Recomiendo:
0

La OTAN también dispara contra las pensiones

Fuentes: Rebelión

Los lacayos

Que el Secretario Mark Rutte es un personaje lacayuno y siniestro se confirma día a día, conforme más declaraciones prodiga y más muestra su servilismo hacia Donald Trump, el amo del imperio[1]. Este deleznable sujeto ya declaraba en enero pasado, ante el Parlamento Europeo, «de media, los países europeos gastan fácilmente hasta una cuarta parte de la renta inicial en pensiones, sanidad y sistemas de seguridad social, y solo necesitamos una pequeña fracción de ese dinero [ya veremos luego que de pequeña, nada de nada] para reforzar mucho más la defensa». En tales palabras se vislumbra claramente a quién apunta la OTAN con el incremento en el gasto militar, que no es a otro blanco que a lo que resta del cada vez más precario Estado de Bienestar en los países occidentales.

Cuando hacía esas declaraciones el Secretario General de la OTAN, ya dedicaba la Unión Europea –y aún no había llegado al 2% actual– una cantidad ingente de dinero al gasto militar, cantidad que ascendió en 2024 a un total de 342.000 millones de dólares; si sumamos también el gasto militar de Reino Unido y el de otros países extracomunitarios, la cifra del conjunto de Europa se eleva a 457.000 millones de dólares. En cualquier caso se trataría del triple del gasto militar de Rusia en ese mismo año.

Aún así, como Estados Unidos lo consideraba aún insuficiente, los siervos atlánticos han acordado y firmado en la reciente cumbre de junio en La Haya subir el gasto al 5% del PIB de aquí al 2035, lo que supone unos 510.000 millones de dólares adicionales al año, situando así el total europeo muy cerca del billón de dólares anual, a los que habría que sumar los del resto de los países de la OTAN; sólo Estados Unidos dedicó a “defensa” 997.000 millones de euros en 2024, y el total de los países de la OTAN en 2024 elevaron el gasto militar a 1,5 billones de dólares, el 55% del gasto militar mundial. Por cierto, el acuerdo no le afecta a USA, que se mantiene en su actual 3,6% del PIB de gasto militar, una muestra del proyecto imperial al que obedece en realidad la OTAN como instrumento de la política «exterior» (imperial) norteamericana.

Del Welfare al Warfare

Si tenemos en cuenta que en la Unión Europea se siguen manteniendo los criterios de contención del gasto público global –según su Plan de Estabilidad– en un máximo del 3% de déficit público y de  una deuda pública del 60% del PIB (en 2024 eran aún del 3,1% y del  81% la media de déficit y de deuda de la UE, respectivamente), está claro que añadir 3 puntos del PIB más a la carrera armamentística supondrá gravísimos recortes del sistema de bienestar social europeo.

Según declaraciones del propio presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez – quien, palabras aparte, también ha suscrito el acuerdo de la Haya -, el incremento al 5% del PIB del gasto militar sólo se conseguiría aumentando unos 3.000 euros anuales en impuestos a los trabajadores, eliminando las prestaciones por desempleo, enfermedad y maternidad, reduciendo un 40% las pensiones o recortando a la mitad la inversión estatal en educación desde los cero años hasta la universidad.

En definitiva, nos encontramos ante un cambio absoluto de paradigma, del «contrato social» del Welfare, Estado de Bienestar, puesto en marcha tras la II Guerra Mundial, al Warfare, Estado de Guerra o régimen de guerra –como se le suele llamar más asiduamente-, que tiene su arranque en el marco del neoliberalismo, a partir de los años 90 del siglo pasado, y llega hoy a su paroxismo.

En España, aparte de las del Presidente, también ha habido declaraciones de los sindicatos de corte más o menos socialdemócrata, que apuntan a una complicidad fáctica con dicho régimen de guerra. El secretario de la UGT (Unión General de Trabajadores), sindicato vinculado al Partido Socialista, manifestó en mayo, nada más y nada menos, que se debería imponer un impuesto a toda la ciudadanía europea «para la defensa»; y el secretario general de Comisiones Obreras, su sindicato hermano, ha declarado recientemente, sin despeinarse siquiera ante la evidente contradicción que encierran sus palabras, que, aunque el gasto del 5% es una barbaridad, «el debate no es salir de la OTAN, el debate es cómo reforzar la estrategia europea de seguridad y defensa común».

Las cifras mágicas

No quisiera seguir adelante sin hacer antes una observación que creo importante. Hemos naturalizado tanto las cifras y conceptos macroeconómicos que nos transmiten como objetivos a conseguir desde el poder, que con frecuencia terminamos por aceptar el marco que suponen. Pero hoy por hoy nadie ha sabido justificar «científicamente» por qué el déficit público debe ser inferior al 3% o la deuda pública mantenerse por debajo del 60%. En realidad son cifras aleatorias que podemos calificar de mágicas, pues no tienen base objetiva alguna.

La historia del 3% de límite del déficit la cuenta el economista Juan Torres y sería divertida, si no fuera por sus funestas consecuencias. Su origen, cuenta Torres, se remonta al gobierno francés de Mitterand, y según uno de los protagonistas de su acuñamiento, el número fijado obedeció a criterios arbitrarios, a «precedentes ilustres (…) como las tres Gracias, los tres días de la Resurrección, los tres órdenes de la alquimia…la lista es infinita»[2].

