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La telaraña que incitó la «Primavera Árabe» y asfixió Palestina

Fuentes: Rebelión

El abanico de los infortunios marcó profundamente a los árabes a partir del siglo XX. Víctimas predilectas y enredados en la soporífera telaraña, todo valió para que los sionistas se instalen en Palestina, roben su tierra, su historia, su aroma y sus raíces con el aval de las Naciones Unidas y el rápido reconocimiento de […]

El abanico de los infortunios marcó profundamente a los árabes a partir del siglo XX. Víctimas predilectas y enredados en la soporífera telaraña, todo valió para que los sionistas se instalen en Palestina, roben su tierra, su historia, su aroma y sus raíces con el aval de las Naciones Unidas y el rápido reconocimiento de Estados Unidos y de la Unión Soviética (Rusia).

Con mayores impericias que las que generan las arañas de sus glándulas abdominales para seducir y atraer con sus sedosos hilos, los sionistas segregaron de su propio abdomen colonial el tejido necesarios para la asfixia de Palestina y un propicio entorno de países árabes saturados de dictaduras presidenciales y monárquicas inmersos en una gran puerta giratoria, mostrándose como grandes defensores de la causa palestina y al girar, ciñeron impiadosos acuerdos secretos con los sionistas, los israelíes y los poderes occidentales que los sustentaron en un espejismo de liderazgo similar al pacto de principio de siglo pasado que marcó la decadencia árabe contemporánea.

Respaldando el secreto ‘Tratado Sykes-Picot’ (16/5/1916) entre Gran Bretaña y Francia para dividir los territorios árabes y a la británica ‘Declaración Balfourd’ (2/11/1917) que despedazó el tejido palestino otorgando un ‘Hogar Nacional Judío en Palestina’, con influencias sionistas, Europa ofreció al Emir hachemita Faisal Ibn Husain convertirlo en rey omnipotente de los Estados Árabes (que incluyen Siria, Irak, Transjordania y Al-Hiyaz) a cambio de la entrega de Palestina a los judíos. Ignorando a los palestinos que padecían la ocupación británica desde 1917, expusieron el Tratado en la ‘Conferencia de Paz de Versalles’ (Francia), avalado por la Sociedad de las Naciones y rubricado en Londres (3/1/1919) junto con el ruso-judío Chaim Weizmann, presidente de la Organización Sionista Mundial. Entre los tediosos 9 artículos del tratado, el 2° dice: «Inmediatamente después de la finalización de las deliberaciones de la Conferencia de Paz, las fronteras definitivas entre el Estado Árabe y Palestina, serán determinados por una Comisión que acuerden las partes».

Tanto en la Conferencia de Versalles, primer arrebato de Palestina como en la antijurídica ‘Partición de Palestina’ por la ONU, un robo teñido de leyes, los palestinos fueron convertidos en ‘convidados de piedra’ pagando las culpas ajenas. Aturdidos por la difícil trama que giraba en su entorno, debieron soportar la gran emigración ilegal de europeos y rusos judíos movilizados por la agencia sionista bajo la falaz excusa de huir del holocausto nazi y dejar tendida la telaraña que comenzaría a enredar definitivamente la caída de Palestina, la expulsión de su población y su penetración en la región. Para el ucraniano judío, militante sionista, Zeeb Jabotinsky (1880-1940), «Palestina deberá dejar de ser un país árabe…Una Palestina predominantemente judía, una Palestina como Estado judío…Una Palestina judía, pero nada más que judía» (‘Sionismo de Estado’ Z. Jabotinsky-1936)

La espuma de insatisfacción de los pueblos árabes sin libertades ni democracias durante décadas, fue el cumulo perceptivo de la inteligencia israelí impregnadas en las dictaduras y las calles árabes para detonar en tiempo y forma la mal llamada ‘Primavera Árabe’. Estructuralistas y con dirigidas operaciones mediáticas, la potencia ocupante israelí mantuvo entretenida a la comunidad internacional con las simultaneas ‘Primaveras’, mientras, aceleradamente expandió con miles de viviendas sus asentamientos ilegales en los territorios palestinos ocupado en 1967, profundizando la judaización de la capital palestina Jerusalén, el Valle del Jordán, Belén, Al-Khalil (Hebrón) y manteniendo indemne su criminal bloqueo a la Franja de Gaza.

