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Isabel Pantoja y Leo Messi

La tonadillera, el futbolista, los fraudes y los referentes sociales

Fuentes: Rebelión

Para MIS que, como siempre, me hizo ver lo sustantivo A mi compañera le gusta Isabel Pantoja. Como han leído (sigan si pueden). Yo no lo entiendo. «¡Cómo te puede gustar alguien así!», le he dicho una y mil veces. Sin respuesta, silencio total, como si oyera llover. Aún más: sé que tiene en su […]

Para MIS que, como siempre, me hizo ver lo sustantivo

A mi compañera le gusta Isabel Pantoja. Como han leído (sigan si pueden). Yo no lo entiendo. «¡Cómo te puede gustar alguien así!», le he dicho una y mil veces. Sin respuesta, silencio total, como si oyera llover. Aún más: sé que tiene en su habitación de estudio un póster, pequeño eso sí, de la «gran tonadillera». ¡Un escándalo!

Cuando la encarcelaron (a Pantoja, no a mi compañera) pensé «esta es la mía». «Y ahora qué, ¿te sigue gustando», le dije de sopetón y con algo de descortesía y mucho sarcasmo. El silencio se impuso de nuevo. Ni una sola palabra. Di algo, di algo, insistí. Y no dijo nada, permaneció muda. De lo que no se puede hablar, debe ser eso, lo mejor es el silencio.

Después de salir de la cárcel, doña Isabel vino a Barcelona a dar unos «conciertos». Tres días si no recuerdo mal. Mi silenciosa compa compró tres entradas, una para cada día. No permitió que la acompañara. Ni siquiera se le pasó por la cabeza. De nuevo pregunté con voz alzada: «¿cómo es posible que sabiendo lo que sabes te siga atrapando de ese modo?, pero ¿qué sientes puñeta?» Ni mu. Ni siquiera la «u». Cogió su bolso, se puso tacones y guapa, y más que guapa, dio un portazo a la Bebe y se fue a escucharla. Las tres noches: más feliz que un ser feliz. Vivía sin vivir en ella; se transforma cuando la oye. En lo que respecta a mí y tocando a este asunto, seguía sin decir palabra. Nada de nada.

Han pasado algunas semanas desde entonces. Y esta vez sí que habló. Se acercó la mañana del martes, me dejó una información recortada del diario y dijo algo así como lo siguiente: «Para que lo entiendas de una vez, para que veas y veáis vuestro propio ombligo inconsistente del que apenas sois conscientes… Y no eres tú, lo admito, de los y las peores. Y no te hablo, y podría hacerlo, de Neymar, de Mascherano, de Piqué y sus «estrategias contables», de Sandro Rossell y no sé de cuántos más».

¿De qué noticia me habló? Era esta [1]. Resumo y les evito algunos fragmentos [2]:

«El abogado del Estado equipara a Messi con un «capo criminal». La única parte que acusa al futbolista da «credibilidad cero» a su declaración. La Abogacía del Estado, la única acusación que pide cárcel para Leo Messi, ha arremetido este viernes con dureza contra el jugador. No solo cree que conocía el fraude fiscal del que se benefició. Le ha equiparado, incluso, con el «capo» de una «estructura criminal», en el sentido de que no conoce los detalles pero sí «el resultado final»: pagar menos impuestos. Mario Maza, que en la última jornada del juicio se ha confesado «aficionado del Barça», otorga «credibilidad cero» a la declaración de Leo Messi, que atribuyó a su padre, Jorge Horacio, y a los asesores de la familia la gestión de sus asuntos financieros. «El gerifalte no se entera de los avatares. Leo Messi no va a reunirse con los abogados porque tiene que estar concentrado para rendir al máximo nivel. Por eso se le paga y por eso tiene tan contentos a los aficionados del FC Barcelona, entre ellos yo», ha dicho Maza en un informe extenso y agrio, en el que ha ratificado la pena solicitada para padre e hijo: 22 meses y 15 días de cárcel por defraudar 4,1 millones de euros ocultando los ingresos millonarios que obtenía el jugador con la explotación comercial de sus derechos de imagen. El abogado cree que los argumentos de Leo y Jorge Horacio no son creíbles. Los asesores crearon la «compleja» estructura de empresas en paraísos fiscales, pero los Messi eran conscientes de que servía para eludir el pago de impuestos. «La intervención de Leo Messi en el asunto no tiene dudas». E l abogado del Estado ha lamentado que los acusados no respondieran a sus preguntas -«hice el esfuerzo de usar un lenguaje sencillo»- y ha recordado que el jugador obtuvo un «importante beneficio» con las empresas en Uruguay y Belice, ya que «tendría que haber pagado la mitad de lo que ganaba en derechos de imagen en España». Pese a que padre e hijo insistieron en que el jugador no sabía nada de impuestos, la declaración de Jorge Horacio Messi es «ilustrativa» de que Leo sí estaba informado. «Dijo que en un momento dado charló con su hijo sobre la conveniencia de que les asesorara alguien legal». «Que nunca hayan vuelto a hablar del tema para mí tiene credibilidad cero. Aunque se desinteresara de esas cuestiones, que también lo pongo en duda, algo preguntaría».

