La decisión de lanzar un ataque contra Siria, no está condicionada por el informe de la Organización de las Naciones Unidas sobre los detalles del ataque con armas químicas en Siria el pasado día 21, sino por la forma en que el poder estadounidense, como conjunto, ha decidido impulsar en esta coyuntura el proyecto de […]
La decisión de lanzar un ataque contra Siria, no está condicionada por el informe de la Organización de las Naciones Unidas sobre los detalles del ataque con armas químicas en Siria el pasado día 21, sino por la forma en que el poder estadounidense, como conjunto, ha decidido impulsar en esta coyuntura el proyecto de afianzar su hegemonía en el orden imperialista.
Esta realidad, pone en evidencia el carácter autoritario del actual esquema de relaciones internacionales. El llamado interés nacional de Estados Unidos, se presenta por encima de todos los esquemas de integración, y sus dictados condicionan la observación de las normas elementales de convivencia.
La posibilidad de que Estados Unidos actúe unilateralmente y las gestiones diplomáticas (en este caso definidas por sumisión y chantaje) realizadas por Barack Obama y por el secretario de Estado, John Kerry, se originan en la descalificación de los organismos internacionales, y al mismo tiempo la refuerzan.
En octubre del año 2001 Estados Unidos y Gran Bretaña lanzaron bombardeos sobre Afganistán alegando legítima defensa. Hoy, el poder estadounidense busca el sello de las instituciones nacionales y el apoyo de Europa para hacer lo mismo sobre Siria.
Esto significa que, independientemente del resultado de la investigación del origen del ataque con armas químicas, en el actual esquema de relaciones internacionales no es posible sancionar al poder hegemónico y no es posible tampoco realizar acciones conjuntas a favor de la autodeterminación de los pueblos.
Barack Obama encabeza personalmente las gestiones en busca de apoyo para un ataque a Siria, dando cumplimiento a una parte de su compromiso con la ultraderecha; John McCain, senador por Arizona y rival de Obama en las elecciones del año 2008, impulsa en el Senado la aprobación del plan.
McCain es altamente favorecido por la industria de armas. Recientemente, las agencias de prensa dieron a conocer las sumas millonarias con que la industria de armamentos financia a los legisladores declaradamente guerreristas de Estados Unidos.
El financiamiento, sin embargo, no es solo a cambio del apoyo al ataque a Siria. Para saber que se trata del mantenimiento de cuadros políticos, basta mencionar a Marco Rubio, un legislador aliado de los halcones en materia de política internacional, pero que en este momento se opone al ataque contra Siria porque debe preservar su figura para terciar en las elecciones del año 2016.
En el futuro próximo, el objetivo podría ser Irán, Corea del Norte o cualquier otro punto del planeta.
El alto costo económico y el costo político, se constituyeron en freno para los Estados europeos. Obama utilizó para «convencer» a los mandatarios el compromiso político. Los hizo reconocerse darse cuenta de que la condición de socios menores no es tema de negociación en la presente coyuntura… Y Mariano Rajoy, Angela Merkel, Francois Hollande y figuras similares, comienzan a ver que el régimen de Bashar al-Assad debe ser castigado. Sacrifican, entonces, su propia legitimidad, pues contradicen la voluntad de sus respectivos pueblos cuando se lanzan a apoyar una aventura imperialista cuyo final es impredecible.
ACTÚA COMO SECTOR
Los planes de ataque a Siria dejan ver de nuevo que la ultraderecha estadounidense actúa como sector. En esta coyuntura, es inconfundible su sello en el proyecto de afianzar la hegemonía del poder estadounidense en el orden imperialista mundial.
La ultraderecha preserva sus fichas y preserva también el orden en el cual ella puede imponerse. Antepone el compromiso a la procedencia de sus servidores, y es lo que ha ocurrido con Obama, a quien en el 2008 le puso como rival en las elecciones a un John McCain viejo, cansado y con alta tasa de rechazo entre los votantes, y en el año 2012 a un Mitt Romney que dejó ver en su discurso el fundamentalismo derechista.
Ahora, Obama, Nobel de la Paz y todo, compromete su figura en la intención de abrir otro escenario de guerra, y la ultraderecha deja claro que sus planes no son negociables.
NO A LA MASACRE
Con o sin autorización de la ONU, son inaceptables la masacre contra el pueblo sirio y la apertura de un nuevo escenario de guerra.
Es deber de conciencia colocarse en esta posición, debido a la capacidad de manipulación que tiene en el seno de ese organismo el poder estadounidense, y ante la realidad de que, cuando no puede imponerse a través del voto en los organismos, lo hace a través del chantaje y la manipulación política.
¿Obligarán los halcones al pueblo sirio a soportar una masacre y al resto del mundo a contemplarla? ¿Lograrán, otra vez, obligar a los organismos internacionales a buscar la forma de legalizar una ocupación y a denominar buscar nombres eufemísticos para acciones que ya tienen por nombre saqueo, pillaje y agresión imperialista?
En enero de 1991, Javier Pérez de Cuéllar, desde la secretaría general de la ONU, dijo primero que «quien tenga fe, que rece», y luego se declaró infeliz por no haber sido informado del momento exacto en que empezarían las acciones contra Irak (el lanzamiento de toneladas de bombas sobre Bagdad y Basora).
Hoy, si el poder estadounidense dice que atacará con o sin autorización de la ONU, los pueblos deben entender que ese ataque no procede. Con rezos, sin rezos, con autorización o sin ella.
En el actual esquema de relaciones internacionales, es innegable la crisis de legitimidad. Y la hegemonía del poder estadounidense, saqueador y genocida por definición y por su larga historia de comisión de tropelías, apunta hoy contra el pueblo sirio, pero, en términos reales, constituye una amenaza a la continuidad de la especie humana…
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.