Recomiendo:
0

Fuga hacia adelante

La opción siria de Israel

Fuentes: Counterpunch

Traducido para Rebelión por LB

Los alemanes lo llaman «die Fluch nach vorne«: fuga hacia delante. Cuando la situación es desesperada, ¡atacar! En lugar de retroceder, ¡avanzar!

Cuando no hay salida, ¡arrollar hacia adelante!

Este método tuvo éxito en 1948. A finales de mayo el ejército egipcio avanzaba sobre Tel Aviv. Nosotros -una delgadísima línea de soldados- éramos todo lo que tenían enfrente. Así que atacamos. Una y otra y otra vez. Sufrimos grandes pérdidas pero detuvimos el avance egipcio.

Ahora Ehud Olmert está aplicando el mismo método. Su situación es desesperada. En Israel la mayoría de la gente no duda de que ha recibido grandes sobornos en sobres repletos de dólares. El Fiscal General puede imputarlo en cualquier momento, lo que le obligaría a dimitir.

Y hete aquí que, en el momento más crítico, justo antes de los detalles más incriminatorios comienzan a hacerse públicos, una declaración conjunta se hace pública simultáneamente en Jerusalén, Damasco y Ankara, anunciando el inicio de negociaciones de paz entre Israel y Siria, con Turquía como mediadora. Las conversaciones se basarán en los principios de la Conferencia de Madrid de 1991 e implican la devolución a Siria de la totalidad de los Altos del Golán.

Ni más ni menos.

* * * * * *

También en esto Olmert es el digno alumno de su predecesor y mentor Ariel Sharon.

Sharon estaba hundido hasta el cuello en asuntos de corrupción. En uno de ellos, el llamado «asunto de la isla griega», el millonario israelí David Appel pagó grandes sumas al hijo de Sharon, un novato, en pago de «asesorías». También entonces parecía que el Fiscal General no podría evitar presentar cargos.

La respuesta de Sharon fue una pura genialidad: la separación. Separación de la Franja de Gaza y separación del Fiscal General.

Fue una operación gigantesca. En una melodramática actuación minuciosamente orquestada, los asentamientos de Gush Katif fueron desmantelados. En colaboración con varias divisiones del ejército, toda la policía -la misma policía que supuestamente debía investigar los negocios de la familia Sharon- se desplegó en un esfuerzo nacional de dimensiones extraordinarias. Naturalmente, el campo de la paz apoyaba la evacuación de los asentamientos. Los asuntos de corrupción quedaron completamente olvidados.

La separación, que se llevó a cabo sin ningún tipo de diálogo con los palestinos, ha convertido a la Franja de Gaza en una bomba de relojería, y ahora Ehud Olmert tiene que negociar un alto el fuego. Para Sharon, sin embargo, la maniobra resultó todo un éxito. Si no hubiera sufrido un derrame cerebral hoy en día seguiría siendo Primer Ministro.

La lección no pasó desapercibida a Olmert.

* * * * * *

Tal vez los estetas exclamen: «¡No deberíamos aceptar una triquiñuela como esa! ¡No podemos estar de acuerdo con una paz con pecado concebida!»

Es posible que mi sentido estético esté un poco embotado, porque el caso es que yo estoy dispuesto a aceptar la paz aunque venga de la mano de un líder absolutamente corrupto, incluso si procede del mismísimo Satanás. Si la corrupción de un político le lleva a hacer algo que salvará la vida de cientos y miles de seres humanos en ambos lados, no tengo nada que objetar. ¿Acaso no habló el filósofo Friedrich Hegel de «la astucia de la razón»?

La Biblia relata que cuando el ejército de Damasco puso sitio a Samaria, capital del Reino de Israel, cuatro leprosos trajeron la noticia de que el enemigo había huido (Reyes 2, 7). La poetisa hebrea Raquel escribió, en referencia a esta historia, que no estaba dispuesta a recibir buenas noticias de leprosos. Bueno, pues yo sí.

La sabiduría popular dice que para hacer la paz se necesita un líder fuerte. Ahora bien, parece que lo contrario también funciona: que un líder débil, prácticamente ahogado en problemas, cuyo mandato podría llegar a un fin repentino en cualquier momento y cuya coalición se sostiene sobre pies de barro, un líder que no tiene nada que perder, también puede arriesgarlo todo para hacer la paz.

