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La pandemia política y la nueva normalidad

Fuentes: Rebelión

Más allá del análisis en corto, importante pero insuficiente ante los retos, de si se ha gestionado más o menos bien la pandemia, aquí y allá, si este u otro líder, partido, lo ha hecho mejor que lo hubiera hecho otro, o tal científico acierta y el otro experto sanitario no, en este inflamado panorama súper hinchado de información pero mal informado donde bulos se confunden con verdad y maniobras goebbelianas con eficacia… Más allá está en nuestras manos ciudadanas, de pueblo, empoderarnos y hacer una aportación definitoria, definitiva, sin miedos, sin sugestiones, sin entrar ciegos y serviles en esa era de la obediencia que tan bien retrata la premonitoria película Isla de perros.

El Sistema aprovechará la pandemia, lo está haciendo ya, para avanzar en la realidad a su medida, la nueva explotación laboral y social, la nueva esclavitud, la nueva sostenibilidad llena de trampas, los nuevos trampantojos y fes servidas por los papas de la tecnología y la líquida moral que es más bien liquidación de valores y de ideologías, liquidación de toda moral, alma, sentido humano.

Sin embargo, ello no invalida (al contrario) nuestro deber en la defensa de nuestra supervivencia, vida más allá de esta que padecemos, es decir, llena de contenido; vida que merezca este nombre, vida posible y no obstante, negada una y otra vez.

Una realidad diferencia el momento presente de anteriores, desde el nacimiento del hombre sapiens hasta donde sabemos (quizá hubiera antes de nosotros civilizaciones realmente potentes y hasta marcianas, pero eso no lo sabemos y tenemos que atenernos a los hechos conocidos). Y esa realidad diferente es LA POSIBILIDAD. Y esa realidad es patrimonio de toda la humanidad, al margen de sus inventores: Los que han avanzado en esto y lo de más allá.

Hoy es posible que toda la humanidad coma, tenga una vida digna y un hogar, vacunas, cama en un hospital, techo, trabajo no alienante… Es posible ya que se terminen las guerras gigantescas (de hecho, no tienen sentido), el desastre humanitario. Que todo el mundo pueda tomar unas vacaciones y dedicar unos dólares o euros o cualquier papelito rodante a su disfrute. Dedicarse a pensar, a aportar más conocimiento a los demás, a realizarse, dedicarse a tareas realmente prioritarias o importantes y no me refiero, lógicamente, a las que los explotadores de siempre nos tienen programadas en pro de sus beneficios acumulativos sin medida y sin límite de continuidad. Porque el hombre con mayúsculas ha llegado hasta ahí, hasta lograrlo. Se ha desarrollado y ha desarrollado medios que permiten… Acechan nuevos peligros, es verdad porque todo crecimiento gigantesco conlleva un equilibrio, una nueva organización, unas medidas, consensuadas, por cierto. Pero ello no quita importancia a lo anterior, no modifica la tesis.

Todo el meollo de la cuestión económica (lo económico es prevalente en nuestras sociedades) es la escasez: no hay para todos. La ley de la supervivencia se impone y cazan y se reproducen los más fuertes o los que se imponen de algún modo, caiga quien caiga, que mejor cuantos menos competidores… Luego no es para tanto, hay más, se evoluciona, pero no da la gana repartir y en la idea del no reparto, sigue la cosa y el hombre explota al hombre: Los más habilidosos no esperan a que otros se lleven su queso (terrible experiencia hobbiana). Y en lo que se refiere al conocimiento, lo mismo… Bibliotecas Vaticanas y sus pares, antecedentes y continuadores…

El capitalismo surge un día, si no existió siempre, y preocupado de la reinversión en nuevas “artes” de hacer más dinero, se va transformando de conservador e industrial en vivalavirgen y especulativo, y de “formal” pasa a ser fiat o fiasco. Sociedad líquida, dinero líquido ya no respaldado por ningún patrón (ni oro, ni dólar, ni nada), donde deja de tener sentido hasta a qué porcentaje de un PIB de un crecimiento llega una deuda. Las deudas de los países crecen de manera manipulada y a conveniencia de la rueda de los pocos que manejan el mundo y etecé, que son las teorías que nos han metido hasta el tuétano por los ojos sin contarnos toda la verdad.