Si bien los reclamos populares árabes de libertad y plena democracia son legítimos y justos, la despreciable ‘Primavera Árabe’ utilizó los sentimientos populares para levantarlos contra sus regímenes en forma desordenada, sin liderazgos, prestos a ser filtrados por elementos ajenos e insertos en un macabro observatorio de dirigentes decididos con tozudez a no resignar sus poderes a costa de la sangre de sus pueblos.

El desempleado joven tunecino Mohamed Bouazizi, se inmoló prendiéndose fuego (17/12/2010), desatando la furia popular con la ‘Revolución de los Jazmines’ (14/1/2011), la primera, y si se quiere, la más benévola ya que el presidente Zine El-Abedine Ben Ali, renunció evitando el magnicidio tunecino. El salpicado efecto dominó golpeó a Egipto con su ‘Revolución Popular Al-Tharir’ (25/1/2011) que derrocó al dictador Hosni Mubarak e impuso la democracia con la elección del presidente Mohamed Morsi Isa al-Ayyat, que asumió el 30 de junio/2012, luego fue derrocado por un golpe de estado cívico-militar el 3 de julio/2013, devolviendo a Egipto el sistema de servilismo de Mubarak, algo que agradó a Israel y al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, que al día siguiente felicitó al nuevo gobierno golpista. Seguidos los levantamientos populares por el de Libia el 15 de febrero/2011 con la muerte de miles de libios y matando a Muammar Al-Gaddafi (20/10/2011) con la hostil injerencia de la OTAN.

Palestina no estuvo ajena a estas disconformidades populares y a las telarañas de la ‘Primavera Árabe’, acostumbrados a las Intifadas contra la ocupación el aclamado ‘Levantamiento de los Jóvenes del 15M’ (15/3/2011), desató su rabia contra la política del presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, exigiendo elecciones y unidad nacional. Lo inesperado, fue la violenta represión de los servicios de seguridad palestinos conocida como la ‘policía de Abbas’ que junto con la policía israelí sofocaron las protestas, aunque estas se mantienen latentes. Finalmente la popular «Revolución del Día de la Ira’ (15/3/2011) en Siria, fue la más despiadada, entre los unos y los otros mataron a más de 165 mil sirios, provocando la huida de 2 millones de refugiados y el desangrando diario del pueblo frente a la brutal indiferencia internacional, del gobierno y el beneplácito cómplice de Israel y Estados Unidos, y el doble juego de Rusia.

Con menor medida y poca trascendencia mediática fueron la ‘Revolución del Día de la Ira’, en Argelia (5/1/2011); La ‘Revolución de la Ira’, en Jordania (26/1/2011); la ‘Revolución de la Rosa y los Jazmines en Yemen (27/1/2011); en Sudán, la ‘Revolución de la Juventud por el Cambio’ (31/1/2011); la ‘Revolución Popular de la Lulu (Perla), en Bahrein (14/2/2011) y la ‘Revolución Popular de la Dignidad’ en el reinado de Marruecos (20/2/2011). Ninguno de los regímenes árabes tuvo la fortaleza de abortar la ‘Primavera Árabe’ otorgando los derechos exigidos por sus pueblos, por el contrario, el puño de hierro y el enfrentamiento interno potenció el odio entre sí mismos y es la principal contaminación por estos días.

Con buena dosis de ironía y soberbia a la tragedia, el director del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional en Tel Aviv y ex jefe israelí de inteligencia militar del Mossad, general Amos Yadlin, durante una entrevista con el Canal 7TV israelí, coronó el regado de sangre de la ‘Primavera Árabe’, expresando: «Israel intervino en los asuntos internos de los países árabes con el objetivo de sembrar discordia entre la población. El servicio de inteligencia del Mossad, posee una importante influencia en países árabes como Túnez, Irak, Jordania, Sudán, Yemen, Líbano, Siria, Marruecos, entre otros en la región. En Marruecos y Túnez desplazamos nuestros agentes en los diferentes niveles militar, político, económico, cultural y social, y podemos promover y causar destrucción interna al igual que a los demás países… Nuestras fuerzas de inteligencia consiguieron crear redes para recopilar información y estas tienen efectos tanto positivos como negativos en los asuntos políticos, económicos y sociales de los países árabes» (2/octubre/2013).

