En estos momentos se está produciendo un genocidio atróz de la población palestina de Gaza, pero el historiador israelí Ilan Pappé explica que la población palestina de Israel también se encuentran en un «Estado de apartheid» dentro de Israel.
La población palestina de Israel tiene una relación compleja con el Estado en el que vive. Han sido ciudadanos y ciudadanas del país durante más de sesenta años, pero no de pleno derecho, como indica el historiador israelí Ilan Pappé en su libro The Forgotten Palestinians [Los palestinos olvidados]. Se encuentran en una posición precaria entre la población judía israelí y la palestina que vive en los territorios ocupados, pero sus experiencias rara vez llaman la atención.
En una entrevista concedida a Jacobin, Pappé habla de esta situación particular, discute la historia palestina y la discriminación dentro del territorio israelí, qué ha cambiado desde que se publicó su libro por primera vez en 2011 y por qué la población palestina de Israel en particular podría jugar un papel fundamental en los esfuerzos por lograr la paz.
Entre el mar Mediterráneo y el río Jordán hay esencialmente tres grupos de población palestina: la que viven en los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza, la de Jerusalén Este, y las y los ciudadanos de Israel. ¿Puede decirnos en que difiere significativamente de las demás la situación de la población palestina de Israel y por qué está «olvidada», como argumenta en el título de su libro?
La población palestina de Israel es aquella población palestina que no fue expulsada durante la Nakba, la catástrofe de 1948. Tiene una historia muy diferente de la de otros grupos de población palestina, porque ha formado parte del Estado judío desde el principio. La demás población palestina era refugiada dentro de la Palestina histórica o fuera de ella; en 1967 pasó a estar bajo dominio egipcio en la Franja de Gaza o bajo dominio jordano en Cisjordania. En ese mismo período, entre 1948 y 1967, la población palestina de Israel fue sometida a un régimen militar.
¿Como ocurre actualmente en Cisjordania?
Sí, a la mayoría de la gente le resulta familiar el régimen militar en referencia a Cisjordania y la Franja de Gaza. Es el mismo régimen militar basado en las mismas normas coloniales británicas que otorga al ejército total libertad para regular la vida de la población ocupada. El ejército puede encarcelar a la población sin juicio, pueden destruir sus casas y, por supuesto, en algunos casos expulsarla o dispara contra ella. Esta era la realidad para la población palestina de Israel hasta 1966.
Mientras que la población palestina de Gaza y Cisjordania quedó bajo el dominio israelí después de 1967, la situación para la población palestina de Israel mejoró durante este tiempo, adquirió la ciudadanía. No diría que era una ciudadanía de pleno derecho, pero al menos ya no estaba sometida al régimen militar. Pero sufría un tipo de segregación y de discriminación mas oculta, aunque gran parte de esta discriminación aún no estaba legalizada. Antes de la década del 2000 la mayoría de los políticos israelíes trataron, al menos en teoría, de no presionar a favor de una legislación que discriminaba a la población por ser árabe y no judía.
En los últimos veinticinco años el sistema político de Israel se ha escorado significativamente hacia la derecha. Supongo que esto tuvo un impacto significativo en la ciudadanía palestina de Israel.
Sí, en 2000 la élite política israelí comenzó a legislar contra la población palestina de Israel. De pronto fueron legales todo tipo de prácticas no oficiales contra ella, como, por ejemplo, la población palestina siempre tuvo un acceso muy limitado a la tierra, no podía ampliar su territorio, pero ahora también es ilegal hacerlo. También se le prohibió hablar de la Nakba.
Todo esto culminó en la Ley de la nacionalidad de 2018 que declaró oficialmente que la población palestina puede ser ciudadanos y ciudadanas individuales de Israel, pero no pueden formar parte de una comunidad nacional. Y esto se refiere no solo a los territorios de 1948: desde el río hasta el mar hay una sola nación según la ley y es la nación judía. No hay otra nación ahí.
La discriminación de la población palestina dentro de Israel no es tan drástica como en Cisjordania, por no hablar de lo que está sucediendo en Gaza. Pero en comparación con la ciudadanía judía, es una ciudadanía de segunda clase, si no de tercera. Como argumento en mi libro, incluso antes de los cambios de la ley a principios de la década de 2000 vivía en un estado de semiapartheid, algunas personas incluso afirman que en un estado de apartheid completo. Se discriminó a la población palestina por ser quien es y no por lo que hizo.
