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Las actuaciones de los donantes sirven de ayuda para mantener enjaulados a los palestinos

Fuentes: The Electronic Intifada

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

La ayuda al desarrollo destinada a la Autoridad Palestina solo ha servido para afianzar la ocupación y colonización israelí, «Israel nos asedia, nos encierra en cantones -en jaulas- y la comunidad internacional se limita a alimentarnos en esas jaulas. Eso no tiene nada que ver con desarrollo y de esa forma ayudan a la colonización, limpieza étnica y desposesión perpetrada por Israel», dijo la Dra. Samia Botmeh , mientras se sentaba en su oficina en el Centro para Estudios del Desarrollo en la Universidad de Birzeit cerca de Ramallah en la ocupada Cisjordania.

A pesar de las sumas masivas de ayuda al desarrollo que se han derramado sobre Cisjordania, la capacidad productiva de la economía palestina -si se mide evaluando los sectores agrícola e industrial- es la mitad de lo que era en 1994 y no ofrece más que un 12% de posibilidades de empleo. Aunque el Banco Mundial y la Autoridad Palestina alardean de un crecimiento del 8% en el PIB, el ingreso real per capita está aún un 8,4% por debajo del de 1999, lo que significa que el crecimiento del PIB no refleja crecimiento alguno en los ingresos del palestino medio.

Egipto proporciona una comparación esclarecedora. Dos décadas de serias reformas neoliberales produjeron un crecimiento del PIB en Egipto que fue igualmente aplaudido por el Fondo Monetario Internacional: entre 2006 y 2008, el PIB creció un 7% y solo en 2009 se registró un pico de un 4,6%. Sin embargo, como quedó increíblemente claro a finales de enero, el crecimiento del PIB del país no había beneficiado a la mayoría del pueblo: el desempleo había aumentado y el 40% de la población vivía con menos de dos dólares al día.

Con el antiguo representante del FMI Salam Fayyad a su frente desde 2007, la AP ha adoptado la estrategia de la «buena gobernanza» neoliberal como estructura para el proyecto de construcción estatal. Al igual que los estados postcoloniales hicieron en el pasado, la AP ha tratado de crear un entorno propicio a los mercados eficientes y sin restricciones privatizando los servicios públicos, haciendo hincapié en los derechos de la propiedad privada y en un intento por reducir la corrupción. Esta agenda -construcción del estado mediante políticas neoliberales- se pone más patentemente de manifiesto en un programa de la AP titulado «Ending the Occupation, Establishing a State» [Poniendo fin a la ocupación, estableciendo un estado].

Como Mustaq H. Khan, profesor de económicas en la Escuela de Estudios Africanos y Orientales de Londres, señaló en una conferencia impartida en Ramallah el pasado invierno, la inyección de ayuda al desarrollo en Palestina ha servido para favorecer el programa de buena gobernanza de la AP , permitiendo que espectadores y promotores, como el FMI y el BM, atribuyan el aumento del PIB a una economía exitosa de mercado («Post-Oslo State-Building Strategies and their Limitation«, pdf, 1 diciembre 2010).

Hay aún un agudo contraste entre la percibida mejora en la economía palestina y el nivel actual de vida de la mayoría de los palestinos. La ayuda al desarrollo -que aproximadamente supone el 40% del PIB de Palestina- ha servido de cómplice a la hora de ocultar la realidad económica y, en algunos casos, de truncar la lucha palestina por la liberación nacional.

En junio de 2011, la Universidad de Birzeit celebró una conferencia en la que activistas y académicos hablaron con los donantes y con un representante de la AP sobre los desaciertos del desarrollo, así como del problemático papel que la ayuda al desarrollo juega en el movimiento nacional palestino.

«El marco del desarrollo es extremadamente poco realista y problemático», dijo la Dra. Samia Botmeh a The Electronic Intifada. La estructura que se examinó en Birzeit fue Análisis del Desarrollo en relación con el conflicto del Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (CDA, por sus siglas en inglés), que busca maximizar el impacto de la ayuda al desarrollo en las zonas en conflicto.

Botmeh añadió que la actual estructura internacional que evalúa la ayuda al desarrollo en Cisjordania considera la región ocupada por Israel como una zona de conflicto o como una zona post-colonial. «Esto no tiene en absoluto que ver con la realidad porque nosotros no estamos en conflicto sino en un proceso de colonización», dijo.

La conferencia tuvo lugar después de que el Centro para Estudios sobre el Desarrollo de la Universidad concluyera un proyecto comisionado por el Programa para el Desarrollo de la ONU (UNDP, por sus siglas en inglés) que examinaba cómo invertir mejor los fondos del desarrollo en las ocupadas Cisjordania y Franja de Gaza en medio de la continuada ocupación de Israel.

Debido a que el marco del CDA intenta poner en marcha proyectos de «desarrollo» evitando asumir posiciones políticas, el estudio encontró que asume implícitamente que ambas partes tienen razones para el compromiso. Este enfoque básicamente erróneo se niega a reconocer -y por tanto a abordar- el agudo desequilibrio de poderes que permite que Israel continúe mostrándose intransigente.