A su insolente verbosidad y para graficar abiertamente la participación israelí en el desmolde árabe, agregó: «Intensificar las discrepancias internas forma parte de la política del Mossad en las naciones árabes. Somos capaces de causar y exacerbar las crisis, las tensiones tribales, religiosas y sociales y por lo tanto mantener estos países bajo presión interna destructiva… Entre otros en la región hemos tenido éxito en provocar discordias entre el gobierno y la sociedad, algo que será muy difícil de resolver como el caso del gobierno que sustituya a Mubarak (dictador egipcio)».

En el campo palestino fue necesario asesinar al presidente Yasser Arafat para envenenar la resistencia y hacer retroceder a foja cero la revolución palestina. Potenciaron los complots, la corrupción y las traiciones internas y externas para imponer la programada ‘Primavera Árabe’ con un modelo alternativo al resto de los países árabes. Tutelaron a una inoperante Autoridad Nacional Palestina que sus efectos colaterales carcomieron los principios de lucha de Fatah y de la OLP en los tiempos de Arafat.

Al destituir el presidente Arafat a Mahmoud Abbas, a pocos meses de haberlo nombrado en marzo de 2003 como su primer ministro, fue para la potencia ocupante el predilecto sustituto para obtener un caótico futuro para el pueblo palestino. Con ácido encanto hacia la potencia ocupante, Abbas, para sumar escaños y contentar a Estados Unidos y Europa, renunció públicamente a los derechos nacionales palestinos, el derecho al retorno y a la legítima resistencia popular. Durante una entrevista con el canal 2TV israelí, consultado si «está dispuesto volver a vivir a Safad (ciudad en la que nació, territorio ocupado en 1948, actual Israel)», Abbas, con excelente inglés le respondió «tengo el derecho a visitarla, pero no a vivir en ella. Palestina, para mí está ahora en las fronteras de 1967 con Jerusalén Este capital. Las otras partes pertenecen a Israel» (2/11/2012). En otro pasaje de la entrevista, agregó: «Mientras esté en el poder no habrá una tercera Intifada (levantamiento popular)». Un mensaje por elevación para garantizar la ocupación israelí y erizar la piel palestina.

Mahmoud Abbas finalizó su mandato en enero de 2009 y luego del golpe de estado en 2007 al gobierno de Hamas, votado democráticamente por el pueblo en 2006, consagró un profundo enfrentamiento inter-palestino, manteniendo un poder protegido por Israel y Estados Unidos. Un mes antes de la invasión ‘Plomo Fundido’ a Gaza (27/12/’08) y a semanas de las elecciones presidenciales palestinas (9/1/2009), el ministerio de Defensa israelí en un Informe «Sobre el fin del mandato de Mahmoud Abbas», recomendó: Evitar la celebración de las elecciones en la Autoridad Palestina, incluso a costa de una confrontación con Estados Unidos y la comunidad internacional… Israel debe actuar para derrocar el gobierno de Hamas (Euro Press 23/11/2008)». Las elecciones fueron suspendidas indefinidamente por Abbas y pasó a ser un gobierno de facto. En sintonía y luego de 5 años, el general israelí Oded Tira, con la misma zozobra, sugirió: «…En caso de que se alcance un acuerdo y el ejército israelí se retire de Judea y Samaria (como mal llaman a la Ribera Occidental) significará que (Mahmoud) Abbas va a perder el poder, ya sea a través de las elecciones constitucionales o por la fuerza militar de Hamas, algo al que debemos oponernos» (9/octubre/2013).

Con poca honestidad intelectual, Abbas ejecutó lo que nunca hizo Arafat, de presentar ante el Consejo de Seguridad de la ONU el reconocimiento de Palestina como un ‘Estado Observador No miembro’, sin poder de voto en la Asamblea General, ni el derecho a presentar resoluciones, a diferencia de la potencia ocupante que lo reconocen como un Estado miembro de plenos derechos en la ONU. Si bien Israel rechazó públicamente el voto de los 138 países que aprobaron para que Palestina sea un Estado observador, interiormente sintió el deleite político de mantener por un lado a Palestina reducida y por el otro la conciencia internacional satisfecha.

