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El filólogo y activista Jordi García publica La Catalunya del seny. Una crítica al discurs nacionalista de CIU (2010-2015)

«Las élites catalanas y españolas no son enemigas, representan la misma clase social»

Fuentes: Rebelión

El análisis de los discursos de Artur Mas, presidente de la Generalitat de Cataluña entre diciembre de 2010 y enero de 2016, hace posible una aproximación al programa político de CIU (actualmente Partit Demòcrata Català Europeu, formación heredera de la Convergència Democràtica de Catalunya). Más aún, a La Catalunya del seny, título que el filólogo […]

El análisis de los discursos de Artur Mas, presidente de la Generalitat de Cataluña entre diciembre de 2010 y enero de 2016, hace posible una aproximación al programa político de CIU (actualmente Partit Demòcrata Català Europeu, formación heredera de la Convergència Democràtica de Catalunya). Más aún, a La Catalunya del seny, título que el filólogo Jordi García eligió para el libro de 128 páginas editado por Caliu y que recoge su trabajo final de máster. El texto contiene, como apunta el subtítulo, una crítica al discurso nacionalista de CIU en el quinquenio 2010-2015. O lo que es casi lo mismo, a la figura de Mas, que el autor caracteriza como conservador, nacionalista, derechista y de clase alta. El expresidente y actual líder del Partit Demócrata encarna los rasgos del burgués moderno: conquistador, porque es capaz de gestionar proyectos; organizador, ya que lleva a término las iniciativas con eficacia; y negociador, es decir, diligente para el pacto y el diálogo. Tampoco excluye el uso de la primera persona del singular; se presenta, así, como un político responsable, salvador y honesto. «Él trabajará por el bien de todos los catalanes», concluye Jordi García.

La disección de los textos y parlamentos de Artur Mas se topa de manera recurrente con la metáfora de la navegación, la travesía en barco hacia la Itaca de la independencia; otro reclamo habitual son los símbolos nacionales de la catalanidad, sean estos la lengua, la «senyera», las «diadas» nacionales del 23 de abril o el 11 de septiembre; asimismo iconos como Sant Jordi, la Mare de Déu de Monstserrat o el baile de la Sardana. El autor de La Catalunya del seny constata otras consignas, tal vez más políticas, en el argumentario del dirigente de la antigua CIU. Por ejemplo, el «España nos roba». Propalando esta afirmación, «la burguesía catalana busca -a través de una falsa confrontación entre las elites de las dos naciones- la cohesión interna en Cataluña, para que el verdadero enemigo -las clases populares- no se levanten contra el poder», interpreta García. Lo decisivo es el mensaje implícito que se traslada: «Es España la que roba a los catalanes y no las elites catalanas que gestionan el poder».

En el prólogo de La Catalunya del seny, el exdiputado del Parlamento catalán por la CUP (octubre de 2015-enero de 2016) y miembro del Seminari de Economía Crítica Taifa, Josep Manel Busqueta, introduce la noción de «processicisme». Se trata de una estrategia que permitió a CDC conservar el rol protagónico en la política catalana. Consiste, explica el economista de Taifa, en un proceso de «gesticulación» permanente respecto a la intención de romper con el Estado español; la quiebra no se materializaría finalmente por razones como la falta de seguridad jurídica; además, cada gesto de ruptura se correspondería con una amenaza por parte del Gobierno de España. Otra premisa de la estrategia «processista» consiste en que, para mantener viva la aspiración de independencia, no se puede permitir un desacople de los sectores sociales centristas y conservadores.

El autor del libro compaginó los estudios de Filología Catalana con la participación en el Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans (SEPC) y en la Assemblea Interuniversitària (AI). Actualmente forma parte del proyecto Caliu Espai Editorial. Su currículo incluye, además, el trabajo como labrador en L’Horta de Valencia, en la cooperativa De l’Hort a la Cuina. La editorial Caliu ha lanzado recientemente el libro «Música Bastarda», en homenaje al grupo Orxata Sound Sistem. También, «Universitat Perduda», un relato colectivo sobre las luchas estudiantiles en las universidades del País Valenciano durante los últimos años. Obra de varios autores, «Tiquun. Órgano consciente del Partido Imaginario» caracteriza a un agente del partido como a alguien que persigue «un proceso de polarización ética, de asunción diferenciada de formas de vida». A este proceso se le denomina Tiquun. En «Apunts des del Sud. Sobre el procés sobiranista», diferentes autores reflexionan sobre la identidad valenciana, cómo construirla y con quién, tomando como punto de partida la experiencia soberanista en Cataluña.