Sobre el 60% de deuda no disponemos de una historia tan jugosa, ya que su origen se remonta al Tratado de Maastricht[3], la primera constitución de facto de la Unión Europea, según un modelo neoliberal, que nació con un gran déficit democrático. No obstante, es un número que se ha determinado de la misma arbitraria manera.

Y sobre el ya reiterado 5% del plan de gasto en defensa de la OTAN, también merece la pena traer a colación al catedrático de economía Juan Torres: «No hay ningún tipo de razón económica ni militar que justifique ese nivel de gasto. Podría haber dicho el 4, el 7 o el 20 con la misma falta de fundamento. No responde a algún tipo de estudio o planificación estratégica. Es simplemente un chantaje para forzar que los gobiernos de la OTAN sigan nutriendo a la industria y finanzas estadounidenses (…) Ese porcentaje es sencillamente una barbaridad, la economía de todos los países de la OTAN se desestabilizaría si se alcanzara»[4].

En realidad, esas cifras efectivamente se determinan al azar –de ahí su carácter «mágico» del que hablaba-, pero tienen un objetivo muy claro: disciplinar a las clases populares y enriquecer a las grandes multinacionales, en el caso de la OTAN a las empresas de armamento y vigilancia. Porque, ¿cómo es posible que la Unión Europea proponga con tanta generosidad llevar a cabo un aumento del gasto en armamento de 800.000 millones de euros, como hizo la Presidenta de la Unión Úrsula “Bom” del Leyen, cuando nunca ha hecho nada similar ni en en materia de vivienda, ni de pensiones, ni de educación, ni de sanidad, sino antes bien, al revés, ha hecho un sistemático llamado constante a la «austeridad» en esos campos, a los recortes.

Así que el dogma económico neoliberal de la “austeridad” se aplica unas veces sí, otras no, según para qué. En una dirección, las armas, sí se puede incrementar el gasto al infinito; en otra, el bienestar social, ni se debe, ni se puede aumentar, si quiera discretamente. La cifras serán arbitrarias, pero la lógica a la que responden queda clara y es implacable.

La cuestión de clase

Y es que las mencionadas palabras vacuas –en cuanto incapaces de traducirse en un cambio efectivo de rumbo– del presidente del gobierno español sí que apuntan, igual que hacían las de Mark Rutte, hacia el tema crucial del incremento del gasto militar, a su traducción y consecuencias de clase, a saber:

  • Ese aumento  del gasto militar lo van a pagar, por activa, directamente, los trabajadores y trabajadoras, que verán incrementada su contribución fiscal, a la vez que grandes empresas y fortunas continuarán con sus prácticas de elusión y evasión fiscal.
  •  Por pasiva, también serán los trabajadores y trabajadoras quienes paguen las consecuencias, ya que se les privará del salario indirecto que representan las prestaciones sociales y los servicios públicos, que resultarán prácticamente desmantelados para orientar esos fondos al gasto militar.
  •  En este apartado, las pensiones públicas (que ya vienen siendo atacadas, vía aumento de las limitaciones de acceso, reducción de cuantías, prolongación de la edad para el disfrute, privatización de la gestión de fondos públicos de pensiones y estímulo de los fondos privados), las pensiones, decía, se verán reducidas a niveles de pobreza extrema, retrotrayéndonos a situaciones más propias del siglo XIX.
  • Más cruelmente, los trabajadores serán así mismo quienes sacrifiquen sus vidas en las guerras y genocidios en que, según nos enseña la historia, siempre terminan derivando las carreras de armamento. No hace falta explicar quién constituye siempre el grueso de la «carne de cañón».
  • Y por el otro lado, frente al perjuicio a los intereses populares, se produce en beneficio de la burguesía un trasvase de las rentas detraídas de la clase obrera y de los presupuestos públicos a las grandes empresas de armamento, que están experimentando en este momento un crecimiento exponencial, incluidos sus beneficios.

Y es que el capitalismo, cuando llega a un callejón sin salida (léase reducción de las tasas de ganancia), siempre apunta a la guerra como «salida». Por eso, trabajadores y trabajadoras en activo, pensionistas y clases populares tenemos que nutrir, si no generar cuando sea necesario, los movimientos sociales contra las guerras. Esas de las que se librarán siempre las élites.

Porque como decía el líder comunista español Julio Anguita, «malditas sean las guerras y los canallas que las hacen».

Notas

[1] Una completa reseña del personaje puede leerse en el artículo del profesor e hispanista holandés Sebastian Faaber https://ctxt.es/es/20250601/Politica/49554/Sebastiaan-Faber-perfil-Mark-Rutte-vacuidad-Paises-Bajos-OTAN.htm

[2] https://www.eldiario.es/economia/espana-bajara-deficit-avecinan-ajustes_1_1642424.html (ver recuadro al final de la noticia)

[3] Una visión crítica de lo que supuso el Tratado de Maastricht puede leerse en https://ctxt.es/es/20180214/Firmas/17779/Miguel-Urban-Fernando-Luengo-Maastricht-Europa-Tratado-neoliberalismo.htm

[4] https://juantorreslopez.com/no-es-defensa-es-negocio/

Javier Lucena, de la Coordinadora de Trabajadores de Andalucía, CTA, y del grupo de estudios de la Unión Internacional de Sindicatos de Pensionistas y Jubilados de la Federación Sindical Mundial,

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.