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La escoria también asciende

La sangrienta carrera de John Negroponte

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

El nombramiento por el presidente George Bush de John Negroponte para el nuevo puesto de director nacional de inteligencia, a cargo de supervisar todas las crecientes operaciones de inteligencia de Estados Unidos, es obsceno y predecible.

Negroponte, actual embajador de EE.UU. en Irak y, extraoficialmente, jefe de la ocupación de ese país por EE.UU., es sobre el papel un funcionario de carrera del servicio diplomático, pero en realidad es un veterano agente de la CIA responsable por algunos de los peores crímenes de asesinatos y torturas en Centroamérica durante los tenebrosos días de guerra civil, revolución y contrarrevolución en esa región a fines del Siglo XX.

Como embajador de EE.UU. en Honduras de 1981 a 1985, Negroponte jugó un papel crucial en la organización de la represión militar en ése, el más pobre de los países latinoamericanos, y en la creación y operación de los así llamados contras, la operación militar organizada por EE.UU. para debilitar y derrocar el gobierno sandinista elegido en Nicaragua.

Lo que convierte a Negroponte en el candidato perfecto para ser el jefe del KGB estadounidense es su cobertura refinada. En todo caso tiene asegurados a los republicanos del Comité de Inteligencia dominado por los republicanos, y como diplomático de carrera, urbano y fluido en cinco idiomas, también atrae a los blandos demócratas de la seguridad estatal nacional como John Rockefeller, Evan Bayh, Diane Feinstein y Ron Wyden, a los que se solicitará que se unan a la aprobación de su nominación.

Si su aparición ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, durante las audiencias sobre su nominación para el puesto de embajador en Irak, sirve de ejemplo, pasará tan campante por su próxima «prueba». Los senadores demócratas Chris Dodd y Joseph Biden, se deshicieron en elogios sobre su persona en esas audiencias, y no hicieron ninguna pregunta sobre su papel en el impulso de las actividades de los escuadrones de la muerte o en el encubrimiento de los abusos contra los derechos humanos en Centroamérica, que incluyeron los asesinatos de varias docenas de sacerdotes y monjas.

Los estadounidenses que se preocupan por la desaparición de sus libertades civiles, y por el creciente uso del terrorismo de estado oficial contra ciudadanos estadounidenses y extranjeros residentes deberían preocuparse, sin embargo, por este nombramiento. El nuevo jefe de inteligencia será responsable de la vasta operación de espionaje de la nación, de 100.000 millones de dólares, y de su creciente presupuesto, en gran parte secreto.

Los antecedentes del individuo no prometen nada bueno.

Negroponte falsificó deliberadamente informes de derechos humanos del Departamento de Estado durante cada año de su actividad como embajador en Honduras. Según la Orden Maryknoll, muchos misioneros de EE.UU. y otros activistas religiosos fueron asesinados en ese país; en los años setenta y especialmente a comienzos de los años ochenta, la CIA entrenó a soldados hondureños del así llamado batallón 3-16, cuya operación aseguran fue supervisada por Negroponte, o «por lo menos pasada por alto» por el embajador.

Incluso el New York Times asigna a Negroponte «la realización de la estrategia clandestina de la administración Reagan para aplastar al gobierno sandinista en Nicaragua» – pero el periódico se olvida de mencionar que ese esfuerzo fue ilegal, y que en última instancia incluyó el comercio de armas por drogas en aviones financiados por la CIA. Negroponte contribuyó a este esfuerzo bélico masivamente corrupto e ilegal de la administración Reagan, incluso después de que había sido prohibido expresamente por el Congreso de EE.UU.

Se podría pensar que este tipo de insulto al Congreso provocaría por lo menos alguna oposición al nombramiento de Negroponte, pero no se mencionó ni una sola palabra al respecto durante las audiencias para su puesto de embajador (el senador Dodd llegó a decir «Sucede que siento que es un excelente funcionario del Servicio Exterior y que ha hecho un tremendo trabajo en muchos sitios».) y parece poco probable que le pregunten algo sobre el tema esta vez.

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Dave Lindorff es autor de «Killing Time: an Investigation into the Death Row Case of Mumia Abu-Jamal». Su nuevo libro de columnas de CounterPunch intitulado «This Can’t be Happening!» es publicado por Common Courage Press. Información sobre ambos libros y otras obras de Lindorff puede ser encontrado en www.thiscantbehappening.net

Su correo es: [email protected]

http://www.counterpunch.org/lindorff02182005.html