Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Antes de su asesinato en 1948 Lord Folke Bernadotte, el primer mediador de la ONU en el conflicto israelo-árabe, afirmó: «Sería una ofensa contra los principios de la justicia más elemental si se negara el derecho a retornar a sus casas a estas inocentes víctimas [palestinas] mientras que los inmigrantes judíos fluyen a Palestina». Lord Bernadotte pagó con su vida su franqueza ya que lo asesinaron siguiendo órdenes de Yitzhak Shamir, el hombre que más tarde se convertiría en primer ministro de Israel.
Menos de tres meses después de su muerte, mientras la guerra de 1948 se acercaba a su fin y las fuerzas israelíes habían desplazado a casi tres cuartas partes de toda la población [palestina] originaria, la ONU aprobó la Resolución 194 de la Asamblea General que exigía el retorno de los refugiados palestinos a sus hogares y que se les concedieran indemnizaciones por las pérdidas que habían padecido.
El sábado [11 de diciembre] habrán pasado 62 años sin que se implemente esta resolución histórica a pesar de que desde entonces ha contado con el apoyo de la ONU con un consenso casi universal. De hecho, la propia admisión de Israel como miembro de las Naciones Unidas estaba condicionada a que acatara los principios de la Resolución 194 de la Asamblea General, a lo que empezó a hacer caso omiso desde el mismo momento en que fue admitido como miembro de la ONU.
Contrariamente a lo que las figuras políticas israelíes quisieran que creyera el mundo, el problema de los refugiados palestinos no es una cuestión académica cuya solución se ha vuelto un tanto discutible con el paso del tiempo y debido a la creación de «hechos consumados» por parte de Israel. El desplazamiento de palestinos continúa hasta el día de hoy por medio de la revocación de los permisos de residencia, la confiscación de tierras, la demolición de casas y los desahucios. Al mismo tiempo, Israel ha prohibido a los palestinos desplazados entre 1947 y 1949, y otra vez en 1967 volver a sus casas o recibir indemnizaciones por la pérdida de sus propiedades, lo que ha convertido a los refugiados palestinos en la comunidad de refugiados más antigua y grande del mundo en la actualidad.
Está fuera de discusión que Israel es responsable de la creación de los refugiados. Aunque el Estado siga pidiendo que se olvide lo que hizo, los historiadores israelíes han desenmascarado el mito sionista tradicional y demostrado que antes de 1948 los dirigentes sionistas elaboraron planes para desplazar a la poblacion originaria palestina con el fin de crear un Estado con mayoría judía. Dicho Estado habría sido imposible sin la expulsión masiva de palestinos dado que estos constituían una vasta mayoría en cada distrito de la Palestina histórica antes de 1948 y también poseían el 90% de la tierra.
Aun aceptando el relato israelí de que los refugiados se fueron voluntariamente (relato que para la inmensa mayoría ha demostrado ser falso), no cabe la menor duda de que cuando los refugiados trataron de volver de acuerdo con el derecho legal que tenía a hacerlo se lo impidió una legislación israelí recién creada y fueron declarados infiltrados en sus propias propiedades.
Este periodo de desposesión, conocido por los palestinos como la Nakba o «la catástrofe», es la experiencia fundamental palestina y fuente de nuestra identidad colectiva. De hecho, el actual presidente palestino, Mahmoud Abbas, también es un refugiado palestino desplazado de la ciudad de Safed durante la guerra de 1948 cuando sólo tenía 13 años de edad.
Hoy existen más de siete millones de refugiados palestinos reaprtidos por todo el mundo, el 70% de toda la población palestina. Si se ignoran sus legítimos derechos legales consagrados en el derecho internacional, los comprensibles motivos de sentirse agraviados por el prolongado desplazamiento y sus aspiraciones a volver a su patria sin lugar a dudas harían que cualquier acuerdo de paz firmado con Israel fuera completamente insostenible.
De acuerdo con los pasados acuerdos israelo-árabes basados en resoluciones de la ONU (el más significativo de los cuales es los Acuerdos israelo-egipcios de Camp David basados en la fórmula de la Resolución 242 de la ONU de tierra por paz) la Resolución 194 debe proporcionar la base para una resolución de la cuestión de los refugiados .
El remedio del retorno y restitución tiene un fuerte precedente internacional, por ejemplo, en el contexto de los Acuerdos de Dayton, a los que se llegó bajo los auspicios de Estados Unidos, se consideró que el retorno de los refugiados a sus hogares y la restitución de sus propiedades era un derecho «no negociable» que era fundamental para elaborar una solución duradera. Dirigentes estadounidenses, como la entonces secretaria de Estado Madeleine Albright, pidieron abiertamente a los refugiados bosnios musulmanes que retornaran en masa a sus antiguos lugares de residencia.
Tantio en Bosnia como en Palestina se ha considerado que el retorno de los refugiados es absolutamente necesario para la estabilidad de la paz. Se considera que cualquier acuerdo que no respete los derechos de los refugiados conlleva el germen de su inevitable fracaso.
Cuando una vez más se reinicien las negociaciones el mundo no debe abandonar a los refugiados palestinos ni tratar de coaccionar a sus representates para que lo hagan.
El reconocimiento por parte de Israel de los derechos de los refugiados palestinos y el hecho de que acepten proporcionar reparación y una opción significativa a los refugiados en el ejercicio de estos derechos no cambiará la realidad de Oriente Próximo de la noche a la mañana ni provocará a Israel una crisis existencial. Lo que sin duda hará es señalar el inicio de una nueva realidad que nuncá más estará arraigada en la represión, la negación de los derechos y la discriminación. En otras palabras, llevará a una paz duradera, el tipo de paz que concibió Lord Bernadotte y que deseó tanto para los palestinos como para los israelíes.
Fuente: http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2010/dec/10/israel-palestine-refugee-rights