Las empresas privadas de defensa son un elemento clave en la guerra que se libra en la Franja de Gaza. Varias empresas israelíes y estadounidenses verán sus beneficios dispararse gracias a esta operación a gran escala, que les permite además promocionar sus últimas tecnologías.
En la página web del diario israelí Haaretz aparece un anuncio financiado por una sociedad de inversiones israelí. Al hacer clic en él se accede a un artículo con «contenido patrocinado», que anima a los particulares a invertir en tal o cual empresa o mercado de valores. Y en esta época de cosechas sangrientas, parece que es el momento de invertir en empresas militares.
Titulado «Estos avanzados sistemas de defensa que han adquirido Israel y Estados Unidos», el artículo no es meramente informativo. Al hablar de una posible prolongación de la guerra, también anima a la gente a aprovechar la oportunidad para invertir en empresas armamentísticas. El encabezamiento dice lo siguiente:
«En la guerra entre Israel y Hamás, que probablemente se extenderá a las fronteras septentrionales y verá la intervención de Estados Unidos, se están utilizando sistemas de armas sofisticados e inteligentes. Muchos de ellos son fabricados por empresas estadounidenses que cotizan en el índice S&P Aerospace & Defense».
Los accionistas de estas empresas tienen vínculos con ejércitos y gobiernos occidentales, en cuyo nombre han perpetrado crímenes durante décadas. Convertidos en asesores de los dirigentes, ahora suministran a los ejércitos nuevos juguetes criminales cada vez más sofisticados. En el supermercado de armas se encuentran «maravillas» que supuestamente -como cualquier producto comercial- cambiarán la vida de los consumidores: «cambiará las reglas del juego», «cambiará el curso de la batalla», «¡asegurará la victoria»! Estas empresas reinventan los juegos de guerra, y los prueban con nosotros, los palestinos, antes de venderlos por todo el mundo, y de crear otros nuevos una y otra vez… sin conseguir nunca aplastarnos.
DE LA FÁBRICA DE ARMAS A LA CASA BLANCA, EN LÍNEA RECTA
El anuncio anterior no es engañoso: desde el estallido de la guerra contra Gaza, el índice aeroespacial y de seguridad estadounidense ha subido un 5,88% en diez días.
Pocos días después del comienzo de la guerra, el consejero delegado de RTX, el gigante armamentístico estadounidense, envió a los inversores un informe en el que les instaba a apoyar la ayuda militar estadounidense a Israel. «Si observan la cartera de inversiones de la empresa, verán los beneficios que se obtienen al reponer las existencias (de misiles)», argumenta Greg Hayes, según el cual esta ayuda dará lugar a nuevos acuerdos de exportación de misiles.
Las acciones de la empresa, socia del proyecto israelí «Cúpula de Hierro» y fabricante de radares y proyectiles guiados, han subido un 13,46% desde el comienzo de la guerra. En los dos últimos años, su director general se ha embolsado 63 millones de dólares (58,77 millones de euros) procedentes de diversas fuentes, ya que es miembro de la Business Roundtable, un poderoso grupo de presión que ha dirigido ciertas políticas históricas en Estados Unidos.
Según algunas revelaciones, el vicepresidente de General Dynamics, Jason Aiken, también se dirigió a los inversores y les dijo: «Si observan los mercados que podrían estar a nuestra disposición como resultado de la ofensiva (israelí), está absolutamente claro que el sector de la artillería es el mejor situado «. Desde el comienzo de la guerra, las acciones de la empresa, que suministra proyectiles de artillería a Israel, han subido un 9,72%, sobre todo con el anuncio de que enviaba modelos experimentales de vehículos tácticos ligeros Flyer 72 para realizar pruebas de campo en Gaza.