Usted describe lo poco que verdaderamente interactúa entre sí la población palestina y la israelí. En un momento dado, usted afirma que hay tan pocos matrimonios entre ambos grupos que no vale la pena estudiar el fenómeno.
En efecto, siempre bromeamos sobre eso. Un sociólogo en Haifa afirmó que no había necesidad de tener una muestra, porque él los conocía a todos. Quiero decir que el sionismo es un movimiento colonial que coloniza Palestina desde los últimos 120 años, pero es uno de los pocos movimientos coloniales que nunca aprendió el idioma del pueblo colonizado y nunca se mezcló con él.
Incluso en la Sudáfrica del apartheid había más relación entre personas blancas y africanas que entre personas israelíes y palestinas en Palestina, pero esa es la naturaleza del sionismo: consiste en la supremacía y exclusividad judía, por lo que la presión sobre las parejas mixtas es enorme. La mayoría de ellas terminan a abandonando el país.
Pero, ¿cómo se relacionan la población israelí y la palestina en el día a día? ¿Qué formas de contacto existen?
Hay una segregación muy fuerte, sobre todo en el sector educativo, pero las universidades son un espacio mixto y también las empresas. El transporte público no está segregado. Como argumenta un académico, “no es un apartheid baladí, no hay baños, bancos o autobuses segregados. La segregación está mucho más escondida”.
Así que, sí, hay lugares de en los que se pueden reunir, pero voy a dar un ejemplo para ilustrar lo que quiero decir: Israel creó varias ciudades de desarrollo en el norte del país. La idea era que fueran exclusivamente para la población judía y que su número aumentara en Galilea, porque a Israel le preocupaba que hubiera demasiada población árabe en esa zona. Fue un proyecto llamado la judaización de Galilea.
Sin embargo, en las aldeas palestinas de los alrededores de esas ciudades no había oportunidades y a consecuencia de ello la población palestina que tenía una situación un poco mejor estaba dispuesta a pagar dos o tres veces más de alquiler para trasladarse a esas nuevas zonas. Estos pueblos supuestamente de judíos puros ahora están mucho más mezclados que antes. A veces la vida es simplemente más fuerte que la ideología estatal, así que hay interacción entre los grupos todo el tiempo. Nací en Haifa, donde la interacción es probablemente aún más visible.
El problema es que el sistema político, el sistema cultural y el sistema educativo, todos ellos intentan destruir deliberadamente esta interacción y la coexistencia genuina, así que desde arriba se hace grandes esfuerzos para asegurarse de que no se nutra ni se desarrolle este tipo de convivencia. Si dependiera de las propias personas, creo que se desarrollaría naturalmente, pero si se desarrolla, eso supondría una derrota de toda la idea de un Estado exclusivamente judío. Los miembros de la élite política israelí no lo quieren.
A menudo se suele responder en Occidente a las acusaciones de que hay apartheid en Israel argumentando que algunos ciudadanos y ciudadanas palestinas han alcanzado logros bastante notables. Hay personas palestinas que trabajando de médicos, son funcionarias públicas e incluso atletas profesionales, algunas han resultado elegidas para la Knesset o son jueces de la Corte Suprema. Pero ¿destacar estos éxitos individuales realmente pone en tela de juicio el panorama general respecto a las denuncias de apartheid?
Es como decir que porque India tuvo una primera ministra durante un tiempo, la situación de las mujeres en la India es muy buena. Por supuesto, estos logros simbólicos son importantes, pero nunca indican la realidad sobre el terreno.
La mayoría de las personas que viven por debajo del umbral de pobreza en Israel son ciudadanas y ciudadanos palestinos, se las discrimina constantemente, por parte de la policía, del sistema judicial, en todas partes, por no mencionar el hecho de que si expresan su identidad palestina individual o colectivamente, corren peligro de ser encarceladas en su propia patria.
Tomemos de ejemplo el sistema de salud: gran parte de las y los médicos israelíes emigraron, y ciudadanas y ciudadanos palestinos ocuparon algunos de estos puestos. Normalmente es muy difícil entrar en las instalaciones sanitarias israelíes porque hay cupos en ellas. Cuando el Partido Comunista era bastante poderoso en Israel, la población palestina podía estudiar medicina en el Bloque del Este, ahora lo hace en Italia y Rumanía.
