Los 120 años de la caída en combate del Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1895), el 19 de mayo de 1895, se celebran con no pocas actividades de pensamiento. En justicia, alrededor de Martí y su obra, trabaja a lo largo de la geografía del país, un nutrido y talentoso colectivo de cientistas y activistas, […]
Los 120 años de la caída en combate del Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1895), el 19 de mayo de 1895, se celebran con no pocas actividades de pensamiento. En justicia, alrededor de Martí y su obra, trabaja a lo largo de la geografía del país, un nutrido y talentoso colectivo de cientistas y activistas, y esta es hoy por hoy, una de las esferas de la historia y cultura cubana, que mejor se ha preparado para sistematizar y organizar su aporte a la educación y la construcción de la memoria, y la conciencia histórica de las presentes y futuras generaciones de cubanos y cubanas. Es legítimo entonces el que desde las fortalezas marianas, nos propongamos avanzar en otros campos de menor fertilidad. Este es el caso del debate alrededor de la honorífica revolucionaria, en vísperas de conmemorar el Bicentenario del nacimiento de la Madre de la Patria Mariana Grajales Cuello.
Frente a la propuesta de que el Consejo de Estado de la República de Cuba, otorgue a Mariana el título honorífico de Madre de la Patria, hay opiniones contrarias que pretenden sustentarse desde la declaración de Madre, hecha por Martí en homenaje póstumo.
El rescata del pasado-presente heroico
José Martí, quien se auto reconoció continuador de la gesta bolivariana (1810.1830), y en tanto articulador por excelencia de un proyecto-país que se abría a lo político desde el ámbito ético, ideológico y cultural; comprendió la trascendencia educativa y formativa de los panteones heroicos, tanto en lo que a la consolidación de la identidad patria se refiere, como al aporte de universalidad que cada pueblo tributa a su época y mundo.
El fundador del primer Partido Revolucionario Cubano en 1892, se dio a la tarea de rescatar, estudiar y sistematizar, la historia del proceso histórico revolucionario recién transcurrido (1). La Historia debía escribirse para que «… perdurase y valiese, para que inspirase y fortaleciese», afirmaba (2).
No fue una tarea fácil, se trataba de una epopeya reciente, plagada de contradicciones y desencuentros, donde supo hallar la medida del mérito, la reflexión que ayudara a la prospectiva, y sobre todo, la fundamentación y estímulo para educar en solidaridad, justicia, igualdad y dignificación humanas, como bases indispensables de la unidad política de todos los revolucionarios, de su intransigencia e ímpetu en el combate emancipador. R endir tributo a los héroes y continuar su ejemplo, para arrastrar tras de sí a la nueva generación junto con los veteranos , será uno de los ejes de labor histórica martiana. En estos propósitos afirmará : «… aquella década magnífica, llena de épicos arranques y necesarios extravíos, renace con sus héroes, con sus hombres desnudos, con sus mujeres admirables, con sus astutos campesinos, con sus sendas secretas, con sus expedicionarios valerosos. Ya las armas están probadas, y lo inútil se deshecha, y lo aprovechable se utiliza…Ya fructifican nuestras miserias, que los errores son una utilísima semilla. La intuición se ha convertido ya en inteligencia: los niños de la revolución se han hecho hombres».
Martí prestará especial atención a significar el aporte femenino en la Revolución. E l modelo de mujer mambisa, que promocionan los combatientes de la guerra, era el de la a bnegación, el sacrificio, y la fortaleza en la adversidad de las mujeres cubanas. Las mambisas se caracterizaban como hijas y novias devotas, esposas ejemplares, madres admirables, deber ser que se constituiría en tradición heroica sustentada en los hechos, pero que llevaba implícita las limitaciones sexistas y machistas consustanciales a la cultura de dominación predominante . La tradición espartana grecolatina, asumida desde la doctrina del martirologio cristiano, enfatizaba en el tema del sacrificio y la entrega. La visión martiana, parte del imaginario existente, para trascenderlo, y aportar un novedoso enfoque de la equidad de géneros: (…) las campañas de los pueblos -afirma- sólo son débiles, cuando en ellas no se alista el corazón de la mujer; pero cuando la mujer se estremece y ayuda, cuando la mujer, tímida y quieta de su natural, anima y aplaude, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño- la obra es invencible» (4) Para Martí «(…) las ideas (…) no están seguras hasta que las mujeres no las aman» (5). Para el: «Nada perdura sin la gracia. La mujer, de instinto, divisa la verdad y la precede» (6).
