Dentro de breves días será publicado el libro en el que, bajo el título de «La victoria estratégica», narro la batalla que libró del exterminio al pequeño Ejército Rebelde. Lo inicio con una introducción en la que explico mis dudas acerca del título que le pondría «…no sabía si llamarla ‘La última ofensiva de Batista’ […]
Dentro de breves días será publicado el libro en el que, bajo el título de «La victoria estratégica», narro la batalla que libró del exterminio al pequeño Ejército Rebelde. Lo inicio con una introducción en la que explico mis dudas acerca del título que le pondría «…no sabía si llamarla ‘La última ofensiva de Batista’ o ‘Cómo 300 derrotaron a 10 000′» que parecería un cuento de ciencia ficción. Incluye una pequeña autobiografía: «No deseaba esperar que se publicaran un día las respuestas a incontables preguntas que me hicieran sobre la niñez, la adolescencia y la juventud, etapas que me convirtieron en revolucionario y combatiente armado.»
El título que finalmente decidí fue «La victoria estratégica».Está dividido en 25 capítulos, contiene abundantes fotos de la calidad posible en aquellas circunstancias y los mapas pertinentes.Finalmente, se presentan esquemas gráficos sobre los tipos de armas que utilizaron ambos contendientes.
En las páginas finales del capítulo 24 de la narración hice afirmaciones que resultaron premonitorias.En el último parte que escribí para ser leído por Radio Rebelde el siete de agosto, al día siguiente de concluida la batalla final de Las Mercedes, expresé:
«La ofensiva ha sido liquidada. El más grande esfuerzo militar que se haya realizado en nuestra historia Republicana, concluyó en el más espantoso desastre que pudo imaginarse el soberbio Dictador, cuyas tropas en plena fuga, después de dos meses y medio [de] derrota en derrota, están señalando los días finales de su régimen odioso. La Sierra Maestra está ya totalmente libre de fuerzas enemigas.»
En el libro sobre «La victoria estratégica» se explica textualmente:
«La derrota de la ofensiva enemiga, después de 74 días de incesante combate, significó el viraje estratégico de la guerra. A partir de ese momento la suerte de la tiranía quedó definitivamente echada, en la medida en que se hacía evidente la inminencia de su colapso militar.»
«Ese mismo día redacté una carta dirigida al mayor general Eulogio Cantillo, quien dirigió toda la campaña enemiga desde el puesto de mando de la zona de operaciones, asentado en Bayamo. Le confirmé a Cantillo que se encontraban en poder de nuestras fuerzas alrededor de 160 soldados prisioneros, entre ellos muchos heridos, y que estábamos en disposición de establecer de inmediato las negociaciones pertinentes para su entrega. Tras complicadas gestiones, esta segunda entrega de prisioneros se efectuó varios días después en Las Mercedes.
«En el curso de esos 74 días de intensos combates para el rechazo y la derrota de la gran ofensiva enemiga, nuestras fuerzas sufrieron 31 bajas mortales. Las noticias tristes no amilanaron nunca el espíritu de nuestras fuerzas, aunque la victoria nos supo amarga muchas veces. Aún así, la pérdida de combatientes pudo ser muy superior, teniendo en cuenta la intensidad, duración y violencia de las acciones terrestres y los ataques aéreos, si no lo fueron se debió a la extraordinaria pericia alcanzada por nuestros guerrilleros en la agreste naturaleza de la Maestra y por la solidaridad de unos rebeldes con otros. Muchas veces, heridos graves salvaron su vida, en primer lugar, porque sus compañeros hicieron lo imposible por trasladarlos a donde pudieran asistirlos los médicos, y todo a pesar de lo abrupto del terreno y el silbido de las balas en medio de los combates.
«A lo largo de estas páginas he ido mencionando los nombres de los caídos, pero quiero relacionarlos de nuevo a todos aquí para ofrecer de una sola vez el cuadro completo de nuestros mártires, merecedores del eterno recuerdo de respeto y admiración de todo nuestro pueblo. Ellos son:
«Comandantes: Andrés Cuevas, Ramón Paz y René Ramos Latour, Daniel.
«Capitanes: Ángel Verdecia y Geonel Rodríguez.
«Tenientes: Teodoro Banderas, Fernando Chávez, El Artista, y Godofredo Verdecia.
«Combatientes: Misaíl Machado, Fernando Martínez, Albio Martínez, Wilfredo Lara, Gustavo; Wilfredo González, Pascualito; Juan de Dios Zamora, Carlos López Mas, Eugenio Cedeño, Victuro Acosta, El Bayamés; Francisco Luna, Roberto Corría, Luis Enrique Carracedo, Elinor Teruel, Juan Vázquez, Chan Cuba; Giraldo Aponte, El Marinero; Federico Hadfeg, Felipe Cordumy, Lorenzo Véliz, Gaudencio Santiesteban, Nicolás Ul, Luciano Tamayo, Ángel Silva Socarrás y José Díaz, El Galleguito.
