Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.
Nunca hubo en Oriente Próximo una cumbre más sombría. Ninguna puede serlo más.
Los cuatro líderes de Sharm el-Sheik no se sentaron juntos en una íntima mesa redonda. Cada uno se sentó solo tras una enorme mesa para sí mismo. Eso aseguraba una llamativa separación entre ellos. Las cuatro largas mesas apenas se tocaban. Cada uno de los líderes, con sus ayudantes detrás, se sentaba como una isla solitaria en un inmenso mar.
Todos ellos -Hosni Mubarak, el rey Abdalá de Jordania, Ehud Olmert y Mahmoud Abbas- mostraban un semblante serio. Durante toda la parte oficial de la conferencia, no pudo verse ni una sola sonrisa.
Uno tras otro, los cuatro largaron sus monólogos. Un ejercicio de hipocresía superficial, de engaño vacío. Ninguno de los cuatro se alzó por encima del oscuro barrizal de frases santurronas.
Un monólogo corto de Mubarak. Un monólogo corto de Abdalá. Un monólogo de duración media de Abbas. Un interminable monólogo de Olmert -un típico discurso israelí, arrogante, aleccionando al mundo entero, sermonero y chorreante de moralidad- expresado, por supuesto, en hebreo, con el objetivo obvio de atraer al público de casa.
El discurso incluyó todas las frases requeridas: Nuestra alma anhela la paz, la solución de los dos estados, no queremos gobernar sobre otro pueblo, por el bien las generaciones venideras… bla-bla-bla. Todo en el habitual estilo colonial: Olmert incluso habló de «Judea y Samaria» usando la terminología oficial de la ocupación.
Pero para «fortalecer» a Abbas, Olmert se dirigió a él como «presidente» y no como «Chairman» que ha sido el título de rigor empleado por todos los representantes israelíes desde el establecimiento de la Autoridad Palestina. (Los hombres sabios de Oslo soslayaron esta dificultad refiriéndose -en los tres idiomas- al representante de la Autoridad con el título árabe de «Rais» que puede significar tanto presidente como chairman.
¿Y qué palabra no apareció a lo largo de este interminable monólogo?
«Ocupación»
¿Ocupación? ¿Qué ocupación? ¿Dónde está la ocupación? ¿Alguien ha visto alguna ocupación?
La ocupación no estaba en la agenda de esta oscura cumbre. Ni siquiera en sus sueños más quiméricos los participantes árabes podrían imaginar algo más maravilloso que «aliviar las restricciones». Hacer la vida un poco menos penosa para la sufrida población. Devolver las remesas retenidas de impuestos palestinos. (Ése, es decir Israel, puede devolver algo del dinero que se ha embolsado), retirar algunos de los bloqueos de carreteras, barricadas que impiden a las personas ir de un pueblo al siguiente. (Eso ya se ha prometido muchas veces y tampoco se hará esta vez porque el ejército y el Shin Bet se oponen. Olmert ya ha anunciado que es imposible por «razones de seguridad»).
Con el aire de un sultán que tira monedas a los pobres de la calle, Olmert anunció su intención de poner en libertad a algunos prisioneros de Fatah. 250 monedas, 250 prisioneros. Ese era el «generoso regalo» que iba a hacer que los palestinos saltaran de alegría, «fortalecer» a Abbas y despertar a la nueva vida los huesos resecos de su organización.
Si Olmert no se hubiera sentado tan lejos de Abbas, hubiera podido también escupirle en la cara.
Primero de todo, el número es ridículo. Ahora hay aproximadamente 10.000 (diez mil) palestinos por «seguridad» prisioneros en cárceles israelíes. Cada noche se están apresando en sus casas alrededor de una docena. Puesto que no hay más espacio en las instalaciones penitenciarias, los carceleros agradecerán librarse de algunos presos. En anteriores gestos de esta naturaleza, el gobierno israelí ha puesto en libertad a prisioneros cuya condena, en cualquier caso, estaba cercana a su cumplimiento, y a ladrones de coches.
Segundo, la confraternización entre Fatah y Hamás está claramente establecida en la cárcel. La violenta lucha de Gaza no se planeó en las prisiones. El famoso «documento de los presos» que sentó las bases del (ahora difunto) Gobierno de Unidad, fue formulado conjuntamente por los prisioneros de Fatah y Hamás.
El anuncio de Olmert de su celeridad para soltar a prisioneros de Fatah -y sólo de Fatah- está diseñado para sabotear esa unidad. Podría estigmatizar a la gente de Fatah como colaboradores y a Abbas como un líder que sólo se preocupa por los miembros de su propia organización y no por los otros.
Así, ¿qué salió de esta conferencia en la cumbre? Algunos dicen: más cero, otros dicen: menos cero. No sorprende que los participantes árabes aparecieran tan sombríos.
¿Para qué fue buena? Abbas estaba necesitado de fortalecimiento después de perder la Franja de Gaza. Olmert les prometió a los estadounidenses fortalecerlo. Pero después de la conferencia, Olmert podría usar la frase habitualmente proferida por los líderes israelíes cuando visitan a familias afligidas: «Vine a fortalecer, pero soy yo quien se ha fortalecido.»
El único ganador fue Olmert. La conferencia ha demostrado que la influencia de Mubarak y Abdalá sobre Israel es nula, y que la posición de Abbas es todavía peor.
Para despejar cualquier duda sobre esto, Olmert envió una vez más el ejército a la alcazaba de Nablús, el corazón del reino virtual de Abbas, para «arrestar» a los líderes del brazo militar de Fatah. Estos ofrecieron decidida resistencia e hirieron a varios soldados. Un teniente perdió una mano y una pierna. Esta vez en Gaza, 13 palestinos fueron asesinados en otra incursión, incluyendo a un niño de 9 años. Según la versión oficial, el objetivo era disparar a los militantes indiscriminadamente para que se sintieran acorralados.