Hay en la profusa obra martiana, un significativo seguimiento a la historia de las mujeres mambisas, para resaltar el protagonismo de la mujer en función de las diversas tareas patrióticas que cumplió, como combatiente, enfermera, pilar del aseguramiento de retaguardia, mensajera, agente de la inteligencia mambisa, activista de propaganda y financiación en la emigración; todas para el Apóstol, labores heroicas, que desempeñaron las féminas cubanas en el movimiento de liberación nacional.
El epistolario martiano da cuenta del amplio abanico de caracteres femeninos, que logró aunar como sus amistades personales, para dar continuidad a la guerra revolucionaria, entre las que se destacan las esposas y madres de los jefes y combatientes de la Guerra de los Diez Años (1868-1878), así como una amplia red de colaboradoras que logró articular a los fines de la fundación de clubes, la propaganda y el trabajo secreto del Partido Revolucionario Cubano. En esta obra martiana Mariana Grajales Cuello tuvo un lugar cimero.
Mariana Grajales
Para el Héroe Nacional, entre las numerosas mujeres que jalonaron la historia del movimiento de liberación nacional cubano en el siglo XIX, Mariana fue síntesis, esplendor y leyenda.
La historia-leyenda de Mariana Grajales en la Guerra de los Diez Años, se había extendido por en un exilio patriótico, que siguió con pasión los andares del General Antonio Maceo Grajales , devenido en figura principal de cuanto plan o conspiración se tejió para reiniciar la guerra independentista. Conoce Martí que de todos los hijos de Mariana Grajales, 12 participaron en las gestas independentistas del siglo XIX (7), y que allí en la manigua, durante los diez años de guerra, había estado la madre defendiéndoles la vida, al frente de una unidad sanitaria del Ejército Libertador, alentándolos y exigiéndoles disciplina, constancia, altura ética. Marcos, su esposo, es quien primero cae en combate. Le seguirían Justo Germán, Fermín, Julio y Miguel. Firmada la paz del Zanjón, desde las montañas guantanameras, Mariana alentó la rebeldía indomable del General Antonio en la histórica Protesta de los Mangos de Baraguá, de Felipe y José, mientras atendía a la recuperación de sus hijos Rafael y Tomás, heridos en combate (8).
Sobre esta epopeya de Mariana, el propio Martí narraría: ¿Su marido, cuando caía por el honor de Cuba no la tuvo al lado? ¿No estuvo ella de pie, en la guerra entera, rodeada de sus hijos? ¿No animaba a sus compatriotas a pelear, y luego, cubanos o españoles, curaba a los heridos? ¿No fue, sangrándole los pies, por aquellas veredas, detrás de la camilla de su hijo moribundo, hecha de ramas de árbol? ¡Y si alguno temblaba, cuando iba a venirle al frente el enemigo de su país, veía a la madre de Maceo con su pañuelo a la cabeza, y se le acababa el temblor! ¿No vio a su hijo levantarse de la camilla adonde perecía de cinco heridas, y con una mano sobre las entrañas deshechas y la otra en la victoria, echar monte abajo, con su escolta de agonía, a sus doscientos perseguidores? (9).
