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La polémica sobre el cambio climático en la Antártida

Fuentes:

Respuesta al Sr. Alberto Carmona Bayonas (y al artículo «EL CALENTAMIENTO DEL POLO SUR SORPRENDE A LOS CIENTÍFICOS» del Sr. Javier Sampedro) Heber Rizzo EL ESCÉPTICO DIGITAL Boletín electrónico de Ciencia, Escepticismo y Crítica a la Pseudociencia http://digital.el-esceptico.org/ © 2000-2009 ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico http://www.arp-sapc.org/ Edición 2009 – Número 4 (230) – […]

Respuesta al Sr. Alberto Carmona Bayonas (y al artículo «EL CALENTAMIENTO DEL POLO SUR SORPRENDE A LOS CIENTÍFICOS» del Sr. Javier Sampedro)

Heber Rizzo

EL ESCÉPTICO DIGITAL

Boletín electrónico de Ciencia, Escepticismo y Crítica a la Pseudociencia

http://digital.el-esceptico.org/

© 2000-2009 ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico

http://www.arp-sapc.org/

Edición 2009 – Número 4 (230) – 4 de abril de 2009

El Sr. Alberto Carmona Bayonas se molesta con quienes discrepamos con él, y nos exige pruebas de nuestro escepticismo, ofreciéndonos a la vez sus pretendidas verdades científicas.

La Antártida siempre ha sido un problema para los proponentes del cambio climático antropogénico. Los datos del lago Vostok, expuestos en la película de Al Gore y aceptados como una comprobación por parte de los proponentes de la teoría, indicaban una correlación entre los niveles de bióxido de carbono y la temperatura. Claro que, cuando se demostró que la correlación era real, pero con los cambios de temperatura precediendo en 800 años a los cambios en los niveles de CO2, el Sr. Gore guardó silencio, y toda referencia al asunto desapareció de los informes del IPCC.

El estudio al que refiere el artículo citado por el Sr. Carmona no se basa en mediciones reales, sino en una «reconstrucción computarizada» que ha sido refutado por varios investigadores y uno de sus autores, Michael Mann, fue el que con su desacreditada gráfica del «palo de hockey» pretendió borrar del registro histórico tanto la conocida «Pequeña Edad de Hielo» como el «Período Cálido Medieval» y «probar», de esa forma, el calentamiento global antropogénico.

Por supuesto, las refutaciones ad hominem no son válidas, y no pretendemos que lo sean, pero sí son una advertencia para no tomar sus declaraciones al pie de la letra y realizar una cuidadosa investigación de los datos y de las conclusiones a las que arribe. Resulta significativo que, en el caso de la gráfica «palo de hockey», el IPCC procedió a ignorar la gráfica en sus informes posteriores, pero no a anular los resultados que surgían de ella, y todo sin ninguna palabra, sin ningún comentario.

Pero el problema de la Antártida continuaba, contradiciendo todas las predicciones (de palabra y de sugerencia, pero nunca claramente explicitadas por el IPCC en ninguno de sus documentos oficiales, por lo que en efecto es una teoría no falsable y por lo tanto no científica, mal que le pese al Sr. Carmona). De modo que había que demostrar, a como diera lugar, que la Antártida también se estaba calentando, contradiciendo todas las mediciones de los últimos 50 años (y a la tendencia del calentamiento global, que aparentemente se ha detenido desde el año 2001, por lo menos).

Quisiera aclarar que es cierto que las mediciones indican calentamiento en una zona, la Península Antártica. Esta región no sigue la tendencia del resto del continente antártico, que es de mantenimiento de la temperatura e incluso de algún pequeño enfriamiento. Por eso, muchos científicos se han dedicado a estudiar el tema, con ideas que incluyen, por ejemplo, alguna forma de actividad volcánica subterránea que esté elevando la temperatura de la zona, aunque hay otras sugerencias como la de Ross Hays, que podrán leer más abajo.