Jordi García defiende que, históricamente, la burguesía catalana nunca se ha posicionado a favor de la independencia; No lo ha considerado necesario, ya que la superestructura estatal española ha defendido sus intereses de clase (de la burguesía catalana, que ha preferido conservar sus privilegios corporativos a reivindicar los rasgos que distinguen a la nación). El autor cita el periodo de la Restauración (1874-1923), en el que la burguesía del principado sacó partido de la «inestabilidad» política en el estado español, a través de la acción política y de un movimiento aparentemente cultural, el Noucentisme. El historiador Josep Fontana explica en el texto «La burgesia nacionalista. Un animal mitològic» (2014) que, como colectivo, cada vez que la burguesía catalana tuvo que elegir entre sus intereses y los de Cataluña, «eligieron su opción de clase». Tampoco mostraron dudas en julio de 1936, subraya Fontana. «Marcharon en bloque a la zona franquista o al exilio, para dar apoyo incondicional a un régimen que tenía como uno de sus principales objetivos liquidar y ahogar la cultura catalana».

Pero el libro La Catalunya del seny problematiza esta disociación entre burguesía e independentismo catalán en el presente. De hecho, en tiempos recientes se ha mencionado un «viraje» de la burguesía catalana hacia posiciones de ruptura con España. En un artículo publicado en el diario Ara en enero de 2014 («El viratge de la burgesia catalana»), el catedrático de Comunicación Política Pere-Oriol Costa destaca cuatro causas del distanciamiento: la disminución del peso de los mercados españoles en el conjunto de ventas de los productos catalanes (y el incremento de las exportaciones catalanas a otros países); la merma de la influencia de lo que fue el lobby monárquico en Cataluña; una nueva generación de empresarios catalanes desvinculados emocionalmente del proyecto español; y el deterioro, en un contexto de crisis y corrupción, de la «marca» España. En el texto «La burguesía escindida» (2014), Marc Font destaca que los empresarios catalanes apuestan por un estado propio: un 68% según la encuesta del PIMEC (micro, pequeña y mediana empresa de Cataluña); pero la estadística también resalta que la independencia pierde fuelle entre las empresas de mayor volumen (sólo el 38,1% en las empresas asociadas a la patronal CECOT con más de cien trabajadores) y entre las de la PIMEC que más venden en el estado español.

Jordi García no esconde su punto de partida, que anuncia ya en la introducción del texto: desenmascarar el discurso nacionalista de CIU y arrojar luz sobre sus intenciones reales durante cinco años. Pero también plantea que los estados tratan de ocultar su carácter nacionalista, de manera que la categoría ‘nacionalismo’ se concibe como algo peligroso, atribuido exclusivamente a los nacionalistas/independentistas periféricos (vascos y catalanes). A menudo se les presenta como a «agentes enemigos que quieren romper la armonía natural de España». En cambio, «ellos, los españoles, simplemente son españoles, hecho que se acepta con naturalidad». Una retahíla de frases da soporte a la tesis citada: «Yo no soy un nacionalista español, yo sólo soy un español convencido» (José María Aznar); «Soy español y creo en mi país, yo no soy nacionalista» (José Bono); «Yo no soy nacionalista español, yo soy español» (Rodrigo Rato).

El sentido completo del libro se entiende con una distinción que Jordi García establece en las primeras páginas, entre «liberación nacional» y «nacionalismo». El autor atribuye al independentismo o liberación nacional una identidad de raíz popular, cuyo punto de partida es el conflicto entre clases sociales. Además, «se proclama esta identidad para luchar por la completa liberación». Por el contrario, sostiene García, el nacionalismo busca modelar la cultura popular con el fin de adaptarla a sus intereses; y lo esencial, «borrando el conflicto entre clases». En términos aún más nítidos, la liberación nacional representa la recuperación y pujanza de la cultura popular; y, también, «la resistencia frente a los ataques estatalistas, al tiempo que se pone el conflicto entre clases en el centro del tablero».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.