Martí sabía de la participación conspirativa de Mariana cuando se reinicia la lucha, con la llamada Guerra Chiquita (1879-1880), donde participan José, Rafael y Felipe. Una vez concluida la contienda, luego del acuerdo de paz, el mando español, traiciona y apresa en alta mar a los tres hermanos combatientes, y los envía como prisioneros a las mazmorras españolas en tierras africanas, junto con la esposa de José y un hijo de este. Mariana peleará con todos sus recursos de madre por la liberación de sus hijos, y el regreso de la nuera y el nieto. El 2 de mayo de 1882, muere enfermo Rafael, como consecuencia de los malos tratos acumulados en prisión, pero su desaparición le será ocultada a madre por la familia, para no hacerla sufrir más. En agosto del propio 1882 se da la primera fuga de José, y su apresamiento en Gibraltar. Dos años después volvería a intentarlo, ahora con éxito. Felipe, el mayor de los hijos, regresará tras nueve años de presidio, ya frisando los 60 años, para incorporarse a las tareas de la emigración patriótica
La familia Maceo-Grajales, extendida en el Caribe y Centro América, tenía por centro vital la casa de Mariana en Kingston, Jamaica, parada obligada de cuanto patriota llegaba a la vecina isla. Martí visita a Mariana por primera vez el 12 de septiembre de 1892. La conoce por historia y sin dudas se preparó para el encuentro, pero la vivencia personal de la heroína y la empatía que los concertó, sobrepasó toda expectativa. Vio en la recia mujer, madre y mulata, el símbolo de todo el heroísmo y la entrega de las patriotas cubanas. El Apóstol escribe sobre ella , con » entrañable afecto , con la suavidad de hijo» , como si tratara con «la raíz del alma».
Martí en su precursora labor de exaltar sus méritos y aportes, enfatiza en » esa Madre de los Maceo que quería a todos los cubanos que luchaban por la independencia. Y abría las puertas de su hogar a todos, como madre de todos» (10). Es en esta visita que también conoce a María Magdalena Cabrales Fernández , esposa del General Antonio y a otros familiares, que vivían con Mariana (11). El joven líder conquista el amor de la madre y de la familia que la acompaña. No ha pasado un mes del feliz encuentro, y el 6 de octubre publica en Patria su primera semblanza de la madre de los Maceo: Ya está yéndosele la madre, cayéndosele está ya la viejecita gloriosa en el indiferente rincón extranjero, y todavía tiene manos de niña para acariciar a quien le habla de la patria» (12). El 24 de octubre, se funda en Kingston, el club «José Martí’ el primero femenino del Partido Revolucionario Cubano fuera del territorio estadounidense, que eligió como su Presidenta a María Cabrales.
Mariana para Martí trascendía en lo ideológico. La sintió simiente de la poderosa retórica antirracista que, comenzó a florecer durante la primera rebelión anticolonialista, y para quien situaba la igualdad racial como base de la nación cubana, este valor resultaba trascendental. Comprometido Martí con la emancipación femenina, Mariana le modelaba la mujer que rompió en su tiempo con el esquema mental sexista y machista. No es casual que el General Antonio Maceo, comparta el reducido grupo de jefes mambises, que premiaron los méritos de guerra de las mujeres, concediéndoles grados militares.
Martí -como afirma Joel Mourlot Mercaderes-, fue quien más caló en su alma, el valor de la imagen, de la significación de Mariana Grajales para Cuba, desde que la conoció (13). Comprendió con su superior sensibilidad humanista y fina agudeza política, cuánto valor y representatividad encerraba la madre de los Maceo, cuánto podía aportar su historia y prestigio, a la obra de unidad y rescate de la epopeya mambisa que se había propuesto. Y multiplicó en el más amplio teatro de la nación en construcción, lo que ya se había revelado a los combatientes que la conocieron y aquilataron en la guerra. Presentó el Apóstol a Mariana, con la precisión del ideólogo, la pasión del propagandista revolucionario, y el verbo hermoso del poeta, y lo hizo en Patria, el órgano del Partido Revolucionario Cubano, que llegaba a todos los y las patriotas en la emigración, y se introducía clandestinamente en Cuba.
Martí en Patria, inmortalizó la leyenda y la historia de Mariana, y narró para todas las épocas la entrega de la madre amantísima, destacada en la retaguardia mambisa. Retrató con su prosa fuerte y hermosa el día en que con la tumba recién abierta de uno de sus hijos, con dos de ellos heridos graves y Antonio herido en el pecho, ensangrentado y moribundo, no solo supo exigir sosiego y salvar al Titán, sino que con todo el dramatismo del momento, le ordenó a su hijo Marcos, que ya era hora de que se incorporara al combate armado (14).