Ocurre lo mismo que en las ciudades mixtas: a veces la realidad derrota a la ideología, pero si un médico palestino se atreve hoy a demostrar compasión por los niños de Gaza, se le amenaza de expulsión por el mero hecho de hacer una publicación humanitaria en Facebook.
Usted ha mencionado el poder del Partido Comunista, ¿cómo explica su fuerza y popularidad anteriores, especialmente entre los muchos palestinos y palestinas activamente involucrados en el partido?
Cuando se estableció Israel y al menos hasta 1967-1968, buscaba tener una buena relación tanto con la Unión Soviética como con Estados Unidos, y también se esperaba que la población judía de la Unión Soviética acabara migrando a Israel. Por eso se permitió operar al Partido Comunista, mientras que, por ejemplo, se prohibió cualquier intento de que la población palestina de Israel creara un partido nacional puro.
Puede que algunos palestinos y palestinas se sintieran atraídos por la ideología socialista o marxista, pero muchas de estas personas consideraron que era el único partido en el que podían expresarse como palestinos. Fue el único partido en el que se trataba por igual a las personas árabes y las judías. Había otras personas palestinas en otros partidos, pero era algo meramente simbólico, no se les trataba como miembros en pie de igualdad. En el Partido Comunista las personas palestinas y judías trabajaban en pie de igualdad y se trataban entre sí con respeto e igualdad. Es probable que fueran el mejor modelo de cómo debería haber sido la vida.
Pero al igual que muchos otros movimientos de izquierda, el partido [comunista] solo tiene un papel menor hoy en día. ¿Por qué?
Una vez que Israel abandonó su relación con la Unión Soviética, es decir, cuando quedó claro que la Unión Soviética estaba junto al movimiento de liberación palestino, Israel fue menos positivo respecto el Partido Comunista.
Y como en todo el mundo árabe, la izquierda no cumplió. No liberó Palestina, no trajo justicia social, democracia y derechos. Así que muchas personas acudieron a otros ámbitos ideológicos. La población palestina en Israel se sintió atraída por una identidad nacional más pura, sin necesidad de encubrirla con el comunismo, y por las ideologías políticas islámicas.
Si se observan las diferentes fracciones políticas palestinas, es obvio que muchos de los grupos más militantes surgieron en el exilio. Tenían una bases especialmente fuertes en los campos de refugiados del Líbano, Siria y Jordania. ¿Entre la ciudadanía palestina de Israel también había importantes organizaciones militantes?
No, no las había, por dos motivos: orimero , en la década de 1970 la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) decidió que cada grupo palestino debía luchar por la liberación de Palestina según las circunstancias en las que se encontraba. No se presionó a la población palestina de Israel para que se sumaran a la guerra de guerrillas en la que otros grupos palestinos estaban involucrados, ya fuera en los territorios ocupados o en los campos de refugiados. En segundo lugar, la dirigencia política e intelectual palestina en Israel tomó la decisión estratégica de no usar la guerra de guerrillas para asegurar sus derechos y contribuir a la causa palestina. Fue una decisión muy consciente y, por supuesto, siempre existió el miedo a una posible reacción israelí. Como podemos ver hoy en Gaza, esa reacción sin duda hubiera sido genocida.
Su libro se publicó por primera vez en inglés en 2011 y ha cambiado mucho la situación desde entonces. Ya ha mencionado la Ley de Estado-nación y, por supuesto, es difícil hablar sobre cualquier cosa relacionada con Israel y Palestina hoy en día sin que la guerra en Gaza se cierna en el fondo. ¿Cómo ha afecta lo ocurrido después de 7 de octubre a la vida cotidiana de la población palestina de Israel?
Como he señalado, ya desde el año 2000 y especialmente desde la elección del gobierno de derecha en noviembre de 2022, la política del gobierno y del parlamento israelíes se volvió muy dura respecto a la población palestina, tanto a través de la legislación como de las prácticas sobre el terreno. Eso ocurrió incluso antes del 7 de octubre. Y otra cosa que no tenía nada que ver con el 7 de octubre es la forma en que Israel permite a las bandas criminales operar libremente en los pueblos y zonas palestinas.
Son bandas de jóvenes fuertemente armados y nadie trata de desarmarlos, ni la policía, ni los servicios secretos, ni el ejército. Se les permite actuar con absoluta libertad. La mayoría está ocupada en luchar entre sí por el espacio y el territorio, pero como siempre, eso afecta a muchas personas inocentes. Casi todos los días tenemos un asesinato, incluidos asesinatos de niños y niñas. Está muy claro que algunos de ellos eran colaboradores del servicio secreto israelí antes de los acuerdos de Oslo y fueron reclutados en los territorios ocupados. El gobierno israelí considera que le beneficia lo que denomina «árabes matando a árabes” y por eso no le importa que se aterrorice a las personas que viven en las aldeas palestinas.