Volviendo al tema, sugerimos al Sr. Carmona (y también se lo pedimos al resto de los lectores) que lea primero las citas de Paul Kurtz y de J. Robert Oppenheimer que aparecen en el primer artículo de este mismo número de «El Escéptico Digital» ( «MYERS Y LA PSICOLOGÍA CIENTÍFICA», de Josep María Soler Insa), y que luego visite las páginas web con los siguientes comentarios analíticos que refutan tanto la metodología como las conclusiones del estudio de Eric Steig sobre el supuesto calentamiento antártico:

«Antártida, ve y cuéntalo», en el conocido blog de Antón Uriarte:

http://antonuriarte.blogspot.com/2009_03_01_archive.html

«Warming Freezes the Southern Ocean», de Cristopher Monckton:

http://scienceandpublicpolicy.org/images/stories/papers/monckton/monckton_man_made.pdf

Entre la numerosa información científica refutatoria en el artículo de Monckton, se encuentra una carta enviada a Eric Steig por Ross Hays, un meteorólogo que trabaja para la Instalación de Globos Científicos Columbia, de la NASA. La carta (traducida por mí) reza así:

De: Ross Hays

Fecha de envío: martes, enero 22, 2009, 10:35 AM

Para: Eric Steig

Eric:

Permíteme decirte desde el principio que esta es mi opinión y no representa a la agencia para la cual trabajo. Creo que tu estudio está absolutamente equivocado. Para comenzar, hay muy pocas estaciones en la Antártida y apenas un puñado de ellas con 50 años de datos. Los datos satelitales están llegando a los 30 años de información disponible.

En mi experiencia como pronosticador diario que ha viajado y a realizado trabajos de campo en la Antártida, las estaciones de verano se han estado haciendo más frías. A fines de la década de 1980 los helicópteros solían llevar a nuestro personal desde el Campo Williams hasta la Estación McMurdo debido a la retirada anual de la Plataforma de Hielo Ross, pero en los últimos años el deshielo se ha visto limitado y los vehículos pueden continuar para realizar la transición y conducir sobre el hielo. Una nota climática para tener en cuenta es que el mes de diciembre de 2006 jamás registrado para la Estación de McMurdo.

En una perspectiva sinóptica, las temperaturas superficiales oceánicas más bajas han mantenido a las tormentas más lejos de las costas en la temporada de verano y el aire más denso y frío se ha trasladado desde el polo sur hasta la misma plataforma de hielo.

Hubo un artículo presentado en la Conferencia AMS (American Meteorological Society = Sociedad Meteorológica Americana) del año pasado haciendo notar que más del 70% del continente se estaba enfriando debido al agujero de ozono. Enviamos globos a la estratósfera y el anticiclón que se desarrolla sobre el polo sur se había desplazado y enlentecido para estacionarse allí sobre las últimas cinco estaciones. El patrón en la tropósfera ha reflejado esta tendencia con más aire marítimo (más cálido) alrededor de la Península Antártica, que es el lugar también donde está localizada la mayoría de las estaciones automáticas en el occidente de la Antártida, que proporcionarán las lecturas promedio más cálidas y tergiversarán los datos para todo el oeste antártico.

Con estadísticas se pueden lograr números que lleguen casi a cualquier conclusión que se desee. Me entristece ver que miembros de la comunidad científica hagan cosas como ésta para ser cubiertas por los medios.

Sinceramente

Ross Hays, NASA Columbia Scientific Balloon Facility

«Despite the hot air, the Antarctic is not warming up», de Christopher Booker:

http://www.telegraph.co.uk/comment/4332784/Despite-the-hot-air-the-Antarctic-is-not-warming-up.html

Entre otras cosas, dice Booker (traducción mía):

«Pero entonces muchos expertos comenzaron a examinar cuál era la nueva evidencia que se había utilizado para justificar este dramático hallazgo. Resultó que había sido producido por un modelo computarizado basado en la combinación de evidencia satelital desde 1979 con lecturas de temperaturas superficiales provenientes de estaciones meteorológicas de superficie.

