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La primera flor de la Primavera Árabe pierde vigor

Fuentes: IPS

TÚNEZ, 22 ago (IPS) – Siete meses después del histórico levantamiento en Túnez que acabó con el régimen de Zine El Abidine Ben Ali y dio inicio a la llamada Primavera Árabe, muchos tunecinos han perdido la fe en el progreso de su revolución. El año pasado, este país de África del norte registraba una […]

TÚNEZ, 22 ago (IPS) – Siete meses después del histórico levantamiento en Túnez que acabó con el régimen de Zine El Abidine Ben Ali y dio inicio a la llamada Primavera Árabe, muchos tunecinos han perdido la fe en el progreso de su revolución.

El año pasado, este país de África del norte registraba una de las más altas tasas de desempleo en el mundo, de 14 por ciento. Casi la mitad de los 10 millones de tunecinos son menores de 25 años, y los universitarios fueron los más afectados por la crisis, representando casi 25 por ciento de los desempleados.

Muchos jóvenes esperaban que la «Revolución del Jazmín», que obligó la salida de Ben Ali del poder y su huida a Arabia Saudita el 14 de enero, permitiría una rápida creación de empleos.

«Creo que la revolución que necesitamos ahora mismo es una de mentalidad, porque la única forma en que podrá haber progreso es si la gente hace un cambio dentro suyo», dijo a IPS Myriam Ben Ghazi, de 21 años.

«Aun después de la revolución, la gente tiene la misma mentalidad del pasado, y cree que no ha cambiado nada. Pero hemos ganado nuestra libertad y enfrentando la corrupción, y en su momento crecerá nuestra economía», añadió.

Tras el levantamiento popular en Túnez, el sector turístico, que daba empleo a unas 500.000 personas y genera casi 3.000 millones de dólares anuales, se desplomó 50 por ciento.

El Banco Central informó una pérdida de 2.000 millones de dólares este año en ingresos de turismo y de comercio, principalmente debido a la vecina guerra civil en Libia. De los casi siete millones de turistas que visitaban este país cada año, unos dos millones eran libios. Pero algunos tunecinos no creen que el mercado y la crisis del sector turístico sean las razones por las cuales el gobierno interino del primer ministro Beji Caid Essebsi no ha logrado hacer las reformas prometidas.

«Muchas personas hablan de cómo el turismo está cayendo en Túnez, y cómo ha causado serios daños a nuestra economía, pero esto es solo política», dijo a IPS el médico Abdalá Naybet, de 30 años.

«El verdadero tema es la corrupción del antiguo régimen y su fracaso en la creación de empleos y en el crecimiento económico», añadió.

«El gobierno de Ben Ali hizo parecer a Túnez como un país que no podía sobrevivir sin el turismo, y trabajó duro para convertirnos en una nación de un solo recurso, a la vez que desatendió a la agricultura y el comercio», dijo a IPS Rabii Kalboussi, de 23 años. «Creo que Túnez tiene gran potencial si el gobierno de transición concentra su atención en impulsar proyectos de desarrollo en sectores como la agricultura, pues el país cuenta con muchos recursos a los cuales recurrir, y que podrían al menos satisfacer sus necesidades internas sin depender de artículos importados», añadió.

Según una nueva encuesta del Foro de Ciencias Sociales Aplicadas, el optimismo entre los tunecinos cayó de 32 por ciento en abril a 24 por ciento en agosto.

La central localidad de Sidi Bouzid, considerada la cuna del levantamiento, registró altos niveles de desconfianza, de 62,1 por ciento.

La falta de reformas políticas y desarrollo social, y la creencia de que remanentes del partido Mitin Democrático Constitucional, de Ben Ali, preparan una contrarrevolución, motivaron en los últimos meses una serie de huelgas y protestas en la capital, así como en localidades cercanas.

Para muchos tunecinos, el hecho de que en Egipto se haya iniciado un juicio televisado al ex presidente Hosni Mubarak y a sus hijos, Alaa y Gamal, mientras en que en Túnez se sentenció a Ben Ali y su esposa Leila Trabelsi en ausencia, es una señal de que la corrupción en el poder continúa.

Surgieron dudas sobre la independencia del sistema judicial tunecino tras la fuga de la asesora presidencial Saida Agrebi y la liberación de los exministros Bechir Tekkari, de Justicia, y Abderrahim Zouari, de Transporte. «El juicio a Ben Ali es una obra de teatro. Es básicamente una droga que le dan al público en un intento de calmar la situación. Personalmente ni siquiera definiría como revolución lo que ocurrió en Túnez. Fueron solo una serie de protestas callejeras que finalmente obligaron la salida de Ben Ali y de su familia», añadió Kalboussi.

«Tomará un tiempo antes de que la gente pueda realmente confiar en el sistema judicial, pues el mismo sistema contra el que luchamos es el que lo está juzgando», sostuvo.

En vísperas de las primeras elecciones libres en este país, la desconfianza también se ha traducido en falta de interés en ejercer el derecho cívico: solo cuatro millones de unos 7,5 millones de personas capacidad para votar se han registrado.

En las elecciones del 23 de octubre se elegirán los miembros de una Asamblea Constituyente que reformará la carta magna, cuya última enmienda fue aprobada en un referendo de 2002.

«La mayoría de los jóvenes tunecinos no tienen interés en la política, y temen que los actuales actores políticos mantengan vínculos con el antiguo régimen, lo que los disuade de registrarse para votar», dijo Ben Ghazi.

«Deberíamos concentrar nuestra atención en los comicios, porque votar es una de las formas en que los jóvenes pueden expresar su descontento con los líderes políticos y progresar hacia la democracia», sostuvo.

«La realidad es que esta generación continuará luchando para preservar la revolución», añadió Naybet. «Pero será la siguiente generación la que en los hechos se beneficiará».

Fuente: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=98924