La verdad, hoy en día, es que las cartas se han ido poniendo, aún sin querer, encima de la mesa, que aun con la avaricia y las tintas de calamar de una enrredina de agitación y propaganda continua de las raposas del poder, sabemos lo suficiente y eso suficiente es que ya la acumulación es mero vicio y no obedece a nada más, que es por no parar, por la perpetuidad de la perversión y nada más…

Una vez conocida completamente esta tierra redonda y azul, una vez contados con la precisión avara de Tío Gilito los recursos totales, una vez alcanzado el desarrollo tecnológico que tenemos y no para y es exponencial, su realidad, palpable, se sabe, perfectamente se sabe, que toca ya, que es la hora de la distribución, el reparto, la igualdad, la implicación, la globalización. Pero no la globalización de la infamia mercantil y aniquiladora de todo lo alcanzado, derrochadora de recursos para satisfacción sin freno de unos mini pocos, injustamente inhumana, trampa, asesina de los iguales, hombres y mujeres que no importa cargarse, como está demostrándose con esta pandemia, fríamente…

Hoy, la acumulación en tan pocas manos es lo insostenible. Y hoy también se está mostrando a las claras la interdependencia humana. Por tanto, es absolutamente suicida para la especie seguir por este camino de tarados que hacen racismo cuando no hay razas, intentan controlar con mil tretas los fuegos que originan ellos mismos, viéndoseles el plumero completamente. Y es que no son más que un club ansioso, extendido por los cinco continentes, perfectamente conectados entre sí, de estercolero pijo y rancio que tanto Tom Wolfe retrata en Todo un hombre, en sus artículos excelentes y sus otras novelas sobre la banalidad de los Yales y los Harvard y sus puertas giratorias y traseras y la corrupción general de la Justicia inventada, como ya describiera el divino Dante… El hombre loco de Pirandello que tan bien conocía la locura y la creación artística de tantos artisteros de pacotilla.

¿Qué valen hoy las Bolsas, la RAE, las normas que no nos amparan, los gestores malísimos que nos engañan, perros de sus amos…?

¿Qué pueden hacer con un bozal, con un simbolismo, con un encarcelar raperos como aquí o matar negros o matar mujeres, si no queremos…, si nos plantamos?

¿Qué mayor irresponsabilidad que no reemplazar a todos estos actores de segunda, a estos directores de obra sin tino, arrebatados, sin plan que no sea absurdo?

La globalidad que toca es la de los derechos humanos y es ahí donde imponen nuevas barreras los psicópatas sociales que gobiernan el mundo, que están creando esa nueva normalidad de sumisión y sufrimiento del que desean hacernos coartífices masoquistas encantados de haberlo “pillado”(el juego) pues nunca dejamos nuestra parte homo habilis con deseos incontrolables de ser aceptados en la manada, llevada por bestias. Salir de ella es el reto. Siempre fue el reto y la historia lo que demuestra perfectamente es que se logra.

Todas esas tecnologías y medios o instrumentos que pone a nuestro alcance, todos los avances científicos y el conocimiento acumulado ya, pueden servirles para hacernos robots sin sentimiento alguno, a esas gentes, ovejos sin sentido salvo para el “sentido” de la locura totalizadora hitleriana de dominar el mundo y perfeccionar la raza con depredadores máximos. O puede ser que desvelemos su verdadera razón de ser y la dediquemos al crecimiento del conjunto de la humanidad y de cada ser humano en particular. Por ello quieren dividirnos a marchas forzadas, separarnos, que nos demos codazos y no abrazos, que dejemos de entendernos y que la telepatía que venga sea artificial, manejable por los amos de Matrix y El Mundo Feliz de Huxley, y no por nosotros. Por eso me refería a que lo alcanzado es patrimonio de la humanidad, más que cualquier monumento o cualquier maravilla del mundo anterior.