Lockheed Martin, el mayor contratista de defensa estadounidense, lleva décadas suministrando a Israel aviones F-16 y F-35, misiles Hellfire y otros equipos. Entre el comienzo de la guerra y el 30 de octubre, sus acciones subieron un 10,65%. Su director ejecutivo, Jim Taiclet, se ha embolsado nada menos que 66 millones de dólares (61,57 millones de euros) en los dos últimos años, sin contar los 25 millones de dólares (23,32 millones de euros) en acciones que posee de la empresa. El hombre que se está beneficiando directamente de la guerra es miembro del Consejo de Administración del Council on Foreign Relations (CFR), uno de los think tanks que más influencia ha tenido en las decisiones políticas y militares de la Casa Blanca desde principios del siglo XX: fue el CFR, por ejemplo, el que dictó las líneas generales de los Catorce Puntos de Wilson durante la Primera Guerra Mundial y sentó las bases del Plan Marshall y la OTAN. En 2002, tras la invasión de Afganistán, uno de sus directores publicó un artículo histórico titulado «Próximo paso: Bagdad», antes de que el grupo lanzara una virulenta campaña a favor de la ocupación de Irak.
La línea directa de las fábricas de armas no se detiene en la Casa Blanca. BlackRock, la mayor empresa de gestión de inversiones del mundo, ha invertido más de 13.000 millones de dólares (12.130 millones de euros) sólo en las tres empresas mencionadas, y miles de millones más en empresas que fabrican armas prohibidas internacionalmente, como el fósforo blanco -que se está utilizando en la actual guerra contra Gaza- y las bombas de racimo. El director general del centro de producción de conocimientos e investigación geopolítica para «inversiones sostenibles» de la empresa es Thomas Donilon , que no es otro que el marido de Katherine Russell, directora ejecutiva de UNICEF, la organización internacional a la que le correspondía trabajar para proteger a los 4.600 niños muertos hasta ahora en Gaza.
CUANDO EL CONFLICTO IMPULSA LA ECONOMÍA
TA-35, el índice bursátil de Tel Aviv, cayó un 9% entre el comienzo de la agresión y el 30 de octubre. Pero mientras la mayoría de las empresas israelíes han sentido el impacto de esta caída, no ha sido el caso de las compañías armamentísticas, sino todo lo contrario. «Se disparan misiles desde todos los lados, así que la empresa tiene que sacar dinero de ello», afirma Shahar Karmi, especialista israelí en inversiones.
En general, las empresas militares israelíes siguen registrando aumentos anuales sin precedentes. En 2022, sus exportaciones mundiales ascendieron a 12.500 millones de dólares (11.660 millones de euros). Según las estadísticas israelíes, estas exportaciones, que se habían duplicado en diez años, han aumentado un 50% en tres años. Dos factores explican este repunte: la guerra de Ucrania, que agotó los stocks de armas en Europa, que se repusieron con productos israelíes; y los acuerdos de normalización firmados con los países árabes, que abrieron un enorme mercado a las 120 empresas de defensa israelíes.
Así pues, la guerra tuvo lugar en un contexto económico muy dinámico. Unos meses antes, el sector de las exportaciones militares ya había tocado techo. El 19 de octubre de 2023, los medios de comunicación informaban del avance de las negociaciones entre Alemania, Holanda y Elbit para la compra de sistemas automáticos de lanzacohetes PULS, mientras que ya se habían firmado otros contratos con Marruecos, Azerbaiyán y Ruanda, así como un acuerdo con España por valor de 700 millones de dólares (653 millones de euros).
El 25 de octubre de 2023, un artículo publicado en la prensa israelí indicaba que la empresa IWI había firmado recientemente contratos con el gobierno peruano para suministrar miles de fusiles de asalto a los militares encargados de reprimir las manifestaciones en el sur del país, una represión que forma parte de la larga historia de masacres contra los movimientos indígenas y de izquierda en Perú. «El suministro de estas armas no tendrá un impacto negativo en los suministros al ejército, la policía y otras fuerzas del orden israelíes», afirmaba entonces la página web de Defensa de Israel.
Por último, el 27 de octubre, el mismo sitio web informó de que los tanques Sabrah fabricados por Elbit estaban siendo entregados a Filipinas en virtud de un contrato de 172 millones de dólares (160,46 millones de euros), firmado en 2021. Una pequeña pregunta: el tanque Sabrah, modernizado por Elbit desde los años 90 a petición de la división blindada turca, ¿toma su nombre de la masacre o del de la famosa empresa israelí-estadounidense Sabra Hummus?