Así como el Mossad, fue desmembrando el interior de los países árabes, el Shin Bet o Shabak (Sherut Bitachon Klali), servicio de inteligencia dentro de Israel a cargo de los territorios palestinos ocupados, perforó el interior palestino con sus crímenes, torturas, espionajes y chantajes. La asfixiante telaraña corrompió a sus líderes y atrapó el cuerpo palestino para diseñar el Servicio de Seguridad Preventivo formado por el estadunidense general Keith Dayton, con armas brindadas por Israel y la financiación de EEUU y de algunos países europeos como España.

La policía palestina en creciente perfil represivo desde 2007 fue reemplazando a la policía ocupante israelí en la Ribera Occidental con su trabajo sucio de reprimir cualquier intento de Intifada, manifestaciones palestinas contra el muro de apartheid y los asentamientos, persecuciones a periodistas, intelectuales y militantes opositores del régimen de Abbas con secuestros y encarcelamientos tediosos. Su brutalidad que enorgullece a los ‘dayton’, fue condenada por los organismos de derechos humanos. La más reciente publicada por Philip Luther, director del Programa para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional, detalló como «la policía y las fuerzas de seguridad palestinas han llevado a cabo repetidamente ataques ilegales, sin que mediara provocación, contra manifestantes pacíficos. A consecuencia de ello, el derecho a la libertad de expresión y reunión se está viendo seriamente reprimido» y «acusó a los dirigentes de la ANP de permitir que esas actuaciones se lleven a cabo impunemente» (23/9/2013).

En otro lacerante informe brindado recientemente por la Organización Árabe para los Derechos Humanos-OADH con sede en Londres, denunció: «En momentos en que los palestinos viven bajo la desastrosa ocupación israelí, sus derechos básicos son socavado por las arbitrariedades de los servicios de seguridad de la ANP, en colaboración con sus homólogos israelíes». El informe abarcó el período de enero a julio de 2012 durante el cual la OADH, realizó un seguimiento de las detenciones políticas, citaciones, torturas, tratos degradantes y despidos laborales políticos que afectan a hombres y mujeres palestinas, asegurando que «desde junio de 2007 hasta finales de 2011, las fuerzas de seguridad de la ANP, detuvieron a 13.271 ciudadanos palestinos, el 96% fueron sometidos a diversos métodos de tortura que le costó la muerte a 6 palestinos».

La corrupción es la telaraña que teje la inconsistencia de la ANP. Una encuesta del ‘Centro de Medios y Comunicaciones de Jerusalén’, reveló en 2012, que «el 82,3% de los palestinos aseguran que hay alta corrupción en la ANP que preside Mahmoud Abbas». En tanto, el organismo ‘Transparencia Internacional’, una institución con sede en Berlín, difusora de crímenes corporativos y corrupción política en el desarrollo internacional, expresó que «el favoritismo se considera la forma más común de la corrupción en el sector político de la ANP». Por su parte, el ‘Tribunal de Cuentas Europeo-TCE’, con sede en Luxemburgo de control de cuentas de las instituciones de la Unión Europea-UE, visitó durante la semana del 18 de octubre de 2013 varios lugares de Jerusalén, la Ribera Occidental y la Franja de Gaza, señalando el londinense diario Sunday Times, que «las deficiencias son significativas en la gestión de los fondos entregados por la UE a la Autoridad Nacional Palestina… Bruselas transfirió más de $2,290 millones de Euros ($3,120 millones de dólares) a la ANP, entre los años 2008 y 2012, sin tener el control donde fueron gastados».

Frente a estas agudas situaciones los resentimientos que desataron las ‘Primaveras’ en el interior árabe en puja del poder y los derechos son por el momento irreconciliables. La demonización al otro que no piensa igual, el rigor de los ecos de venganza y las sociedades divididas y enfrentadas como nunca se las vio antes, incluso, en las propias religiones tanto musulmana como cristianas, los está arrastrando sistemáticamente a pecar por omisión, confundiendo al enemigo que le tejió su telaraña con sus congénitos. Asegurándole a la potencia ocupante sionista décadas de intervención y expansión en medio de las turbulencias árabes.

Suhail Hani Daher Akel fue el primer Embajador del Estado de Palestina en la Argentina, el Primer Representante de la OLP en Argentina y Analista internacional sobre la situación de Palestina.

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