Si esto no es ocupación, ¿qué es? Pero Dios prohíbe que cualquiera mencione esta palabra en un discurso diplomático -la palabra de diez letras que se ha convertido en una obscenidad; un vocablo de diez letras que se ha vuelto tabú en la sociedad bien educada-.
La desaparición de la ocupación como asunto de discusión es el verdadero mensaje de la conferencia. Todos los preparativos y ceremonias fueron diseñados para crear la falsa impresión de que Olmert y Abbas eran las cabezas de dos estados que dirigen negociaciones sobre una base de igualdad, en vez del líder de una potencia ocupante y un representante de la población ocupada.
Eso es verdad para todo el discurso sobre el conflicto israelo-palestino en esta fase: el mundo está tan acostumbrado a la ocupación que su propia existencia ha dejado de ser un asunto para la discusión.
Eso también es evidente en la información diaria del conflicto en los medios de comunicación israelíes y extranjeros. Informan de lo que está pasando -la toma del poder en Gaza por Hamás, las acciones del ejército israelí, los problemas de Abbas, las decisiones del gobierno israelí- sin referirse al contexto de la ocupación. Como si la ocupación, con todas sus matanzas, destrucción, privaciones y despojo fuera un fenómeno tan natural como la luz del sol durante el día o el centelleo de las estrellas por la noche.
Hay muchos asuntos que se están discutiendo tales como si hay que aliviar la situación de los palestinos o aumentar su miseria, si permitirle a la policía de Abbas moverse libremente con sus armas en los pueblos de Cisjordania para que traten de eliminar las milicias que luchan contra Israel, o si hay que extender los asentamiento o no. Pero todas estas discusiones están basadas en la incuestionable asunción de que la ocupación está allí para siempre.
Toda la charla sobre «fortalecimiento» se dirige en este contexto: Se supone a Abbas y a su gente para funcionar como una administración bajo la ocupación. Según la percepción de Olmert y Bush su trabajo es cumplir las órdenes de la ocupación a cambio de su propio dinero y quizás de algunas pequeñas armas. A propósito, eso es muy similar a la «autonomía» prometida por Menajem Begin a «los habitantes árabes de Judea, Samaria y el distrito de Gaza». Olmert está listo del todo para hablar sobre la «Solución de los Dos Estados» -mucha charla, con mucha grandilocuencia y patetismo- mientras en la práctica hace todo lo posible para impedir que esta «visión» se realice antes del advenimiento del Mesías.
Sobre esta realidad está caminando ahora Tony Blair.
Es un enviado del Cuarteto, algo que realmente no existe, una ficción diplomática de cuatro que son uno.
Europa no existe en lo que al conflicto israelo-palestino se refiere, excepto como un instrumento financiero de la Casa Blanca. Cuando el presidente de EEUU quiere, Europa envía limosnas a los palestinos (y armas a Israel). Cuando el presidente de EEUU quiere matar de hambre a los palestinos, Europa les impone un bloqueo.
La ONU hace tiempo que se ha convertido en una sección estadounidense del Departamento de Estado, sobre todo en lo que se refiere a Oriente Próximo. Cuando el vociferante sargento estadounidense grita, la ONU pone toda su atención y se cuadra firme.
Rusia sueña con recobrar el estatus de «superpotencia». Como en los tiempos de los zares y Stalin, piensa en términos de «las esferas de influencia». Oriente Próximo es una esfera de influencia estadounidense. Por consiguiente, Rusia no interferirá, excepto para articular con voz hueca frases altisonantes.
El Cuarteto simplemente es una organización frontal estadounidense. Y se manda a Tony Blair a Palestina como un enviado especial del presidente Bush. El amo envía a su perrito faldero.
¿Para qué? Si Bush realmente quisiera realizar su «visión» de los dos estados, no necesitaría a Blair. Podría hacerlo todo solo en cuestión de semanas. Incluso la pobre Condoleezza podría hacerlo, en lugar de parlotear sobre los planes de crear finalmente el estado, con sólo estar respaldada por la decidida voluntad del presidente.
Así que, ¿para qué se ha nombrado a Blair? ¿Es sólo para darle un estatus redundante a una estrella internacional? ¿Para dar un premio de consuelo a alguien que fielmente mintió y estafó para Bush antes y durante la guerra de Iraq?
Sí, por supuesto. Pero su tarea principal es difundir fuera la idea de progresión y ganar tiempo, posponerlo todo, fomentar la creencia de que hay actividad, proporcionar una ilusión de progreso a los palestinos y a los medios de comunicación mundiales.
Blair vendrá, se reunirá, hará declaraciones, rezumará encanto por cada poro, generará titulares, volará, regresará, hará más anuncios, se reunirá nuevamente con reyes, presidentes y primeros ministros. Una larga cola de periodistas sedientos de noticias lo seguirá por todas partes, generará ruido en los medios de comunicación, escribirá, será grabado y le sacarán fotografías, como si fuera un Paris Hilton masculino.
Entretanto palestinos e israelíes aguardarán agonizantes, el muro se terminará, se confiscará más tierra, se agrandarán los asentamientos, los «terroristas» en el punto de mira serán asesinados, el bloqueo sobre Gaza se estrechará y las ciento una actividades diarias de la ocupación seguirán; la ocupación que no se osa llamar por su nombre.
La tarea declarada de Blair, también, es «fortalecer a Abbas». ¡Ay del cometido! ¡Pobre de Blair!. ¡Pobre, en particular, de Abbas!
Original en inglés: http://zope.gush-shalom.org/home/en/channels/avnery/1183282750/
Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, el traductor y la fuente.