El gobierno turco redobla sus políticas represivas contra los kurdos de Siria y busca revertir la autonomía que defienden los pueblos del norte del país.
El gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan tiene un objetivo concreto y simple: ocupar y controlar el mayor territorio posible del Kurdistán sirio (Rojava), con el cual Turquía comparte una frontera de casi 900 kilómetros. Las políticas desde Ankara apuntan a destruir las conquistas del pueblo kurdo en Siria que, junto a otros pueblos (árabes, armenios, asirio, turcomanos) y a decenas de tribus, llevan adelante el proyecto de la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria.
La derrota militar del Estado Islámico (ISIS) en la aldea de Baghouz, en la provincia de Deir Ezzor, encendió, otra vez, las alarmas de Ankara. El gobierno de Erdogan, pese a financiar y respaldar al Ejército Libre Sirio (ELS) que ocupa ilegalmente Afrin, observa que la fuerza política y social encabezada por los kurdos, hasta ahora, no pudo ser doblegada.
Cuando el ejército turco y el ELS invadieron Afrin en marzo de 2017 -luego de dos meses de intensos bombardeos sobre la población-, más de 200 mil personas de la región tuvieron que huir y refugiarse en el cantón de Shehba, en el norte de la provincia de Alepo. Aplicando una política de territorio arrasado, los soldados turcos y su aliados yihadistas (muchos de ellos que abandonaron ISIS y se sumaron al ELS) son responsables de asesinatos y secuestros de pobladores, como también de la destrucción de la infraestructura y el patrimonio cultural e histórico de la región.
En un artículo reciente, titulado «Las duras verdades en Siria», la prestigiosa revista alemana Der Spiegel confirmó que los ataques contra el cantón kurdo no provienen de la preocupación de Turquía por su seguridad, sino del deseo de Erdogan de extender su territorio. Sumado a esto, Der Spiegel aseveró que Ankara no permite observadores independientes en Afrin y que las políticas turcas de limpieza étnica y cultural se mantienen. La revista agregó que imágenes satelitales de Afrin confirman la destrucción en las tumbas de los pueblos alevíes y yazidíes por parte de los soldados turcos y los yihadistas. Der Spiegel también constató el cambio de los nombres kurdos de las calles de Afrin por denominaciones turcas. A su vez, afirmó que las fuerzas ocupantes imponen a la población una educación radical del Islam, al mismo tiempo que las mujeres sufren las mismas prohibiciones que en los territorios que controlaba ISIS.
«Ante la destrucción generada por Turquía en Afrin, Rusia, Estados Unidos, las Naciones Unidas (ONU) y el propio gobierno del presidente Bashar Al Assad se mantienen al margen. Para Moscú, Washington y Damasco, unas «relaciones normalizadas» con la administración de Erdogan son más fructíferas e importantes que los cientos de hombres, mujeres y niños asesinados por las fuerzas de ocupación»
En un artículo publicado ayer en la agencia de noticias ANF , las periodistas Beritan Sarya y Hivda Hebun denunciaron las violaciones a los derechos de las mujeres cometidas por los soldados y los miembros del ELS. Según las comunicadoras, en los últimos meses en Afrin, se abrieron prostíbulos en las que son enviadas mujeres luego de recibir «capacitación para la prostitución y el espionaje» . Sarya y Hebun agregaron que los prostíbulos están en el barrio de Eshrefiye y se encuentran bajo el control de los servicios de inteligencia turcos (MIT) y del grupo mercenario Jabhat Al Shamiyya.
«La mayoría de las mujeres obligadas a trabajar allí son refugiadas de Ghuta, pero hay otras mujeres kurdas que vienen de otros lugares o han sido secuestradas en Afrin. La mayoría de las mujeres y niñas tienen entre 14 y 20 años -revelaron las periodistas-. Algunas mujeres de Afrin, cuyos recursos financieros han sido confiscados, y algunas refugiadas también se ven obligadas a trabajar en estas casas».
En el artículo, además, se denunció que, desde la ocupación, el ejército turco y sus aliados someten a las mujeres a abusos sexuales en campamentos, aldeas y en la misma ciudad de Afrin. Sarya y Hebun señalaron que «otra táctica» de las fuerzas de ocupación es «destruir a las personas y convertirlas en dependientes de los invasores a través de la droga». Según la denuncia, los grupos mercenarios que dependen directamente del MIT venden píldoras «por poco dinero para difundir su uso en la sociedad».
A partir de la ocupación turca en Afrin, un total de 56 mujeres fueron asesinadas por el ejército y sus aliados, y 104 resultaron heridas. Solo desde el 18 de marzo de 2018, casi 300 mujeres fueron secuestradas, de las cuales 150 fueron asesinadas.
Como si esto fuera poco, el miércoles pasado el ejército turco bombardeó varios pueblos de los distritos de Sherawa y Shera. Con el objetivo de profundizar su política de cambio demográfico y de represión abierta, el gobierno turco ordenó construir una carretera entre Idlib y Afrin, para lo cual talaron árboles de olivos y granadas. A estos hechos, hay que agregar el inicio de la construcción de un muro a lo largo de su frontera con Afrin, desde el distrito de Shiye hasta el distrito de Rajo, con la excusa de brindar «seguridad fronteriza». En total, el Estado turco ya lleva construidos 760 kilómetros de muro, la mayor parte sobre la frontera, para dividir al pueblo kurdo que se encuentra en ambos lados.
Ante la destrucción generada en Afrin, sus pobladores se movilizaron el domingo pasado hasta las puertas de una base militar rusa ubicada en las cercanías de Shehba. Los manifestantes demandaron que Moscú rompa el silencio, intervenga frente a la ocupación turca y denunciaron que, sin el consentimiento del gobierno de Vladmir Putin y la apertura del espacio aéreo de Afrin -bajo control ruso- para los aviones de combate turcos, la ocupación de la región no habría sido posible.
Al poco tiempo del ingreso del ejército turco en el cantón kurdo, se conformaron las Fuerzas de Liberación de Afrin (FLA), integradas por las milicias kurdas YPG/YPJ, y combatientes de diferentes grupos de autodefensa. Sólo en marzo, las FLA abatieron a más de cuarenta soldados turcos y yihadistas.
A principios de abril, Mazlum Kobane, comandante general de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) y principal estratega para lograr la derrota de ISIS, declaró que se encuentran «preparando y haciendo arreglos para liberar a Afrin». En una entrevista con Sterk TV , Kobane declaró que «todos deben saber que, cuando sea el momento adecuado, comenzará la fase de liberación». «Afrin no solo es un área kurda, sino también un área siria. Está dentro de la misión de las FDS de proteger de los terroristas a todos en Siria», remarcó Kobane.
La liberación total de Afrin no solo dependerá de la capacidad militar de las fuerzas de autodefensa encabezadas por los kurdos, sino de las decisiones que tomen al respecto Rusia y Estados Unidos. Para estas potencias mundiales, Erdogan es una ficha por demás de necesaria en la guerra en Siria y en el futuro control territorial. Mientras tanto, en todo el Kurdistán sirio se escucha cada vez más fuerte la demanda de liberar Afrin por los medios que sean necesarios.
Fuente: https://latinta.com.ar/2019/04/la-politica-de-tierra-arrasada-de-erdogan-en-el-kurdistan-sirio/