En 2020, por un breve espacio de tiempo pudimos dejar de preocuparnos por un virus mortal y celebrar los acuerdos de paz entre Israel y países con los que nunca ha estado en guerra. Puede que cuando Trump compuso esos acuerdos pretendiese conseguir un segundo mandato presidencial haciéndose pasar en parte por Cupido en parte por Gandhi. Las elecciones no le fueron tan bien como hubiera esperado. Pero el guión de la hermosa historia de amor de Trump ha perdurado más allá del día de San Valentín.
Continuará la próxima semana con una feria de armamento en Emiratos Árabes Unidos. Acentúa la devoción de Israel por la tranquilidad de Oriente Próximo que vaya a tener por primera vez pabellón propio en la Exposición Internacional de Defensa de Abu Dhabi. Una vez les comprueben la temperatura, los visitantes de la feria podrán maravillarse con las armas probadas contra los y las palestinas, sin duda desinfectadas con esmero.
En una ocasión tan histórica no estaría de más recordar a quienes ayudaron antes a Israel a transformar la opresión en oportunidad. La Unión Europea es un club formado tras los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Para desterrar esos horrores, la UE ha dado con formas innovadoras de apoyar la paz internacional. Entre ellas está la de ser generosa con las empresas armamentísticas de Israel.
Dos de ellas, Elbit Systems e Israel Aerospace Industries, han recibido un total de 15 millones de dólares de Horizonte 2020, el programa de investigación científica de la UE.
La imaginación se desboca
Para aprobar estas subvenciones los funcionarios de Bruselas tuvieron que dar rienda suelta a su imaginación. Para no dar la impresión de que estaban recompensando crímenes contra la humanidad, los funcionarios se imaginaron que las últimas dos décadas no han existido. Se borró de la historia cómo las empresas de armas israelíes se han beneficiado de los ataques contra Gaza y del uso de sistemas de vigilancia en Cisjordania.
Los principales beneficiarios de las subvenciones científicas de la UE no son traficantes de armas. Los principales receptores son las universidades. De nuevo, ello demuestra que los funcionarios de Bruselas pueden inventar una realidad paralela. En esa nueva realidad, las universidades de Israel se dedican únicamente a producir conocimiento. Su papel como capacitadoras de la violencia del Estado es mágico. El Instituto Weizmann de Ciencias se ha llevado más de 244 millones de dólares de Horizonte 2020, convirtiéndose en el primer beneficiario de Israel. La web de ese instituto nos informa sobre su “misión de hacer avanzar la ciencia en beneficio de la humanidad”. De acuerdo con tal misión, el instituto imparte cursos para jóvenes a punto de alistarse en el ejército israelí. Puede que los jóvenes que participan acaben matando y mutilando palestinos pero sabrán al menos definir la mecánica cuántica.
Sería igualmente injusto criticar cómo el Instituto Weizmann se asocia con empresas armamentísticas israelíes en varios proyectos. Dado que estas empresas construyen tanto satélites como aviones no tripulados pueden ser catalogadas como “colaboradores de altos vuelos”, según el instituto.
Expresiones modernas
La Universidad de Tel Aviv es el segundo beneficiario israelí de Horizonte 2020, con casi 197 millones de dólares. Sus siempre agudos estudiantes pueden entablar una estrecha relación con los fabricantes de armas. Así se ha puesto de manifiesto en la forma en que Elbit Systems ha patrocinado “charlas de café” en el campus.
Claro que las actividades de Elbit no se limitan a tomar capuchinos. Elbit y el Departamento de Ingeniería de la universidad han establecido lo que llaman un “programa único de emprendimiento” para poder “impulsar la próxima generación de líderes tecnológicos”.
Estas expresiones modernas están destinadas a impresionar a los funcionarios de la UE que administran las subvenciones científicas. No se les ocurriría estropear todo esto con preguntas embarazosas sobre a qué se dedica la actual generación de líderes tecnológicos de Elbit.
Elbit acaba de desarrollar una aplicación diseñada para que destruir a una persona palestina sea tan fácil como pedir una pizza. Eso es a lo que la UE le gusta llamar innovación.
La Universidad Hebrea de Jerusalén es la tercera beneficiaria israelí de Horizonte 2020, y se ha embolsado 193 millones de dólares. El derroche de la Universidad Hebrea puede considerarse un triunfo del pensamiento creativo. Para justificarlo, la UE ha ignorado cómo actúa la universidad en Jerusalén Oriental ocupada.
La misma creatividad puede apreciarse en cómo la UE actúa sin tener en cuenta que la Universidad Hebrea forma a espías militares. En total, las empresas e instituciones israelíes han recibido más de 1.450 millones de dólares de la UE en el marco de Horizonte 2020.
Ahora se están poniendo en marcha los preparativos para su programa sucesor, Horizonte Europa. Y ya se ha convocado a los representantes israelíes para mantener “conversaciones exploratorias” sobre su participación. Las conversaciones informales -–“charlas de café”, si se quiere– son una señal de que la UE quiere seguir alimentando a los innovadores de Israel.
El futuro para los funcionarios de Bruselas parece tan brillante que tienen que ponerse anteojeras.