Hoy seguimos ciegos, somos la historia de la ceguera de Saramago, el Ensayo sobre la ceguera, seguimos con el discurso que conviene a los que se han erigido en amos sin elecciones de por medio y que se sirven de conceptos como el de democracia que no les importa en absoluto, más bien, les estorba una barbaridad. Es una simple cortina de humo que manejan a su conveniencia. Por ejemplo, se escandaliza el ala izquierda (por entendernos) del desastre que ocasionará que se inunde de dinero fiat el mundo, que se cree artificialmente dinero y se reparta, vamos. Se basa ello en la aceptación sin resistencia de que este mundo es como quieren los amos bestias y no hay otra solución, es decir, que el FMI, el Banco Mundial, la Troika, los poderes ocultos se van a empeñar, como así lo parece, en cobrárselo en carne, en mordiscos a los países hasta pulverizarlos todos. Pero ¿Y qué importan ya las fronteras? ¿Qué puede pasarnos más? Puede pasarnos más, claro que lo vemos, pero ¿qué sirven siquiera los muñecos rotos a los niños mimados del Sistema? ¿Nos podemos dejar romper para, total, nada, ni siquiera ser útiles por inacción?

Me recuerda esto la historia real de un león enjaulado que tenía en su jardín un mafioso español de las cloacas del Sistema y de este régimen franquista perpetuado. Llegó un niño acompañado de su papá que era de la clase visible y aparentemente limpia (las cloacas y la parte supuestamente limpia se hablan y visitan y comparten el vicio de los zoos). Pues llegó un niño, acarició compasivo al animal, engañado por esos ojos mansos de los leones en cautividad y zas: el león le arrancó un dedo al niño y luego, total, para nada de provecho para su alimentación siquiera: estaba satisfecho. Lo escupió. Eso harán nuestros capitalistas con nuestros restos. Están más que satisfechos. Esos a los que queremos imitar aburguesándonos, haciéndonos de su Corte, compadreando, permitiendo, durmiendo… desapercibidos, confundidos por sus perfumes caros y sus “nobles” vestidos, de sangre. Esos seres que pisan sobre charcos de sangre con sus conciencias limpias porque no tienen conciencia, con sus zapatos de más de mil dólares…

Tenemos que ir a entender las claves.

La economía, como la ley, como el lenguaje son solo una convención al servicio del hombre, no para dañarlo, sino para ayudarle en su andadura por esta vida, para que viva mejor. Pero si le daña, es una relación mala, tóxica, la que se impone, que hay que transformar. La economía, la ley, este u otro orden de las cosas, nos los damos para mejorar, es así. Cuando, sin embargo, la salud, la nuestra, la de la mayoría, se pone en riesgo por tal o cual modo de hacer, hay que ir a por otro. Es ley de vida… Lo que ha pasado es que ha habido dejadez, zonas de supuesto confort (muy poco duradero y muy poco confortable) perfectamente orquestadas donde nos han instalado y por las que nos hemos dejado impresionar, implicar, complicar y cambiarnos por algo viscoso, irreal, intratable, inmaduro y diabólico.

El diablo no es lo que se le aparece a los ministros del PP o de lo que hablan los curacos españoles perversos, ni siquiera es el tipo ese de Goethe: somos nosotros cuando somos humanidad rota, muerta, otra cosa… Fausto, el infausto. Lo que ha hecho ese ángel caído de ese teatro al que Dios le asignó la terrible tarea de tratar con seres con conciencia, es sencillamente ahorrarse trabajo y en un gesto de supuesta humanidad, tras identificarse de mentirijillas con nuestro sufrimiento… Ha sido lo que ha hecho el absorbernos con una OPA hostil, por supuesto, y quitarnos toda conciencia y capacidad crítica. Para que no suframos… ¿Entienden? El problema es que una vez conseguida el alma, ciertamente, y lo notamos cada día, cuando no podemos respirar ni salimos en el espejo de casa bien parados, reconocibles, sufrimos como todos los diablos…