A partir de ese punto el relato puede progresar en diferentes direcciones.

Primera posibilidad: todo es propaganda («spin»), un vocablo usamericano que se ha convertido en el apellido de Olmert. Se limitará a alargar las negociaciones como si fueran goma de mascar, como ha venido haciendo con los palestinos, y esperar a que la tormenta amaine.

Le será difícil hacerlo, porque ahora Turquía forma parte del juego. Incluso Olmert entiende que sería una pura locura incomodar a los turcos, que están comprometiendo su prestigio nacional en el asunto. Turquía es un socio muy importante para nuestro aparato de seguridad.

Sea cual sea el resultado final, la disposición de Olmert para negociar sobre la base de la devolución íntegra de los Altos del Golán es un importante paso adelante. Sumada a las anteriores iniciativas de Yitzhak Rabin, Benjamín Netanyahu y Ehud Barak, marca una línea de no retorno.

Segunda posibilidad: Olmert realmente pretende hacer lo que dice querer hacer. Por sus propias razones, llevará a cabo las negociaciones «de buena fe», como se comprometió a hacer esta semana, y llegará a un acuerdo. En Israel se pondrá en marcha una salvaje campaña para desacreditarlo. La Knesset se desintegrará, se celebrarán nuevas elecciones, Olmert volverá a encabezar la lista de Kadima y ganará en calidad de artífice de la paz.

Otro escenario alternativo: Olmert perderá las elecciones pero abandonará el escenario con una causa noble, no expulsado por su propia corrupción sino autoinmolado en el altar de la paz.

Otra alternativa: el Fiscal General le inculpará a pesar de todo, Olmert dimitirá pero se irá a casa con la cabeza alta como un líder que ha dado un paso histórico. El Fiscal General aparecerá como un saboteador de la paz e incluso tal vez como el causante de otra guerra.

* * * * * *

Una pregunta pertinente: si Olmert ha decidido efectivamente «huir hacia delante», ¿por qué huir hacia adelante en dirección a la paz y no hacia la guerra? Esto es lo que suele ocurrir habitualmente: los líderes que se encuentran en el umbral del desastre prefieren iniciar una pequeña (o a veces gran) guerra. No hay nada como una guerra para desviar la atención, y hacer la guerra es casi siempre más popular, por lo menos al principio, que hacer la paz.

También aquí hay dos posibilidades:

La primera: igual que Pablo, Olmert tuvo una revelación y realmente se ha convertido en un hombre de paz. El demagogo nacionalista ha madurado y ahora comprende que el interés nacional exige la paz. Un cínico se desternillará ante esta suposición, pero cosas más extrañas han acaecido en el camino de Damasco.

La segunda: Olmert considera que la opinión pública israelí prefiere la paz con Siria a la guerra con Siria, y espera ganar algo de popularidad como artífice de la paz (creo que esto es cierto.)

La tercera: Olmert sabe que todos los jefes del aparato de seguridad (con la notable excepción del jefe del Mossad) apoyan la paz con Siria en base a un frío cálculo estratégico. A los ojos del Estado Mayor del ejército, la pérdida de las Alturas del Golán es un precio razonable a pagar a cambio de desligar a Siria de Irán y reducir su apoyo a Hezbolá y Hamas, sobre todo si una fuerza internacional se establece después de que el territorio vuelva a convertirse en los «Altos de Siria».

Siria es un país sunita aunque esté gobernada por los miembros de la pequeña secta alawita, más próxima a los chiítas (los alawitas derivan su nombre de Ali, el yerno del Profeta, que los chiítas consideran su legítimo heredero). La alianza entre la Siria sunita secular y el Irán ortodoxo chiíta es un matrimonio de conveniencia sin base ideológica. La alianza con los chiítas de Hezbolá también se basa en intereses: puesto que Siria no se atreve a atacar a Israel para recuperar el Golán, apoya a Hezbolá para que lo haga en su lugar.

