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La mentira de la única democracia del medio Oriente

Fuentes: Haaretz

Traducido del hebreo para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

Israel nunca fue un Estado democrático. Realmente no. Pregunten a los ciudadanos árabes (ocupación, expulsión, gobierno militar), o a los refugiados africanos (persecuciones, campos de detención, deportación). Pero el gran problema no es la falta de democracia. El gran problema es la hipocresía de Israel. La falsa apariencia («la única democracia de Oriente Medio») es un delito mayor que la ausencia de democracia.

El tiránico régimen de Assad declaró la guerra a los ciudadanos de Siria y admitió, abiertamente, esta declaración de guerra. El régimen de Israel declaró la guerra a los ciudadanos de Israel, pero trata de presentarse como un régimen democrático donde los derechos civiles básicos de los ciudadanos, como el derecho a expresarse, el derecho a manifestarse y el derecho al libre acceso a la información son sus bienes inalienables. El régimen israelí miente sobre quien dice ser.

¿Cuál es la hipocresía? La hipocresía es pintar la realidad de otros colores, de esos que confunden al ojo. Hipocresía es decir que esto es una democracia y enviar fuerzas de seguridad a golpear fuera de toda proporción a los manifestantes no violentos. En otras épocas, los judíos fueron capaces de identificar la hipocresía desde tiempos inmemoriales. «Fieles son las heridas de amor mientras hay besos que se prestan al odio» (Proverbios). Pero en Israel, en el verano de 2012, la mayoría judía sigue en pie y observa, como si fuera de palo, la hipocresía gubernamental.

¿Cómo sucedió esto? ¿Cómo pasaron a ser los judíos en Israel un montón de autómatas? ¿Cómo? Propaganda. El lavado de la prensa propagandística israelí trabaja horas extras de forma gratuita. ¿La protesta? ¿De izquierda? ¿Los manifestantes? Vándalos, malcriados, gente fuera de la ley. ¿El problema social? No existe tal cosa, la situación económica es próspera. ¿La ocupación? No hay ninguna ocupación. ¿Los palestinos? No hay tal cosa. ¿Los solicitantes de asilo africanos? ¿Los trabajadores migrantes? ¿Los activistas de derechos humanos? Traidores. Y así sucesivamente. No tiene fin. El complejo de la fábrica de mentiras de la propaganda israelí a veces se complica y confunde consigo misma. Un brazo del gobierno se olvida de la mentira que el otro brazo pergeñó hace un momento. La mentira normalizada como forma de vida.

Fuente original: http://www.haaretz.co.il/opinions/1.1740075