La buena noticia es que hemos tocado casi fondo, llegado al último círculo, está a la vista el final y o es perecer o es renacer. Si a la barbaridad de préstamos y rescates le pusiéramos otro significado, si no nos achantáramos ante un orden injusto bien retratado en la obra de Costa Gavras Adults in the room, si nos diera la gana crecer, enterarnos de esa Posibilidad, hablar como adultos…

En nombre de la economía no se han dejado de cometer tropelías, de ir a absurdos, de implementar insensateces que se estudian mismamente en primero de carrera. No hay por qué creer que no pagar las deudas artificialmente abultadas para el conductismo, es un dislate siquiera igual a todo lo hecho hasta nuestros días en nombre del orden y la ley. Es lo contrario. Sobre todo si entendemos que no hay diálogo posible, alternativas que vayan a ser aceptadas por muy correctas y argumentadas que estén, expertos máximamente preparados si son a favor de la mayoría que vayan a ser escuchados… por quienes tienen como único argumento la fuerza hasta que la fuerza cambie de manos…

Somos más, siempre hemos sido más siempre. Somos la inmensísima mayoría y las cosas estarán como son hasta que nos demos permiso para liberarnos de las cadenas. Y queramos.

Por supuesto que hay que aunar fuerzas y organizarnos, porque es obvio que ningún tirano suelta el látigo. Ni algo se consigue de brazos cruzados. Es cierto que tenemos que apagar redes tóxicas, propaganda maliciosa, tele bestial, cerrar salas de juego y dejar de consumir otras drogas tan duras como la información de masas financiada por el establishment. Leer sobre la responsabilidad en nuestras manos, el miedo a la libertad, el humanismo. Y empaparnos…

Pero es cierto que debemos repensar leyes, tribunales que nos aplastan el cuello, políticos de charada que han convertido el arte de la política en un chalaneo de multinacional esclavista que nos atonta y empobrece. Es cierto que tenemos que repensar la economía sin complejos, con la intervención urgente de la economía hasta donde sea necesario… Hasta cuando sea necesario…

La intervención (señalémoslo como hizo recientemente un directivo sindical, que por fin así los sindicatos o éste, UGT, dice algo de enjundia…) está auto permitida por Alemania… ¡Ay, el amo alemán, guardián de los otros! Y es rechazada en países de latrocinio real como el nuestro. (Desde luego no piensen los alemanes, o quienes sean, que van a devolverles la deuda la cantidad de chorizos antipatriotas que pueblan nuestra España, que están como siempre, como niños esperando caramelos en la puerta del colegio y según llegan las remesas se las gastan en gambas y matar hembras y toros y palmear mucho, bravuconamente o con cacerolas, y en ondear la bandera gigante nacionalgolpistainmatriculada en esta democracia putrefacta, de ala rota desde que nació. Y no bastará con que la CIA meta en su ERE en curso a Felipe González, la serpiente X mimada de la Gladio).

Quizá como España es diferente, al tiempo que tapa (imposible ya) las vergüenzas a la vista de la Monarquía, y representa una comedia trágica poniendo palos en la rueda a sus propios intereses allá por donde van los fascistas que amamanta sin cortarles el biberón, quizá también inaugure la moda de la nueva economía de pozo sin fondo pero de ¿Y qué importa? Sin tantos razonamientos como hizo en saco roto Varoufakis, sino con el practicismo que nos caracteriza aunque demos la cara de lo contrario. Brenan, don Gerardo, en eso se equivocó. El calor es el del hielo cuando queremos y vamos para adelante, como recogimos la obsidiana cortante en Nueva España, esa que nos penetró el alma (somos lo que hacemos que nos va conformando). Pero que, quizá ahora, pueblo creativo que somos, imprevisible, nos permita despertar y operar con la mayor de la lucidez.

Quizá inauguremos mejor que nadie esta nueva normalidad a favor del verdadero Estado, de la verdadera patria, de las verdaderas leyes y política útil, de los verdaderos derechos humanos, del verdadero país: el pueblo.

Enriqueta de la Cruz es periodista y escritora