En cambio, en su informe final, la fiscal ha subrayado que solo el padre del jugador debe responder penalmente por el fraude. Raquel Amado ha cargado, eso sí, contra las defensas del jugador por utilizar argumentos suyos para intentar exculpar a ambos. La razón del desacuerdo entre la abogacía del Estado y la fiscalía la explica José María Mena en el artículo citado [2]: «La fiscalía sabe que, en un Estado de derecho, para imputar un delito, es necesario que el acusado, Lionel, quiera defraudar, decida hacerlo, y pueda saber o sepa que está defraudando». Después de sus declaraciones, sean ciertas o no, la fiscalía no tiene base para atribuir a Lionel ninguna intención delictiva. Puede ser que Jorge Horacio, su padre, haya decidido comerse el marrón. Hasta aquí los nuevos avatares de los Messi… y sin condenas precipitadas por supuesto.

El nudo crítico de mi compañera:

Que la señora Pantoja, que tal vez -o sin el tal vez- cante bien, no deba ser un referente social nos parece obvio. ¡Cómo iba a serlo! La cuestión que nos toca, la cuestión que me apunta mi compa: ¿por qué debe serlo entonces alguien del que se dice que es el mejor o uno de los mejores jugadores -jugadores, no descubridor del ADN o de las geometrías hiperbólicas- de fútbol? ¿No tiene razón o exagera cuando ella afirma que más de medio país (Cataluña en este caso) es incapaz de emitir el mínimo juicio crítico contra el que sigue siendo un ídolo de multitudes, casi un intocable? ¿Por qué se le perdona todo? ¿Por qué está fuera o más allá del bien y del mal? ¿Es bueno que nuestros jóvenes lo tomen como un referente, casi como un Dios? ¿Messi sigue siendo el no va más? ¿Todos haríamos lo mismo? I més, i més, i més… como dice un locutor muy nacionalista que agita el secesionismo siempre que puede en sus retransmisiones.

Por otra parte, ¿no hay aquí un claro sesgo de clase? Una es una hortera, una friqui-friqui de mucho cuidado, si te gusta Isabel Pantoja; en cambio, es de lo más normal del mundo (de horterismo nada) que, sabido lo sabido, se te siga cayendo la baba cuando Messi marca o ayuda a marcar algún gol (que, puestos, tampoco es cosa del otro mundo-mundial). Las pobres somos unas horteras de tres pares de narices en nuestros gustos y debilidades y los (hombrecitos) de clase-media y clase alta-altísima tienen siempre un gusto mucho más cultivado: «Messi és un artista, hace arte con el balón». ¿Es eso o no es eso?

PS. Como es evidente, a mi compañera real, no «la compañera» de esta nota, no sólo no le agrada Isabel Pantoja como cantante o ciudadana, sino que le desagrada profundamente (desde ambas consideraciones)… aunque hubiera podido gustarle, sin ser el caso, desde una de ellas.

Nota:

[1] Jesús García, deportes.elpais.com/deportes/2016/06/03/actualidad/1464950836_175257.htm

[2] Sobre el tema es casi imprescindible: José María Mena, «Tres padres», El País, 7 de junio de 2016 (Cataluña, p. 2)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.