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Crónicas desde Palestina

Las cárceles y el régimen penitenciario israelí

Fuentes: Rebelión

El viernes 13 de agosto dejamos con pena Qalqilia, completamente rodeada por el muro. Con un 75% de la población dependiendo de la ayuda humanitaria, mientras sus animales y sus cultivos se secan, se mueren, porque a sus dueños no se les permite llegar a sus tierras, las tierras de sus ancestros. Desde allí fuimos […]

El viernes 13 de agosto dejamos con pena Qalqilia, completamente rodeada por el muro. Con un 75% de la población dependiendo de la ayuda humanitaria, mientras sus animales y sus cultivos se secan, se mueren, porque a sus dueños no se les permite llegar a sus tierras, las tierras de sus ancestros.

Desde allí fuimos a Tubas, una zona preciosa que de momento se encuentra ligeramente al margen de las atrocidades de Israel. Nos comentaron que aunque la zona es tranquila, de vez en cuando entra el ejército de ocupación para realizar asesinatos «selectivos». En esta localidad visitamos una carcel construida por el estado israelí en 1987, y que funcionó hasta 1994. En esta cárcel se recluía a jóvenes y niños. El protocolo de actuación era el siguiente:

Cuando llegaba un detenido, le tenían entre 4 y 5 días atado a otro compañero por la espalda, y se le dejaba sentados a la intemperie, bajo la lluvia, el viento, el calor… A continuación introducían hasta 15 personas en unas celdas de 1 x 3,5 m. Cuando iban a interrogarles les pasaban a otra zona de la prisión. Los interrogatorios podían durar entre 18 días y 2 meses, pudiendo llegar cada sesión de aislamiento y tortura hasta 48 horas ininterrumpidas. En este infierno había bastantes niños menores de 13 años a los que aplicaban todo tipo de torturas: desde sodomía hasta torturas psicologicas. A veces las torturas eran públicas para asustar y apenar a los demás presos, sobre todo cuando había hermanos o amigos. Si llovía, les colocaban debajo de unas tuberías rotas que recogían el agua de los tejados. Llegaron a tener hasta 150 niños encerrados. En ocasiones les daban té con productos químicos con el fin de esterilizarles. Estamos hablando de los años 90, no de la edad media, ni de la inquisición como podría parecer. ¿Dónde estaba la ONU? ¿dónde las denuncias internacionales?

Dejando atrás esa terrible realidad de infancias destrozadas por monstruos sin corazón, el sábado 14 de agosto fuimos a Nablús. Tras una dura negociación con el militar de guardia, conseguimos entrar en la ciudad pese a que estaba completamente prohibido el acceso a los brigadistas internacionales. Allí pasamos la noche, escuchando disparos, escuchando explosiones. Desgraciadamente esa es la música de fondo en Palestina desde hace tiempo. Desde hace mucho tiempo, desde hace demasiado tiempo.

Nablús en una de las ciudades más castigadas, precisamente porque la resistencia allí es de las más activas. Todas las noches el ejército israelí entra, hace redadas, y ocupa militarmente el casco viejo y los campos de refugiados. Disparando, hiriendo y matando. El casco viejo está construido a base de pequeñas callejuelas y recovecos. Preciosos espacios llenos de historia y belleza. Por esta razón, cuando el ejército de ocupación quiere entrar con jeeps, tanques o bulldozers, lo que hace es derribar una o varias casas y así dejar espacio para sus maquinas de destrucción y muerte. Nos enseñaron una zona en la que habían demolido cinco edificios de más de 700 años de historia, porque necesitaban acceder con los jeeps para detener a unos activistas.

El domingo 15 fuimos al campo de refugiados de Balata. Este campo fue construido en 1953, tiene 1 km. cuadrado de extensión y comenzó albergando a 3.000 personas, aunque en la actualidad este número se ha incrementado hasta 22.000. Las casas sólo pueden crecer en vertical y las calles son tan estrechas que apenas caben dos personas juntas. Las infraestructuras son casi inexistentes y además los soldados israelíes se encargan de destruir lo que los palestinos y palestinas van construyendo o rehabilitando. ¡Y así llevan 48 años! En este campo de concentración hay 1.400 prisioneros de Nablús, que por ello reciben un trato «especial». Es decir, en ocasiones sus familiares no pueden verlos mientras dura su encarcelamiento. Estamos hablando de meses, de años. A ellos a penas les permiten salir de las celdas y pasan la mayor parte del tiempo incomunicados. Y no tienen ningún contacto con el exterior.

Sólo en Nablús, ha habido 148 mártires durante esta intifada y más de 1.000 personas han sido heridas o han quedado incapacitadas.

Después de varias reuniones salimos hacia Ramallah. Allí mantuvimos un encuentro con una asociación que trabaja por los derechos humanos de los prisioneros y lucha por su excarcelacion. Según nos contaron, el 40% de los hombres palestinos han estado alguna vez en prisión. Durante estos 4 años de intifada, el gobierno israelí ha arrestado a más de 40.000 personas y actualmente unas 7.500 continúan en prisión. Y se detienen a unas 300-600 personas al mes. El sufrimiento comienza para los detenidos en el momento de su arresto. Estos suelen ocurrir por la noche y nunca le dicen a la familia ni porqué se los llevan, ni a dónde. Muchas veces, hasta varias semanas después los familiares no saben nada de su paradero. Muchas veces, además, humillan a la familia y les destrozan la casa.

