su huella de carbono. A lo mejor, el palestino querrá llegar a Belén, sorteando el Muro que se come Cisjordania. Quizás haya alguien que le ofrezca un nuevo hogar si es de Jerusalén, pero no podrá vivir junto a su pareja palestina si esta proviene de otra localidad palestina porque, aunque haya nacido en Jerusalén, aunque su familia pueda acreditar su permanencia en esa ciudad desde hace generaciones, un palestino de Jerusalén es considerado por Israel como mero residente, un extranjero en su propia tierra. De hecho, su única acreditación será una tarjeta de residencia que puede rescindirse por múltiples motivos y así sucede, en efecto, muchas veces. Generalmente está prohibida la posibilidad de reagruparse si quieren establecerse en Jerusalén.
Podrá ser incluso conductor de un tranvía, que eso no está cuestionado, en principio, o albañil. ¿Hay igualdad de oportunidades, capacidad de formación para ciertos títulos superiores en el caso de palestinos e israelíes? ¿Podrían optar a ser contratados en la economía palestina, si esta fuera no dependiente y forzada a la desindustrialización por la Ocupación? Pero esta no es la situación: dependerá su trabajo y su categoría de las autoridades y las empresas israelíes que privilegian la contratación profesional y laboral de ciudadanos israelíes.
Hay quien a todo esto lo llama apartheid. CAF, no, ni tampoco su socio Shapir, ni el Histadrut (los sindicatos israelíes) ni tantos otros.
La Línea Púrpura se financiará con el presupuesto de 13.000 millones de shekels (más de 3.600 millones de euros) que el gobierno israelí ya ha destinado a la construcción de las líneas Verde y Azul. La planificación de la ocupación y los hechos consumados no salen gratis. En agosto de 2021 se preseleccionaron cinco consorcios, entre ellos el formado por las empresas CAF y Shapir, para licitar una concesión público-privada de 25 años a fin de construir, operar y mantener las líneas Púrpura y Azul, que suman 31 km de recorrido, con 53 paradas, y una flota combinada de 61 tranvías.
CAF y Shapir son el consorcio idóneo. Ya gestionan las líneas Roja y Verde que penetran en Cisjordania y dan servicios a las colonias próximas. Shapir figura en la base de datos, elaborada por las Naciones Unidas, de empresas que se lucran y facilitan la ocupación. Hay algunos fondos de Inversión que ya han desinvertido por esta razón. CAF, de momento, no forma parte de esa base de datos, simplemente porque su implicación es posterior al cierre del plazo de elaboración de la misma, pero hay formalmente 31 organizaciones de derechos humanos y solidarias que han solicitado su inclusión en esa base de datos de las Naciones Unidas.
CAF habla de récords de beneficios y cartera de pedidos en su Informe Anual del ejercicio 2021, firmado por su consejo de administración y la empresa auditora Ernst Young (en otros ejercicios fue Deloitte). Se refiere además a lo exitoso de su filial de autobuses, Solaris, cuya plantilla se encuentra actualmente en huelga en Polonia, al considerar sus salarios muy bajos y desproporcionados en relación a los beneficios. Por lo que toca a los proyectos para ampliar y construir líneas de tranvías entre la ciudad ocupada de Jerusalén y las colonias próximas en los Territorios Palestinos Ocupados, en los que participa CAF y que ya están ejecutándose, de modo cínico, afirma que «ha defendido la inexistencia de vulneración alguna de las directrices de la OCDE ni de los Derechos Humanos en general, habiendo por el contrario adoptado las máximas cautelas y diligencia debida en aplicación de sus procedimientos internos en materia de Compliance. Más concretamente, se ha realizado y revisado en varias ocasiones el análisis de los riesgos potenciales ligados a la actividad del Grupo CAF en dicho proyecto, así como la gestión de los mismos».
La UE, la OCDE y otros organismos internacionales están aplicando sanciones a empresas rusas, a oligarcas rusos a causa de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. ¿Qué pensaríamos si CAF construyera una línea de tranvía en la Ucrania ocupada en colaboración con una empresa rusa y con financiación del gobierno de Moscú?
Por su parte, Amnistía Internacional pide a los gobiernos lo siguiente, si se quiere luchar contra el apartheid israelí: «Establecer y hacer cumplir la prohibición en sus mercados de productos procedentes de asentamientos israelíes y regular las actividades de las empresas domiciliadas en su jurisdicción para prohibir que operen en asentamientos o comercien con bienes de estos». Y, en concreto, respecto a las empresas que operan, exige «Adoptar procedimientos adecuados y códigos de conducta con arreglo a las normas internacionales para garantizar que sus propias actividades en Israel y los TPO no contribuyen al sistema de apartheid ni se benefician de él; abordar este impacto cuando se produzca y cesar las actividades pertinentes si no se puede prevenir».
CAF (y Solaris) está favoreciendo el desplazamiento de población de la potencia ocupante a territorio ocupado. Se lucran con ello. Son agentes necesarios en la ocupación y el apartheid.
Ya solo hace falta que las administraciones vascas, españolas, europeas sean coherentes y juzguen si CAF y Solaris contribuyen a la ocupación y al apartheid, para que, sin doble vara de medir en sus relaciones comerciales, tomen medidas respecto a estas empresas.