Antes de la traducción incluímos la traducción de la actualización de estado de Facebook de la activista Khawla Dunia porque va que ni pintada con el tema: «La revolución es una mujer, guapa, guapa. Todos quieren violarla. todos quieren arrodillarla, el emir quiere secuestrarla. el shabbih humillarla e incluso el sheij quiere disfrutar con ella». […]
Antes de la traducción incluímos la traducción de la actualización de estado de Facebook de la activista Khawla Dunia porque va que ni pintada con el tema:
«La revolución es una mujer, guapa, guapa. Todos quieren violarla. todos quieren arrodillarla, el emir quiere secuestrarla. el shabbih humillarla e incluso el sheij quiere disfrutar con ella».
Hace unas pocas semanas, el ejército regular sirio logró en la zona rural de Idleb detener a un grupo de miembros del las brigadas «Libres de Damasco», un grupo salafista, en transformación en Siria. Después de esto, el responsable de los «Libres», como la gente los llama, decidió secuestrar a un hombre que estaba relacionado con el régimen sirio, que vivía en una de los pueblos de los alrededores de Idleb para intercambiarlo por los miembros detenidos de su organización. Se dirigió con unos cuantos hombres a la casa e irrumpieron en ella. El hombre no estaba en ese momento en casa, pero sí su mujer, sus hijas y sus hijos. Entre sus hijas, había una cuyo marido había muerto hacía apenas unos días y aún seguía, como dice la gente de la zona, en su «mes de luto», ese tiempo que empieza a contar desde la muerte del marido y en el cual la mujer tiene prohibido ver a hombres extraños.
Los hombres del pueblo no iban a permitir que un grupo de extraños irrumpieran en una de sus casas en la que había además una mujer «de luto», así que se dispusieron a enfrentarse al grupo salafista de «Libres de Damasco» por haber violado lo dispuesto por la Ley celestial. Los miembros de los «Libres» fueron salieron escaldados del pueblo y en esta operación de protección de la casa participaron grupos del «Ejército Sirio Libre», hijos de la zona. Este suceso se reflejó negativamente en el grupo, lo que les obligó a anunciar la separación del grupo de todos los que habían intentado irrumpir en la casa.
En este hecho, hay muchos elementos que explican la relación de los sirios con los grupos salafistas y el salafismo yihadista, tanto combatiente como takfirí, que han aumentado sus llegadas a Siria aprovechando el gran vacío dejado por el régimen, a propósito en muchas ocasiones y por debilidad y obligación en otras. Sí, el salafismo yihadista que viene a las zonas rurales del norte de Siria se ha enfrentado y enfrenta con la identidad religiosa de los habitantes allí y Al-Qaeda violará el islam de los habitantes de la zona antes de violar cualquier otra cosa, puesto que a la vida en esta zona no le falta una concentración de ritos religiosos como para que les venga un ejemplo y modelo. Eran musulmanes antes de que naciera Al-Qaeda, y son musulmanes practicantes que no están a la espera de que vengan los extraños para añadir a su islam más «compromiso».
En la atmósfera rural siria hay muchas razones para combatir a Al-Qaeda, pues esta última ha venido para «vender agua en el barrio de los aguadores», y no le queda más mercancía, si le quitamos la dimensión ritual, que las armas, la violencia, las fetuas de asesinato y la usurpación de la vida de la gente y sus formas de vida.
Eso es a lo que se enfrentarán los habitantes sin ninguna duda, pues el sentimiento de «ocupación» por parte de extraños ha comenzado a notarse. ¿No mató el Ejército Sirio Libre en Homs al libanés Walid Al-Bustani que llamó infieles a los sheijs de la ciudad?
Eso mismo sucedió en la provincia iraquí de Al-Anbar, pues allí los habitantes y las tribus (Al-Sahwat) se encargaron de echar a Al-Qaeda después de que esta usurpara sus vidas y ocupara el lugar de sus tribus. En las dos últimas semanas, el nivel de advertencia sobre «Al-Qaeda» en Siria ha aumentado. Un canal francés emitió una película sobre Alepo en la que decía que cerca de 800 combatientes ilegales no sirios combatían allí, y el periódico The Guardian publicó un reportaje sobre Al-Qaeda en las zonas rurales de Alepo e Idleb. El ex presidente del Consejo Nacional Sirio, Burhan Ghalioun, lanzó una advertencia en la que hizo alusión al inicio del nacimiento del fenómeno de la «yihad mundial» en el norte de Siria y Damasco.
