Frente a la realidad evidente y palpable de que hay que abandonar la economía capitalista basada en la “química del carbono o del petróleo” y en el “crecimiento ilimitado” que promueve la explotación irracional de los recursos naturales y del trabajo humano, se han ido formando a nivel global una serie de bloques de potencias, países, gobiernos, grupos de presión, pueblos y personas.
Presento a continuación una primera mirada de ese proceso de alineamiento que es parcial y temporal (o sea, en movimiento real):
Frente a la crisis ambiental están los “negacionistas” y los “afirmacionistas”. Los unos, rechazan los informes científicos; plantean que el cambio climático es un fenómeno natural y no por los gases de efecto invernadero. Para ellos, todo es una campaña de los “globalistas” (Soros y cía.) para debilitar a los países productores o consumidores de petróleo, gas y carbón, y “apoderarse del mundo”. Los otros, son conscientes del problema y llaman a impulsar una transición hacia energías limpias, y entre ellos, algunos consideran que estamos frente a una crisis de carácter civilizatorio.
Frente a la necesidad de impulsar la transición energética están los “radicales” y los “gradualistas”. Los primeros plantean que hay que reducir drásticamente la producción y consumo de combustibles fósiles dado que estamos entrando en la fase del “no retorno” y que está en riesgo la supervivencia de la vida humana en la tierra. Los segundos creen que hay que ir paso a paso generando nuevas energías renovables y limpias para en forma progresiva reemplazar los combustibles fósiles. En ello, surgen diferencias en cuanto a que la “transición” se pueda hacer en el marco del capitalismo y quienes creen que se requiere o que surgirá un proceso de transformación estructural.
Frente a los intereses de la Humanidad existen los que denomino como “humanistas-globales” y los “nacional-chovinistas”. Los unos, llaman a subordinar los intereses nacionales y sectoriales (etnias, culturas, géneros, etc.) frente a los intereses de la Humanidad en su conjunto, para evitar la hecatombe ambiental; los otros, utilizan los intereses nacionales para rechazar cualquier cambio que afecte sus economías y su poder político. Los “nacional-chovinistas” se caracterizan por ser “negacionistas” o, si acaso reconocen el problema, inventan todotipo de excusas para no hacer nada.
Los “humanistas globales” no son lo mismo que los “globalistas”. Los “globalistas” son aquellos capitalistas –como Soros– que promueven la globalización neoliberal en favor de intereses “occidentales” (USA, UE). Los “globalistas” se declaran “progresistas” y hasta “socialistas”, “multiculturalistas” y “ambientalistas”, pero promueven todo tipo de conflictos para debilitar a otras potencias imperiales y, no les importa, que guerras como la de “Rusia- Ucrania” generen toda clase de efectos negativos que agravan la crisis ambiental, alimentaria y energética en el mundo.
Los “nacional-chovinistas” son aquellos quienes utilizan el “nacionalismo de gran potencia” para mantener su poder. Esas fuerzas actúan al interior de todas las potencias imperiales (EE.UU., UE, Rusia, China, India, Irán, etc.), y están representados por los Trump, Orbán, Putin, Xi, Modi, Raisi, etc. Cuando los pueblos y los trabajadores impulsan procesos de lucha que ponen en riesgo sus intereses, no dudan en llegar a acuerdos con los “globalistas” como ha ocurrido recientemente en los casos de Libia, Siria, Irak, Afganistán o con la pandemia Covid.
Frente al futuro, a lo que va a ocurrir en las siguientes décadas de tiempo, se pueden apreciar a los “apocalípticos”, que plantean que “no hay nada qué hacer” y a los “optimistas”, que no renuncian a la lucha. Esa lucha consiste en obligar a los grandes poderes económicos y políticos a reducir la emisión de gases de efecto invernadero y, proponen a la Humanidad en su conjunto, la necesidad de diseñar una “nueva economía” que inicie un proceso de “decrecimiento” y de racionalización de la producción y del consumo. Entre los “apocalípticos” están los multimillonarios que impulsan una “colonización espacial” para instalar bases humanas en la Luna o en Marte.
Frente a las posibles soluciones al problema planteado están los “elitistas-maltusianos” y los “humanistas-decrecionistas”. Los primeros plantean que hay que reducir la población, ya sea con guerras, pandemias, hambrunas, etc., porque “el progreso no se puede detener”; mientras que los segundos, están convencidos dereducir el crecimiento económico, derrotar el consumismo y cuidar la vida, lo cual requiere de una “revolución cultural y espiritual”.
No se pueden identificar cada una de esas posiciones políticas (e ideológicas) con una potencia imperial o un país. Existe una lucha interna sobre ese tema dentro de cada nación y país, y también, dentro de los pueblos y de los trabajadores, e incluso, al interior de los partidos políticos, de las empresas y de los gobiernos. Por ello se requiere analizar las causas materiales (“¿objetivas?”) de esa confrontación que parece ideológica pero que se sustenta en intereses concretos, de clases y sectores sociales, de grupos de poder y del gran capital.
Profundizar en ese análisis es indispensable para poder entender esos “alineamientos ideológicos”. Sólo la comprensión de ese entramado de intereses de clases y sectores sociales puede darnos “luces” sobre porqué las “nuevas derechas” (neo y proto-fascistas) han logrado incidir en amplios sectores sociales en diversos países, especialmente, entre los antiguos trabajadores industriales que fueron arrasados y pauperizados por la globalización neoliberal. Es algo real y vigente.
Una nueva teoría crítica (que está en formación) puede ayudar a dilucidar y explicar las paradojas que surgen al calor de las luchas políticas y sociales. Es una tarea indispensable para orientar nuestras luchas con claridad y autonomía y no ser utilizados por los “globalistas” que se pintan de “humanistas”, de “pluriculturales”, o de “ambientalistas”, y promueven “nuevas escuelas de pensamiento” que se especializan en atacar las ideas de Marx, y desechan como por arte de magia las contradicciones entre el capital y el trabajo, y entre la relación capital-trabajo y naturaleza.
Y así mismo, no caer en las trampas de la “geopolítica” y de los falsos “nacionalismos”, que también, se insertan dentro de las luchas de los trabajadores, asumiendo formas “anti-imperialistas” que nos colocan al servicio de los emergentes imperios económicos y militares (China, Rusia, India, Irán) dirigidos por gobernantes autócratas y reaccionarios, que merecen ser denunciados y enfrentados porque oprimen y explotan a sus propios pueblos y trabajadores, igual que lo hace la potencia imperial decadente de occidente (USA). (ver artículo de Rolando Astarita).
Es la “nueva teoría económica” que propuso construir el presidente Gustavo Petro en el Instituto de Estudios Políticos de Paris (ver artículos de Jorge Senior sobre el tema).
Referencias bibliográficas (vínculos)
ONU (2019). Esto es lo que dicen los científicos: el cambio climático llega antes y más fuerte de lo previsto. https://news.un.org/es/story/2019/09/1462482
Astarita, R. (2022). Bregman-PTS sobre derecha y libertades democráticas. https://rolandoastarita.blog/2022/11/20/bregman-pts-sobre-derecha-y-libertades-democraticas/
Senior, J. (2022). Desde París, Petro propone una revolución planetaria. https://www.elunicornio.co/desde-paris-petro-propone-una-revolucion-planetaria/
Senior, J. (2022). Crítica constructiva al discurso de Petro en París. https://www.elunicornio.co/critica-constructiva-al-discurso-de-petro-en-paris/
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