El problema con la Antártida, sin embargo, es que tiene tan pocas estaciones meteorológicas. De modo que la computadora ha sido programada, por una fórmula todavía no revelada, para estimar los datos que esas estaciones faltantes habrían producido, si hubieran existido. En otras palabras, a la vez que confirma que los datos satelitales han de hecho demostrado que la Antártida se está enfriando desde 1979, el estudio se basó en puras conjeturas para demostrar que a lo largo de los últimos 50 años se ha calentado… en apenas un grado Fahrenheit»

Steig’s Antarctic Heartburn, de Anthony Watts

Steig's Antarctic Heartburn

En su artículo, Watts concluye que (traducción mía):

«Lo que Steig09 no tiene en cuenta en su verificación es que la RegEM (Regularized Expectation Maximization = Maximización Regularizada de Expectativa) estaba aplicando inapropiadamente el peso del área a estaciones individuales de temperatura. Las tendencias de las reconstrucciones de las AWS (Automatic Weather Stations = Estaciones Meteorológicas Automáticas) había sido claramente mezclada con las estaciones distantes creando un resultado artificial de alto calentamiento.

La metodología RegEM también parece haber mezclado el calentamiento ocurrido hace décadas con los datos de años más recientes, para presentar una imagen engañosa de calentamiento continuo.

También debe notarse que cada intento de restaurar detalle a la reconstrucción o a los datos sopesados de las estaciones resultó en una reducción de calentamiento y en un aumento de enfriamiento en los años recientes. Ninguno de estos métodos dio como resultado más calentamiento que el mostrado por Steig».

Mi conclusión:

Estos son apenas algunos artículos con refutaciones al estudio de Steig, el que seguramente pasará a la historia como uno más de los intentos fallidos de engaño perpetrados por los adherentes al calentamiento global antropogénico, como ya pasó con los datos tergiversados del lago Vostok, con la gráfica del «palo de hockey» y con el famoso «año más caliente de 2006», que resultó ser un error «involuntario» del GISS (y de la NASA), que no se había percatado que el año más caliente era en realidad el de 1934.

Ciertamente, agradezco la mención de este artículo por parte del Sr. Carmona. Al ser tan reciente, es evidente que no tuvo oportunidad de leer las refutaciones presentadas ni de estudiar detenidamente el informe original, pero nos dio la oportunidad para mostrar los artilugios de quienes sostienen la teoría del calentamiento global antropogénico,

Debo reconocer, además, que sí creo que realmente el calentamiento global antropogénico tiene su origen en la actividad humana. Tanto así, de hecho, que solamente existe en las computadoras de sus proponentes.

Atentamente

Heber Rizzo

http://elatrildelorador.blogspot.com/

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Respuesta: Los datos sobre el calentamiento de la Antártida son sólidos (a mi pesar)

Alberto Carmona Bayonas

La verdad, a mí me gustaría no tener razón en nada de esto. Me gustaría incluso no haber escrito un artículo tan divertido que ha molestado tanto a personas tan serias y respetables. Me gustaría que no lo hubieran copiado y publicado en otras páginas web, porque yo sólo lo envié al «El escéptico digital», para defender mi forma de entender la ciencia, y no lo envié a ninguna revista de análisis político. Firmaría ahora mismo que los lectores que tanto han criticado mi defensa humorística del cambio climático ganasen algún día este debate científico, y que publicasen en PNAS y en Science, y que el mundo no tuviera ningún problema ecológico tan poco divertido. Me encantaría leer un artículo en «Nature» retractándose de todo, nada, que todo fue una broma del día de los inocentes, os creísteis aquello del calentamiento de la Antártida. Pero por desgracia, ni nuestros deseos, ni nuestros anhelos contribuyen un ápice a la verdad de las cosas. Y comunicar con humor es mucho mejor que hacerlo con ira. Por desgracia, y vamos ya al tema, los datos que tenemos sobre el calentamiento de la Antártida son sólidos. Es verdad, que en las últimas semanas se han publicado cartas de lectores enfadados que consideran que la ciencia tiene un componente ideológico, político y económico, que sé yo, …y que amenazan con darse de baja de forma fulminante si no me retracto de mi opinión de que la Tierra se calienta. Pido disculpas a la editorial por el revuelo. Pero las críticas de ese tipo a mí me parecen bastante infundadas.