PROSPERIDAD A LA ISRAELÍ
Como en el caso de las empresas estadounidenses, las masacres provocaron una serie de repuntes para las empresas armamentísticas que cotizan en la bolsa de Tel Aviv. Entre el inicio de las operaciones y el 30 de octubre, las acciones de ThirdEye subieron un 83,73%, alcanzando un valor de 20 millones de dólares. Pocos días después del estallido de la guerra, la empresa anunció un contrato de 4 millones de dólares (3,73 millones de euros) para suministrar a «un cliente local» un sistema de reconocimiento con drones de bajo vuelo Medusa.
El fabricante de drones Aerodrome Group también experimentó varios aumentos de beneficios, el mayor de los cuales, el 25 de octubre, fue un 202% superior al del comienzo de la guerra. En el sector de los radares tácticos, las acciones de Leonardo DRS se dispararon un 24% hasta alcanzar un valor en bolsa de 5.000 millones de dólares (4.660 millones de euros). Las de FMS Enterprises Migun, especializada en la fabricación de blindajes balísticos ligeros, subieron un 11,4% hasta alcanzar un valor de 280 millones de dólares (261,21 millones de euros). Por último, Aryt Industries, que comercializa componentes electrónicos para misiles guiados y equipos militares, saltó un 25,9% hasta un valor en bolsa de 61 millones de dólares (56,91 millones de euros).
Aunque ha habido muchas subidas del precio de las acciones, los informes también destacan el carácter moderado de las fluctuaciones en grandes empresas como Rafael, Elbit e Israel Aerospace Industries (IAI). Estas tres empresas figuran entre las 35 mayores compañías armamentísticas del mundo, según la clasificación de DefenseNews. La cautela de estas empresas, cuyas cotizaciones ya eran elevadas antes de la guerra, se explica por los riesgos a los que estarían expuestas, más que otras, si el ejército israelí sufriera reveses durante los combates. No obstante, los medios de comunicación informan de una subida significativa de sus indicadores en el último año.
ESTAMPADA CON SANGRE
Desde el primer día, la guerra de Gaza ha servido de campo de pruebas para las últimas producciones militares israelíes y estadounidenses, que tienen que estar «probadas en combate». Esta prueba es la mejor forma de publicidad para las empresas, mucho más que todas las pruebas y desfiles realizados ante delegados de países extranjeros. Para estas empresas, la sangre humana es la única garantía de que sus armas funcionarán.
Pocos días después del comienzo de la guerra contra la Franja de Gaza, el ejército israelí y Elbit anunciaron el primer uso operativo del mortero Iron Sting, un proyectil «inteligente» de 120 mm de calibre con guía láser y GPS. En el espacio de unas horas, cientos de medios de comunicación extranjeros retransmitieron, sin cuestionar ni verificar la información, un anuncio puramente publicitario de una empresa que acababa de vender decenas de miles de proyectiles de calibre 155 mm por valor de 4.000 millones de shekels (967 millones de euros) al Ministerio de Seguridad israelí.
Los medios de comunicación también se interesan por la entrada en servicio de los nuevos carros de combate Barak, que pertenecen a la «nueva generación» de Merkava. Según los periodistas invitados a acompañar a los soldados en sus pruebas, estas máquinas están equipadas con un sofisticado sistema de defensa, con sensores ópticos y térmicos, inteligencia artificial y, para el comandante, un sofisticado casco «similar al de los pilotos de caza» (¡ideal!) con pantallas táctiles… una nueva versión de PlayStation, por así decirlo.
La prensa israelí también anunció la llegada de los nuevos transportes de tropas Eitan equipados con Iron Fist, un nuevo sistema de defensa de Elbit que, según la publicidad, interceptaría automáticamente un gran número de cohetes antitanque. Incluso antes de que comenzara la invasión terrestre de Gaza, la revista Forbes se apresuró a aclamar el nuevo sistema que, como cientos de otros juguetes militares, «podría cambiar la naturaleza de los combates en Gaza».