Martí subrayaba cómo ya muy anciana, Mariana seguía forjando valores en sus descendientes, contaba las hazañas de sus hijos, y continuaba conminando a la joven generación, a asumir su deber de continuar la lucha por la emancipación nacional: «Con su pañuelo de anciana a la cabeza, con los ojos de madre amorosa para el cubano desconocido, con fuego inextinguible, en la mirada y en el rostro todo, cuando se hablaba de las glorias de ayer, y de las esperanzas de hoy …»(15).
En vísperas de la nueva guerra, Mariana Grajales Cuello fallece el 27 de noviembre de 1893, para convertirse de inmediato en estandarte ideológico, en ejemplo que moviliza, realidad que José Martí asume como prototipo de mujer y madre patriota. Al dar la noticia de la desaparición física de la excelsa combatiente revolucionaria en el periódico Patria, el 12 de diciembre de 1893, el Apóstol escribió: ¿Qué, sino la unidad del alma cubana, hecha en la guerra, explica la ternura unánime y respetuosa, y los acentos de indudable emoción y gratitud, con que cuantos tienen pluma y corazón han dado cuenta de la muerte de Mariana Grajales, la madre de nuestros Maceo? Qué había en esa mujer, qué epopeya y misterio había en esa humilde mujer, qué santidad y unción hubo en su seno de madre, qué decoro y grandeza hubo en su sencilla vida, que cuando se escribe de ella es como de la raíz del alma…Patria en la corona que deja en la tumba de Mariana Maceo, pone una palabra: ¡MADRE!» (16).
En carta al General Antonio Maceo, escrita tres días después de la crónica de honor en Patria, le dice, refiriéndose a Mariana: «Vi a la anciana dos veces, y me acarició y miró como a hijo, y la recordaré con amor toda mi vida»(17) «De león y de leona»(18) vino Antonio Maceo enfatizará Martí, con su amplia visión integrativa de género.
Trascender y emular el 1893
Se afirma que Mariana no necesita que hoy se le reconozca institucionalmente Madre de la Patria, porque ya lo hizo José Martí en su propia época. Sin dudas Martí conoce la tradición heroica de nacionalismo latinoamericano. Ha vivido en México y sabe de la designación de Leona Vicario como Madre de la Patria, incluso menciona a la patriota mexicana en sus apuntes (19). No es casual que al concluir su crónica de homenaje, la signifique como MADRE. Pero no basta dejar el tema en el año 1893.
Venimos de la crítica a una enseñanza y divulgación de la Historia que -como otras disciplinas sociales-, fueron obligadas a partir de los años setenta del pasado siglo, a ser siervas de la filosofía política, y no sus compañeras en dignidad de ciencia, práctica revolucionaria y pronóstico . Se explica entonces el rechazo prejuicioso que produce en no pocos profesionales de la Historia y de las ciencias sociales, a todo aquello que se perciba como una «intervención» desde «la política». Probablemente ahí está la raíz de las incomprensiones y la subvaloraciones que existen alrededor de la disciplina premial, y el sentir anti estatista como ente «contaminador» del juicio y la dignidad histórica, que subyace en algunas de las posturas que se manifiestan en contra del otorgamiento por el Consejo de Estado, del título de Madre de la Patria a Mariana Grajales. Pero la psicología del rechazo a las supra autoridad de «lo políticamente correcto», hoy ha sumado nuevos mimetismos acríticos, tan empobrecedores o más, que los ya criticados procedentes del modelo burocrático partidista soviético. No muchos compañeros y compañeras se percatan, de que los vacíos provocados por la acción combinada del no-conocimiento, la devaluación del marxismo y su lenta recuperación como teoría y método revolucionario, y el prejuicio a «lo político», los están llenando cada vez más el liberalismo y varias mesclas eclécticas de la peor especie.
En el caso que nos ocupa, los colegas y las colegas que están detenidos en 1893, olvidan que la proclamación martiana, incluyó y nos dejó una tarea para este tiempo. Martí como líder político tenía ante sí la inmensa y compleja obra de la unidad nacional, y no podía permitirse dar paso a ninguna acción que pudiera ser manipulada por los intereses contrarios. En la crónica de referencia a la muerte de Mariana, precisa esta situación: «Por compasión a las almas de poca virtud, que se enojan y padecen del mérito de que no son capaces, y por el decoro de la grandeza más bella – refiere Martí- , en el silencio, sujetaremos aquí el elogio de la admirable mujer, hasta que el corazón, turbado hoy en la servidumbre, pueda, en la patria que ella no vio libre, dar con el relato de su vida, una página nueva a la epopeya. Las cubanas y cubanos de hoy tenemos esa deuda con Martí.