El 7 de octubre se utilizó como pretexto para eliminar incluso la poca libertad de expresión y de protesta que tenía la población palestina de Israel. Israel actuó como si lo que había hecho Hamas fuera algo que había hecho la población palestina de Israel. Por lo tanto, no se le permite mostrar compasión alguna por bebés palestinos de Gaza, se considera apoyo al terrorismo. Se detiene sin juicio a personas que lo expresan y por eso muchas personas tienen miedo de hablar, temen perder sus empleos o ser detenidas. Como dijo uno de los líderes de la comunidad palestina en Israel, la situación es incluso peor que los días del régimen militar entre 1948 y 1966. Es un momento muy difícil y peligroso en la vida de esta comunidad.
Haciendo referencia a la masacre de Kafr Qasim de 1956, cuando la policía fronteriza israelí mató a cuarenta y ocho ciudadanos palestinos de Israel por violar sin saberlo un toque de queda, usted escribe que en Israel siempre se necesita «algún tipo de catástrofe» para que algo cambie. La situación en Gaza es quizás la mayor catástrofe imaginable. ¿Cómo cambiará en concreto el futuro de Israel y de la población palestina de Israel?
Esperábamos que, una vez pasado el shock y el trauma iniciales, aquellas personas que todavía se consideran a sí mismas liberales en Israel se dieran cuenta de que la única manera de cambiar algo en Israel es una fuerte alianza entre la ciudadanía palestina y la judía más progresista, pero no ha ocurrido. El 7 de octubre convirtió a aquellas personas que se consideraban a sí mismas sionistas liberales en sionistas de extrema derecha, así que ya realmente ya no tenemos fuerzas políticas sionistas liberales, lo que significa que la comunidad palestina en Israel se verá aún más aislada.
Pero eso es a corto plazo. A largo plazo, creo que el 7 de octubre fue una llamada de atención acerca de que no funciona la forma en que se desarrolló el Estado judío: como un Estado supremacista, un Estado racista basado en la opresión, la ocupación y la limpieza étnica.
En efecto, Israel sigue siendo poderoso y tiene aliados poderosos, y la población palestina es débil y no se pueden liberarse ni poner fin a su opresión, pero continuará su lucha. Y el mundo está empezando a entender que ella es la víctima y no Israel. Estos procesos persistirán. Ya se puede ver que las y los israelíes que quieren una vida normal, democrática y liberal, no la encuentran en Israel y se van a lugares como Alemania u otros lugares, y quienes se quedan no parecen ser capaces de dirigir un Estado.
No estoy seguro de que Estados Unidos siempre vaya a estar ahí para pagar los gastos de Israel. También podemos ver que la comunidad internacional está harta, al menos la sociedad civil. Es cierto que esto aún no ha afectado a muchos gobiernos, pero seguramente sucederá. Por lo tanto, creo que, irónicamente, la población palestina de Israel es la única que puede ofrecer un puente desde la inaceptable realidad del apartheid, el genocidio y la limpieza étnica hasta una verdadera coexistencia, como existía en Palestina antes de la llegada del sionismo.
Afirma en su libro que son las únicas personas que conocen a la población israelí no solo como colonos o soldados.
Sí, y un día, cuando haya reconciliación y una realidad diferente entre el río y el mar, es esta población palestina quien puede crear una situación donde ambas partes salgan ganando, porque si no, en vez de restitución, obtenemos retribución, y es algo terrible de pensar. Por eso la población palestina de Israel es una comunidad tan importante. Y la población israelí, en vez de entender que su futuro está realmente en manos de este grupo particular de personas palestinas, lo están limitando y destruyendo.
Ilan Pappé es un historiador israelí y activista socialista. Es profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y Estudios Internacionales de la Universidad de Exeter, director del Centro Europeo de Estudios Palestinos de la Universidad y codirector del Centro de Etno-Estudios Políticos de Exeter.
Magdalena Berger es la editora asistente de Jacobin.de.
Texto original: https://jacobin.com/2025/05/palestinian-israelis-apartheid-discrimination-segregation/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.