Al ser conscientes de que la reasignación de fondos no iba a abordar los obstáculos fundamentales para conseguir la autodeterminación económica en Palestina a través del desarrollo, el centro trató de aclarar qué tipo de desarrollo debería perfilarse en el contexto de un proceso activo de colonización. «El desarrollo debe ocuparse de algo más que de ayudar a sobrevivir a la gente; debería tratar sobre todo de poner fin a la colonización», explicó Botmeh.

La crítica al Centro para Estudios sobre el Desarrollo muestra que el desarrollo fracasa a la hora de conseguir algo tangible para los palestinos y -lo que resulta aún más inquietante- sirve para fortalecer la ocupación y las nuevas anexiones de territorio por parte de Israel.

El desarrollo limitado a la «construcción del estado»

Después de la aplicación de las políticas dictadas por los Acuerdos de Oslo, firmados entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina a mediados de la década de 1990, la ayuda internacional a Palestina dio un giro hacia el desarrollo. Anteriormente, la ayuda a Palestina se destinaba a objetivos «humanitarios» tales como beneficencia y operaciones de Naciones Unidas. Con el establecimiento de la Autoridad Palestina como gobierno de transición, la ayuda al desarrollo se dedicó, aparentemente, a promover una economía independiente que facilitara una suave transición a un estado palestino.

Tras dieciocho años de supuesto proceso de paz -en el cual los objetivos de la lucha por la liberación nacional palestina quedaron confinados a un proyecto de «construcción estatal» de la AP y de Israel-, los niveles de vida de los palestinos disminuían mientras la desigualdad crecía.

Botmeh cree que el supuesto subyacente de esta ayuda al desarrollo es que está canalizándose hacia un estado postcolonial y que Israel tendría intención de retirarse, algún día, de Cisjordania y de la Franja de Gaza. Estos supuestos, descaradamente ajenos a cualquier realidad política, han permitido que la ayuda al desarrollo refuerce la colonización de Israel mediante la continuada degradación de la contigüidad territorial palestina y la actual despoblación del Área C: más del 60% de Cisjordania, incluido Jerusalén Este, que está bajo total control militar israelí.

En virtud de los Acuerdos de Oslo, los territorios ocupados de Cisjordania y la Franja de Gaza se dividieron en áreas A, B y C, la última de las cuales es administrada y controlada por el gobierno israelí y sus fuerzas armadas. Israel ha declarado las tres cuartas partes de ese territorio «zonas militares cerradas» o reservas naturales y, por tanto, «prohibidas» para los palestinos. Aproximadamente, unos 40.000 palestinos viven en el Área C.

La fecha límite de 1999 para terminar con la estratificación geográfica de Cisjordania en las Áreas A, B y C hace tiempo que pasó. Lejos de ayudar a la formación de un estado viable, la ayuda al desarrollo ha servido para afianzar la partición de la tierra.

Peter Lundberg, representante de la Agencia Internacional sueca de Cooperación al Desarrollo, confirma esos errores en el actual paradigma de desarrollo en Palestina. Hablando desde la perspectiva de un donante internacional, Lundberg condenó la complicidad de la ayuda al desarrollo a la hora de fragmentar a los palestinos al funcionar tan sólo en el Área A debido a las restricciones israelíes en el Área C.»

Como la realización de proyectos en el Área C bajo control israelí es logísticamente muy onerosa y en mucho casos imposible, los donantes se han inclinado por contribuir en proyectos para el Área A.

Según las estadísticas de Lundberg, se ha producido un éxodo de palestinos del Área C, debido sobre todo a las imposibles condiciones de vida que Israel ha creado y a la naturaleza depredadora de los asentamientos que la rodean. Israel no permite que las comunidades palestinas puedan conectarse a recursos hídricos o eléctricos y deniega casi todas las peticiones de permisos para construir viviendas, provocando así la destrucción de los dispositivos de recogida de agua, de las casas y escuelas. Por el contrario, a los asentamientos levantados cerca de esos pueblos palestinos se les concede agua corriente gratuita, electricidad, carreteras y toda la infraestructura que necesiten.

En 1967 había aproximadamente 200.000 palestinos viviendo en el Valle del Jordán, designado como Área C, excepto la ciudad palestina de Jericó. En la actualidad, son sólo 56.000, 40.000 de los cuales viven en Jericó (Área A), según las estadísticas de la agencia de ayuda internacional Save the Children.

El desolador panorama que estas estadísticas revelan implica que los donantes han sido cómplices de Israel ayudándole en su proceso de cantonización de Cisjordania, reduciendo su tamaño al 18%, que es el que compone el Área A, y entregando al control de Israel la mayor parte de su territorio y agricultura, que podrían haber constituido la base para un estado y economía palestinos verdaderamente autosuficientes.