En medio de toda esta publicidad, en los primeros días de la guerra circuló un vídeo que mostraba Iron Beam, un sistema antimisiles láser que todavía está en fase de desarrollo y pruebas (sobre este tema, es difícil ignorar la recurrencia de la palabra «hierro» en los distintos nombres – Iron Dome, Iron Sting, Iron Fist, Iron Beam – aunque toda esta chatarra probablemente se oxide muy rápido si va a «beberse el mar en Gaza»). De hecho, se trataba de un engaño: las imágenes que mostraban «un misil palestino derribado» con un láser procedían del famoso videojuego Arma3, con sus sofisticados gráficos.
Unas horas más tarde, la empresa checa de juegos publicó el siguiente mensaje: «Aunque nos halaga que nuestro modelo visual sea tan realista, deploramos el uso de nuestros juegos con fines propagandísticos». La empresa anunció que convocaría a las principales agencias de prensa para desmentir la falsa información. Esto no impidió que la prensa israelí siguiera haciendo publicidad del sistema láser. Por su parte, el diario Calcalist publicó una información de una fuente anónima según la cual el Ministerio de Seguridad y la empresa Rafael estaban estudiando la posibilidad de introducir el sistema Iron Beam para realizar pruebas sobre el terreno durante los combates en Gaza.
En el frente naval, la prensa militar saludó el primer uso de la corbeta Sa’ar 6 -un buque de guerra de construcción alemana equipado con sistemas de defensa israelíes- en el ataque a la costa de Gaza, mientras que el sitio web estadounidense Navy Recognition informó del uso de la «sexta generación» de misiles navales Spike NL OS.
En cuanto a la artillería, los medios deploran el uso de cañones que datan de la década de 1990. Pero en 2019, Elbit ha ganado una licitación para reemplazar el equipo existente con nuevos cañones de tipo Roam, que también se supone que «cambiarán las reglas del juego». Aunque los nuevos cañones no se entregarán hasta 2024, la empresa afirma que ya ha suministrado dos prototipos al ejército, lo que, según la prensa israelí, debería favorecer la comercialización de los cañones para la exportación.
LA ÚLTIMA MARAVILLA
Esta enorme cantidad de armamento nuevo, que se suma a las existencias de material más antiguo, está costando a Israel miles de millones de dólares al día. Según la prensa, el gobierno prefiere ocultar el coste financiero de la guerra por temor a rebajar la calificación crediticia internacional del país. Pero lo que es seguro, y no se puede ocultar, es que esos miles de millones no se pierden, ya que vuelven a los bolsillos de los partidarios de la guerra. En lo que a nosotros respecta, esto significa miles de cadáveres, hombres y mujeres, ancianos y niños. Sueños enterrados y alegrías sepultadas en fosas comunes.
Con el inicio de las operaciones terrestres y el reconocimiento por parte de Israel de sus pérdidas, comenzó a revelarse una verdad. El 1 de noviembre, Israel admitió que la resistencia había destruido el vehículo blindado Namer y que la mayoría de sus soldados habían muerto. Esto ocurría después de muchos años de desarrollo del vehículo y de numerosos artículos de prensa glorificándolo y anunciándolo… La prensa israelí se preguntaba: «Se suponía que éste iba a ser el vehículo avanzado de transporte de tropas que el ejército llevaba décadas esperando… Entonces, ¿dónde está el fallo?».
Conocemos la respuesta a esta pregunta, evidente para todos: cualquier arma presentada como la maravilla de las maravillas, como una joya de la tecnología futurista, se utiliza para hacer aún más aterrador el mito, para sembrar el terror entre las poblaciones indefensas y reforzar el espectro del imperialismo en la mente de los oprimidos. Y también para acumular una y otra vez los asombrosos beneficios generados por las estrategias de agresión y colonización en todo el mundo. La evidencia está ahí: los oprimidos resistirán hasta que consigan hacer fracasar el mito, sea cual sea su escala y su calidad técnica.
Fuente: https://sinpermiso.info/textos/las-empresas-de-defensa-los-dividendos-de-la-guerra-en-gaza