«Colaboradores campesinos: Lucas Castillo, otros miembros de su familia, e Ibrahim Escalona Torres.
«Honor y gloria eterna, respeto infinito y cariño para los que cayeron entonces.
«El enemigo sufrió más de mil bajas, de ellas más de 300 muertos y 443 prisioneros, y no menos de cinco grandes unidades completas de sus fuerzas fueron aniquiladas, capturadas o desarticuladas. Quedaron en nuestro poder 507 armas, incluidas dos tanques, diez morteros, varias bazucas y doce ametralladoras calibre 30.
«A todo ello habría que añadir el efecto moral de este desenlace y su trascendencia en la marcha de la guerra: a partir de ese momento, la iniciativa estratégica quedaba definitivamente en manos del Ejército Rebelde, dueño absoluto, además, de un extenso territorio al que el enemigo no intentaría siquiera volver a penetrar. La Sierra Maestra, en efecto, quedaba liberada por siempre.
«La victoria sobre la gran ofensiva enemiga del verano de 1958 marcó el viraje irreversible de la guerra. El Ejército Rebelde, triunfante y extraordinariamente fortalecido por la enorme cantidad de armas conquistadas, quedó en condiciones de iniciar su ofensiva estratégica final.
«Con estos acontecimientos se abrió una nueva y última etapa en la guerra de liberación, caracterizada por la invasión al centro del país, la creación del Cuarto Frente Oriental y del Frente de Camagüey. La lucha se extendió a todo el país. La gran ofensiva final del Ejército Rebelde condujo, con la fulminante campaña de Oriente y de Las Villas, a la derrota definitiva del Ejército de la tiranía y, en consecuencia, al colapso militar del régimen batistiano y la toma del poder por la Revolución triunfante.
«En la contraofensiva victoriosa de Diciembre de ese año, se decidió el triunfo con alrededor de 3000 hombres equipados con armas arrebatadas al enemigo.
«Las columnas del Che y de Camilo, avanzando por las llanuras del Cauto y de Camagüey, llegaron al centro del país. La antigua Columna 1 de nuevo entrenó más de mil reclutas en la escuela de Minas del Frío, y con jefes que surgían de sus propias filas, tomaron los pueblos y ciudades en la carretera central entre Bayamo y Palma Soriano. Nuevas tanquetas T-37 fueron destruidas, los tanques pesados y la aviación de combate no pudieron impedir la toma de ciudades cientos de veces mayores que el pobladito de Las Mercedes.
«En su avance, a la Columna 1 se le unieron las fuerzas del Segundo Frente Oriental Frank País. Así ocupamos la ciudad de Palma Soriano el 27 de diciembre de 1958.
«Exactamente el 1ro. de enero de 1959 -la fecha señalada en carta a Juan Almeida antes de iniciarse la última ofensiva de la dictadura contra la Sierra Maestra-, la huelga general revolucionaria, decretada a través de Radio Rebelde desde Palma Soriano, paralizó al país. El Che y Camilo recibieron órdenes de avanzar por la carretera central hacia la capital, y no hubo fuerzas que hicieran resistencia.
«Cantillo, en reunión conmigo, con Raúl y Almeida reconoció que la dictadura había perdido la guerra, pero poco después desarrolló en la capital maniobras golpistas, contrarrevolucionarias y pro imperialistas e incumplió las condiciones pactadas para un armisticio. A pesar de ello, en tres días estaban a nuestra disposición las cien mil armas y los barcos y aviones que poco antes habían apoyado y permitido la fuga del último batallón que penetró en la Sierra Maestra.»
Un incansable equipo del personal de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, diseñadores del grupo Creativo de Casa 4, bajo la dirección de la ayudantía; con la cooperación del cartógrafo Otto Hernández, el General de Brigada Amels Escalante, el dibujante Jorge Oliver, el joven diseñador Geordanis González, bajo la dirección de Katiuska Blanco, periodista y escritora brillante e incansable, son los actores principales de esta proeza.
Pensaba que este libro tardaría meses en publicarse. Ahora sé que a principios del mes de agosto estará ya en la calle.
Yo, que trabajé meses en el tema después de mi grave enfermedad, estoy ahora animado para seguir escribiendo la segunda parte de esta historia que se denominaría, si el equipo no sugiere otro nombre, «La contraofensiva estratégica final».
Fuente: http://www.ain.cu/2010/julio/julio27iggreflexiones.htm