* * * * * *

Todo esto sucede sin los USA. También esto tiene sus precedentes: la iniciativa de Sadat de 1977 maduró a espaldas de los usamericanos (como me confesó más tarde el embajador usamericano en El Cairo). La iniciativa de Oslo también maduró sin la participación usamericana. Hasta hace poco USA se ha opuesto a cualquier deshielo sirio-israelí, e incluso ahora lo ve con recelo. En la cosmovisión vaquera de Bush Siria pertenece al «eje del mal» y debe ser aislada.

Eso es trigo para el molino de John Mearsheimer y Stephen Walt, los dos profesores usamericanos que van a visitar Israel el mes próximo. En su provocador libro1 sostienen que el lobby de Israel domina totalmente la política exterior de USA. En este nuevo desarrollo parece efectivamente que Jerusalén ha doblegado a Washington a su voluntad.

Durante su visita a Jerusalén hace unos días, Bush clamó contra la posibilidad de hablar con los enemigos. Esto se entendió como un reproche contra Barack Obama, que ha anunciado su disposición a hablar con los dirigentes de Irán. Quizás Olmert ya está apostando por la entrada de Obama en la Casa Blanca.

Pero Bush todavía no está acabado. Le quedan todavía ocho meses para irse y también él puede llegar a la conclusión de que tiene que «huir hacia delante». En su caso, atacando a Irán.

* * * * * *

¿CÓMO afectará todo esto a la madre de todos los problemas, al núcleo del conflicto árabe-israelí: a la cuestión de Palestina?

Menachem Begin hizo una paz por separado con Egipto y devolvió la totalidad de la Península del Sinaí para poder concentrarse en la guerra con los palestinos. Sin lugar a dudas, Begin estaba dispuesto a hacer lo mismo en el frente sirio. De acuerdo con el mapa utilizado por Vladimir (Ze’ev) Jabotinsky, con el que se crió Olmert, el Golán, igual que el Sinaí, no forma parte de Eretz Israel.

Una paz por separado entraña grandes peligros para los palestinos. Si el Gobierno israelí llega a un acuerdo de paz con Siria (y, a continuación, con el Líbano), estará en paz con todos sus Estados vecinos. Los palestinos quedarán aislados y el Gobierno de Israel será capaz de tratarlos como le plazca.

Frente a este peligro, existe una perspectiva positiva: que tras la evacuación del Golán se produzca un aumento de la presión tanto interna como externa para alcanzar la paz también con los palestinos, de una vez por todas.

Los colonos judíos del Golán son mucho más populares en Israel que sus colegas cisjordanos. Mientras que los colonos de Ofra y Hebrón son vistos como fanáticos religiosos, locos cuyo comportamiento es completamente extraño a la naturaleza de Israel, los colonos del Golán son considerados como «gente como nosotros». Tanto más cuanto que fueron enviados allí por el Partido Laborista. Si los colonos del Golán son evacuados será mucho más fácil tratar con la pandilla de «Judea y Samaria».

Al estar en paz con todos los Estados árabes la opinión pública israelí puede sentirse más segura, y, por lo tanto, más dispuesta a asumir riesgos para hacer la paz con el pueblo palestino.

El ambiente internacional también cambiará. Si el fantasioso «eje del mal» desaparece junto con George Bush y una nueva dirigencia usamericana hace un esfuerzo serio para lograr la paz, el optimismo podrá alzar de nuevo su maltrecha cabeza. Algunas personas sueñan con una asociación entre Barack Obama y Tzipi Livni.

Todo esto pertenece al futuro. En el ínterin tenemos a un Olmert débil que necesita una iniciativa potente. En la leyenda bíblica el héroe Sansón mató a un joven león, y cuando regresó a él, «he aquí que en el cuerpo del león había un enjambre de abejas, y un panal de miel». Sansón propuso un acertijo a los filisteos: «Del fuerte salió dulzura», y nadie fue capaz de resolverlo (Jueces, 14).

Ahora podemos preguntar: «¿Saldrá dulzura del débil?»

1 MEARSHEIMER, John J. Y WALT, Stephen M.: El lobby israelí y la política exterior de Estados Unidos. Taurus, Madrid, 2007

Fuente: http://www.counterpunch.org/avnery05262008.html