El neoliberalismo socava los derechos palestinos a la autodeterminación

Raja Khalidi, un importante economista de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), ha escrito que la iniciativa de desarrollo -que supone 1.500 millones de dólares al año- que está produciéndose dentro de los territorios ha estado auspiciada por el Banco Mundial, la Unión Europea , el Fondo Monetario Internacional y Estados Unidos, como lugar para la expansión de un proyecto neoliberal (véase «Neoliberalism as Liberation: The Statehood Program and the Remaking of the Palestinian National Movement«, Journal of Palestine Studies, Vol. 40, nº 2, invierno de 2011).

En el paradigma neoliberal de la AP -consagrado en el «Plan de Reforma y Desarrollo Palestinos», de 2008-2010, y «Poniendo fin a la ocupación, estableciendo un Estado-, se promete crecimiento económico como consuelo a la ocupación más que como estrategia para hacerle frente.

Cuando habló en la conferencia, Khalidi subrayó el carácter absurdo de dicha agenda en el contexto de una ocupación que en última instancia determina la economía de Palestina. «Durante los últimos tres años, la AP no ha parado de encontrar obstáculos internos para la construcción de un estado y tampoco tiene estructuras para poder hacer frente a los obstáculos externos», dijo.

Además, sin soberanía, el crecimiento económico verdadero está fuera de su alcance. Khalidi explicó que la AP no sólo es incapaz de contrarrestar las agresivas políticas de colonización de Israel sino que tampoco tiene capacidad para ejercer control sobre las políticas macroeconómicas de Palestina, como sería su propia moneda y el control de los tipos de cambio o interés.

La ayuda al desarrollo lleva tiempo recibiendo críticas por su involuntaria colaboración al mantenimiento de la ocupación al reducir su impacto humanitario, haciéndola así más aceptable. Sin embargo, Omar Barghuti, una importante personalidad del Movimiento por el Boicot, la Retirada de Inversiones y las Sanciones (BDS, por sus siglas en inglés), reveló la naturaleza hipócrita de la ayuda internacional al desarrollo.

«El desarrollo rebosa de complicidad con el colonialismo; es intencionado y es cómplice, la ignorancia no es una excusa», dijo en la conferencia.

Barghuti ofreció varios ejemplos de países que arrojan algún dinero a la causa del desarrollo en Palestina mientras al mismo tiempo apoyan proyectos o compañías que socavan activamente la soberanía palestina.

Veolia, una corporación francesa de transporte que, según Barghuti, es mayoritariamente de propiedad estatal, está actualmente construyendo el nuevo sistema de tren ligero de Jerusalén. El tren ligero conecta Jerusalén Oeste con los ilegales bloques de asentamiento en la ocupada Jerusalén Este. A pesar de las presiones ejercidas sobre Veolia para que se retire de ese proyecto –parte de una campaña global de BDS que ha costado a la compañía hasta 10.000 millones de dólares, según Barghuti-, la compañía y Francia, por extensión, han mantenido su contrato con Israel.

Restableciendo la lucha de clases en la lucha por la liberación nacional

Adam Hanieh, un profesor de estudios sobre el desarrollo en la Escuela de Estudios Africanos y Orientales, sitúa la ayuda al desarrollo en el arco más amplio de la colonización israelí de la tierra mediante la sistemática fragmentación del pueblo y nación palestinos. En su conferencia en Birzeit, Hanieh restableció la importancia de la lucha de clases para el objetivo de la liberación nacional y denunció que la ayuda al desarrollo actúa en contra de la unidad palestina, dividiendo al pueblo por riqueza o clases, frente a la ocupación.

«Sesenta y tres años de colonización que han ido sembrando división, fragmentación y fractura del pueblo palestino. El desarrollo debe luchar contra esa fragmentación, no colaborar en ella», explicó Hanieh a la audiencia.

Ilustrando cómo el neoliberalismo ha fomentado la idea de que las soluciones a los problemas son de naturaleza individual en vez de colectiva, Hanieh subrayó que gran parte del «desarrollo» que uno ve extendiéndose por Cisjordania beneficia a las empresas israelíes. Por ejemplo, el consumo en la floreciente cultura de restaurantes y cafés en Ramallah está mayoritariamente financiado por esta ayuda al desarrollo y, a su vez, sostiene la importación de productos israelíes. Resulta patético que esta nueva clase consumista -posibilitada por la ayuda al desarrollo- cree un estrato aislado de la sociedad palestina.

Todo esto sucede contra el telón de fondo de los levantamientos populares regionales contra, entre otras cosas, las políticas neoliberales. Esos levantamientos muestran un ejemplar esfuerzo por librarse de los dictadores y del actual orden mundial, así como un inspirador potencial de la lucha de clases.

Si los programas de ayuda al desarrollo pretenden la libertad -en vez de la implantación de un estado neoliberal- como principal objetivo para los palestinos, entonces tienen que empezar a contrarrestar el proceso de 63 años de confiscaciones y colonización. De otra forma, no estarán ofreciendo a ese proceso más que una mano amiga.

Foto: Ann Paq  

Charlotte Silver es periodista, vive en Cisjordania. Puede contactarse con ella: en [email protected]

Fuente: http://electronicintifada.net/content/donors-help-keep-palestinians-cages/10283