Quería explicarles, si no les cojo muy enfadados a esta hora del día, que hay una diferencia muy importante entre unos datos inmaduros y unos resultados sólidos, y esto a su vez marca la diferencia entre el verdadero escepticismo y el negacionismo obtuso. Unos resultados científicos son maduros cuando las medidas son múltiples, cuando han sido validados con cohortes de datos independientes, cuando se ha alcanzado la significación estadística, cuando la metodología ha sido impecable, cuando los datos han sido enfocados desde diversos puntos de vista, cuando se minimiza en el diseño la presencia de variables no controladas que puedan causar sesgos, (ay, esos choques de trenes con la revisión por pares que tienen los escépticos), y por supuesto, cuando las conclusiones son corroboradas por otras observaciones independientes, de otros grupos de investigación. Por desgracia, los datos del artículo de Steig (Nature 2009) cumplen todas estas premisas. El artículo concluye que la Antártida se ha estado calentando globalmente desde al menos 1957, fecha en la que se realizaron las primeras mediciones. Los resultados se obtuvieron de forma directa, no de un modelo computerizado, como afirma un escéptico que parece odiar bastante los ordenadores, según el comentario de Rizzo. Se utilizaron 42 estaciones meteorológicas repartidas por el continente. Las mediciones se realizaron mediante dos metodologías diferentes (RegEM y PCA) y se utilizaron también los datos obtenidos mediante satélite. Algunos científicos pasaron ocho años pasando frío en la Antártida para obtener estos resultados, que algunos lectores despachan desde su sillón en cinco minutos, por supuesto, citando el blog de alguien que también estuvo allí, que odia los ordenadores a muerte, que lo arriesgó todo y fue testigo de excepción de todo el engaño.

Por desgracia, los comentarios que hace Heber Rizzo sobre el calentamiento de la Antártida son un compendio de datos incorrectos, concepciones equivocadas y afirmaciones sacadas de contexto que utilizan habitualmente los negacionistas del cambio climático. Hombre, Heber yo me fiaría más en temas científicos de Nature que de Libertad Digital, aunque esta publicación me parece muy seria para otros asuntos. Para «refutar» el artículo de Nature, ése que ha molestado tanto, utiliza opiniones (no datos sólidos de los que comenté previamente) vertidas en blogs de conocidos escépticos del cambio climático, y que en esencia me parecen una expresión de frustración por haber perdido para la causa el manido argumento del enfriamiento de la Antártida.

En este punto merece la pena rememorar el origen de esta confusión interesada. En 2001, Peter Doran, un climatólogo de la Universidad de Illinois publicó un artículo sobre la evolución de la temperatura en un paraje concreto de la Antártida llamado «McMurdo Dry Valleys». En este artículo se discutía la evolución de la temperatura de ese lugar inhóspito durante unos veinte años, la mitad del periodo de observación del artículo de Steig et at. ¿A quién le importa ese lugar desapacible? A los escépticos mucho. La noticia sobre el enfriamiento de un trozo de la Antártida corrió como la pólvora en medios no científicos, y se convirtió en muy poco tiempo en el buque insignia de los negacionistas del cambio climático de todo el mundo. Parecía un regalo casi perfecto para atraer a un público no demasiado informado. El argumento en sí era falso porque las medidas locales no tienen por qué representar las tendencias globales. En lugares concretos podían estar operando variables locales que no tuviesen nada que ver con los patrones climáticos del planeta. De hecho, poco tiempo después se publicaron varios estudios que demostraron que estos mecanismos locales eran reales (Thompson et al. Science 2002, ¡vaya, que manía persecutoria tienen las revistas prestigiosas contra los escépticos!). Sin embargo, en aquella época los datos todavía eran un poco maduros, y ello fue tomado como un argumento para negar el cambio climático que parecía estar ocurriendo a nivel general. De hecho, mostrar datos restringidos en el tiempo y en el espacio es la táctica principal de los propagandistas. Esto me gusta, esto no me gusta… No parece un método de revisión sistemática muy seria. Las supuestas refutaciones que comunica Heber Rizzo pertenecen a esta categoría de desinformación que hay que tomarse con buen humor. Se trata de comentarios recogidos en blogs de conocidos escépticos. En algún caso incluso, se ha sugerido que los argumentos esgrimidos por alguno de los autores que el lector cita, se basan meramente en la falsificación de gráficas y datos reales. Las clases de pintura están llenos de escépticos, por lo que parece:

http://rankexploits.com/musings/2009/moncktons-artful-graph/

Un tipo de la NASA llamado Ross Hays, además, efectivamente colgó en numerosos blogs no moderados una carta dirigida a Eric Steig. Parece que no tenía mucho trabajo en la NASA en ese momento, debido a los ajustes presupuestarios, y de hecho, parece que inundó los blogs de media internet con su carta. Por lo visto ni siquiera «El escéptico digital» se ha librado de conocer al tal Hays. En fin, el hombre lo hizo a título individual, como deja aparentemente claro en su misiva, y básicamente explica desde su sillón -a un grupo de investigadores que pasaron una década en la Antártida, repito -su opinión sobre el deshielo. No creo que los científicos que viven en la Antártida se hayan sentido muy contentos. El otro argumento, el de Booker tampoco parece demasiado serio. Se limita a decir que todos los datos analizados en un ordenador, por ejemplo mediante un software informático tipo SPSS, de forma inmediata son falsos. Son un modelo informático, y lo segundo que más odia después de los ordenadores son los modelos informáticos. Si consigue demostrar que los cálculos no se hicieron a mano, entonces es que son falsos, sobre todo si se hicieron con la misma máquina responsable de la gráfica del palo de hockey. Estas cosas hay que tomarlas obviamente en broma.

Por último, el desfase de 800 años entre la elevación de temperaturas y el ascenso de CO2, que se observa en los núcleos de hielo de la Antártida, también se utiliza mucho como interpretación errónea. Es el argumento perfecto para que el profano pique. Pues nada, a saco con él. Pero lo que los estudios dicen es que, efectivamente, al final de las eras glaciares, el CO2 aumenta tras 800 años de calentamiento. Por desgracia, esta observación no es una refutación de la teoría del calentamiento global. Los periodos de calentamiento duran alrededor de 5000 años, y el desfase sólo muestra que durante los primeros 800, el CO2, efectivamente, no es la causa principal del calentamiento. En esa primera fase (que constituye un 16% del periodo, no se pongan trágicos) el calentamiento es desencadenado por efectos orbitales cíclicos o por la actividad solar. Tras esa fase de calentamiento inicial, el gatillo, los océanos se calientan y la solubilidad del CO2 disminuye y empieza a liberarse. El aumento del CO2 es un evento secundario, sí, pero se comporta como un amplificador que mantiene el calentamiento durante el 84% del periodo restante. Por desgracia, la paleoclimatología explica lo que ocurrió en el pasado, pero no en el presente. En la actualidad ni los ciclos de Milankovitch ni la actividad solar permiten explicar satisfactoriamente el calentamiento de hoy. Tampoco se ha producido ningún desfase de 800 años entre el aumento de CO2 y la temperatura, que han sido esta vez sucesos concurrentes.

Este debate, que ojalá pierda, me ha devuelto mi amor por Carl Sagan y por la ciencia, que todavía hoy tiene enemigos, como los tuvo en el pasado. Aún así prefiero una vela encendida antes que caminar en la oscuridad. La ciencia es uno de nuestros mayores dones. Lo único que independizó a nuestra civilización de la incertidumbre de la naturaleza. Ojalá que los datos de Eric Steig nunca se confirmen. El tiempo lo dirá. Pero entretanto la plataforma Wilkins continúa su imparable deshielo, y las medidas de satélite continúan mostrando la pérdida de la masa de hielo de la Antártida.

Alberto Carmona Bayonas