Traducido para Rebelión por Germán Leyens
NAZARET, Israel – En algunas partes de Israel, los votantes en las elecciones del martes no depositarán su voto sobre cuán bien es administrada su municipalidad sino sobre cómo impedir que «árabes» se instalen al lado de su casa, cómo evitar que se construyan mezquitas en su comunidad, o cómo «salvar» mujeres judías de las garras de hombres árabes.
Mientras el ascenso de la extrema derecha en la política nacional israelí ha llegado a los titulares, se ha prestado menos atención a cómo esto ha repercutido en las relaciones de todos los días entre israelíes judíos y la minoría palestina árabe del país, que representa un quinto de la población.
Según analistas y residentes, las elecciones locales de Israel han sacado a relucir una ola de desagradable racismo, especialmente en un puñado de comunidades conocidas como «ciudades mixtas» en las cuales ciudadanos judíos y palestinos viven cerca los unos de los otros.
Partidos judíos, incluidos filiales locales del gobernante partido Likud, han adoptado un lenguaje abiertamente racista y alarmista sugiriendo una inminente apropiación musulmana de comunidades judíos en un intento de ganar votos.
«La sociedad israelí se ha hecho cada vez más racista, y los candidatos simplemente reflejan el racismo de los votantes a sabiendas de que obtendrán mucho apoyo», dijo Mohammed Zeidan, director de la Asociación de Derechos Humanos en Nazaret.
La semana pasada, a medida que se intensificaba el proceso electoral, Salim Joubran, un juez árabe, intervino para prohibir anuncios del partido Likud del primer ministro Benjamin Netanyahu en las ciudades de Karmiel y Tel Aviv.
Joubran, quien es el primer árabe en la historia de Israel en presidir el Comité Central de Elecciones, que supervisa las elecciones, dijo que los anuncios eran «racistas y que es casi seguro que afecten los sentimientos de israelíes árabes y el orden público».
Al hacerlo, Joubran invalidó la opinión del fiscal general, Yehuda Weinstein, quien había argumentado que el comité no tenía autoridad para regular anuncios en línea y afiches.
«Aburguesando» vecindarios
Notablemente, Netanyahu y sus ministros se han negado a condenar o a distanciarse de las campañas de sus filiales locales.
En Jaffa, la capital comercial de Palestina antes de la creación de Israel en 1948 y que ahora es un suburbio mixto de Tel Aviv, el Likud publicó anuncios contra los musulmanes locales. Un tercio de la población de Jaffa son palestinos, pero enfrentan creciente presión para irse bajo un programa de «aburguesamiento» de los vecindarios.
Un anuncio -utilizando la consigna «¿Silenciad a los muecines en Jaffa? Solo el Likud puede hacerlo»- se hizo eco de amenazas hechas por Netanyahu a fines de 2011 de prohibir que las mezquitas utilicen altavoces para llamar a los musulmanes a orar.
Una portavoz del partido Likud se negó a comentar ante las críticas de Joubran.
El Jeque Ahmed Abu Ajwa, un imán en Jaffa, dijo: «Es una campaña racista pero no debemos olvidar que los que promueven el odio contra musulmanes y cristianos en Jaffa simplemente siguen la línea del gobierno.
«Es una gran impertinencia que se nos diga que tenemos que silenciar nuestras mezquitas. Estábamos aquí -y también estaban nuestras mezquitas- mucho antes de la creación de Israel. Si no les gusta estar aquí, pueden irse.»
Otro afiche, implicando que los ciudadanos palestinos no son leales a Israel y que el Likud intensificará las acciones para sacarlos de la ciudad, dijo que el partido «Retornará Jaffa a Israel».
Joubran prohibió igualmente un anuncio telefónico utilizado por el partido Likud en Karmiel, una así llamada ciudad de «judeización» en Galilea hecha para llevar judíos a una región con una gran población palestina.
Residentes judíos recibieron un mensaje telefónico grabado de alguien que se llama «Nabil» invitándolos a una ficticia ceremonia de colocación de la primera piedra para una nueva mezquita en la ciudad.
Los residentes palestinos de Karmiel, que se cree son menos de 2.000 en una ciudad de 45.000 habitantes, dicen que ni siquiera han propuesto que se debiera construir una mezquita en la ciudad.
Koren Neuman, jefe de la lista electoral del Likud en Karmiel, dijo que la decisión del comité electoral no era justificada.
«Nuestro mensaje es que queremos mantener nuestra ciudad judía-sionista. Esa, después de todo es la misión del Estado de Israel. No estamos contra nadie. Pero se supone que Karmiel sea una ciudad judía y no debemos permitir que su carácter sea cambiado.»
«Toman nuestras mujeres»
Naama Blatman-Thomas, activista política local, dijo que los partidos judíos en Karmiel han recurrido a «trucos sucios» como respuesta a la emergencia de un partido conjunto judío-árabe, Karmiel Rainbow, que participe en la elección del consejo.
