El Director de innovación del Departamento de Estado hasta el pasado 14 de marzo, Alec Ross, fue capaz de hablar delante de una foto del Comandante Che Guevara a tuiteros y blogueros latinoamericanos y decir que entrenaba niños en Siria para denunciar el maltrato escolar. Sin embargo, su tarea era otra. Según el suplemento The […]
El Director de innovación del Departamento de Estado hasta el pasado 14 de marzo, Alec Ross, fue capaz de hablar delante de una foto del Comandante Che Guevara a tuiteros y blogueros latinoamericanos y decir que entrenaba niños en Siria para denunciar el maltrato escolar.
Sin embargo, su tarea era otra. Según el suplemento The Cable, de la revista Foreing Policy, en el momento de su despedida «Ross miró hacia atrás con orgullo en el trabajo que su oficina hizo para ayudar a los rebeldes sirios a establecer las comunicaciones y comunicarse de forma segura después de la revolución en marcha y evitar la persecución por el régimen de Assad. Su tienda proporcionó tecnologías de la comunicación a los miembros de la oposición en las zonas fronterizas sirias y capacitó ONGs sobre la forma de evitar la censura del régimen y el espionaje cibernético. También trabajó en el levantamiento libio para restablecer las redes de comunicación en los territorios en manos de los rebeldes como Benghazi, en colaboración con el fallecido Embajador Chris Stevens…». Agrega FP que Alec Ross «entrenó decenas de embajadores de Estados Unidos en la comprensión del impacto de las redes en la política exterior y daba clases a funcionarios entrantes del Servicio Exterior en el Instituto de Servicio Exterior».
Aunque ya escribí sobre ello, lo recuerdo ahora porque la semana pasada un diplomático norteamericano en La Habana, muy probablemente discípulo de Ross, intervino de manera muy simpática en la segunda edición de Twitthab, un encuentro de usuarios cubanos de las redes sociales. Conrad Tribble, Jefe Adjunto de la Sección de Intereses de Estados Unidos (SINA) en Cuba, no habló de maltrato escolar sino propuso un diálogo sobre béisbol y cultura, recordando aquella célebre entrevista de Salim Lamrani a Yoani Sánchez donde esta decía que con el país de Tribble tenemos «fuertes relaciones. Se juega al béisbol en Cuba como en Estados Unidos».
Varios blogueros presentes allí escribieron después sobre ello, burlándose de que Tribble los quisiera tomar por tontos, diciéndole ¨muchachos vamos a ser amigos» como escribe Carlos Alberto Pérez en La Chiringa de Cuba. Y es que hay que creernos casi subnormales para, representando oficialmente al gobierno que nos estrangula esconómicamente y ampara a los terroristas que han actuado contra Cuba, llegar y decir a un grupo de personas con más de una neurona: «vamos a hablar de béisbol y de cultura» y uno crea que tiene delante a la Madre Teresa y no a un operador del estado cuya política oficial es el derrocamiento del sistema político social que respalda la mayoría de los cubanos. Con mucha razón, varios de los participantes le han recordado a Tribble, al reseñar lo ocurrido, la doctrina obamista del Soft power. Muy lindo tenerte agarrado por el cuello y decir «vamos a iniciar un diálogo» sin aflojar el bloqueo, acusándonos de terroristas y prohibiéndole a los ciudadanos estadounidenses viajar a Cuba.
Conrad Tribble todavía no ha alcanzado el cinismo de su profesor, hablando delante de una foto del Che, aunque ya dijo que podría dialogar sobre Los Cinco con los tuiteros y blogueros cubanos «pero no ahora», cuando estos ya van para quince años de injusta condena. Inteligente el señor, en vez de hablar con el gobierno cubano para solucionar los temas que interesan a la mayoría de los habitantes de esta Isla en sus relaciones con Estados Unidos, quiere conversar con los usuarios de las redes sociales en Cuba y hacerse su amigo sin resolver nada: ni viajes, ni visas, ni bloqueo, ni libertad para Los Cinco, ni devolución de la Base Naval en Guantánamo.
Se me ocurren varias preguntillas: ¿Si quieren diálogo por qué no dejan venir a los norteamericanos a dialogar libremente aquí o dan las visas para que todo cubano que quiera pueda viajar a Estados Unidos?¿O el diálogo tiene que ser sólo de la SINA con los tuiteros y blogueros cubanos, para los que, oh casualidad, Washington tiene diseñada una estrategia respaldada con millones de dólares?¿Qué pasa si un diplomático cubano se aparece en un encuentro de Occupy Wall Street y dice que quiere iniciar un diálogo a pesar de que no es Cuba la que bloquea a Estados Unidos ni tiene un presupuesto para el «cambio de régimen» en el país del Norte?
En Rusia acaban de detener a un agente de la CIA con fachada de diplomático. Ryan Cristopher Fogle -disfrazado con una peluca rubia- fue tratado con rudeza por los rusos: Manos a la espalda y la cabeza contra el piso antes de declararlo persona non grata. Pero aquí somos más delicados. Más cuando la presencia de Tribble en Twitthab no es sino el reconocimiento del fracaso en el plan estadounidense de crear interlocutores entre los usuarios cubanos de Internet y del desgaste y total descrédito de instrumentos fabricados para ello como Estado de SATS o la señora Sánchez, a quien por cierto también le gusta disfrazarse con pelucas rubias como hizo para reventar un debate de la revista Temas hace algún tiempo.
Gracias, Mr Tribble, por reconocer que ya no les sirven los intermediarios impresentables que quisieron usar en la primera edición de Twitthab, y ahora tratar de reventarlo interviniendo directamente y así ver si de paso pescan algo, pero creo que se llevaron el anzuelo vacío. Pídale consejo a Mr Ross y cambien otra vez de plan, Cuba no es Libia ni Siria.
Fuente: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2013/05/16/la-prueba-de-un-fracaso/