Hoy no tenemos «que sujetar el elogio». Nuestro corazón no está «t urbado en la servidumbre» . Vivimos en la patria libre » que ella no vio». Tenemos entonces que cumplir la tarea que el Apóstol nos dejó, para este preciso momento: H acer del relato de su vida , una página nueva a la epopeya revolucionaria cubana. ¿Y quién mejor que el Estado revolucionario, junto con sus ciudadanos y ciudadanas, para cumplir tal demanda martiana?
¿Por qué «sujetar el elogio, cuando podemos hacer valer nuestro derecho constitucional y la Ley de condecoraciones y títulos honoríficos que muy bien nuestro Estado en tanto Poder del pueblo, en servicio del propio pueblo ,(20) se ha dictado?
Notas:
(1) Ver: Olivia Miranda Francisco: Historia, cultura y política en el pensamiento revolucionario martiano, Editorial Academia, La Habana, 2002; Ibrahím Hidalgo Paz: «Notas sobre la concepción de la Historia» en: Revista Honda. Rev. De la Sociedad Cultural José Martí. No. 6. 2002 ; Marlene Portuondo Pajón: La educación histórica en Patria: una visión estratégica de Martí, Cuba, Una identità in movimiento, http://www.archivocubano.org/portuondo_01.html
(2) José Martí: Carta a Manuel de la Cruz, 3. junio. 1892. Epistolario . CEM-Editorial de Ciencias Sociales, tomo 2, La Habana, 1993, p. 204.
(3) J osé Martí. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, tomo. IV, pp. 184-185.
(4) José Martí, Patria, 7 de mayo de 1892, Obras Completas, t. I, La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1975, p 17.
(5) I bíd. , p 18.
(6) Ibíd .
(7) María Dolores muere recién nacida y Manuel Regüeyferos Grajales también fallece antes de iniciado el proceso insurreccional.
(8) José Luciano Franco: Ob. cit., p 125.
(9) José Martí Pérez: «Mariana Maceo» Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, tomo V, p. 26
(10) José Martí Pérez: La madre de los Maceo, Patria, 6 de enero de 1894, Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, tomo III, p. 27
(11) Ver: Nydia Sarabia: Historia de una familia mambisa. Mariana Grajales. Secretaría de Trabajo Ideológico, Comisión Nacional de Historia, La Habana, UJC, Instituto Cubano, Editorial Orbe, 1975, 112. El encuentro de Martí con la heroína Mariana ha sido tratado recientemente por Damaris Torres Elers. Ver: 120 años del encuentro de José Martí en Jamaica con Mariana Grajales y María Cabrales, Sierra Maestra, Santiago de Cuba, 14 de octubre de 1912, p 4
(12) José Martí Pérez: Antonio Maceo, Patria, 6 de octubre de 1893, Ob. cit., tomo IV, p. 451.
(13) J oel Mourlot Mercaderes: La «Madre de Cuba», la «Madre de la Patria», Periódico Sierra Maestra, Santiago de Cuba, 27 de Noviembre de 2012 .
(14) José Martí Pérez: La madre de los Maceo, Ob. cit.
(15) José Martí Pérez: Mariana Maceo, Patria, 12 de diciembre de 1893, en Obras Completas, Ob. cit., tomo V, p 26.
(16) Ident. ant.
(17) José Martí Pérez: Ob. Ci.t, t. 3, p. 48
(18) José Martí Pérez: Antonio Maceo,
(19) José Martí Pérez: Fragmentos, Ob. cit., tomo XXII, p 158.
(20) Ver: Artículo No. 9, inciso b) de la Constitución de la República de Cuba. Gaceta Oficial de la República de Cuba, edición Extraordinaria número 3 de 31 de enero de 2003.