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La vida en Gaza

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Más de cuatro meses después de que los bombardeos masivos del ejército israelí devastaran la Franja de Gaza, apenas ha podido reconstruirse algo. El problema no es la falta de fondos ni de voluntad. El problema es que el bloqueo israelí está haciendo que en Gaza no pueda entrar ni hormigón ni herramientas ni nada de lo que sería necesario para reconstruir hogares y edificios. Los cruces de frontera, controlados por los gobiernos israelí y egipcio, se mantienen sellados casi totalmente.

Hay intensos deseos de reconstruir. No se carece precisamente de mano de obra competente. Casi todos los países del mundo, incluidos los Estados Unidos, han venido prometiendo miles de millones de ayuda. Pero sólo ha podido reconstruirse alguna que otra casa. Desde la frontera de Rafah al sur hasta la ciudad de Beit Hanun al norte, la gente sigue viendo en tiendas de campaña, con algún familiar o en refugios.

El grado de destrucción es impresionante. En 22 días murieron asesinados 1.400 palestinos, en su mayoría civiles, con más de 300 niños entre ellos. Colegios, clínicas, casas y, lo que es más importante, se arrasó tanto la infraestructura de los servicios públicos como la del gobierno. Los escombros están por todas partes. Estructuras esenciales del gobierno, como los edificios que albergaban el parlamento palestino están todos destruidos.

Hace unos días, una delegación de 66 activistas, académicos, periodistas y trabajadores por los derechos humanos, en su mayoría estadounidenses, fueron a visitar el edificio del Parlamento. La visita fue organizada por el grupo por la paz Code Pink, que ha enviado ya varias delegaciones en un intento por romper el bloqueo. El grupo se quedó impactado al ver el edificio del parlamento reducido prácticamente a escombros, lo que hace que sus integrantes se vean obligados a reunirse en una tienda de campaña en el exterior del mismo. No contar con un edificio para reunirse es sólo uno de los muchos problemas a que se enfrenta el gobierno elegido por el pueblo palestino. «No sólo hay más de 11.000 prisioneros en las cárceles israelíes», explicaba el Dr. Ahmed Bahar, el portavoz en funciones del consejo legislativo palestino y miembro de la organización política Hamas: «Hay 40 miembros del consejo legislativo en la cárcel, incluido el presidente de la legislatura. ¿Pueden imaginar que un gobierno extranjero hubiera metido en la cárcel al presidente del Parlamento en algún lugar del mundo?». El Dr. Bahar hizo un llamamiento a los activistas estadounidenses allí presentes para que ayudaran a romper el asedio. «No permiten que entre el material esencial para la construcción», dijo. «Cemento, cristal, madera, acero».

Gaza es una de las zonas más densamente pobladas del planeta. Millón y medio de personas viven en unos 200 kilómetros cuadrados, y se la ha descrito con frecuencia como la mayor prisión del mundo. Cuando se viaja por esta pequeña zona, por todas partes se encuentra uno con personas que tan sólo quieren vivir una vida normal, pero un cruel bloqueo no les permite hacer nada ni viajar a ninguna parte.

«La mayor de las mentiras que se ha contado sobre Gaza es que es una entidad hostil», declara John Ging, el director de la Agencia de Naciones Unidas para el Socorro a los Refugiados Palestinos en la Franja de Gaza. «Está habitada por un pueblo muy educado y muy decente. No es un pueblo que escupa odio. Están pidiendo ayuda, están pidiendo justicia, están pidiendo el imperio de la ley». Ging, antiguo soldado irlandés que tiene a su cargo un equipo de 10.000 trabajadores, es un burócrata de Naciones Unidas, no es un activista, pero el respeto que siente por el derecho internacional ha hecho de él un apasionado portavoz de la reconstrucción de Gaza.

«Bajo el asedio actual», explica Ging, «no hay cemento, ni siquiera para reparar un hospital, una escuela, un centro de salud. Por eso nos estamos limitando a mantener a la gente con vida, nada más». Los medios estadounidenses dicen que la situación en Gaza es complicada, que el asedio es parte de la defensa contra el terrorismo, pero Ging niega todas esas afirmaciones. «Cuando se llega hasta aquí se ve claramente que lo que necesitamos es muy sencillo», dice. «Lo que necesitamos ahora es centrarnos en crear una vida para la gente de aquí. Necesitamos que se despolitice la ayuda. Lo que la gente está sufriendo aquí en Gaza es el fracaso total del respeto a los derechos humanos fundamentales».

Gaza está recibiendo estos días a varias delegaciones de observadores y activistas internacionales de los derechos humanos de EEUU y de Europa. Cada mes que pasa, viene más gente aquí y es testigo de la terrible realidad de la situación. Y con cada nueva llegada, parece que quizá el bloqueo pueda estar un poco más cerca de su fin.

Cuando el Presidente Obama estuvo en El Cairo, los miembros de Code Pink le pidieron que visitara Gaza. Decenas de miles de estadounidenses han firmado una petición pidiéndole que vaya a ver la devastación. Por toda Gaza, la gente busca alguna señal de que el nuevo presidente vaya a defender los derechos humanos en Palestina. «Pedimos que Obama no cierre sus ojos ante la catástrofe palestina», dice el Dr. Bahar. «Se nos está agotando el tiempo», dice John Ging. «Tenemos que superar la situación de mantenerles con vida para ofrecerles la posibilidad de tener una vida».

Jordan Flaherty es un periodista que vive en Nueva Orleáns, es editor de Left Turn Magazine. Fue el primer escritor que ofreció la historia de los Seis de Jena a la audiencia nacional y sus informes sobre Nueva Orleáns tras la catástrofe del Katrina le hicieron merecedor del premio al periodismo de New America Media. Es también codirector de PATOIS: el Festival Internacional de Cine de Nueva Orleáns en defensa de los Derechos Humanos. Puede contactarse con él en: [email protected].

Enlace con texto original:

http://counterpunch.com/flaherty06042009.html