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La única «semidemocracia» de Oriente Medio

Fuentes: Haaretz

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Hay que decir en voz alta que el ascenso de la derecha no es temporal, la ocupación es permanente e Israel es un Estado con dos regímenes: uno es bueno y es bueno para los judíos. El otro es malo, malvado y discrimina a los palestinos. Ahora es el momento de combatirlo.

Digamos que todo lo que persigue el sueño de la derecha ocurre. La Fundación del Nuevo Israel deja de existir, así como Rompiendo el Silencio. Gideon Levy y Amira Hass desaparecen. Haaretz va por el camino de Davar, Hadashot y Al Hamishmar, todos ellos periódicos de bendita memoria. Meretz está moribundo, el presidente de la Lista Árabe Conjunta Ayman Odeh cumple con sus detractores y se calla, Isaac Herzog y su Partido Laborista mantienen su silencio locuaz y Reuven Rivlin, nuestro presidente, deja de tener opiniones. La Era Mesiánica, por cierto.

Desde la madrugada hasta la última hora de la noche vamos a escuchar la variada gama ideológica que va desde Erel Segal, Irit Linur, Hagai Segal, Sheldon Adelson y Baruch Marzel a Arieh Eldad, Yoaz Hendel e Israel Harel. Nadie les va a impedir que lleven a Israel a convertirse en un Estado paria y que se sientan, por extraño que parezca, víctimas y perseguidos porque este mundo extraño -democrático y respetuoso de la ley- nos ha echado fuera.

Queridos lectores, esta no es una pesadilla lejana de un perseguido de izquierda. Este es el ideal vigente de muchos líderes y representantes de la derecha, tal vez incluso la mayoría de ellos. Y yo digo: ¡allí vamos! Es importante que esto suceda. No debemos interponernos en su camino. Todo lo contrario, tienen nuestra bendición, salgan y den todo lo que tienen. Ustedes están en el Gobierno, son el Gobierno, hagan con él lo que quieran. Y algún día, tal vez, nos volveremos a encontrar en el cuarto de votación (si tal cosa sigue existiendo).

Durante muchos años la derecha pudo hacer lo que quería: amotinarse en los territorios, anexar y oprimir, porque los tontos de la izquierda convalidaron todo. Cuando construyeron en las colinas, robaron la tierra y despojaron a los habitantes originarios de los territorios, viajamos por el mundo y tranquilizamos a los partidarios de Israel y a nosotros mismos. «Es temporal,» prometimos. «Algo va a suceder en cualquier momento». Hillary Clinton vendrá y John Kerry regresará, Barack Obama sermoneará y Benjamin Netanyahu está en la Universidad Bar-Ilan.

Y así, mientras la retórica de «dos estados» aparece victoriosa en el mundo de las palabras, en el mundo de los hechos gobiernan las reglas de los conquistadores. Y aún están hambrientos de más. El escorpión quiere matar a la rana que lo llevó, una y otra vez, al otro lado del charco.  

Ha llegado el momento de que todos los príncipes de la izquierda y todas sus ranas dejen de dar sus servicios a los mecanismos autodestructivos de la derecha que se están aplicando a toda velocidad hoy en Israel. Debemos admitir de manera abierta e inequívoca: El ascenso de la derecha no es temporal, la ocupación es permanente e Israel es un Estado con dos regímenes: uno es bueno y hace bien a los judíos. El otro es malo, perverso y discrimina a los palestinos. A partir de aquí la batalla no es por los delirios de que la paz está a la vuelta de la esquina, ni sobre la creación de una realidad ilusoria según la cual en cualquier momento, de la nada, aparecerá un acuerdo de separación para redimirnos. Esta es una batalla de vida o muerte, entre un régimen de un solo Estado malo y un Estado que es bueno para ambos pueblos.

La izquierda israelí (cuya existencia es incierta) debe decir sin pelos en la lengua: Estamos hartos de ser una pequeña hoja de parra para su gran desnudez. Vamos a ver si salen al mundo sin nuestra protección. Vamos a ver si continúan jactándose de que Israel es «la única democracia de Oriente Medio». Una democracia de un voto, una etnia, una religión, un primer ministro y unánime opinión pública. Hay modelos para esto en el mundo, Corea del Norte, por ejemplo, y la actitud internacional hacia ella. Usted es el único responsable y sólo usted puede asumir las consecuencias.

También hay que decir a la misma izquierda débil: No empieces ahora con pretensiones vacías de «responsabilidad» y «no debemos abandonar el Estado», y todas las otras cosas que terminan con sentarse alrededor de la mesa del gabinete. La real política de Israel requiere de dos cosas que ustedes no tienen. La primera consiste en ofrecer una alternativa integral, completa, para la cual luchar con uñas y dientes. La segunda es permitir la maduración y la finalización de los procesos. Nadie los eligió como salvadores de la derecha. Dejen que el «bibiísmo» siga su curso y caerá por su propio peso. Se cae en sus manos si usted está listo con una alternativa digna.

Todo el mundo debe reconocer lo obvio. Una guerra civil fría (por ahora) se está librando en Israel, entre Im Tirtzu y Rompiendo el silencio. El primero está en el poder y a pesar de sus quejidos está en ese lugar y es la fuerza bruta en su peor expresión. Para derrotarlo Rompiendo el Silencio debe convertirse en un gran movimiento político que va más allá del «paseo» terrible por la calle Shuhada de Hebrón, para romper por completo el silencio que rodea al fraude israelí: la democracia israelí está muriendo. En su estado actual es la única cuasi democracia en el Medio Oriente.

Y eso no es suficiente. Aunque permanezcamos en silencio o no, queramos o no, estos días ya están aquí. Ha llegado el momento de luchar por el bien de una democracia secular que pertenezca a todos los ciudadanos, en la que haya una separación total entre la religión y el Estado, cuyos recursos públicos se distribuyan de manera justa y transparente, donde haya igualdad constitucional plena entre hombres y mujeres, mayoría y minoría, religiosos y seculares y que sea amante de la paz, generosa, no de ocupación ni tampoco de anexión.

Fuente: http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.692851