Durante el transporte -que se realiza siempre con los ojos tapados y/o la cara cubierta- comienzan las vejaciones y los malos tratos. Uno de los castigos colectivos más utilizados es entrar en un vecindario y reunir a las personas de una determinada edad para después ellos deciden a quién se llevan. Un soldado puede detener a una persona durante 8 días sin ningún motivo y sin tener que dar ninguna explicación. Los interrogatorios, con todo tipo de torturas (veanse los casos de Abbu Grahib o Guantánamo), pueden llegar a durar 180 días. ¡Incluso durante 60 días, el gobierno israelí, pueden prohibirles tener acceso a un abogado!

Al menos 100 presos son utilizados como cobayas para investigar algunos medicamentos de farmacéuticas de Israel, incluso se han registrado operaciones sin anestesia. La tortura, si bien no esta admitida formalmente por las leyes israelíes, sí está justificada siempre que se lleven a cabo para «evitar un grave problema ultrerior». Hasta los años 70, los métodos de tortura eran eminentemente físicos. Incluían, duchas alternantes, golpes, descargas eléctricas, sodomía y demás vejaciones sexuales. Cuando estas actuaciones comenzaron a ser públicas, cambiaron los métodos, y fueron eligiendo otros más sutiles, o al menos no dejaran tantas pruebas. En las nóminas de las cárceles se incluyen a psicólogos, sociólogos, médicos y abogados, que decidían y deciden que método es mejor en cada caso según la personalidad y la apariencia física del detenido. Los más habituales son: colgarles por las muñecas, atándoles los brazos extendidos por la espalda; mantenerles en cuclillas durante dias; ponerles sacos en la cabeza; ruidos muy altos, como música de fondo, durante horas o días…

Sólo un caso sobre tortura ha sido aceptado por los tribunales. En aquella ocasión, dos jóvenes viajaban en autobús cuando entraron unos soldados para hacer una redada, y se los llevaron. a los pocos días aparecieron muertos. Los abogados de los soldados dijeron que la muerte ocurrió durante la redada, pero gracias al testimonio de un periodista que sacó fotos de la detención se confirmó la mentira. Durante el juicio, uno de los soldados relató cómo le había destrozado el craneo a uno de ellos con una piedra. Las penas impuestas fueron ridículas.

Las órdenes militares que Israel establece para Cisjordania y Gaza abarcan hasta el color de los coches, las organizaciones en las que se puede pertenecer, lo que puedes leer (por ejemplo, el libro editado por la ONU sobre las resoluciones que acerca de Palestina Israel ha incumplido -es decir, todas- está totalmente prohibido. Por tirar piedras la pena puede ser de entre 4 meses a 3 años, todo depende del periodo en que se produzca el hecho y, por supuesto, si el juez es un colono el veredicto será mucho peor.

Otro tipo de detención son las denominadas «detenciones administrativas«. Para llevar a cabo una de ellas tampoco se necesita ningún motivo específico. Sólo con decir que cuentan con información secreta de que una persona es peligrosa para que la puedan enviar a prisión. En ocasiones, cuando llega el último día de la condena y el preso o la presa se prepara para salir, se les comunica la imposición de otra condena. La duración media de las detenciones administrativas suele ser de 6 meses, pero a la mayoría de los detenidos se les imponen varias seguidas. En la actualidad hay una persona que lleva en esa situación 8 años, y existen 750 personas bajo detención administrativa. 380 son menores de 18 años y 70 menores de 16 (teóricamente un menor de 14 años no puede estar mas de 6 meses en la cárcel. Sin embargo hay casos documentados de estancias en prisión de hasta 14 meses). A los niños y a las niñas les tratan igual que a los adultos. Y en la mayoria de las ocasiones les encarcelan junto a presos comunes. En estos cuatro años de Intifada, el ejército de ocupación o los colonos han asesinado a 609 menores. Tambien hay 106 mujeres, el 20% son madres, alguna de ellas de hasta 11 hijos. 24 mujeres conviven con sus hijos pequeños aunque se los arrebatan a los dos años y ambos pierden el contacto. Cuando una persona muere antes de acabar la condena, el gobierno israelí no permite que el cuerpo salga de la cárcel. Así que lo mantienen allí, en una cámara frigorífica, hasta que cumple su pena.

El 15 de Agosto, 3.500 presos y presas comenzaron una huelga de hambre exigiendo su libertad o como mínimo la mejora de sus condiciones de vida. Para todos los que querais ayudar vamos a enviar el comunicado del comité organizador de la huelga de hambre a medios alternativos, nodo50.org; rebelion.org, entre otros. Difundid la noticia e intentad promover alguna acción en solidaridad con los presos y presas palestinas.

RESISTENCIA Y DIGNIDAD.