«Cuando he hablado con residentes judíos, la narrativa en sus mentes es que la ciudad está amenazada de ser tomada, que los árabes tomarán nuestras mujeres, etc. Los puntos de vista expresados en Karmiel forman parte de una tendencia mucho más amplia en toda Galilea.»
La mayoría de las comunidades en Israel están segregadas sobre una base étnica.
Sin embargo, en los últimos años los palestinos en Galilea han comenzado a migrar a ciudades de judeización como Karmiel en creciente número porque las políticas de tierras de Israel han privado a sus propias comunidades de terrenos para construcción de nuevas casas, dijo Zeidan.
En comunidades rurales como ser el kibutz y moshav donde hay viviendas, se han instalado comités de aprobación para asegurar que las viviendas no sean accesibles a ciudadanos palestinos.
Pero en ciudades como en Karmiel, hay casas disponibles para la compra si judíos quieren venderlas a ciudadanos palestinos. Blatman-Thomas, quien investiga políticas de segregación en Karmiel para su doctorado, dijo que judíos emigran de la ciudad por falta de oportunidades de empleo, allanando el camino para que palestinos de las ciudades y aldeas cercanas compren apartamentos.
Estudios recientes muestran una fuerte aversión por parte de muchos en el público judío a la vida en comunidades compartidas. Según el Índice anual Israel Democracy publicado este mes, un 48% de los judíos no quieren tener un vecino árabe, mientras un 44% favorece políticas que alienten a los ciudadanos palestinos para que emigren de Israel.
Semejantes sentimientos han recibido respaldo oficial de rabinos municipales. Más de 40 firmaron un decreto en 2010 de que los judíos no deben vender casas a no judíos.
En esa época, el vicealcalde de Karmiel, Oren Milstein, estableció una línea especial por correo electrónico en la cual los residentes podían informar sobre residentes judíos que se propusieran vender a familias palestinas. Milstein afirmó que habían logrado impedir 30 ventas semejantes.
Dov Caller, portavoz de Karmiel Rainbow, dijo que el atractivo de la ciudad para familias palestinas era un reflejo de la discriminación que enfrentaban en sus propias comunidades.
«Cuando tengan derecho a tierras para urbanización, sus propias zonas industriales, jardines, centros deportivos y escuelas decentes, Karmiel no será la única opción a su disposición».
«Sensiblerías»
Tensiones semejantes han brotado en Nazaret Alto, una ciudad de judeización construida en los años cincuenta para contener el crecimiento de Nazaret, la ciudad bíblica de la infancia de Jesús.
Durante la última década, grandes cantidades de cristianos y musulmanes se han mudado a Alto Nazaret. Algunos cálculos sugieren que un cuarto de la población de 55.000 de la ciudad, podrían ser ahora ciudadanos palestinos, en su mayoría de Nazaret.
El alcalde, Shimon Gapso, ha colocado grandes banderas israelíes en cada entrada a la ciudad en los preparativos para la elección, en una acción que según él tiene el propósito de dejar en claro que ciudadanos palestinos no son bienvenidos en Nazaret Alto.
Raed Ghattas, uno de los dos miembros árabes del consejo municipal, dijo que la estrategia electoral de Gapso se ha basado en el odio a los árabes. «Hay cuatro candidatos a alcalde – para nosotros, hay que ver cuál es el mal menor. Pero Gapso es definitivamente el peor de un grupo malo.»
Antes este año Gapso publicó un panfleto a los residentes que advertía: ¡Es hora de proteger nuestro hogar!… Todas las solicitudes de características extranjeras en la ciudad son negadas».
Ha rechazado la construcción de una iglesia o mezquita, el permiso de colocar árboles de Navidad en plazas públicas o, lo más controvertido, que se construya una escuela en idioma árabe para los 2.000 niños palestinos de la ciudad.
Gapso aumentó aún más las tensiones durante la elección al realizar una campaña electoral ficticia utilizando afiches que instaban a los votantes a «Expulsar al alcalde», citando a destacados políticos palestinos en Israel que lo atacaban.
Se citó a Haneen Zoabi, un miembro del parlamento que se presenta como candidato a alcalde del vecino Nazaret, diciendo: «Alto Nazaret fue construido en tierra árabe. Lucharemos hasta el fin contra el racismo de Shimon Gapso. [Enviad] al racista a casa; Árabes a Alto Nazaret.»
Defendiendo su campaña electoral en un artículo en el periódico Haaretz bajo el título «Si pensáis que soy racista, entonces Israel es un Estado racista», Gapso acusó a sus críticos de «hipocresía y mojigatería sensiblera». Lo importante, escribió, era que su ciudad «retuviera una mayoría judía y que no sea tragada por el área árabe que la rodea».
En otra entrevista, dijo: «Un 95% de los alcaldes judíos [en Israel] piensan lo mismo. Solo temen decirlo en alta voz».
Jonathan Cook ganó el Premio Especial de Periodismo Martha Gellhorn. Sus últimos libros son » Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East» (Pluto Press) y «Disappearing Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair » (Zed Books) Su nueva web es www.jonathan-cook.net