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La vigencia de Azaña y la izquierda republicana. (III)

Fuentes: Rebelión

Otro de los temas que pueden concretar la vigencia del proyecto político de Azaña y la izquierda republicana, es la reforma agraria. Era la primera vez en la historia de  España, en que se trataba de acometer de manera seria, el problema de la propiedad y el uso de la tierra.El gobierno de la Segunda […]

Otro de los temas que pueden concretar la vigencia del proyecto político de Azaña y la izquierda republicana, es la reforma agraria. Era la primera vez en la historia de  España, en que se trataba de acometer de manera seria, el problema de la propiedad y el uso de la tierra.

El gobierno de la Segunda República que inició el proceso, se encontró entre ‘un fuego cruzado’. De un lado, la derecha inmovilista y la jerarquía de la Iglesia Católica, y de otro, los jornaleros impacientes tras años y años de explotación que rayaba la esclavitud.

Fue precisamente en agosto, (año 1932), tras el pronunciamiento del general Sanjurjo en Sevilla, cuando Azaña interviene en el Parlamento en defensa de la Ley de Reforma Agraria. «Es una operación de carácter social y político arrancar sus propiedades a los enemigos del régimen».

Más adelante, interviene Azaña en los siguientes términos: «¿Qué concepto tenemos nosotros de la revolución?. Nosotros tenemos de la revolución el concepto de una obra de reconstrucción de la sociedad española; el concepto de una demolición de todas las partes viejas, de una destrucción de todo lo podrido, de todo lo nocivo o arcaico, de la sociedad y del Estado español para, sobre estas ruinas, despojado de ellas, mejor dicho, el solar nacional, construir una sociedad nueva desde los cimientos.

Ésta es nada menos que la ambición de la revolución española, que no aspira a destruir, sino, repito, a crear una sociedad nueva desde sus cimientos; y nosotros tenemos le resolución. Y no creo que haya ningún republicano que pueda desdecirse de ella, de crear una clase trabajadora del campo, fundada en su trabajo y en la explotación directa de la tierra, y eso no se puede conseguir sino desgajando, deshaciendo, las vinculaciones de propiedad territorial existentes en España, desde muchos o desde pocos siglos, me es igual».

 España tenía en los años de la Segunda República y sigue teniendo en nuestros días, una imbricación muy importante con el medio rural. La reforma agraria, tantas veces verbalizada, pero aun por ejecutar, sigue siendo un elemento indispensable para acercarnos a una modernización que favorezca los intereses de la gran mayoría de la población y no los intereses de unos pocos ostentadores del poder y la riqueza. Como siempre.

Evidentemente, tendremos que diversificar la acción transformadora, según estemos refiriéndonos a los minifundios o a los latifundios, mayoritariamente existentes en Andalucía y Extremadura. Y, por si alguien tiene duda sobre la vigencia y la necesidad de la puesta en marcha de la reforma agraria, (preconizada en su día por el PSOE de Andalucía, en los tiempos de Escuredo), basta hacer un seguimiento de las movilizaciones que, año tras año, mantiene el Sindicato do Obreros del Campo (SOC), en Andalucía. O el que, a estas alturas, todavía, jornaleros españoles, fundamentalmente andaluces, sigan teniendo que ir a trabajar a Francia. Por ejemplo.

«La situación del campo andaluz a finales del siglo XX apenas ha variado si la comparamos con la de algunos siglos antes. Son pocos los propietarios de tierras y muchos los que dependen totalmente de su jornal para ganarse la vida. Esos pocos latifundistas concentran la propiedad de forma escandalosa. No cultivan la tierra ni dan trabajo, dejan las tierras baldías y en muchos casos sólo sirven de cotos de caza.
Por el otro lado, los jornaleros, los sin tierra, abocados a una situación de largas temporadas de paro únicamente interrumpidas por alguna campaña en sus zonas.
La dependencia del patrón, las pésimas condiciones de trabajo y las necesidades vitales sin cubrir son las notas que caracterizan a los trabajadores temporeros más precarios que existen: los del campo. Entre ellos el analfabetismo alcanza cifras preocupantes, su rentas medias son las más bajas de todos los sectores productivos y la marginación por parte de los poderes públicos es casi absoluta».

Extraído del documento congresual del SOC.

Irónico cuando, en la década de los ochenta, el PSOE de Andalucía, se autodenominaba «el Partido de la Reforma Agraria’. ¿Se acuerdan?.

Libertad, Igualdad y Fraternidad.

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(*) Francisco Vega, es miembro de la Comisión Ejecutiva Federal de Izquierda Republicana, partido político fundado por Manuel Azaña, que aspira a la proclamación de la IIIª República española.