Con la pantomima acontecida este 12 de octubre (2016), como de costumbre en ésta fecha, se pudo observar el sin fin de discursos patrioteros del más rancio nacionalismo español. Como del nuevo en el que se pregona desde el amanecer al anochecer lo español y patriota que se es, dando muestras de ello por asistir […]
Con la pantomima acontecida este 12 de octubre (2016), como de costumbre en ésta fecha, se pudo observar el sin fin de discursos patrioteros del más rancio nacionalismo español. Como del nuevo en el que se pregona desde el amanecer al anochecer lo español y patriota que se es, dando muestras de ello por asistir a un desfile militar, que cada vez se antoja más desfasado y avejentado; ya no solo por la lógica del desfile y las personas que acuden a él como representantes de las instituciones españolas, sino también por el público que acude a él.
Del mismo modo, también se observó como un apreciable número de personas, que a fin de cuentas representan a una parte importante de la población, no acudieron.
Y sobre ellas cayó la guadaña de la parca mediática.
El cebarse en sus ausencias, por parte de los cargos políticos que sí acudieron y medios no es algo inusual, recriminarles que son antipatriotas y que odian a España; es un discurso viejo que siempre dio sus frutos. Al menos hasta hace un tiempo.
Con la irrupción en el escenario político de Podemos, el asunto se ha complicado en cierto modo.
Esto es debido a la resignificación de la que es objeto este concepto, utilizado tan demagógicamente por la derecha y, en cierto modo, vilipendiado por la izquierda. Desde la guerra civil, posterior dictadura franquista y actualidad, el término patriota ha estado anclado en la hegemonía derechista; basada ésta en la defensa de una visión de España reducida y excluyente, que a fin de cuentas no hacía si no recordar a los que no la suscribían, a la lacra fascista que tanto ha sufrido este país.
Por ello, tampoco es de extrañar que desde el espectro político de la izquierda no se hayan desarrollado esfuerzos por recuperarla o al menos colocarla en el punto de discusión. Menos aún por Izquierda Unida, integrada en la actualidad en Unidos Podemos, que desde su postura ideológica no suscribe el Patriotismo y si el Internacionalismo.
Lo interesante, por lo tanto, es como a través de Podemos, en particular su líder Pablo Iglesias, se está llevando a cabo una disputa ideológica sobre este concepto. Que sin duda recuerda a las tareas llevadas en Latinoamérica por los dirigentes políticos contra hegemónicos, que a lo largo del siglo XX y comienzos del presente han desarrollado.
El ejemplo más apabullante, es el de Perón en la Argentina de mitad del siglo pasado, denominado primer peronismo, que buscó y logró resignificar el término pueblo; para ello en su tarea de construcción política, desde el inicio, diferenció de forma continua: el ellas del nosotras. El ellas de este primer peronismo no es otro que la oligarquía, burguesía rentista, terratenientes y demás actores sociales que se dedicaban al continuo empobrecimiento de su Estado. Por el contrario el nosotras no es otro que el pueblo. El pueblo para este primer peronismo, son las trabajadores, aquellas que trabajan en pos de una mejor Argentina, las que no roban, son leales, y una larga lista de características positivas.
Es clara la dicotomía: ellas-nosotras, no pueblo-pueblo. En definitiva las que sirven a intereses foráneos a las que defienden lo nacional.
El discurso de Podemos ha ido evolucionando, no cabe duda, pero desde su inicio también se instaló esta dicotomía, en estos momentos cristalizando en la lucha ideológica del concepto Patriota. Ésta primera dicotomía establecida hacía referencia a: la casta, a los que había que echar, a los corruptos, tomando consignas del movimiento 15M, como por ejemplo, no nos representan. Por el otro lado el pueblo, la mayoría, las que han sido mangoneadas, robadas, atacadas directamente por un Estado que se decía de Bienestar.
Después, comenzó a atisbarse una nueva dicotomía: el 1% y el 99%, esta nueva expresión está en consonancia con lo apuntado en el párrafo anterior, pero se le suma una postura más ideológica, de explotadoras frente a todas las personas trabajadoras, explotadas; es decir, una minoría mantiene un sistema desigual e injusto a través de números medios con el apoyo de una parte de ese 99% para explotar al resto de trabajadoras.
Si bien ese discurso no se ha acabado, ha desembocado en la necesidad de articular al nosotras, no como un grupo determinado, sino un conjunto plural y heterogéneo, que por razones ideológicas no se siente representado en el discurso del 1% vs 99%.
Y es aquí donde entra el juego el concepto de Patriota. Por eso el ejemplo de Perón en la Argentina, con la dicotomía Pueblo-no pueblo, calza tan bien con esta construcción del Patriota que se está articulando desde Podemos.
Ellas son: las no patriotas, aunque por el momento sean los dueños ideológicos de dicho concepto. Y el nosotras en construcción: las patriotas. Ellas, las no patriotas, aunque se auto proclamen no lo pueden ser, siguiendo la lógica desarrollada hasta aquí, por el simple hecho de que se dedican a robar al Estado, a sus conciudadanas, a convertirse en agrupaciones mafiosas que se dedican al robo organizado, a privatizar lo público, a defenestrar y corromper las instituciones del Estado Español, y la larga lista que se viene sufriendo.
Por el contario las patriotas, el nosotras en construcción, serían las que trabajan por este estado fallido, porque resurjan las instituciones y se recobren de los varapalos sufridos, por lo público, por la justicia social, por la soberanía política en detrimento de la soberanía perdida a manos de la Europa de las grandes corporaciones que tiene a su merced gobiernos y países.
La lucha ideológica está servida, los tiras y aflojas desembocarán en un algo que está en construcción, por lo que la atención a esta gestación quizá pueda dar ciertas claves para entender el desarrollo político venidero.
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