No obstante, las palabras sobre Al-Qaeda suelen ir dirigidas con cierta duda hacia la revolución, no al régimen, mientras parece claro que este hace grandes esfuerzos para abrir camino a estos grupos takfiríes de forma que ocupen el lugar de la revolución. La responsabilidad que recae en la revolución al aceptarlo no excluye su falta de experiencia y astucia. Así pues, el ejército regular ha ofrecido un ejemplo de retiradas dudosas de muchas zonas rurales sirias con el objetivo de abrir paso a estos grupos que a su vez le facilitan el llevar a cabo bombardeos contra los habitantes con el pretexto de su presencia. Del mismo modo, la infiltración de miembros extranjeros en muchas zonas sucede bajo la mirada del régimen. La gran experiencia que el régimen adquirió gracias a las relaciones con los grupos takfiríes en Iraq y Líbano, la aprovecha hoy en Siria.
Zonas fuera del control bajo una concisa supervisión securitaria, repliegues dudosos de las carreteras y caminos que Al-Qaeda suele transitar, una vigilancia que depende de las circunstancias y la función… ¿No es exactamente lo que sucedió con el grupo «Fath al-Islam» en el campamento de Nahr al-Bared en el norte de Líbano? ¿No eran las zonas fronterizas entre Iraq y Siria en la zona de Bu Kamal escenario de este tipo de danza sangrienta?
«Los yihadistas takfiríes» que vienen a Siria gracias a las facilidades del régimen y al desentendimiento internacional y regional en lo referente a los sirios chocan con la atmósfera local, y los signos de enfrentamiento comenzaron a aparecer muy pronto. Se han establecido algunas relaciones entre ellos y los márgenes más débiles de la sociedad rural en el norte de Siria, pues en muchos municipios y pueblos han aprovechado a los jóvenes que han sufrido crisis familiares, regionales y personales. Esa fue la mecha de la única relación que han construido con las sociedades de los pueblos y municipios de la frontera con Turquía. También se aprovecharon de los jóvenes que habían tenido relación con ellos en Iraq debido a que el régimen facilitó la infiltración de jóvenes sirios hacia la región de Anbar (entre 2003 y 2007).
La revolución siria es la matriz de las sociedades locales, y no su margen. A las manifestaciones, las ciudades y pueblos la gente manda sus caras, sus aprendices y sus niños, mientras el salafismo yihadista viene de las zonas marginales y no de sus centros y plazas. Las brigadas del Ejército Sirio Libre llamadas con los nombres de las víctimas del pueblo y de sus familias y zonas tienen sus cuarteles en medio del pueblo y en sus plazas, mientras que los miembros de «Jabhat al-Nusra» y las brigadas de los «Libres de Damasco» eligen zonas apartadas y sus miembros locales no son más que el 3% del total de sus combatientes.
Así, los extranjeros y los no sirios son la base del fenómeno de «Al-Qaeda» y esa es una realidad de la que es consciente la gran vecina, Turquía, que vigila desde detrás de las fronteras y desde ellas lo que sucede en Siria. El aluvión de los márgenes hacia el centro se está produciendo hoy según afirman muchos (en Saraqeb, el número de combatientes extranjeros no pasaba de diez hace unos dos meses, hoy son cerca de veinte según los activistas locales).
La tardanza en salvar a los sirios ampliará el círculo de responsabilidades de que estos takfiríes encuentren nuevos focos. Turquía y los países árabes no estarán lejos de «la sangrienta yihad». Los sirios solos son los que luchan contra ellos. Los sirios solos son los que verán sus vidas y seguridad violadas por parte de aquellos después de que las violara el régimen.
Publicado por Traducción por Siria
Fuente original: http://traduccionsiria.